Conmigo
Al salir el sol, de noche, mi madre dice que puede ver un fantasma. Y mi madre es muy lista, aunque mi padre y mi hermano no le dejen salir de casa. Ella hace el hogar y a veces llora mientras prepara la sopa una pizca más salada. Si me quiere decir algo yo me pongo frente a la ventana, como antes, para que le salgan las palabras al campo y den un paseo hasta esos árboles desnudos que no sirven para nada. Sabe que hablar de esas cosas con ellos es motivo de pastilla. Y no quiere tragar si no hay ganas.
Cuando mi hermano le grita o mi padre le pega yo me pongo a su lado y le consuelo al oído. Hoy me ha dicho que no puede más, que se marcha, que su vida es la muerte en otro sitio. Después de mucho susurro hemos llegado a un acuerdo.
No es justo que esa sea la única forma de cruzar la puerta y salir de casa. No merece un punto y final si no ha tenido un punto y seguido. Esta noche, cuando salga el sol, les dejará terminar la sopa, tranquilos. Abrirá la ventana y les mostrará su fantasma. Me los llevaré al otro lado, para que se queden conmigo.
Alberto García
http://citopiensoluegoexisto.blogspot.com
Juego de Colores
El tiempo había transcurrido en silencio. La había penetrado como una serpiente
sigilosa que no terminaba jamás de atravesarla… y en cada vuelta una arruga, una
huella, ¡qué mas da! Si se hubiese dado cuenta antes, pero es que jamás oyó el más
mínimo sonido, siquiera un susurro leve, nada, ladina y cínica seguía reptando hacia su
boca. No es que ahora le importase demasiado, pero los años perdidos, los instantes
inolvidables que jamás ocurrieron se le clavan en los ojos y en la garganta.
Dibujó su autorretrato mirándose en una foto, fue indulgente, pero no demasiado, no era
necesario, la fotografía la mostraba de perfil en el campo cuando vivía en Chacabuco.
Cualquiera hubiese visto lo que ella: una mujer delgada con el pelo recogido y la vista
perdida mirando a lo lejos.
El retrato estaba terminado, aunque un desbalance en la imagen la comenzó a inquietar.
Retocó el paisaje, mezcló más azul que amarillo pero el verde aún le pareció pálido.
Entonces compensó el cuadro pintándole los ojos y anegrandole las pestañas, ya estaba
mejor. Tapó las canas con siena y con marrón africano, y súbitamente sintió que la
composición volvía a equilibrarse. Entonces resaltó sus mejillas con colores vivos, quitó
las arrugas del cuello y con algunos destellos de magenta y de celeste le avivó la
mirada. Estaba hermosa, joven, aún de perfil la vista ya no se perdía a lo lejos, ahora los
ojos parecían mirar a alguien que estaba fuera de la escena. Creyó verla sonreír dese el
papel y ella también lo hizo. Cuando dejó el pincel prolijamente sobre la paleta recordó
cuentos de castillos y princesas y le pareció verlo brillar como una varita mágica.
Durante todo el día no quiso mirarse al espejo, estaba feliz y creía, como creyó hace
mucho, que el arte lo podía todo. “Mañana veremos” pensó. Bajó las escaleras, el
portero la miró fijamente mientras le abría las puertas del edificio. Cuando caminaba
hacia el parque creyó oír, aunque pudo ser el viento, que alguien como en un susurro, le
decía: ¡preciosa!
Julio Genissel
http://azullavable.blogspot.com
Tras el espejo
De perfil, siempre de perfil.
Así ve pasar la vida, con su recogido de los sesenta y su mirada atemporal. Serena y fría. Guardando secretos de tiempos pasados, escondiendo lágrimas y suspiros.
De perfil.
Así quiso un día que la retrataran en aquella nubosa tarde de otoño, con el reflejo de la luna en su mejilla.
Maquillada y pulcra, hermosa. Así aceptó que la cámara apresara su semblante. Pero de perfil, siempre de perfil, la mirada ausente, presa de un mundo ajeno, íntimo y envolvente.
Toda una sorpresa y una alegría para ese admirador secreto que soñaba con guardar su esencia en un bolsillo de su tejado.
Ese admirador que apreciaba su rostro terso y la tirantez de su cabello caoba, deseando descubrir una sonrisa o un anhelo, en ese reflejo de esfinge.
Lo que él no sabe, pero ella sí, es que el espejo ovalado de su retrato la va absorbiendo parcialmente, difuminando sus líneas adustas en cada traslado, de su presencia, a las pupilas marrones del enamorado.
Natalia Viana
www.lucesdeotono.wordpress.com
Me han encantado ambos cuentos. Enhorabuena también a Clarulina por tan inspiradora ilustración.
ResponderEliminarSaludos.
Desde aquí doy las gracias a Clara por permitirme participar en su blog.
ResponderEliminarGracias también a Sara por los comentarios.
Un saludo, nos leemos.
A veces no nos creen cuando vemos fantasmas y menos cuando el fantasma es el propio... ;)
ResponderEliminarCuando una mujer se siente bonita, es bonita a pesar de todo... :)
Me gustó mucho Julio... un placer volver a leerte... :)
Gracias a Clara por las imágenes tan inspiradoras.
ResponderEliminarUn saludo especial a Reina!!
La belleza parece no estar en las cosas si no en quien las mira. Y claro, uno puede ser el observador y a la vez el observado. ¿narcisismo? ¿vanidad? que mas da, si los demás no tienen el buen gusto como para apreciarnos mala suete. Siempre seremos nuestro mejor admirador frente al espejo.
A mi modesto gusto y entender...
ResponderEliminarMe gusta como Alberto nos mantiene entre realidad y sueño sin dejarme claro donde está cada cual, dond ela cordura y la locura, quién vivo y quién muerto.
El cuento de Julio también nos carga de magia y de mezcla de realidad y fantasía.
La ilustración, muy elegante por tratar de definirla de algún modo, ciertamente me evoca una especie de irrealidad entre el mundo real y el onírico.