Un golpe seco, breve, lo distrajo. Procedía del
patio de luces. El eco duró lo que tardó en hundir de nuevo la
cuchara en el estofado y la mirada en el televisor. Como si nada. En el
informativo, el desahucio de otra familia.
miércoles, 17 de diciembre de 2014
martes, 9 de diciembre de 2014
Paz, esencial
En 1989 el Premio Cervantes reunió, bajo
el título Lo mejor de Octavio Paz. El
fuego de cada día, una amplia selección de su obra poética, que reemplazaba
a la precedente La
Centena. Poemas : 1935-1968 (Barral, 1970). Ahora, la
editorial Seix Barral vuelve a editar, con motivo del centenario del nacimiento
del poeta mexicano, su antología más completa, que, además, presenta el valor
añadido de que el autor de Libertad bajo
palabra recoge los textos más significativos dentro de su amplia producción,
desde Bajo tu clara sombra y otros poemas
sobre España (1937) hasta Árbol
adentro (1987), excepción hecha de los memorables Topoemas y de los poemas en prosa, entre ellos El mono gramático, una reflexión fundamental acerca de las grietas
del lenguaje y de la insuficiencia de la palabra. Este volumen se completa con
el discurso “La búsqueda del presente” y el brindis pronunciados con motivo de
concesión del Premio Nobel en 1990.
Debemos, pues, congratularnos de la
reedición de un libro definitivo para entender la obra poética de un autor
clave en la renovación de la lírica hispanoamericana del siglo XX, que, fiel a
una tradición literaria, sabe encontrar el camino de la modernidad a través de un
singular sincretismo, de una poesía de gran riqueza formal y tonal, nacida de
un instante que es trascendido al universalizar la experiencia, en la que
confluyen las inquietudes metafísicas del hombre, la erudición, la emoción, la
experimentación, el erotismo y el conocimiento, aunados en un tú, cauce
necesario para la escurridiza definición de un yo complejo.
Autor: Octavio Paz
Título: El fuego de cada día
Editorial: Seix Barral
Año: 2014
(Publicado en Cuadernos del Sur, 6 de diciembre de 2014, p. 7)
martes, 2 de diciembre de 2014
666. Seis visiones femeninas del mal
La narradora y crítica Carmen Jiménez (Martos, 1964) es la
editora de 666, un interesante libro
colectivo publicado solo en formato digital, en el cual se recogen seis relatos
inéditos de seis escritoras que ofrecen seis visiones literarias sobre lo
maligno. La autora de Madre mía, que
estás en los infiernos (Siruela, 2007; Premio de Novela Café Gijón) firma
también un sugerente prólogo fragmentario “Hexakosioihexekontahexafobia” o
fobia al número 666 caracterizada por el rechazo a todo aquello que se
relacione con el demonio.
El primer cuento, el más extenso del volumen, con 28 páginas
es “El negocio de tu vida”, de Elia Barceló (Alicante, 1957), la singular
historia de Franz –un hombre que vende su alma por dinero- y Marlene –que hace
lo propio con tal de no envejecer- y que termina con un inesperado “sí, quiero”.
“Soldaditos de plomo”, de Cristina Cerrada (Madrid, 1970), es, en cambio, la
historia más breve -apenas tres páginas-, y en ella estos juguetes de
anticuario son portadores de las sombras que organizan la convivencia de un
desgastado matrimonio con un hijo en común. Por su parte, “Exorcismo”, de Marta
Sanz (Madrid, 1967), son ocho páginas frenéticas en las que, tras analizar las
distintas presencias adoptadas por el diablo en nuestra vida cotidiana, se
detiene en las cadenas, los reproches y silencios rotos por los gritos y las
exigencias que articulan la existencia de un viejo padre y su hija, que deviene
una simple cuidadora social. “Espíritus familiares”, de Pilar Adón (Madrid,
1971), cuenta, en dieciséis páginas, la historia de una joven que, tras
abandonar el hogar familiar, no consigue desprenderse de la presencia de su
madre muerta y que sucumbe ante los miedos más íntimos e inconfesables delante
de una ventana. “Un buen día lo tiene cualquiera”, de Esther García Llovet
(Málaga, 1963), narra, en cinco páginas, la triste historia de un grupo de
personajes derrotados que conviven con la soledad y la incomunicación y que
hojean las esquelas del ABC con la
intención de conocer los próximos funerales, lugares de conversación y
entretenimiento. Por último, “Tuyo, Friedrich”, de Susana Vallejo (Madrid,
1968), son cinco cartas que encogen el aliento en las que el protagonista, un
misterioso trabajador alejado de su mujer e hijas, le escribe a su esposa,
Hannah, dándole cuenta, con orgullo y satisfacción, de los avances en una singular
construcción al tiempo que le confiesa
cuánto las echa de menos.
Se trata de un conjunto más o menos homogéneo, en el que no
desentona ninguna historia y que supone un descenso a los recovecos más
profundos, a los miedos más íntimos, a las regiones en sombra del ser humano,
aquellas partes de nosotros que más nos cuesta aceptar, a las grietas de un
mundo desgastado.
Título: 666
Editorial: Suburbano Ediciones
Año: 2014
(Publicado en Cuadernos del Sur, 20 de noviembre de , p. 7)
miércoles, 26 de noviembre de 2014
Testamento poético
El
secuestro, tortura y asesinato de su hijo, Marcelo, de 22 años de edad, y de la
esposa de este, de 19 y embarazada de ocho meses, así como la entrega de su
nieta, Macarena, a la familia de un policía afín al régimen, han marcado la vida
y la obra de Juan Gelman, quien se entregó a la búsqueda desesperada de su
descendiente, a la que finalmente localizó en el año 2000. El conocimiento de la condena de los
torturadores y asesinos de Automotores Orletti, el centro de detención
clandestino del barrio de Floresta durante la dictadura de Jorge Rafael Videla,
es el germen a partir del cual nace Hoy,
el libro final del premio Cervantes, un poemario publicado en Argentina a finales
de 2013 y que ahora llega a las librerías españolas, por expreso deseo del finado
poeta y de su esposa, de la mano de la editorial Visor.
A
partir de la asimilación de la resolución judicial, el poeta trabaja sus
obsesiones, con una cuidada condensación y con una calculada brevedad. De hecho, el volumen está concebido a la
manera de un largo poema compuesto por 296 paradas que dialogan entre sí –la
edición argentina consta de 287-, cuya ordenación es meramente cronológica. El
resultado es un libro desnudo, en el que Gelman habla sin cortapisas de él, de
su existencia vista desde el momento presente, al tiempo que supone un ajuste
de cuentas tanto con la vida como consigo mismo. Para ello utiliza el poema
breve en prosa –unos, auténticos fragmentos; otros, más cercanos a la prosa
poética; todos, descarnados gritos de quien descree de las normas-.
En
suma, se trata de un libro revelador, un fogonazo que no puede dejar impasible
al lector en la denuncia de las miserias e injusticias del mundo actual.
Autor:
Juan Gelman
Título:
HoyEditorial: Visor
Año: 2014
(Publicado en Cuadernos del Sur, 22 de noviembre de 2014, p. 7)
viernes, 21 de noviembre de 2014
Novela gótica sobre la guerra civil
Maarten, estudiante holandés enamorado de una joven española
con la que mantiene una relación epistolar, se enrola como brigadista para
combatir en la guerra civil. Su unidad militar entra en combate y él cae
herido. Al recuperarse de las heridas, es enviado a inventariar libros y
objetos de arte en la basílica de San
Francisco el Grande. Allí encuentra un cofre misterioso con diversos documentos
sobre el lugar exacto donde se ubica el tesoro robado al duque de Media-Sidonia,
comandante de la Armada Invencible
en 1588. Dicho tesoro está custodiado por el espíritu de un fiel sirviente que
fue asesinado mientras protegía los bienes del duque. Vemos, pues, una inusual
combinación del duro momento histórico vivido por el autor, de la España de los Austrias y de
una serie de elementos paranormales –visiones, apariciones de espectros,
personajes que establecen contacto con el más allá- que le otorga a la novela
cierto aire gótico y, al mismo tiempo, permite llevar al protagonista por
diversos lugares y momentos del conflicto fratricida.
Los tesoros de Medina
Sidonia se publica en 1939, en la editorial Thieme, bajo el pseudónimo de
Maarten van de Moer, protagonista de la historia; sin embargo, el título de la
obra no parece satisfacer al propio autor por las resonancias a libro de
aventuras juveniles y así se lo hace saber a su editor, quien en 1946 lo editará
de nuevo, firmado ya por el propio Brouwer con un título mucho más intenso y
sugerente: A la sombra de la muerte.
Ahora la editorial cordobesa Berenice publica por primera
vez en español la novela inicial de uno de los hispanistas holandeses más
reconocidos del siglo XX, quien hoy sigue siendo un auténtico desconocido en
España, el país que tanto amó y del que hizo una razón de vida. Brouwer (1898-1943),
después de haber pasado seis años en la cárcel por cómplice de un asesinato del
que no tardó en culparse, profundiza en nuestra historia y en nuestra tradición
literaria –especialmente la mística- y acaba por convertirse al catolicismo.
El estallido de la guerra civil lo sorprende en España e,
inmediatamente, por cuestiones de afinidad religiosa toma partido por el bando
golpista. Con todo, la contemplación de las atrocidades cometidas lo llena de
dudas y comprueba que los sublevados enarbolan el catolicismo como instrumento
de propaganda política y como pretexto con que justificar la barbarie, de
manera que la simpatía inicial se transforma en repulsa. Así, en diciembre de
1936, visita la España
republicana y, al regresar a su país, comienza a publicar artículos
periodísticos en los que muestra su apoyo al gobierno legítimo.
Aún hará un último viaje a nuestro país, en verano del 38,
en el que acompaña a una legación holandesa que, consciente del peligro que
amenaza a las obras de arte durante el conflicto bélico, asesora sobre la
protección del patrimonio artístico. Esta vivencia será clave en el diseño y
concepción de la obra que nos ocupa, donde se aúnan las experiencias sufridas
por el autor durante la guerra civil española y su pasión por nuestra historia
del Siglo de Oro, por la mística, por la parasicología y por la novela gótica,
dando como resultado una obra heterogénea que ha quedado olvidada durante
décadas.
Autor: Johan Brouwer
Título: Los tesoros de Media-Sidonia
Editorial: Berenice
Año: 2014
(Publicado en Cuadernos del Sur, 15 de noviembre de 2014, p. 6)
(Publicado en Cuadernos del Sur, 15 de noviembre de 2014, p. 6)
martes, 18 de noviembre de 2014
Fugacidad y memoria
Los puentes de Wheat
City es el título del octavo poemario de Joaquín Galán (Villaviudas, Palencia,
1940), un conjunto de treinta y cinco poemas, distribuidos en tres partes
lacónicamente tituladas con números latinos y en los que se aboga por la
concepción de la poesía como un instrumento para luchar contra el olvido y
rescatar la quebradiza memoria. Así, frente al devenir del entorno convulso y
frenético en que vivimos, el poeta propone un regreso a la intimidad y al
recogimiento como vehículos para encontrar la esencia del propio yo a través de
la exploración de los lazos que se establecen entre este y el mundo en que se
incardina su existencia. Para ello construye un poemario de marcado carácter
simbólico, nacido de la mirada tendida hacia los puentes que conectan las dos
orillas de la capital palentina y que crean vínculos entre ambas márgenes.
Estos elementos humanos se oponen al río, linde o frontera en cuyo irregular y
diverso curso se mezclan y disuelven elementos heterogéneos. Como en el
presente libro, en el que se cruzan temas y motivos diferentes con el único
elemento común de un frágil yo poético que, además de desnudarse en algunos
poemas, busca la máscara del diálogo con un tú en el que intenta atrapar al
lector o la descripción de una escena que es contemplada desde fuera y de la
que da fe, cual notario que intenta conciliar rendiciones y sueños,
devastaciones y desvelos, resignaciones y anhelos, derrotas y empeños.
Autor: Joaquín Galán
Título: Los puentes de Wheat City
Editorial: Cálamo
Año: 2014
(Publicado en Cuadernos del Sur, 8 de noviembre de 2014, p. 7)
viernes, 14 de noviembre de 2014
Recomponer la identidad: "El cuarto de las estrellas", de Garriga Vela
José Antonio Garriga Vela (Barcelona, 1954) acaba de
publicar El cuarto de las estrellas, obra
galardonada con el Premio Café Gijón 2013, una fluida novela en la que el autor
consigue crear una atmósfera envolvente y misteriosa al hilo del protagonista,
un hombre que, tras un accidente, pierde los recuerdos más recientes, pero que,
curiosamente, recuerda con total nitidez el pasado remoto. Con la intención de
encontrarse regresa a La Araña ,
un pueblo prácticamente despoblado situado entre una cementera y el mar, donde
tan solo viven los recuerdos. Allí, empieza la escritura de una novela, lo que
le permitirá vislumbrar el enigma sobre el que se construye su familia. Todo
fluye a partir de la rememoración del viaje a Nueva York que realizó con sus
padres para celebrar el premio obtenido en la lotería de Navidad de 1973. Durante
esta estancia el padre recibió la noticia de la muerte de su mejor amigo,
Javier Cisneros, con quien las malas lenguas lo unían sentimentalmente. Ni el
padre ni la madre desmintieron nunca tal rumor, pues era más fácil dejar que la
imaginación popular volase que explicar el secreto que compartían los tres y
que se escondía bajo los cimientos de la casa de Cisneros, bajo el cuarto de
las estrellas, la misma habitación en la que el narrador intenta recomponer los
fragmentos del pasado que manan al hilo de recuerdos imposibles de descifrar
para un niño y de intuiciones: la historia de amor entre su madre y el Polaco, un
maquis perseguido por la guardia civil al que ocultaban en el sótano, y la
confesión de su padre, al ver que Beatriz, embarazada de su pareja, es
amenazada por los guardias civiles, de que el niño que ella esperaba era suyo.
Tanto este hijo, fruto del amor verdadero, como el Polaco mueren, con lo que el
extraño matrimonio queda sumido en los remordimientos, la incomunicación, la
insatisfacción y el hastío. De hecho, el autor se muestra como un consumado
maestro en la exploración de los recovecos de la personalidad de los
personajes, unos seres desdichados teñidos, en el caso de los padres, de un
cierto complejo de culpa (“sus padres ocultaron sus deseos en diferentes
botellas que lanzaron al mar y estuvieron navegando a la deriva hasta que yo
los he recuperado al cabo de los años.”).
El resultado es una magnífica novela, tejida a partir de la
acumulación de pequeños detalles conectados entre sí, que confirma a Garriga
Vela como uno de los grandes narradores de hoy, tanto por la capacidad de atrapar
al lector a través de la hábil dosificación de la información, como por la
configuración de unos personajes bien definidos, por la acción trazada con
pulcritud y por el cuidado de la palabra, lo que confiere al libro un tono
lírico de gran sugerencia y calidad.
Autor: José Antonio Garriga Vela
Título: El cuarto de las estrellas
Editorial: Siruela
Año: 2014
(Publicado en Cuadernos del Sur, 8 de noviembre de 2014, p. 7)
lunes, 10 de noviembre de 2014
Monstruos interiores
Después de publicar cinco libros en catalán, Josep Lluís
Aguiló (Manacor, 1967) recoge su poesía casi completa en Monstruos y otros. Poesía reunida y la abre a todo el ámbito
hispano traducido por el poeta, crítico y profesor universitario Francisco Díaz
de Castro. Pese al subtítulo de la compilación, no se recogen todos sus poemarios,
pues queda fuera de la misma Cants
d´Arjau (1986), escrito entre los dieciséis y dieciocho años y cuyos poemas
irradian un tono inequívocamente adolescente. De la disposición textual,
debemos resaltar que el autor decide abrir el compendio con Monstruos (2005; Premio Ciudad de Palma
Joan Alcover en 2004 y Premio de la
Crítica en 2006), su libro más significativo y en el que se
vislumbra de un modo más nítido su apuesta poética. Tras él se disponen, ahora
sí, cronológicamente, La biblioteca
secreta (2004), donde ya están presentes los principios que sustentan toda
su creación posterior, La estación de
sombras (2004), en la que lo cotidiano se convierte en el instrumento para
ahondar en la propia interioridad, y Lunario
(2008; Premio de los Juegos Florales de Barcelona), en el cual, al hilo de la
noche, aborda temas como el amor, la muerte, la fragilidad y la transitoriedad
de la existencia, el vacío o la soledad.
Monstruos y otros
recoge, pues, una década de trabajo en la que, a partir de la reinterpretación
de la cotidianidad, el autor bucea en los abismos del yo para dar forma, a
través de un discurso caracterizado por la tensión narrativa y la naturalidad,
a los monstruos interiores que nos acompañan y nos definen, por más que nos
cueste aceptarlos.
Autor: Josep Lluís Aguiló
Título: Monstruos y otros
Editorial: Visor
Año: 2014
(Publicado en Cuadernos del Sur, 1 de noviembre de 2014, p. 7)
martes, 4 de noviembre de 2014
Sondear los misterios cotidianos. Nuno Júdice
La editorial Pre-Textos acaba de editar, dentro de su
colección La Cruz
del Sur, El orden de las cosas, una
antología, en edición bilingüe, de Nuno Júdice (Mexilhoeira Grande, 1949). Como
indica el subtítulo, Poemas escogidos
2000-2013, estamos ante una selección de algunas de las composiciones más
significativas de los diez últimos libros del más reciente Premio Reina Sofía
de Poesía Iberoamericana, de quien se recogió ya su producción poética hasta el
año 2000 –o, lo que es lo mismo, sus diecinueve primeros poemarios- bajo el
título de Poesía reunida (1967-2000).
La traducción de los textos corre a cargo del poeta cordobés
Juan Carlos Reche, Premio Nazionale per la Traduzione en 2013 del
Ministerio Italiano de Cultura, quien ha traducido a autores como Giovanni
Raboni (Gesta Romanorum, Ed. Vaso
Roto, 2011) o Giorgio Caproni (Poesía escogida, Ed. Pre-Textos, 2012),
este último en colaboración con Juan Antonio Bernier.
La poesía de Júdice, una de las voces más importantes de la lírica
portuguesa de todos los tiempos, se caracteriza por su profunda unidad tanto
temática como estilística; no en vano, el propio poeta afirma: “Veo mi poesía
como un largo poema que comenzara a mediados de los sesenta y que aún no ha
acabado. Con respecto a los cambios, no hay nada peor que pretender cambiar.” Es
por eso que en sus versos no se aprecia ningún afán de ruptura, sino que la
evolución viene dada por los giros continuos alrededor de un mismo eje, de
manera que en cada nueva aproximación se ahonda más y se descubren matices
hasta ese momento ignorados. Su producción, por tanto, está articulada en torno
a temas como el paso del tiempo (“Regalo” o “Génesis”), el amor (“Cartografía
de emociones”, “Metáfora” o “Imagen en el espejo”) o la propia escritura (“Filosofía”,
“El orden de las cosas”, que da título al volumen, o “El poema en el mundo”), a
los que se añade en estos últimos años la presencia de poemas de tema histórico
(“Cuentas”, “Y a la costumbre dijo nada” o “Lo que Duarte Nunes de Leão dijo de
Don Pedro”).
A partir de estos núcleos temáticos, el poeta, que tiene
conciencia de artesano, ha de investigar “el misterio de lo cotidiano” y para
ello debe acudir a las palabras exactas, aquellas que, por su claridad y
precisión al nombrar, dotan al poema de una singular sugerencia que lo acerca a
la perfección. Pero esta excelencia formal no impide que en sus versos se cuele
la compleja problemática social presente, que es condenada sin paliativos,
pues, como dice el poeta: “Mi concepción de realismo en poesía / no me obliga a
hablar de la realidad cuando / escribo el poema, ni a tener las manos sucias /
del barro y el cieno de los que la vida está hecha.”
Autor: Nuno Júdice
Título: El orden de las cosas
Editorial: Pre-Textos
Año: 2014
(Publicado en Cuadernos del Sur, 1 de noviembre de 2014, p. 6)
(Publicado en Cuadernos del Sur, 1 de noviembre de 2014, p. 6)
viernes, 24 de octubre de 2014
Quitar la hojarasca
Claribel Alegría, escritora
salvadoreña nacida en Nicaragua en 1924, publica Voces. Dueña de una voz singular, la poeta centroamericana continúa
con la tarea de eliminación de la hojarasca del poema hasta conseguir,
siguiendo a su maestro y mentor Juan Ramón Jiménez, una poesía depurada, en la
que todo es verdad y síntesis. El resultado es un discurso afable, cercano,
escrito con palabras sencillas y comprensibles, generador de toda una serie de
sugerencias y potencialidades significativas capaces de atrapar al lector en la
medida en que está abierto al otro y, por tanto, bucea en unas relaciones
humanas basadas en intensos sentimientos.
En este nuevo poemario, un todo
unitario compuesto por treinta y nueve poemas más o menos breves, la poeta
ahonda, con un lirismo contenido y un humor suave, en el intimismo y plantea
una personal reflexión acerca del mundo que la rodea y acerca de la propia
existencia. Hay, pues, una interiorización de la vida por parte de un yo que se
define como proyecto en marcha (“Mi camino soy yo / y con cierta frecuencia /
mi alquimista.”).
Convencida de que vivir es un acto
de amor, evita cualquier atisbo de tristeza o pesimismo. Los versos, por tanto,
están llenos de vitalidad, y el conjunto es una celebración de estar vivo y de poder
ajustar cuentas a tiempo.
Autora: Claribel Alegría
Título: VocesEditorial: Visor
Año: 2014
(Publicado en Cuadernos del Sur, 18 de octubre de 2014, p. 7)
lunes, 20 de octubre de 2014
El uno diverso
Después de su aplaudido debut literario con Diario mundo (Calima, 2000), Adolfo
Cueto (Madrid, 1969) ha guardado silencio durante una década, en la que, sin
embargo, no ha dejado de escribir. Fruto de esta obra en marcha, “work in
progress”, como él mismo hace notar en la portada interior, ha sido la
aparición, de momento, de tres obras: Palabras
subterráneas (Renacimiento, 2010), Dragados
y construcciones (Visor, 2011; Premio Emilio Alarcos de Poesía) y el libro
que nos ocupa, Diverso.es, cuyos
textos están fechados entre 2009 y 2011, y que le ha valido el XL Premio de
Poesía Ciudad de Burgos.
El presente volumen está cuidadosamente articulado en dos
partes: “Túneles atravesados” –compuesta por doce poemas- y “A cielo abierto”
–a su vez, subdividida en otras dos secciones: “Mar de cemento” y “Encuentros
en la 3ª fase”, de cinco y doce poemas respectivamente-, precedidas por dos
poemas que funcionan a modo de “Arranque” o prefacio y otro que cierra a manera
de “Llegada” o epílogo.
La materia con la que recubre este armazón es el mundo
fragmentado y, a la vez, globalizado, en el que transcurre la existencia de un
yo poético diverso, hijo del mestizaje, y la relación dialógica establecida
entre ambos: “Un mundo que se rompe / y nos muestra su grieta: / un mundo sin
sonido, un mundo / fracturado”. Para ello, Cueto emplea una palabra capaz de
sacudir con contundencia a partir de la precisión y la sencillez: “Un rumor
progresivo, un temblor que nos coge / con lo puesto: una gran / sacudida de
magnitud alta, que detiene / las horas, nos golpea / de nuevo, removidos por
dentro.”
Autor: Adolfo Cueto
Título: Diverso.esEditorial: Visor
Año: 2014
(Publicado en Cuadernos del Sur, 11 de octubre de 2014, p. 7)
miércoles, 15 de octubre de 2014
Una lluvia impura
Raúl Alonso rompe una década de silencio con la publicación
de su cuarto poemario, Temporal de lo
eterno (La Bella Varsovia ,
2014), un libro escrito desde la sensación de provisionalidad y de extrañeza
generada por el hecho de haber vivido diez años lejos de Córdoba. Terminado al regresar
a su ciudad natal, los cincuenta y cinco poemas recogen, en palabras del propio
Alonso, “todas las sensaciones, contemplaciones y experiencias de esta década
de exilio”, entre ellas el paso de la juventud a la madurez y el desencanto
ante la crisis espiritual y económica que sacude nuestros cimientos, aunque sin
olvidar, en ningún momento, la indagación en los pilares espirituales del ser
humano.
De este modo, son numerosas las conexiones, tanto temáticas
como formales, con su producción anterior: el tono reflexivo y contemplativo,
la sencillez expresiva, la sensualidad, cierto minimalismo, la concepción
trascendente de la existencia, el sincretismo entre cristianismo y budismo, el
gusto por las asonancias –distribuidas ya sea en estrofas como el romance
endecha (“Todo me desasiste”), el romance heroico (“Agitaban pañuelos” o “En la
laguna”), la cuarteta heptasilábica (“Y volaron los pájaros”) o el terceto (“Y
enmudece” o “Aunque el amor es uno”), ya sea combinadas con una mayor libertad
(“Doble orilla”, “Lisboa” o “El amado olvido”), pero casi siempre con una
inclinación por rimar los versos pares (“Se viste de desierto” o “El temporal
persiste”)-, la preferencia por un léxico de connotaciones apocalípticas, el deseo
de conocer la realidad poliédrica e inabarcable, para lo que es necesaria una
previa apertura al otro, que, por definición, ha de ser siempre diferente –una necesidad
que se traduce en la exigencia de amarlo- o la concepción del poeta como un “bodhisattva”,
un ser comprometido en la reducción del sufrimiento del ser humano convencido
de que, para salvar la descomposición moral de la sociedad actual, hay que
regenerar la interioridad del individuo.
Y es, precisamente, la constatación de tal ruina deontológica la que justifica un título que, aunque inspirado en la antitética oposición de San Juan dela Cruz
entre los adjetivos “temporal” y “eterno”, adquiere un nuevo significado en
virtud del valor metafórico presente en dos sustantivos que se derraman sobre
todo el conjunto bajo la forma de una lluvia que ensucia y, al mismo tiempo,
lava y salva al hombre, una lluvia que destruye y que crea una realidad nueva.
Y es, precisamente, la constatación de tal ruina deontológica la que justifica un título que, aunque inspirado en la antitética oposición de San Juan de
Autor: Raúl Alonso
Título: Temporal de lo eterno
Editorial: La Bella Varsovia
Año: 2014
(Publicado en Cuadernos del Sur, 11 de octubre de 2014, p. 6)
jueves, 9 de octubre de 2014
Fragmentar el discurso
Duermevela es el territorio fronterizo en el que confluyen realidad y ensoñación. Y es, precisamente, en ese estado efímero y frágil donde debe situarse el yo poético al explorar, a través de la palabra, su identidad mediante la interpretación de las señales ofrecidas por el fragmento de mundo que conforma su existencia y con las que él se topa más por azar que atendiendo a un plan de búsqueda preconcebido (“es mejor acercarse al papel sin planos ni estrategias, aguardar a que él mismo nos revele su secreto […] hasta que la mano empiece a derramarse”). La escritura, así pues, es una suerte de revelación que ha de dar testimonio de los cambios experimentados por un sujeto, para lo que debe profundizarse en los sueños y en los miedos. Y en esto, Eduardo García no se deja arrastrar por tópicos heredados del romanticismo y de las vanguardias y prefiere evitar la arquetípica oposición entre inspiración y trabajo, abogando por una suma de fuerzas. Las intuiciones existen, y es también labor del poeta trabajar con ellas –al igual que con la palabra- con conciencia de artesano, hasta crear, con paciencia y oficio, un artefacto misterioso y complejo capaz de generar una emoción en el lector.
Sobre estos
principios, el poeta cordobés nacido en São Paulo articula su más reciente
poemario, distinguido con el trigésimo quinto Premio Internacional de Poesía
Ciudad Autónoma de Melilla, que supone la vuelta a las novedades de poesía seis
años después de La vida nueva (Visor,
2008; premios Fray Luis de León y Nacional de la Crítica ). Sin embargo,
este lapso de tiempo no ha sido un erial; además del reciente libro de
aforismos Las islas sumergidas
(Cuadernos del Vigía, 2014), han aparecido tres antologías de su obra poética: Las acrobacias del deseo (2009), Casa en el árbol (2011) y Antología pessoal (2011), esta última en
edición bilingüe español-portugués.
Los treinta
y cuatro poemas que componen Duermevela,
y que se distribuyen en cuatro secciones pretendidamente asimétricas
(“Encuentros”, “Rituales”, “Duermevela” y “Pasadizos”) más un contundente poema
introductorio de carácter metapoético titulado “La palabra”, suponen un
ahondamiento en el “realismo visionario”, como el propio García se refiere a una
apuesta poética, en la que, partiendo del mundo cotidiano y reconocible, se
adentra en las intuiciones y en las ensoñaciones para explorar un territorio
interior marcado por la fragmentariedad, por la incertidumbre y, como no puede
ser menos en quien es hijo de su tiempo, por la anulación del concepto de futuro,
dinamitado por un sistema productivo generador de desigualdades e injusticias
sociales. De este modo quiebra el concepto de libro unitario y plantea un
discurso fragmentario, como ya hizo en La
vida nueva, aunque en esta ocasión dé un paso más.
Los poemas, por
tanto, son escritos desde diversos puntos de vista y desde diversos registros,
con la intención de reflejar el carácter poliédrico tanto del propio yo como de
lo que lo rodea. Así, los que conforman “Encuentros” y “Rituales” tienen un
marcado tono narrativo; la diferencia radica en que, mientras que en aquellos
el foco de atención se centra en la realidad circundante –“Cuerpo de bruma”, “Eco”,
“Canción de la espera” o “Mis manos”-, en estos se ahonda en la interioridad a
partir de dicha realidad exterior para explorarla desde todos los ángulos posibles
-“Albada”, “Ritual del periódico” o “Tiranía de la sombra”-. Por su parte, en la
sección que da título al conjunto, el poeta transita, fiel a la intención de
incorporar nuevos registros a su escritura, el poema breve, caracterizado por
la aparente sencillez, por la desnudez y por la sugerencia de la palabra
precisa. Entre estas once composiciones se encuentran aciertos dignos de
recordar como “Pájaro y páramo”, “SOS” o “Clamor”, al cual pertenecen los
siguientes versos: “Mas frente al hospital arde en los chopos / rebelión de los
pájaros, clamor. / A orillas de la muerte / improvisa la tarde un arrecife”. En
cambio, la última sección, de un carácter netamente visionario, está compuesta
por seis poemas de largo aliento escritos en un versículo bastante musical
heredado del 27, y que, por eso mismo, se articula a través de cadenas de
heptasílabos y endecasílabos, fundamentalmente.
Se trata, en definitiva, de un poemario en el cual el autor se ofrece en toda su autenticidad, pues en la escritura “no hay reserva que valga, es preciso escribir con las manos tendidas al vacío, como un ciego se interna en la espesura”; por eso tiene que “precipitarse al pozo” consciente de que llegará a “escuchar solo el eco de una piedra”. Y es el eco que queda al cerrar el volumen lo que corrobora la afirmación que el poeta hace en el poema inicial: “con la palabra no hay trampa ni cartón, ni es prodigio al alcance del simple ilusionista, / todo sucede en el cuadrilátero de la página, pero no hay árbitro, ni campana que dé fin al combate, / el contrincante se aloja en nuestros huesos.”
Se trata, en definitiva, de un poemario en el cual el autor se ofrece en toda su autenticidad, pues en la escritura “no hay reserva que valga, es preciso escribir con las manos tendidas al vacío, como un ciego se interna en la espesura”; por eso tiene que “precipitarse al pozo” consciente de que llegará a “escuchar solo el eco de una piedra”. Y es el eco que queda al cerrar el volumen lo que corrobora la afirmación que el poeta hace en el poema inicial: “con la palabra no hay trampa ni cartón, ni es prodigio al alcance del simple ilusionista, / todo sucede en el cuadrilátero de la página, pero no hay árbitro, ni campana que dé fin al combate, / el contrincante se aloja en nuestros huesos.”
Autor:
Eduardo García
Título:
Duermevela
Editorial:
Visor
Año: 2014
(Publicado en Cuadernos del Sur, 4 de octubre de 2014, p. 6)
domingo, 21 de septiembre de 2014
lunes, 15 de septiembre de 2014
"Con & versos. Poetas andaluces para el siglo XXI"
Cuando un antólogo se acuerda de la obra de uno, tan solo resta darle las gracias. Gracias, Antonio Moreno. A continuación, os dejo la poética escrita "ex profeso" para la ocasión.
POÉTICA
Escribir es un acto de responsabilidad. Responsabilidad con uno mismo y con el mundo, pues el poeta debe dejar constancia no de la poliédrica e inabarcable realidad, sino del fragmento que conforma su existencia, y que tan solo puede ser experimentado desde la propia interioridad; pero también, responsabilidad con la palabra -erosionada por factores sociales, culturales, ideológicos e históricos-, en la medida en que el sujeto poético se define, además de por la relación dialéctica establecida con el otro, a través de la necesidad de encontrar un lenguaje interior, depurado de los excesos verbales. En este sentido, el poeta debe sondear, a ciegas, los abismos del propio ser y actuar sobre ellos con la paciencia y el oficio del buen artesano, hasta dar forma a un inescrutable ensamblaje donde se conjugan sencillez, sugerencia, emoción, musicalidad y reflexión, para poder contener la intemperie íntima. Este es el poema, donde se buscan más las preguntas que las respuestas, en tanto y en cuanto se indaga en lo desconocido, en el misterio, en lo que no puede ni debe ser explicado.
(Con & versos, ed. de Antonio Moreno Ayora, La Isla de Siltolá, Sevilla, 2014, pp. 300-301)
martes, 9 de septiembre de 2014
Nihilismo en la dos dos tres: "Sobre todo nada"
Miguel Albero, conocido hasta ahora por dos novelas -Principiantes y Ya queda menos-, por el libro de cuentos Cruces y por el ensayo Enfermos
del libro, debuta a los 44 años en poesía, y lo hace de la mano de un
heterónimo, Roberto Bunín (1950-2009), un enfermo terminal de cáncer que,
durante su estancia hospitalaria, escribe un manuscrito titulado Sobre todo nada y se lo envía a un amigo
con la intención de que sea publicado. Se trata, pues, de un libro duro,
descarnado, visceral, que indaga en la realidad más amarga de un yo sin más
horizonte que el dolor constante e inaguantable y la muerte. Esta certeza final
lo lleva a afirmar, convencido de que vivir así no es vivir, que “matar a un
perro malherido / No es un acto de crueldad, / La crueldad es no hacerlo” y a
dudar de la existencia de Dios (“Ni está, / (Resta sólo el surco del crucifijo
que hubo en la pared), / Ni se le espera.”). De este modo, en los poemas no
tienen cabida los eufemismos ni los terapéuticos consuelos del alma; en ellos
la muerte se revela en toda su atrocidad fagocitadota y se convierte en el frío
horizonte que tiene delante el personaje desde el primer verso, que comienza
con el adjetivo “enterrado”. Así el discurso desemboca en un total nihilismo
(“Es curioso, tener que esperar / El fin de una vida para albergar creencias, /
Poder disfrutar de la certeza / Cuando sólo resta una, / Tener fe cuando ya no
sirve para nada.”) que golpea con brutalidad en el vientre del lector, quien
puede considerar inasumible la crudeza de un relato agónico, no exento de
cierta grandeza trágica, en tanto y en cuanto el personaje está avocado desde
el principio al fatal desenlace (“Cuatro tomas de temperatura, / Tres turnos de
enfermeras, / Una visita del médico, / Un cambio de muda, / Veinticuatro horas
menos.”).
En este legado último Bunín emplea una palabra directa, despojada de adornos superfluos, y busca en el verso libre la verosimilitud de la confesión en voz baja de quien asume sin aspavientos que ya no espera nada de la vida (“Mañana cambiarán tartamudos las sábanas / Incluso si están limpias, / Vestidos de verde ellos sin alas, / Eficaces, fríos, sonrientes. / Y así, gracias a su determinación remunerada, / Mañana ya habrá otro enfermo también tumbado”). Esta condición implica que su relato esté salpicado de un agudo y perspicaz sentido del humor (el poema titulado “Humor” comienza así: “Lo tengo, / Es el único de los órganos vitales que me resta, / Estoy considerando donarlo para cuanto esto termine”), que le hace, incluso, reírse de sí mismo (“Carcajada tras mirarme en el espejo […] / El recuerdo de esos pelos en la calva desafiando su suerte, / Qué aspecto tan ridículo, qué desvarío”), con un hiriente humor negro, cargado de ironía y con ciertos toques satíricos (“Al mal que ya acarreas / Se suma el adquirido, / Y así, lo que no consiguen los médicos / Con la aplicación estricta / de sus protocolos sabios, / Lo suplen sabiamente los microbios / Y al cabo son ellos, generosos / Como el amoniaco pintado de azul, / Quienes te proveen / De la enfermedad terminal que te faltaba.)”
Con esta interesante carta de presentación, que le ha valido el XXI Premio de Poesía Jaime Gil de Biedma, Albero ha conseguido poetizar una experiencia que, desgraciadamente, cada día se nos revela más cotidiana.
Autor: Miguel Albero
(Publicado en "Cuadernos del Sur", 2 de marzo de 2013, p. 6)
En este legado último Bunín emplea una palabra directa, despojada de adornos superfluos, y busca en el verso libre la verosimilitud de la confesión en voz baja de quien asume sin aspavientos que ya no espera nada de la vida (“Mañana cambiarán tartamudos las sábanas / Incluso si están limpias, / Vestidos de verde ellos sin alas, / Eficaces, fríos, sonrientes. / Y así, gracias a su determinación remunerada, / Mañana ya habrá otro enfermo también tumbado”). Esta condición implica que su relato esté salpicado de un agudo y perspicaz sentido del humor (el poema titulado “Humor” comienza así: “Lo tengo, / Es el único de los órganos vitales que me resta, / Estoy considerando donarlo para cuanto esto termine”), que le hace, incluso, reírse de sí mismo (“Carcajada tras mirarme en el espejo […] / El recuerdo de esos pelos en la calva desafiando su suerte, / Qué aspecto tan ridículo, qué desvarío”), con un hiriente humor negro, cargado de ironía y con ciertos toques satíricos (“Al mal que ya acarreas / Se suma el adquirido, / Y así, lo que no consiguen los médicos / Con la aplicación estricta / de sus protocolos sabios, / Lo suplen sabiamente los microbios / Y al cabo son ellos, generosos / Como el amoniaco pintado de azul, / Quienes te proveen / De la enfermedad terminal que te faltaba.)”
Con esta interesante carta de presentación, que le ha valido el XXI Premio de Poesía Jaime Gil de Biedma, Albero ha conseguido poetizar una experiencia que, desgraciadamente, cada día se nos revela más cotidiana.
Autor: Miguel Albero
Título: Sobre todo nada
Editorial: Visor
Editorial: Visor
Año: 2011
(Publicado en "Cuadernos del Sur", 2 de marzo de 2013, p. 6)
jueves, 3 de julio de 2014
Sobre los miedos
Los miedos, tanto aquellos que articulan lo ignoto como los
cotidianos, son los materiales con los que Pilar Adón (Madrid, 1971) construye Mente animal, su tercer poemario -el
segundo publicado por La
Bella Varsovia , tras La
hija del cazador (2011)-. El libro, cuya sugerente ilustración de cubierta
corre a cargo de Laia Arqueros, se articula en dos partes: “El mundo hueco”,
compuesta por veintidós poemas, y “Decálogo”, por otros diez. Si en la primera
la mirada del yo poético se centra en la realidad exterior, con quien mantiene
una relación conflictiva y dolorosa, sustentada en la inadaptación, en la
segunda, y lejos del carácter admonitorio que sugiere el título y que se cuela
por algunos versos, se plantea una indagación en la complejidad interior de un
yo irrenunciablemente femenino. Y aquí juega un papel crucial la naturaleza, vista
como una fuerza imposible de dominar que encierra en sí misma incertidumbre y
desasosiego al tiempo que supone una huida a las regiones más sombrías de nuestra
alma, aquellas que más nos cuesta aceptar.
Para esto la poeta acude a un lenguaje claro y directo, sin
ambages ni impostados recursos, llegando a utilizar un léxico violento y, en
cierta medida, agresivo (“Ratones por las paredes. / Despojos y rocas. / Se han
visto zorros este año. / También lobos. Caza de octubre.” o “Una jauría en pos
de hígado y riñones / siguiendo el hedor de los bisontes.”), pero que encierra
cierta confianza en el ser humano (“No todos los animales devoran a sus
víctimas vivas / ni todos los hombres extraen provecho de los otros”). Así
pues, frente a la hostilidad del mundo exterior, aparece el hogar como ámbito
del recogimiento y del encuentro con los demás a través de la palabra (“El
hogar está donde está el calor. / Donde las raíces.”)
Autora: Pilar Adón
Título: Mente animal
Editorial: La Bella Varsovia
Año: 2014
lunes, 30 de junio de 2014
Caos y desolación
Dónde
estabas el día del fin del mundo es el quinto poemario de Luis Ángel Lobato
(Medina de Río Seco, 1958) y se une a Galería
de la fiebre (1992), Pabellones de
invierno (1997), Regreso al tiempo
(2003) y Lámparas (2010).
Esta nueva entrega del poeta
riosecano, publicada por la editorial palentina Cálamo, supone un ahondamiento
en la poesía intimista, de base irracionalista y abstracta, que acude, con un
lenguaje sencillo, a la imagen sorprendente y
al símbolo como instrumento para sondear la propia interioridad y
arrojar destellos de luz a la complejidad emocional del ser humano.
Los veinticuatro poemas sin título
que componen el libro, escritos entre 2009 y 2010, nacen de una crisis
sentimental experimentada por la pérdida del amor y en ellos se refleja la
ruina psicológica y el miedo de un yo poético que dialoga con un tú con el que
ha dejado de formar el ámbito del nosotros: “las constelaciones / que fuimos
dejando / atrás”. De modo paralelo al que se presentan los escombros del
pasado, se recorren diversos espacios que responden a un mundo en extinción y
que conforman la geografía íntima de dicho sujeto.
En este camino de desolación, la
única vía para mitigar el dolor es la palabra (“Deshacer / el curso del dolor /
y rendir / los significados de la palabra / nombrándote: así se inventa el
lugar / donde se cumplen / los sueños de los hombres”) y el único refugio ante
el desamparo es la infancia, como se aprecia en los versos que cierran el libro:
“¿Qué ensueños cultivaré / sobre los tejados azules / de la infancia?”
Autor: Luis Ángel Lobato
Título: Dónde estabas el día del
fin del mundo
Editorial: Cálamo
Año: 2014
(Publicado en Cuadernos del Sur, 28 de junio de 2014, p. 7)
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