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viernes, 11 de noviembre de 2011

Sencillez


- ¿Tú crees que con el tiempo se madura?
- Por lo que he comprobado, y yo sí que lo hemos hecho.
- ¿Segura?
- Y tanto.
- ¿Por qué?
- ¿Por qué que?
- Que por qué estás tan segura de eso.
- Pues porque sí. Hemos cambiado mucho. Ya no decimos las mismas estupideces de antes.
- No, ahora son peores.
- Mentira, bueno… dejémoslo en que hemos cambiado, ya sea a mejor o peor.
- ¿Cambiado en qué?
- En… en… ¿nada?
- Nada.
- Pero es porque ya no es lo mismo de antes. Ya no estamos tan juntas… tienes a Asier, sus amigos y demás, yo tengo a mi grupo.
- En tu grupo entran muchos conceptos.
- Querrás decir mucha gente.
- Como prefieras decirlo, pero cada vez sé menos de ti.
- Eso cambiará, te lo aseguro.



sábado, 10 de septiembre de 2011

Peluchín.

Lo único que podía hacer era darle un abrazo, estaba tan contenta de volver. Sabía que no sería lo mismo sin nuestra Oli en el grupo, pero sin Charlotte, y exagerando un poco, no podría vivir.
- ¡Arii! Dios, no sabes cuánto te he echado de menos. Ya pensé que te quedabas a vivir allí o algo.
- ¡Flor! Sigues siendo una exagerada. Ahh no, que la exagerada era yo.
- Sí, y yo la insensible… ¿pero me quieres decir ya de una vez donde has pasado todas las vacaciones? Nunca pensé que cumplirías con la palabra de no decirme hasta verme en persona.
- Sólo te digo que ni playa, ni montaña, ni lago.
- Mmm ¿una isla? ¿Bajo el mar? ¿La Atlántida?
- Ciu… ¿tú eres boba o qué? Bajo el mar
- ¿Hace falta que te responda?
- Calla calla. Dame otro abrazo. Apenas recordaba tu cara.
- Más de medio verano sin tus tonterías… ha sido mucho tiempo. ¿Me trajiste el souvenir?
- ¿Tienes que estropear el momento?
Le di otro abrazo, más emotivo que el anterior. Pienso que ella sentía lo mismo. Ahora iríamos a casa, cenaríamos juntas, le daría su regalo de cumpleaños y ella mi souvenir. Terminaríamos riendo con cualquier peli absurda. Muchas cosas de las que hablar. Eran las 20:51 y una larga noche nos esperaba.

- ¿Y que tal te va con Asier?
- No, él no es el tema ahora. El tema eres . y tu regalo. Te lo doy luego. y mi souvenir, pero también puede esperar. Ahora, y tu historia.
- Pues… ¿Big Ben?
- ¿¡Fuiste a Londres!?
- Sii. Fue increíble. Me acuerdo de cada tramo de las calles, el tiempo, los lugares, las personas, casas, tiendas, restaurantes, chicos
- ¡Y yo no fui!
- Si hubieras ido no estarías con él. Gracias a mí que te dejé en tierra que si no…
- Ya pero…
- Pero nada, sabes que tengo razón. Bueno, aquí tu souvenir.
- Yo quería chocola… ¡golosinas! Mmm se me cae la baba. Mejor los guardo y ya si eso me los como luego. Mmm golosinas… que bien me conoces.
- Tú arrasas con todo lo que sea comestible.
- Sabes que no es así.
- ¡Sabes que sí! El luego ya llegó…
- ¿Y si no me apetece dártelo?
- Como tú decías, te conozco muy bien. Sabes que me va a gustar; te estás muriendo de ganas de ver mi cara.
- No es que sea gran cosa…

Sacó del bolsillo izquierdo un sobre negro. Que ansias por saber que había dentro. Vi que era medio corazón. Ella se estaba poniendo el otro medio.
- Es auténtico.
- ¿De verdad?
- No, de mentira. ¡Pues claro!
- Payasa. Char, muchas gracias. No hacía falta tanto…
- Es poco. Me quedé corta, pero…
- ¿Pero qué?
- Nada luego te digo.
- Vaaale. ¿Qué película absurda vemos? ¿Cenamos pizza, no?
- ¿Scary movie? ¿Lo dudabas? Preparé fresas con chocolate, de postre.
- Siempre te adelantas.
- A ellas también las echarías de menos.
- Tendré el suficiente tiempo como para degustarlas una a una.
- ¿Y no dormirás?
- Dormiré cuando caiga.
- Será una noche intensa eeh… ¿sabes qué?
- No, ¿qué?
- ¡Wasaaaaaa!






 A la mañana siguiente
- Se me había olvidado decirte, vas a tener un peluchín nuevo.
- ¿Un peluchín nuevo?
- Sí. ¿Te acuerdas de tu extraño presentimiento? Pues se metió un conejo blanco de ojos azules en tu casa.
- ¿Y lo llamaste peluchín?
- Sí, porque me habías dicho que te gustaba.
- Tendría que haber sido Señor Conejo, como el de Alicia en el país de las Maravillas… pero peluchín mejor.

jueves, 11 de agosto de 2011

Un desconocido de camisa violeta.

- Me han resultado tan poco estos 16 días.
- Y a . Pero sólo es un comienzo.
- Yo a tu lado siempre amor. ¿Dónde habías estado metida todo este tiempo?
- No sé, ¿y qué me dices? Tendrías que haber aparecido antes. Me hacía falta alguien que me valorase, así… como lo haces.
- Pues claro que te valoro. Pero pensaba que no creías en los finales felices
- Sí que creía eso… pero me cambiaste por completo.
-¿Para bien o para mal?
- Mucho mejor que bien. GRrr si tan monstruito eres, ¿vas a comerme?
- Sólo si quieres que lo haga.




Tenía que hacerlo. Tenía que hacerle caso, nunca mejor dicho. Me puse los mejores tacones que tenía, esos rojos que estaban en un rincón del armario. Traje gris, un poco de sombra y el pelo recogido. Algún día serás pelirroja CharR, sin prisa.
Salí sola. Ari no estaba a mi lado, no. Ella estaba mucho más lejos, y las chicas ya tenían planes. Además, ¿qué me podía pasar?

Era ya de noche. No sabía a dónde ir. Una ciudad que me conocía tan bien, y me sentía perdida. Acabé optando por ir a ese lugar en el que se reunía todo el mundo. No se trataba de una discoteca ni de un bar, más bien, un punto de encuentro, un sitio tranquilo (a lo mejor un poco fino, pero solo un poco) en el que poder charlar.

Tampoco entendía como unas veces podía aburrirme sin motivo alguno, y otras, por muy quieta que estuviese, esa idea no se me pasaba por la cabeza. Irónico, pero cierto. Y allí estaba yo, plantada, sin rumbo. Cada vez llegaba más gente, casi todos desconocidos. Pocas personas eran las que se me acercaban a saludar. Decidí sentarme en un banco un poco apartado del resto. Sé que esa no era la idea que tenía en mente, pero no soy de las que se arrastra por ningún tío. Prefería parecer inofensiva.

Más gente aún. Demasiadas caras. Muchos rostros por conocer. Pero apareció él. El que llamaba la atención. Por alguna razón era el que más destacaba, o sólo yo tenía esa sensación. Venía hacia a . Cada vez más cerca. Se sentó a mi lado, ya que el banco estaba vacío. Vaqueros, All Star violetas, al igual que su camisa. Le gustaría demasiado ese color. No era feo. Para que mentir, no estaba nada mal. Quería lanzarme y decirle algo, sería una de las únicas oportunidades para conocer a alguien esa noche. Se adelantó:
- ¿Andas  perdida verdad? Tranquila, acaba siendo fácil encontrarse.

domingo, 5 de junio de 2011

Ya no sé nada.




- ¿Por qué pasa lo que pasa?
- No lo sé.
- ¿Por qué todos los tíos son iguales?
- No lo sé.
- ¿Por qué no respondes nada coherente?
- No lo sé.
- ¿Qué te pasa?
- No
- Lo sé. Sí, ya sé que no sabes nada. Pero quiero que digas algo.
- Algo.
- ¿En qué piensas?
- En todo lo que ha pasado desde la fiesta de Mario.
- Han cambiado tantas cosas…
- Yo no sabía que Elliot era tan cretino.
- Ni yo que Leo era tan estúpido.
- ¿Estúpido por qué?
- No lo sé.
- Ehh, que esa frase es mía.
- Da igual. Pero en verdad no lo sé. Cambió en un instante. Y ya ahora no significa nada.
- Yo no pensé nunca que Elliot era tan payaso y creído. En el fondo supongo que solo me buscaba para… ya sabes.
- Niñatos.
- Por lo menos Oli sigue con Jack. Y los M&M también siguen juntos. Ellos si que se quieren de verdad.
- Cosas de la vida.
- ¿Pero por qué no nos pasa a nosotras? ¿Por qué no podemos ser nosotras a las que se les haya acercado un príncipe azul y nos haya dicho te quiero? A veces preferiría ser una niña.
- Y yo.
- Ahora estás insípida . ¿Se puede saber que te ocurre ahora?
- En todo lo que me dijo Leo desde la fiesta. Ya todo es mentira. Ahora sí que me creo que las palabras se las lleva el viento. Nada tiene sentido. Nada significa nada.
- Él era como un niño grande.
- Lo sé.
- Estúpidos todos. Leo, él, nosotras, yo. No sabía que era tan fácil caer en su juego. Enamorada de un monstruo. Quién diría que no estaba avisada.
- Es lo que hay.
- Las historias de los cuentos no son verdad. Las princesas no existen. Los príncipes con armadura y dragones tampoco. El final feliz no existe.

domingo, 29 de mayo de 2011

Fiesta de fin de semana. Segunda parte.





Querida Melisa:

Queridísima amiga:
Hola Mel:
No sabía como empezar la carta, así que te escribo algo básico. Pensarás que estoy loca por escribirte una carta sobre la fiesta de fin de semana, pero sé que tu cabeza no almacena gran cantidad de información, y quiero que te quedes con todo lo que te voy a contar; si se te olvida algo solo tendrás que volver a leerla. Te contaré todo un poco resumido y por el aire, ya que si empiezo a dar detalles no terminarías de leer esto. En fin, comienzo.

Sábado a las 17:00h. Ya todo el mundo estaba allí, delante de tu casa. Puntuales. Charlotte venía riendo con Elliot (había química entre ellos) y Leo se encontraba un poco mas atrás escuchando música. Creo que en el fondo sí que se sorprendió al verme. Momento de saludos, abrazos, besos… lo típico cuando queda el típico grupo de amigos. Pero todos nosotros nos sentíamos más especiales. Entre risas, bromas y fiesta llegamos a la casa de Mario. Aquello parecía un palacio. No sé cómo Mary nunca nos había contado nada acerca de donde vivía el novio. Se nota que a ella le interesaba más lo que escondía aquella casa que el exterior. Cruzamos la entrada y nos llevó a dentro. Dejamos las cosas en el salón y Mario nos enseñó las habitaciones y jardines, además de presentarnos al primo. Era sobretodo moreno, con pecas, ojos verde oscuro y tenía un gran sentido del humor. Congenió muy bien con Ame. Se reían más ellos que todos nosotros a la vez.
Pasaron las horas. Nada importante. Mary y Mario (los ahora llamados M&M) se lo pasaban casi todo el rato juntos y muy acarameladitos. Char y Elliot se contaban toda su infancia. Yo y Leo… somos un caso a parte. Sabes que soy algo vergonzosa y a él le costaba encontrar un tema sobre el que hablar; pero en el fondo lo quería, y mucho. Los otros restantes jugaban a las cartas y escuchaban música. No sé como no se aburrían.

Se hicieron las 21:15h. Ya preparados para ir a la fiesta. Guapísimo todo el mundo excepto Ame y Matt. Ellos prefirieron quedarse solos en la casa. A saber que intenciones tendrían. Llegamos allí donde se encontraba la multitud. Música, risas, bromas, felicidad, alcohol. Besos. Oli y Jack acabaron juntos. Y tan solo en unas horas. Los perdimos de vista. Yo estaba con Leo, Char y Elliot. Sí, nosotros cuatro, porque M&M también desaparecieron.

00:00. Decidimos volver. Problema. No había llave y nadie contestaba. Aquellos dos estarían durmiendo. A Leo fue el que se le ocurrió la “magnifica” idea de romper un cristal. Era algo exagerado y de película, aunque nadie se puso en contra. Tras un cristal roto y Elliot que fue el que pasó y nos abrió la puerta, cogimos las cosas y nos fuimos afuera. Acabamos en la piscina. Vacilábamos mucho unos con otros. Pasadas las 03:27 llegaron Oli y Jack. Nos saludaron y con la misma entraron en la casa. No les di mayor importancia.

Yo acabé durmiendo en una colchoneta sobre el agua con Leo durmiendo. Creo que me dijo: “eres lo más grande, Ari” pero estaba demasiado cansada como para saber si fue de verdad o imaginaciones mías. Char y Elliot se quedaron en una hamaca abrazados y susurrándose demasiadas cosas bonitas.

Ya al día siguiente sobre las 12:00 del mediodía nos despertamos con la llegada de M&M. No nos dijeron que habían hecho durante toda la noche. Hicimos una barbacoa. Después de eso llego la hora de irse. Ame y Matt quedaron como grandes amigos. Más bien como hermanos. Prometieron volver a verse. Mary pasó más tiempo con Mario en su casa. La nueva parejita seguía feliz. Y, otra vez, los cuatro sin respuesta. Con dudas de qué pasará.

Un beso de tu amiga.
                                                                        Arii.

P.D.: Que sepas que no nos olvidamos de ti, que nos acordamos mucho y que fue una pena no haber pasado esos buenos ratos contigo. Espero no haberme alargado mucho y que hayas entendido todo. Abrazos.

miércoles, 25 de mayo de 2011

Fiesta de fin de semana. Primera parte.





 Tarde de viernes: 20:00h. Casa de Mary.

- Bueno, pues ya estamos aquí todas las que iremos a la casa de Mario mañana. , Mary, serás la primera en llamar a tu chico, ya que él es el que lo organiza todo.
- Vale.
- Pues venga, llama ya. Que es imposible que te de vergüenza hablar con él.
- Ya voy, ya voy. ¿Acaso hay prisa?
- ¡Siíii! – Contestamos todas al unísono.
     
      Primera llamada
Tres tonos.
- Chicas, creo que no lo va a coger.
- Calla y escucha.
Cuatro tonos. Cinco
- ¿Si?
- Hola amor, ¿qué tal estas?
- Pues bien, ¿y tú?
- Bien, bien. Me alegro por ti.
- Mary no te enrolles.
- Vaaale.
- ¿Estás con tus amigas?
- Sí. Te llamo para hacerte un par de preguntas sobre lo de mañana.
- Ok. Dime.
- Lo primero: Dónde nos reunimos todos y a que hora.
- Esperen todos en casa de Melisa a las 17:00h y luego ya subimos a mi casa.
- Vale. Lo segundo: ¿Vamos a ir a la fiesta del pueblo?
- Claro. Así lo pasaremos mejor. Y ya al día siguiente se van a la hora que eligan.
- Genial. Y ahora un pequeño detalle…
- ¿Por qué me hablas bajito?
- Ssshh. Atiende. Ame nunca le ha prestado mucha atención a los chicos y pasa de invitar a nadie… no sé si sabes a lo que me refiero.
- Bueno, pues yo te quería a ti, pero si prefieres que me vaya con ella…
- ¡No seas idiota!
- Jajajaj. No grites. Te entendí desde el principio. Tengo un primo que es un poco mayor que ustedes.
- Invítalo.
- Lo haré. Bueno Mary. Ya nos vemos mañana. Chao. Te quiero.
- Chao amor. Un beso y cuídate.
      Fin de la llamada

- Les cuento. Tenemos que estar a las 17:00h delante de la casa de Mel.
- Jooo. Encima que yo no voy y tienen que quedar delante de mi casa. ¡No es para nada lógico!
- Es lo que hay. Llevar lo de siempre; también bikini, toalla
- ¿Eso incluye condones?
- Joder, Oli, tenías que preguntarlo.
- O sea, ¿que sí, no?
- O sea, que cierres el pico.
- ¿Pero yo que he dicho? Pues a lo mejor Jack quiere… no sé. O Mario o Elliot
-  Claro, y Leo no piensa en eso, ¿no?
- ¡Él que va a pensar nada contigo, si tú eres más santa que la virgen María!
- Ja. Ja. Ja. Qué gracioso el chiste.
- Vamos Ari, no te enfades. Sólo era una broma.
- Y volvemos a las mismas historias de siempre señores… en fin. ¿Quién es la siguiente en llamar?
- ¡Yo!
- Pues háganlo ya. Ari, luego vas tu eeh.
- Ya…
- ¿No te dará corte llamar verdad?
- No. Pero es que… no quería decírselo yo…
- Mira, hacemos una cosa: Oli que llame a Jack y yo cuando hable con Elliot le digo que avise a Leo y así será una sorpresa para él encontrarse contigo.
- ¡Me parece una gran idea! Sí si, eso mucho mejor de lo que tenía pensado.
- ¿El qué era?
- Bah, una coñada.

      Segunda llamada
Un tono. Lo coge al instante.
- Hola Jack. ¿Cómo estás?
- ¡Hola Oli! ¿Yo genial y tú? Tenía el presentimiento de que ivas a llamarme.
- ¡Qué intuitivo! Era para contarte lo de la fiesta. ¿Sabes quién es mi amiga Melisa? Esa que es tan bipolar.
- Sí, Sé quien es. Nuestros padres se conocen, aunque con ella no hablo.
- No importa que no hables con ella. No va a estar. Sin embargo te la nombré porque quedamos a las 17:00h delante de su casa. Luego ya vamos en grupo a la casa de Mario, el que nos invitó. Iremos también a la fiesta del pueblo y ya de madrugada será la barbacoa, música, piscina… y eso.
- Entiendo. Estaré allí a esa hora. Un beso guapísima. Me quedo con las ganas de verte.
- Otro para ti. Hasta mañana. Y puntual eeh.
- ¡Claro!
- Jajajjaj. Chao Jack.
- Bye Olivia.
      Fin de la llamada

- Otro más asegurado. Dice que tiene muchas ganas de ir.
- ¿Y quien no querría ir con alguien como tú?
- No me hagas reír.

      Tercera llamada
Un tono. Dos. Tres. Lo cogen.
- ¿Quién es?
- Yo.
- ¿Y quién es yo?
- Yo payaso. Sé que tienes mi número.
- Aaanda, la que me llama payaso. Ya sé quien eres. ¿Qué tal estás mi niña?
- Muy bien. ¿Tú? Oye, ¿desde cuando soy tu niña?
- Jajaja. Eso nunca lo sabrás. Ando bien, gracias.
- De nada. Era para contarte lo de la fiesta.
- Cuéntame entonces.
- Mañana hay que estar afuera de la casa de mi amiga Melisa a las 17:00h.
- ¿Tienes una amiga que se llama así?
- Sí. Entonces… no tienes ni idea de quién es y ni de dónde vive… ¿verdad?
- Cierto.
- Mmm… estate a las 16:45h en la floristería que esta al lado de la plaza. Lleva todo lo que haga falta; y lo necesario para meterte en una piscina.
- ¿Hay piscina?
- ¡Sííííí!
- ¿Te aburro?
- No, tú no. Tus preguntas absurdas… un poco.
- Bueno, pues dejaré de hacerlas.
- Mejor.
- Bueno preciosa, hasta mañana.
- ¡No! Espera.
- ¿No quieres despedirte?
- Sí… digo no. Quiero decir que tienes que avisar también a Leo.
- Ok. Se lo diré. No sabía que estaba invitado.
- Pues lo está. Pero no le digas que va Ari; es una sorpresa.
- Vale.
- Bueno, ahora sí que puedes despedirte.
- ¿Y si no quiero?
- Te cuelgo y punto…
- No hagas eso. Ya nos vemos mañana.
- En la floristería . Y no te olvides de Leo.
- Nooo pesada.
- Bye.
- Un beso Char.
      Fin de la llamada

- Ya estamos todos.
- ¿Dijo que si?
- Sí.
- ¿Y Leo?
- Le dije a Elliot que lo avisase; pero irá seguro. Quedé con ellos un cuarto de hora antes en la floristería porque no saben donde es la casa.
- Entonces yo voy contigo.
- Tú no puedes; eres una sorpresa.
- Tss es verdad. Miedo me da dejarte a ti con esos dos.
- ¿Qué crees que puede pasar?
- Mejor me callo.
- Boba.
- Payasa.
- Si…si. Idiotas las dos. Yo me voy ya. Que si no, no me da tiempo a preparar todo.
- Si te quedas durmiendo por la mañana como una marmota claro que no te da tiempo.
- ¡Que no soy yo! Joo… es que la cama puede conmigo.
- Está comprobado.
- Misma rutina. Yo me quedo hoy en casa de Char, así que nos vamos ya.
- Yo me paso aquí un rato más.
- Bueno chicas. Pásenselo bien y diviértanse mucho sin mí. Ya sabes; muchas fotos y me contáis todo con pelos y señales.
- Jajajja. Lo prometemos.Chao.
- Adiós.  




P.D.: Sentimos las dos llevar tanto tiempo sin haber escrito nada. La siguiente entrada de la fiesta se nos ha complicado y será escrita de otra manera a como esperábamos. Aún así esperamos que les siga gustando nuestro blog y que comenten, que de eso alimentamos nuestra felicidad. Un beso y mil disculpas.





sábado, 9 de abril de 2011

Todo gracias a un disco de vinilo. Amor a primera vista.


 Sí, te tenía que explicar como surgió todo:
M
arisol, Mary para los amigos y familia, era esa chica valiente que se plantó en casa del vecino de Melisa a las cuatro de la tarde con un disco de vinilo en la mano. Ella decía que no creía en el amor, que era una estupidez, pero todas sabíamos que estaba caladita hasta los huesos de aquel chico seis años mayor.



Estaba muy nerviosa, más de lo normal. Nunca había ido a la casa del chico de sus sueños con un regalo y sin ningún motivo. Bueno, motivos si que tenía. Quería conquistar a Mario como se conquista a un niño pequeño con su debilidad; y ella ya tenía el secreto. Sólo esperaba que fuese él quien abriese la puerta y que la casa estuviese vacía.

Toc, toc, toc.

(Que abra él la puerta, por favor que abra
él la puerta...)
- Emm... Hola.
- ¡Hola!
- Esto... ¿tú por aquí?
- Venía a traerte un regalo. Últimamente he estado hablando con Melisa y me ha dicho que esto podría interesarte. Era de mi padre, pero como ya no lo escuchaba se lo cogí. En fin, que esa es la razón por la que he venido.
- Yo también he hablado con ella.
- ¿Y de qué?
- No, no... De nada importante.
(¿Por qué se habrá puesto tan vergonzoso ahora? y encima Melisa no me había dicho nada... ¿tendrá algo pensado?)
- Ah, vale. 
- Entonces, ¿cual es el regalo?
- Toma. Es un disco de vinilo. Si no te gusta... ya me lo quedo yo otra vez.
- ¿Qué música tiene?
- De vals. Pensé que sería algo original y diferente y que a lo mejor no tendrías.
- Jajajaja. Pues a ver si es verdad que no lo tengo. Quizás esté repetido entre mis otros 38 de vals.
- ¿¡Qué!?
- Anda, anda. Pasa y vamos a escucharlo. Estamos solos.
- Vale. 

(¿Aquel chico de ojos marrones me estaba invitando a pasar a su casa? No me lo podía creer, todo iba tan rápido. Ni me imaginaba que aceptaría el disco. Ya sólo con verlo caminar mi mente se nublaba y perdía la sensación de tener los pies en la tierra. ¿De verdad no estaba soñando?)
- Siento que la casa esté algo desordenada. No me avisaste que ibas a venir; si no hubiese limpiado y eso...
- No te preocupes, eso es que no has visto la mía.
- ¿Eres desordenada?
- A más no poder. 
-  Pues no me pega con tu estilo.
- ¿Con mi estilo?
- Sí, me refiero a  tu forma de ser. No sé, me pareces la típica chica ordenada, divertida y empollona de la clase. O eso aparentas.
- Qué equivocado estás.
- ¿Mucho?
- No, mucho no. Demasiado.
- Bah, eso da igual. Tengo toda la tarde para conocerte mejor. Vamos a mi cuarto, allí escucharemos tu regalo.

(Me quedé sin palabras cuando entré en su habitación. Parecía tan antigua y tan... especial. Tenía en una estantería todos sus discos. Cuántos serían ¿100? ¿200? Una bandera de Inglaterra colgada en la pared daba un toque diferente. Se notaba mucho que era fan de los Beatles, por la cantidad de pósters y fotos de ellos. El cuarto estaba pintado de un tono beige y el suelo era de madera; al igual que todos los demás muebles. Su ventana daba al tejado, como en las típicas casas de película. La colcha era negra y las cortinas grises. Aquel lugar parecía estar estratégicamente ordenado. No podía haber mejor sitio que aquel para pasar un rato con Mario).
- Mi cuarto no es gran cosa, pero espero que te sientas cómoda.
- ¿Qué no es gran cosa dices? ¡Si todo es alucinante!
- Exageras. Sólo te sorprendes fácilmente.
- Para nada. 
 (Claro que no exageraba, esa habitación alcanzaba la perfección. Era como... si llevara su esencia. Me senté en la cama mientras él probaba el disco).
- ¿Funciona?
- Espera... un momento.

Y empezó a sonar una melodía cargada de sensaciones. Cuántos recuerdos me traía escuchar ese disco.
- Ahí tienes la respuesta.
- Entonces, ¿ya lo tenías antes?
- No.
(Menos mal)
- Me alegra mucho haber oído eso.
- ¿Sí? ¿Por qué?
- Porque si ya tuvieses ese disco repetido haber venido habría sido en vano.
- Eso nunca.

(¿Eso nunca? ¿Acaso quería que lo fuese a visitar? Mi corazón estaba experimentando reacciones que jamás había tenido y me estaban haciendo sentir genial).
- ¿Sabes bailar vals?
- ¿Es un chiste?
- No.
- Entonces no sé bailar vals.
- ¿Pero no sabes nada de nada? ¿Ni lo básico?
- ¿1, 2, 3?
- ¿Ves? Algo sí que sabías.
 (¿Me estaba tomando el pelo? Yo eso lo había dicho en broma. No pensé que eso sería así).
- Bueno... esto.. es que..
- Sshhh calla. Ahora ven aquí.
- ¿Y si no quiero?
- Claro que quieres. Sino te obligaría.
- No podrías.
- No estés tan segura.
(Muchas indirectas, algo pasa. No me quedó de otra que obedecerle. En el fondo me estaba muriendo de ganas. Fui hacia donde estaba él. Me agarró de la cintura y me acercó más hacia su cuerpo. Puse mi mano sobre su hombro. Cogió mi otra mano y nos preparamos para comenzar a bailar. Estaba totalmente perdida en el marrón de sus ojos. Su manera de mirarme me hacia notar cosquillas en el estómago. ¿Sería eso a lo que llaman sentir mariposas? Si era así, esperaba que aquella sensación no terminase nunca. Definitivamente nunca había estado tan enamorada).
- Ahora que ya sabes el marcaje del vals, ya lo sabes todo.
- ¡Pero si sólo sé lo del 1,2,3!
- No es más que eso. Ahora hay que pasarlo de la cabeza a los pies.
- Es más fácil decir que hacer.
- Ya verás como no pequeña.

Empezó a explicarme cómo mover los pies y me dejé guiar. Pasado un rato ya le había cogido el truco. Sí que era verdad que no es tan difícil como yo creía. Estuvimos hablando, conociéndonos más y riéndonos mucho. Demasiado fácil perder con él la noción del tiempo.
- ¿Quién te enseñó a bailar vals a ti?
- Mi abuela. De muy pequeño me cuidaba ella. Era una mujer muy sana y fuerte. Me subía sobre sus pies y ella llevaba el ritmo mientras escuchábamos los discos de vinilo que tenía. Así aprendí. Pasado los años ya parecíamos una pareja de baile perfecta. Son los mejores recuerdos que me quedan.
- ¿Acaso ella...?
- Sí... Un accidente. Algún día me tuvo que pasar algo malo; y fue eso lo peor que me pudo tocar. Pero con el tiempo se supera todo.
- Lo siento.
- Tú no tienes la culpa. De lo único que tienes la culpa es de saber hacerme feliz.
- ¿Y eso es malo?
- ¡Pues claro que sí!
- No digas estupideces.
- No las digo. Directamente soy un estúpido.
- Un estúpido increíble.
- Además de un gran profesor de baile. Mira que me costó mucho enseñarte a bailar. No sabía que eras tan patosa.
- ¡Oyeee! Cuidadito con lo que dices.
- ¿Qué me vas a hacer?
- Nunca lo sabrás.

Se hizo un silencio. Pero no era incómodo. La música seguía sonando y lo único que no dejaba de hacer era mirarle. Me soltó la mano, me agarró de la cintura y me dio un abrazo. Eso no lo pude entender, pero Mario me estaba gustando más de lo que creía.
- ¿Alguna vez has estado con alguien de mucha diferencia de edad?
- No.
- ¿Y lo harías alguna vez?
- ¿Lo dices porque quieres saber si tienes oportunidad conmigo?
No respondí.
- Sé que te gusto, Mary.
- ¿De donde sacas esas ideas?
- De Mel. Ella me lo dijo.
- Ella jamás contaría mi secr... ¡Era una trampa! no sabías eso y yo ahora por estúpida confirmé tus sospechas.
- Lo sabía desde que te vi en la puerta de mi casa. Incluso lo sabía desde que me fijé en que me observabas.
- Bueno, pues es verdad, te quiero demasiado. ¿Tienes algún inconveniente?
- Sí.
- ¿Cual? A ver dime qué problema tienes.
(Ojalá que no se le ocurra decir que no me corresponde, o que le parezco una niña pequeña, o peor aún, una cría. Ojalá que no me diga que  no me quiere).
- Que yo a ti también te quiero.
- Mientes.
- ¿Crees que miento?
- Sí.
- ¿Y como quieres que te lo demuestre?
- Eso no lo sé yo. Tú decides. ¿De verdad quieres que me crea que me quieres así por las buenas si es la primera vez que hablamos tan seguido? Es que no tiene sent...
- Sshhh. Hablas mucho. Responde: ¿me dejas darte un beso?
- Idiota.
- ¿Y ahora por qué me dices eso?
- Porque los besos no se piden. Los besos se ro...

(Y me besó. Ni tan si quiera me dejó terminar la frase. ¿De verdad que todo esto no era un sueño? "Mi chico" me estaba besando. Ahora sí que se había parado el tiempo. Sí, aquello podía ser una de las cosas más mágicas que me había pasado en mi vida) 
Ya era de noche y tampoco nos habíamos dado cuenta de que la música ya no sonaba. 
- Ya sé que los besos se roban. Pero yo soy todo un caballero e intento ser educado.
- Pues lo estás consiguiendo.

Otro beso. Y otro más. Me mordía el labio, entrelazaba mi lengua con la suya. Más besos, más caricias, más abrazos. Absurda felicidad
- Salgamos al tejado. Quiero enseñarte un secreto.
- De acuerdo.
Me cogió de la mano y salimos afuera. Ese tejado era de la parte trasera de la casa, así que nadie nos podría ver. Daba a su jardín, el cual tenía césped, piscina, árboles, barbacoa, hamaca... Pero su secreto no se encontraba allí abajo. Su secreto estaba millones de metros mas arriba.
- Ven, vamos a sentarnos. Ahora mira hacia el cielo. ¿Te gusta?
Se veía el cielo despejado y lleno de estrellas. Ver aquella inmensidad me hacía sentir más pequeña.
- Esto no me gusta; esto me encanta. Y más si esto es tu secreto. Nunca me había parado a contemplar así el cielo. No sabía que era tan bonito.
- Pues ya lo sabes. Pero como es un secreto tienes que guardarlo.
- Guardado. Tu secreto está en buenas manos, aunque con una condición.
- ¿Cual?
- No me dejes nunca.
- No te dejaré nunca si tu cumples mi condición.
- Eres un chantajista.
- Al igual que tú.
- Bueno... sí, es verdad. Da igual. Cuéntame que tengo que hacer para que no me dejes nunca.
- Convertirte en mi princesa.
- No me lo pensaría dos veces.
- Te quiero, payasa.
- Y yo a ti.



Así fue como nos contó todo Marisol al día siguiente. Que sea verdad o no es otra cosa. Pero más le vale que sea verdad que Mario nos invitó a todas a ir a su casa el próximo fin de semana. La idea de poder llevar al chico que nos dé la gana me encanta, y pasar una noche en casa ajena con las mejores amigas que una puede tener también.
Aún así, tengo mi duda. ¿Saldrá todo bien el sábado?


Lo que nunca llegó a saber Mary es que Mario también la habia estado vigilando útimamente y que de lo único que había hablado con Melisa era de ella; de lo mucho que significaa. Ella nunca llegaría a saber es que el chico de los ojos marrones estuvo esperando esa visita, y que todo ya estaba planeado.




 

viernes, 25 de marzo de 2011

Yo no pido más.

Hola:
 Hoy teníamos que escribirte. Hoy a sido un día genial. Tarde de amigas. No hay mejor plan. Nos hacía ilusión mostrarte toda la verdad de ellas, la parte que no conoces; y para eso te cuento todo lo ocurrido, ya verás que son mejores de todo lo que has podido pensar.


A la salida del instituto.


- Entonces, ¿quedamos hoy?

- Vale, entonces a las 5 en mi casa.
- Yo no sé si podré ir... tengo mucho que estudiar, ya sabéis... Época de exámenes...
- Vamos, Mary, no te hagas la empollona, que sabemos que te estás muriendo de ganas de ver al vecino de Mel.
- Bueno… si, me gusta, ¿y qué?
-¿Cómo que y qué? Que tiene seis años más que tú.
- Aii Arii…no estarás celosa ¿no?
-¡CLARO QUE NO! Yo ya tengo a mi amor.
- Sí, pero no es correspondido.
-¡Pues entonces será mi amor platónico!
-OK.
- Y Charlotte, ¿tú que tal de amores?
- Eso no se cuenta, es mi vida privada.
- ¿¡Tu vida privada!? Si todas aquí sabemos que eres la más cotilla del grupo.
- ¡Ehhhhh!
- Es verdad, me olvidaba de Melisa.
- Esto… chicas que nos estamos desviando del tema. A las cinco en casa de Mel, y no se hable más.
- ¡Intentaremos llegar puntuales!
- Pues si pueden sí, y Mary, no te arregles demasiado.
- Deja ver lo que haré. Si tardo en llegar ya saben porque será.
- Chao chicas, nosotras nos vamos. Un beso.
- Sí, chao. Venga Amelie, no te pares.
- Bueno. Pues nosotras tres a la guagua.
- Ya vamos totiza, no hay prisa. Mmm... Mary… ¿dónde andas?
- No nada, nada. Pensando una cosa.
- ¿En qué ponerte hoy?
- Ja, ja, ja. Qué graciosa.
- Chicas, como no nos demos prisa la vamos a perder.
- ¿La guagua? Mujer, que eso no sale hasta que subamos nosotras.
- Claro; como debe ser.

A las 5, en casa de Melisa

Impuntuales, son todas unas impuntuales. Yo no sé ni para que quedamos a una hora determinada si cada una va a hacer lo que le dé la gana. Tú me entiendes, ¿verdad Gimeno? Qué haría yo sin mi gato preferido lleno de manchitas y esos ojos encantadores. Yo a ti sí que te adoro. Tú no me fallas, no como las impuntuales de mis amigas. Bah, pero en el fondo sabes que no hablo enserio. Ellas son lo mejor que tengo.
- ¿Esperas respuesta? Porque si la esperas estás más loca de lo que yo creía.
- Hombre, ya era hora de que llegase alguna.
- Mira, que tu tampoco es que seas muy puntual a la hora de salir.
- Eso, eso.
- ¿Y las demás?
- Dentro de mi bolsillo.
- ¿Me estás vacilando?
- Pues claro. Qué voy a saber yo de las demás.
- Anda mira, ya llegan las tres marías.
- La…
- Tshh, Ame, ni se te ocurra decir eso.
- Pss… vaaaale.
- Perdón por el retraso… es que… es que tu cuesta cansa.
- ¡Joder que si cansa! Tenías que vivir en el quinto pino.
- ¿Y que quieres que haga yo? No nací el día que la construyeron, y como no estaba no pude impedirlo.
- En fin… ¿qué hacemos?
- Peli.
- Estar un rato afuera.
- ¡COMER!
- Alaaaa. CharR te vas a poner como una foca.
- Eso no es verdad, yo nunca engordo.
- Yo también voto por la peli.
- Pues peli y palomitas se ha dicho. Ya tendremos luego tiempo en salir afuera.
- Pe..pepe..¡ Es injustoo!
- Aaah, se siente.
- ¡Pues ahora me enfado y no respiro!
- Anda, anda. No digas tonterías.

6:06. La película ya casi está terminando.

Hasta el momento todo ha ido bien. Nos hemos reído mucho. Ya casi no quedan palomitas y muchas se siguen riendo de cuando, hace unos minutos, a Marisol le salió Coca – Cola por la nariz. Ya todas habíamos visto Alicia en el país de las Maravillas, pero a todas por igual nos gusta Disney. Nos transportamos a un mundo mágico.

- Fin.
- Sí. Y ahora salgamos a fuera. ¡Por Dios¡ Háganme ese favor o me volveré loca. Bueno, más de lo que estoy.
- Vale, salgamos a la terraza un rato. Aprovechemos que todavía hay sol.
- ¡Bieeeeen!

(Ya afuera)

- Mmm… solito… ¡qué rico!
- Me encanta estar aquí, tumbada, descansando, relajándome…
- Espiando a mi vecino…
- Jajajaj. ¡Cuánta razón!
- ¿ Tanto lo quieres?
- Sí, mucho. No lo conozco mucho, pero de lo que he hablado con él… pffff… ¡está buenísimo!
- ¿Pero y de personalidad qué tal está?
- No sé. Un chico pijito, pero inteligente.
- Entonces genial, necesitabas alguien con cerebro.
- Oye, tampoco te pases con la chica, que en el fondo sabe utilizar la neurona que tiene.
- Gracias, que tan maravillosas amigas tengo que me reprochan todo en la cara.
-¡Callense ya coño! ¿ No salimos a tomar un rato el sol? Pues hagan eso.
- Okey Oli, Okey. No te enfades.
- ¿ Yo enfadarme con ustedes? Eso NUNCA. Yo las adoro y no las reemplazaría ni por 1.000.000 de euros.
- Ooohh qué lindo.
- Me quedaría siempre aquí junto a ustedes.
- Y yo.
- ¡Chiiicas! Un abrazo.




Y, pues bueno Conci, que eso fue lo que pasó. Que queríamos que vieses cuánto vale tener amigas tan importantes.

Un abrazo:           
                                          Arii & CharR.