
14 de abril. Fuente: Entendiendo la Historia
Dedicado a un hombre íntegro y valiente,
el juez Baltasar Garzón.
Los tranvías se habían ido quedando parados, no había lugar para uno más, ni dentro de ellos para un ser viviente más, ni sobre su techumbre, ni sobre el tejadillo de la Estación de Metro, ¡oh, cómo les envidiaban, eran los privilegiados!
Se enracimaban los cuerpos humanos en los balcones, de pie en los barandales; festoneaban los áticos de todos los edificios, se erguían como bandadas de cigüeñas en los tejados, buscando respaldo en las chimeneas. Y seguían, seguían viniendo; más no era posible, sin codazos, pisotones, tropiezos.
Llegaron aún unas oleadas desde las calles Mayor y Arenal, y como el viento en un campo de trigo, se extendió la onda sonora: “Se ha ido, se acaba de ir, ahora, en este momento”... Y en este momento todas las cabezas se alzaron hacia arriba, hacia el Ministerio de la Gobernación; se abrió el balcón, apareció un hombre, un hombre solo, alto, vestido de oscuro traje ciudadano; sobrio, dueño de sí, izó la bandera de la República que traía en sus brazos y se adelantó un instante para decir unas pocas palabras, una sola frase que apenas rozó el aire, y levantando los brazos con el mismo gesto sobrio, en una voz más sonora, como se cantan las verdades, gritó: “¡Viva la República!” “¡Viva España!”.
Y como una sola voz de mil registros, llenó el aire, subió hacia las nubes blancas, redondas, que habían venido también, no acababa de extinguirse y en tonos diferentes, en cien registros como en un gigantesco y nunca oído órgano en una coral, que entonaba todo un pueblo, subía la voz a las nubes, y volvía a bajar y así el aire estuvo lleno de esos gritos, que aunque ya no hubieran repetido estarían allí llenándolo todo.
El cielo de abril dejaba caer su luz blanca, azul y blanca hasta tocar transfigurando a la multitud. La luz era también de mil reflejos, en un blanco único toda la infinitud que hay en el blanco.
En la blancura destacándose, perfilándose en el cielo. Alta, alta, ondeaba la bandera republicana, ahora ya del todo desplegada.
Y mirándola, fijó los ojos en el reloj de la torre.
Eran las seis y veinte.
Las seis y veinte de la tarde de un martes 14 de abril de 1931.
María Zambrano, "Delirio y Destino".
Proclamación de la República, 14 de abril de 1931. Una de las fotografías mejores y menos conocidas de Alfonso Sánchez García, "Alfonso", testigo privilegiado de los acontecimientos y de los momentos más significativos de la sociedad de su época. Fuente: PeatomLa comitiva se detuvo en Galapagar, pues la reina quería contemplar Madrid antes de dejar España. Dos camiones llenos de jóvenes republicanos, avanzaban desde Madrid, gritando el “slogan” del momento refiriéndose al rey:
“¡No se ha ido! ¡Le hemos «echao»! No se ha ido! ¡Le hemos «echao»!”
Sanjurjo, el general de la Guardia Civil, se adelantó lentamente hacia los camiones haciéndoles señas para que se detuvieran. Lo hicieron y con la sonrisa más amable que pudo sacar de su hosco semblante el general les explicó a los muchachos lo que pasaba. “Aquel grupo eran la reina y sus hijos que contemplaban Madrid por última vez camino de El Escorial donde tomarían el tren para marchar al exilio”.
- «Por favor, tengan ustedes compasión».
Los jóvenes enmudecieron. Con sus banderas republicanas alzadas, miraron hacia el grupo y empezaron a comunicarse unos a otros lo que ocurría en voz baja, como si se tratara de un duelo, que en cierta forma lo era y dieron la vuelta hacia Madrid calladitos, sin mayor escándalo que el roncar de los motores.
Ese era el pueblo republicano que había votado el 12 de abril, sin más armas que el sufragio ni espíritu de revancha tras el triunfo. Aquel pueblo que la noche anterior custodiaba el Palacio de Oriente y silenciaba en torno las voces altas para que pudiera dormir la familia del rey.
Y pensar que yo creí en un momento que podría haberse producido en Galapagar un nuevo Ekaterinemburgo…
Carlos Sampelayo, "El 14 de abril en Madrid". (Adaptado)

Galapagar (Madrid), 15 de abril de 1931. La reina Victoria Eugenia saliendo hacia el exilio despedida por unos pocos fieles. Fuente: PerfilesEl 14 de abril de 1931 nació soleado y alegre, con una emoción incontenida que empujaba a las gentes de Madrid que acudían en riadas humanas hacia la Puerta del Sol para comprobar, con sus ojos, la llegada de la Segunda República.
Lejos de cualquier ánimo de revancha, aquellas gentes se satisfacían gritando a coro, por calles y plazas, “slogans” surgidos espontáneamente, creados no se sabe por quién –como todos los “slogans”- de "No se ha ido que le hemos barrido, no se ha marchao que le hemos echao " y “Un, dos, tres, muera Berenguer”.
Este era el ambiente desbordante que se vivía entre la población de la capital tras el abandono de Alfonso XIII. La Monarquía, odiada por las masas, identificada con lo peor de la sociedad, caía como una manzana podrida. Todos los intentos por salvarla fueron inútiles. Las maniobras de última hora de políticos y de aristócratas que se agarraban desesperadamente a las faldas del régimen alfonsino para no ser barridos por la oleada que se avecinaba, no sirvieron de nada ante los acontecimientos.
Alfonso XIII fue obligado a abandonar la corona e iniciar el camino del exilio. Las masas habían irrumpido en la escena de la historia dispuestas a exigir su parte, tras décadas, por no decir siglos, de postración y humillación.

A los pocos días de su salida de España comenzaron a publicarse caricaturas de Alfonso XIII, hasta entonces totalmente vetadas a los dibujantes satíricos. La de la imagen, una de las más suaves dedicadas al ex-monarca, pertenece a "Picarol". Fuente: KAPdigitalAquel optimismo no hacía presagiar las dificultades que las reformas republicanas encontrarían en los años posteriores. Y mucho menos el golpe de estado que acabaría definitivamente con la ilusión de aquel 14 de abril.
Pero aquel martes fue día de fiesta, fue una juerga, fue una verbena…
Con emoción, con orgullo y con agradecimiento hacia tantos hombres y mujeres que hicieron posible aquellos ocho años en los que España tuvo una oportunidad, con esperanza de ver un día proclamada la Tercera República Española, hago mías las palabras del presidente del Gobierno provisional de la República, Niceto Alcalá-Zamora, en su primer discurso dirigido al pueblo:
"El triunfo será para España, la del inagotable y asombroso renacer, que una vez más asombrará al mundo con su renacimiento".
Que así sea.
¡Salud y República!
Fuentes documentales
Bibliografía
- Sampelayo, C. El 14 de abril en Madrid. Revista Tiempo de Historia, núm. 65, 1980.
- Zambrano, M. Delirio y Destino. Mondadori, Madrid, 1989.
Material audiovisual
- S. M. el rey Alfonso XIII marcha al exilio. Fuente: YouTube
- Proclamación de la República. 14 de abril de 1931. Fuente: YouTube
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