viernes, 14 de octubre de 2011
martes, 11 de octubre de 2011
Utopia... VII
Cuentan que al principio fueron unos cuantos locos en una plaza. Cuentan que a los pocos días eran miles... después cientos de miles. Cuentan que la gente decía "pero... ¿qué queréis?". Dicen que ellos contestaban "Ya lo sabéis, queremos lo mismo que vosotras, lo mismo que vosotros. Queremos un mundo mejor, por eso estamos aquí".
Hay quien dice que el movimiento se extendió más allá de todas las fronteras.
Cuentan ahora, que el 15 de Octubre se manifestarán en todo el mundo. En más de 67 países, en más de 630 ciudades... en los 15 continentes.
Cuentan...
Pero, espera... ¿Realmente quieres que te lo cuenten?
...¿No sería mejor vivirlo?
El próximo sábado 15 de octubre miles de personas saldremos a manifestarnos en cientos de ciudades en todo el mundo en una movilización común contra los poderes que nos imponen un mundo y un modelo de vida insotenibles e injustos.
Aquí tienes un listado provisional de los más de 67 países y las más de 630 ciudades que participan de momento, con enlaces para informarse de las movilizaciones en cada ciudad.
Vamos a prepararlo entre todas para que sea un éxito. Tal vez te apetezca formar parte de ello. Para difundir y participar en su organización pincha aquí.
Ánimo... haces falta.
Puedes entrar en la página web de Acampada Sol pinchando bajo la cabecera del blog donde pone "Hace mucho Sol".
Cuaderno:
Utopía...
sábado, 11 de junio de 2011
Utopía... VI

El Movimiento se mueve. Nos vamos con la música a otra parte. A todas las partes. Después de una larga y profunda reflexión, de horas de encendidos debates, hemos decidido levantar la Acampada de Sol. Pero nada se acaba, esto es sólo el principio. Seguimos.
La Acampada ha sido una herramienta fundamental que ha dado unos resultados que superan con creces cualquier expectativa inicial. Nunca fue un fin en sí misma. Hemos despertado, nos hemos conocido, organizado y hermanado. Hemos, de alguna manera, renacido. Ahora el Movimiento se traslada a los barrios, a los pueblos, a los cientos de asambleas que ya están constituidas. Sol seguirá siendo nuestro símbolo y seguiremos tomando la plaza dos veces por semana en Asamblea General. Seguiremos trabajando cada día, todos los días, de forma más cotidiana,... como debe ser.
El Movimiento no debe depender del trabajo de unos cientos que lo dan todo en una plaza. El trabajo ha de ser responsabilidad de todas, cotidianamente. Queríamos la participación ciudadana y se han establecido las bases y los medios para que esto suceda. Se ha generado, se sigue generando, el tejido social necesario para que la gente participe de sus destinos. Será responsabilidad de todas, de todos, que esto continúe. Como debe ser.
Mañana, domingo 12 de Junio, levantamos el campamento. Será una jornada festiva y reivindicativa, en la que celebraremos lo conseguido hasta ahora y seguiremos sentando las bases de una acción constante, real, inclusiva, popular... de todas (las personas). Es vuestra fiesta. Estáis todas invitadas.
Soy sólo un instante. Una cara entre miles. Un corazón contento entre una multitud de hermanas y hermanos. No hay héroes, ni líderes. Esa es nuestra fuerza, nuestro sello. Somos gente, nada más. Y llevamos la razón. Lo saben, por eso nos detestan. Seguimos, cada día, todos los días.
La opinión pública no existe. Es sólo un invento de los medios. No me interesa. Me interesa la opinión de la gente, esa sí.
Podría dedicar cien entradas a desmentir o comentar todas las mentiras, todos los ataques, que hemos sufrido desde los medios de comunicación. Pero hace ya años que renuncié a ellos. La manipulación viene, cada vez, más manipulada. Tal vez el primer paso en este cambio sea volver a tomar posesión de nuestra opinión, de nuestra capacidad de crítica. Le llaman información... y no lo es. Nos quieren distraer del presente con una actualidad manipulada. Apaga la tele, hoy.
Mienten cuando hablan, por ejemplo, de los comerciantes, con quienes hemos mantenido siempre comunicación directa. Mienten cuando hablan. Pero mienten, sobre todo, cuando callan. ¿Alguien ha oído hablar de la revolución que está sucediendo en Grecia? ¿Del masivo movimiento del pueblo griego? Los medios callan al unísono. Igual que silenciaron lo de Islandia. No quieren que los pueblos retroalimenten sus movimientos. Callan al unísono, toman partido. Mienten, también, con su silencio.
Atrás quedan mil instantes. Miles de caras, de gentes con las que lo he compartido todo. Todo. Atrás quedan mil anécdotas. Ahora viene el resto. Todo lo demás.
A partir de hoy este foro, Haikum*..., volverá a ser lo que era. Me pongo mi sombrero y mi nariz de payaso y me siento a esperar. A esperar a las musas. A que, como solían hacer, vengan a soplarme sus historias al oído. Perdonadme, pequeñas, que estuve tan atareado. Fue sólo que me pilló de por medio una revolución... y no supe desaparecerme. Pero ya vuelvo... creo. Esto me ha cambiado tanto...
Era ya noche cerrada. La lluvia arreciaba y los toldos empezaban a hincharse como panzas de vaca bajo el peso del agua almacenada. Intentando evitar que la tormenta echara abajo el campamento, nos pusimos en marcha. Armados de escobas y cubos, un pequeño ejército de pajaritos mojados achicaban agua mientras otros procurábamos tensar cuerdas y rehacer nudos, trepándonos a las escurridizas farolas.
A pesar de mis esfuerzos, poco a poco iba perdiendo altura en un vaivén vertical e interminable de trepar y resbalar en mi farolita, subir un tantito y bajar dos. Sintiendo los músculos entumecidos, exhausto, me abracé con todo a la farola intentando recobrar fuerzas, juntar ánimos, para un último intento.
Entonces algo me agarró por las piernas y me alzó sin esfuerzo. Sentí un vértigo leve y una repentina sensación de ingravidez, aseguré mi postura y miré hacia abajo aún sorprendido. Pude vislumbrar, entre la lluvia y las sombras, las enormes manos que me sostenían, unos brazos tatuados que escapaban de las mangas remangadas de una empapada camisa blanca y, un poco más allá, un sombrero negro sobre una maleta posada en el suelo. No pude evitar una sonrisa, cierta euforia y algo tibio calentándome el pecho, acá, justo al lado del corazón.
-Puedes bajarme –Grité hacia mis pies cuando acabé la faena, las cuerdas de nuevo tensas y los nudos asegurados. Igual que me había alzado unos instantes antes, aquel tipo me posó en el suelo suavemente, sin esfuerzo.
-Gracias, compañero, muchas gracias. Has resultado verdaderamente providencial. Soy Karlos* –Le dije tendiendo la mano, después de intentar secarla en mis vaqueros mojados. Él la estrechó firmemente enseguida.
- Oí que andáis montando la revolución –Contestó entonces con la voz tranquila, los ojos entornados por la lluvia y una sonrisa franca sin afeitar –Mi nombre es Amador, ¿en qué puedo ayudar?
Cuaderno:
Utopía...
lunes, 6 de junio de 2011
Utopía... V

Apenas recuerdo mi vida anterior. Mi calma, mi sosiego, mis cuentos, mi no hacer. No importa. Seguimos.
Veinte días después somos ya cerca de noventa ciudades en toda España, más de doscientas en todo el mundo. Un mundo que no ha cambiado. Un mundo que sigue preñado de otro mejor, de nuestra indignación, de nuestra esperanza.
El sábado 28 de mayo se convocaron asambleas en los barrios y pueblos de Madrid, en cada uno. Cerca de treinta mil personas, en cientos de asambleas, se juntaron para hablar, para debatir, para pensar, conocerse. El Domingo, portavoces de todos los barrios acudieron a Sol a presentar sus experiencias y conclusiones en Asamblea General. Ilusión y compromiso. Desde Bruselas, un mensaje: quieren ser un barrio más de Madrid. Una energía nueva recorre la plaza como un viento fresco que se lleva los cansancios e insufla fuerzas renovadas. También emoción. Incontenible. Tánto trabajo sirve, tánto desvelo, tánta intemperie. Esto se mueve. Crecemos. Yo, mientras hablan los barrios, los pueblos, me convierto en un sauce. Lloro. Alguien me abraza.
"Te has pasado siete pueblos... llorando" -bromea más tarde un compañero. Nunca mejor dicho. Entonces río.
Me tomo cuatro días de vacaciones en el trabajo. Necesito desaparecerme, descansar. No oir ni hablar durante unos días. Perderme en mis montañas, sentarme en mi río. Llenarme de silencio, de bosque. Gredos. Me tomo cuatro días para irme a Gredos.
Fracaso. Me paso los cuatro días de vacaciones metido en Sol. Full time. Pueden más las ganas de no perderme este momento, este proceso, que el cansancio. Sol me devora y me alimenta. Me acaba y me renueva. ¿Soy el mismo?... sí, pero no. Estoy creciendo.
Se van sucediendo duras jornadas de debate. Debates profundos en los que se pone de manifiesto lo que ya sabíamos. Nos une el hartazgo ante un mundo, un sistema, que no queremos. Las soluciones, las alternativas posibles, son sin embargo diversas, múltiples, en los fines y en los medios, en las formas y en el fondo. Somos prójimas... pero también muy diferentes. Hay quien ve la necesidad de actuar ya, en puntos concretos. Trabajar sobre un manifiesto de mínimos que nos una en la movilización usando los canales que el sistema nos brinda. Hay quien piensa todo lo contrario. Que no puede haber prisas, que el primer triunfo es estar, que hay que construir el tejido social que haga posible el verdadero cambio. Hay quien se conforma con algunas reformas en el sistema y también quien no quiere oir hablar de eso. Hay quien opina que Sol ya ha cumplido y que hay que empezar a pensar en el desmantelamiento de la acampada sin que ello suponga el fin de nada y hay también quien dice no nos vamos.
Y yo digo que no hay problema, que la diversidad no es negativa, que es, simplemente, inevitable, real. Que probablemente sea presuntuoso hablar de "la voz del pueblo" porque el pueblo tiene muchas voces y que tal vez debamos aprender que a este movimiento no se le puede buscar una voz, un manifiesto, unos mínimos aceptados por todos, sino que deba ser una base, un tejido, desde el que se actúe de forma autónoma y coordinada desde las diferentes sensibilidades, formas y fondos.
Y, claro, eso puede sonar a chino. Tenemos muy interiorizado el espíritu del sistema que queremos cambiar. Sus prisas, su pensamiento único, su individualidad. Tal vez, ahorita que nos hemos parado a pensar, a hablar, a escucharnos, debamos construir nuevas formas de aceptar la diferencia y saber gestionarla sin que la acción directa estorbe al largo plazo y abrazar la diversidad como algo enriquecedor, con espíritu inclusivo, en lugar de temerla. No es fácil, claro. Y estamos acostumbrados, educados, en lo fácil, en el pensamiento único excluyente.
El debate no debe paralizar la acción, pero no podemos permitirnos que la acción nos distraiga del debate necesario. Si la revolución no nos cambia por dentro... no es tal revolución. Debe haber espacios y tiempos para la interiorización.
La ilusión sigue intacta. Sabíamos que no iba a ser fácil. Seguimos, cada día, aprendiendo de nuestros aciertos y nuestros errores. Seguimos educándonos unas a otras. Cada día, todos los días.
Las compañeras han empezado ha llamarme "Mr. Consenso" y me reclaman, a veces, para moderar discusiones imposibles. ¿Veis?... no puedo evitarlo. Siempre termino haciendo el payaso, por mucho que me quite la nariz.
Las mismas televisiones que nos amaron, los mismos medios que nos cortejaban, nos cagotean ahorita. Casi nos matan de fama. Ahora nos difaman. Da igual. Nunca me importó lo que los medios dijeron. Ni en esto ni en nada. Mienten, manipulan. Siempre, de una forma u otra. Ya conocéis mi opinión al respecto. Apaga la tele. Baja a tu plaza. No es un eslogan. Yo vivo así.
Mi querida panda de majaras: Extraño mi vida. La mía. Me falta tiempo para muchas cosas. Para contestar, por ejemplo, vuestras muestras de apoyo y cariño. Os pido disculpas. Estoy seguro de que comprendéis mis ausencias. Os leo y vuestras palabras, vuestros relatos también, son mi sosiego en los minutos que le robo a la revolución. Aunque no me veáis... estoy, os quiero... y os extraño. No sabéis cómo. Tal vez pronto vuelva a mis cuentos. Tal vez esta sea mi última crónica-utópica. No lo sé. Mañana no existe.
La mochila negra se me ha pegado a la espalda. Forma ya parte de mí. Dentro, junto al kit de la revolución, llevo dos libros. Me dan aire, me consuelan. Me sosiegan, me acompañan. Gracias, Patricia. Gracias Ángeles. De corazón.
Y gracias de corazón, mi admiracion y respeto, a todastodos las que estáis de una forma u otra, aquí y allá, participando en este movimiento. El nuestro, el de todas.
Apenas recuerdo mi vida anterior. Mi calma, mi sosiego, mis cuentos, mi no hacer. Apenas la recuerdo,... y la extraño.
Hasta pronto, se os quiere.
Cuaderno:
Utopía...
sábado, 28 de mayo de 2011
Utopía... IV
Ayer viernes, las compañeras de la acampada de Barcelona dieron una lección de coraje, civismo, movimiento pacífico... de valentía. Después del salvaje intento de desalojo, la gente volvió a tomar la Plaza de Cataluña. Allí siguen. Seguimos.
No tengo palabras para expresar mi repulsa a las fuerzas policiales y a quienes ordenan semejante atrocidad desde sus confortables despachos. Tampoco para expresar mi admiración y mi solidaridad con la gente. No hay palabras.
No hay palabras para explicar esto.
Seguimos, cueste lo que cueste.
Tengo el corazón a la intemperie.
Cuaderno:
Utopía...
miércoles, 25 de mayo de 2011
Utopía... III

Hola a todastodos.
Disculpen las molestias pero, pese a quien pese,... seguimos aquí. En Sol.
Es posible que ya no nos saquen en la tele, que no nos den la primera página, que no seamos ya la comidilla ni la novedad. Pero sentimos comunicarles que seguimos aquí. Trabajando sin descanso, duro, cada día, todos los días. Organizándonos, conociéndonos, consensuándonos. Cada día. Todos los días.
Estamos proponiendo asambleas en los barrios, en los pueblos. Entregando el testigo a su legítimo dueño. A la gente. No nos vamos. Seguimos aquí. Y seguiremos incluso cuando ya nadie nos recuerde. Cuando nos hayamos ido. Porque las revoluciones nunca mueren, porque siempre nos enseñan algo. Y este movimiento, acabe cuando acabe, termine como termine, nos está educando a todas por el mero hecho de estar sucediendo.
Cada día. Todos los días.
"¿y a tí, cómo te gustaría que acabara todo esto?" -me pregunta una joven, apenas una niña. "Esto no se acaba, hermana. Siempre va a estar en nosotras. Muy adentro. Para siempre".
Ya más de una semana con la dieta de la revolución. Comer cuando te acuerdas, dormir casi nunca... y mucho Sol. Ni en el Caribe mexicano se me mete tánto Sol dentro. Ni en mi rincón tranquilo se me quemó así la cara. Estoy lleno de imtemperie, de gente bella, de sueños y tareas, de revolución.
Estoy feliz y exhausto. Tal vez más lo primero que lo segundo... y tambien, viceversa. Tengo el corazón contento, el cuerpo cansado y la mente embotada, como mensa. Me cuesta pensar y se me olvidan los mandados. Por eso me cambio de grupo. Empecé trepando farolas, barriendo, montando. Luego organizamos las asambleas, cada vez mayores, de mil, de cuatro mil personas. Ahorita que todo funciona como un reloj, necesito descansar... la mente. Ahorita me dedico a dar masajes a las compañeras que lo necesitan. No importa qué se hace, cómo se echa una mano... lo importante es estar. Aquí, ahora. Cada día. Todas juntas... seguimos.
Me viene un pensamiento que me hace reir: Una vez, antes de todo esto, una ranita encantada me llamó masajista de almas. Tal vez, si me viera ahora, me diría masajista de revoluciones.
Otros, desde sus pedestales, nos han llamado de todo. Títeres del Psoe, de Eta. Marionetas de una mano en la sombra que ideó todo esto en el mismo despacho en el que se piensa ahora cómo pararnos. Nos llaman más cosas. No les gustamos, y es que no les gusta la soberanía popular. La temen, les parece obsceno, les da asco. A unos y a otros. No me importa. Esto está sucediendo, eso es lo importante. Estando aquí uno se da cuenta de que nadie nos maneja. La gente es soberana. Aquí. Ahora. Mañana no existe.
Nos llaman antisistema. Bien, conmigo aciertan. Siempre me sentí antisistema. Anti-este-sistema, claro, siempre. No es saludable estar bien adaptado a un sistema profundamente enfermizo, enfermo. Creo que fue Krishnamurti quien lo dijo. Pienso igual. Nos venden la imagen de descerebrados rompiendo escaparates. No. No rompo escaparates. Soy, profundamente, antisistema. Claro.
Echo de menos mis cuentos. Las musas vienen a soplarme al oído y me pillan barriendo las calles de la revolución y les tengo que decir "ahora no, ¿no veis que ando ocupado?", o se equivocan de oreja entre la multitud.
Echo de menos mis cuentos. Pero estoy viviendo el más bello. El de la gente en la calle. El de la gente despierta. El de la voz del pueblo.
Me fallan las fuerzas. No les aburro más. De otra forma, a su manera, con su pluma de oro, nos lo está contando también Enrique Páez en su bitácora. La voz de Sol, la podéis encontrar aquí.
Ahorita les dejo, mis queridas amigas y amigos. Permítanme morirme un rato. Al rato me esperan en Sol. Y es de mala índole hacer esperar a la revolución.
Chau. Se os quiere.
Cuaderno:
Utopía...
jueves, 19 de mayo de 2011
Utopía... II
Llego a casa. Es ya muy tarde. Estoy molido. Me duele todo. Tengo el alma feliz. Pienso en acostarme,... pero antes, quiero contaros.
El campamento que volvimos a montar ayer permanece. Se decide en asamblea mantenerlo hasta el viernes o el sábado. Todos los días, a las 20:00 horas, concentración. Todo el mundo en Sol.
Se han formado comités, comisiones, grupos de trabajo. De acción, de coordinación interna, de alimentación, de limpieza, de infraestructura. Durante toda la mañana, entre ojeras y legañas, se suceden asambleas. Allí tratamos desde los objetivos y los medios de lograrlos hasta los detalles más domésticos de "hay que dejar dormir por la noche, compañeros", "hay que coordinar mejor las comisiones" o "aquí no se bebe, esto no es un botellón". Las comisiones funcionan... cada vez mejor.
Llega la noche. Miles de hermanos y hermanas. Cientos de miles. Otra vez. Y con la noche, los gritos, los abrazos, los besos, la emoción. Lo estamos haciendo. Está pasando. Aquí, ahora. No les ha servido prohibir la concentración. Aquí estamos. Nos quedamos.
Llegan noticias de otros campamentos en España. Estamos ya unidos en tiempo real gracias a las nuevas tecnologías. Y, de pronto, noticias de París, de Londres, de Berlín. Se ha extendido. Estamos también en Europa. En Bruselas los han levantado a la fuerza. Lo volverán a intentar. Ovaciones, más abrazos. Lágrimas. Más noticias. Estamos también en Buenos Aires. "Tranquilos, compañeros, está por confirmar".
Cientos de miles. Todos bellos. Conscientes. Felices.
Un chaval joven, flaco, despeinado, se me acerca (imposible estar más cerca... ni más lejos, no hay espacio). Nunca lo había visto. "Tengo miedo" -me dice en la intimidad, rodeados de cien mil hermanos -"nos pueden masacrar a todos". Yo lo miro mirarme, sonrío, y le susurro al oído "hoy no se me ocurre mejor forma de morir". Él abre mucho los ojos. Me abraza fuerte. Se va.
No hay partidos, ni banderas. Sólo gente. Haciendo su revolución.
Hoy somos más. Sabemos que allá, arriba, nos miran con preocupación, con furia. Da igual. Aquí estamos. Para siempre, hoy. Mañana no existe.
Quería contároslo. Ahora me puedo morir tranquilo... un rato, hasta mañana. Luego tengo que volver a mi Plaza. A la de todos.
Ahora me voy. Se os quiere.
Cuaderno:
Utopía...
miércoles, 18 de mayo de 2011
Utopía...

Hoy no vengo a contaros cuentos.
El payaso Kum* se ha quitado la nariz y el sombrero. Ahora soy uno más. Como siempre. Unos más entre los miles que están en la calle diciendo basta.
Ayer, a la vejez viruelas, me la pasé trepando farolas, amarrando cuerdas, levantando tiendas hasta que las fuerzas me aguantaron. Aquí, en la Puerta del Sol de Madrid.
Seguro que ya lo has visto en la tele. Estamos aquí exigiendo un cambio. Este es un movimiento sin banderas, sin pegatinas. Ajeno a partidos mafiosos o sindicatos subvencionados que son, a la sazón, un engranaje más del sistema. Es un movimiento de gente, de ideas, de anhelos. Queremos cambiar el mundo. Este, el de aquí. Ahora.
Sé que todo esto puede sonar a utopía. No hay problema. Siempre he dicho que las utopías lo son sólo porque no las intentamos. Yo soy perro viejo. Sigo siendo un soñador... pero no me engaño. He estado en muchas batallas y las he perdido casi todas. Da igual. Hay luchas que hay que dar aunque estén perdidas de antemano. Hay que darlas porque hay que darlas.
¿A dónde llegará este movimiento? No lo sé. Mañana no existe. Ahora estoy haciendo lo que siento que hay que hacer. Estar aquí, ahora. Donde está la gente.
Durante unos días dejo de escribir cuentos para vivir el más bello de los cuentos. El de la gente en la calle. El de la ilusión.
Mañana... vemos.
Tal vez en tu ciudad esté pasando lo mismo. Tal vez te apetezca apagar la tele y bajar a vivirlo. Qué bueno.
Hasta pronto. Se os quiere.
Cuaderno:
Utopía...