Hace tiempo, cuando encauzaron el río, al quitar la vegetación de ribera para hacer las obras, volvieron a plantar gran cantidad de árboles frutales de muchas especies.
Ahora, desde hace algún tiempo, se ven los frutos de aquella acción, que yo he seguido durante varios meses para hacer este reportaje.
Las cerezas no son grandes, ni demasiado dulces, ya que los cerezos son, creo, silvestres y no fueron injertados.
Oigo decir a algunas personas que estas cerezas no valen nada, pero yo les digo que pregunten a los tordos, petirrojos, gorriones, jilgueros y demás parientes, si valen o no valen.
A mi me gusta que estén ahí y verlos cada año, cuando llega la primavera, observando como vuelve la vida después del invierno.