sábado, 4 de noviembre de 2017

Rueda de prensa Joyce Carol Oates

Joyce Carol Oates acompañada por Juan Bas y María Fasce

     El mismo día que se entregaba el Premio Nobel de Literatura, algunos teníamos el privilegio de asistir a una rueda de prensa con Joyce Carol Oates con motivo de su premio en el festival Ja! de Bilbao. Un año más se le resistía a esta imponente mujer el premio, que iba a parar a manos de Kazuo Ishiguro, para tranquilidad de todos aquellos que seguían estupefactos al premiado Bob Dylan.
Este año se celebraba la VIII edición del Festival Ja! Bilbao, o Festival Internacional de Literatura y Arte con Humor, y ella era la galardonada. Puede parecer cuanto menos chocante ver unido el humor a las letras de Oates, sin embargo, y como puede apreciar cualquier persona que siga este festival, no se basa en literatura cómica, ni siquiera la denominada feeling good. De hecho, los propios organizadores argumentaban su decisión en "el humor negro y moderno (como el del gato Chesire) que se puede apreciar si uno se para detenidamente a leer casi cualquiera de las obras de esta mujer". Además se daba el caso de que otra homenajeada, en este caso por el centenario, era Gloria Fuertes, y en ambos casos se trataba de mujeres, rebeldes, fuertes.

     Ver entrar a Oates, impresiona. Tanto por su severo atuendo, como por su porte elegante uno tiene la sensación de que pise unos centímetros por encima del simple suelo mortal. Y quizás por eso el silencio es sepulcral en la sala mientras Juan Bas se encarga de las presentaciones, tanto de esta mujer, como del festival. Toma la palabra después María Fasce para comentar un poco la obra de Oates, conocida por todos en calidad y extensión y acabar centrándose en su última novela "Un libro de mártires americanos", una novela que se abre con un asesinato y que trata de la vida y la muerte, del aborto, las creencias, la pena capital, las familias y los estigmas. Un novelón, si me permitís la opinión.

     Apenas comienza el turno de preguntas aparece la palabra mágica, "Nobel" y ella no duda un instante en afirmar "Que me nominen ya es un honor. Lo cierto es que no pienso demasiado en los premios." Centrándonos ya en el que iba a recibir en unas horas se mostró encantada, y confesó que se sintió "Sorprendida al enterarme. Además que apareciera Alicia en el país de las maravillas fue toda una alegría ya que es de mis libros favoritos. Cuando lo leí supe que quería ser como Lewis Carroll" añadió con una sonrisa y señalando con la cabeza el cartel del festival y añadiendo "Ha llegado en un momento muy oportuno ya que ahora, con Trump como presidente, parece que Estados Unidos se ha instalado en el absurdo." En cuanto a su novela, afirmó que "no se basa en hechos reales, sin embargo algunos pueden encontrar su punto de partida en el asesinato hace algunos años de un médico abortista llamado David Gunn por parte de Griffin, que fue encontrado culpable de asesinato." Para Oates, "lo que no es tragedia, pertenece a la comedia y mi última novela se nutre de ambas" señalando así ese humor sutil que se acerca casi a la sátira. Destacó además la capacidad para "tomarse a broma el horror" siguiendo la estela de Kafka como una opción para sobrevivir.

     El asesino de su libro es un fanático y es que la misma autora reconoce que "el fanatismo en sí mismo es interesante para un escritor. Él oye voces y para él es Dios y su voluntad lo que recibe." Y mata por evitar el aborto y salvar la vida del feto y también de su madre, que estaría perdida en caso de abortar. Cuando se le pregunta a Oates su postura, dice que tal y como ella lo ve, "el aborto no es un problema hasta que lo convirtieron en ello manipulando los sentimientos de la gente." Llegado este punto entra el espinoso tema de la religión. Oates no es una mujer que se ande con rodeos y afirma que "las religiones pueden ser estructuras de poder que manipulan a algunos creyentes. Los líderes sacan provecho del fanatismo" y pone como ejemplo al islamismo, en el que no se suicidan los líderes, sino que utilizan a jóvenes. En Un libro de mártires americanos aparece el Ejército de Dios que, como bien puntualiza Oates, "existe todavía". El otro lado de su novela es la víctima, Gus, que "no eligió morir pero que también tiene algo de revolucionario, de esos que abandonan a sus familias por la causa. Eligen entre la causa y su vida, así es Gus. Tenía que ser así para que hubiera historia".
     A una mujer tan prolífica como ella era inevitable preguntarle si estaba escribiendo y la respuesta fue, como no podía ser de otro modo, afirmativa, añadiendo que "será una novela corta sobre un mundo distópico". Con esta repuesta el nombre de Trump no tardó en salir, y en si la novela trataría sobre él o lo borraría del mapa. "Trump no sirve como personaje en una novela realista porque es tan ridículo, que la gente diría que no puede ser así. Además ya se ha escrito una novela sobre este tipo de personajes como es El otoño del patriarca, no se puede hacer más ni mejor." no dudó tampoco en poner de manifiesto su preocupación por la situación actual de su país: "Hay dos Américas, y son muy diferentes la una de la otra. En este momento ha ganado la extrema derecha, pero creo que es temporal y espero que no cause daños irreparables. En mi novela, que escribí antes de Trump, el pulso es entre las fuerzas del pasado y las del laicismo". Y eso que Oates, profesora de Princeton, no quiso terminar la rueda de prensa sin dejar clara su fe "en las nuevas generaciones "los jóvenes no fueron los que eligieron a Trump. La mayor parte de los votos,  provienen de gente de interior, de franja, con una mente más cerrada y nacionalista" una visión que no dudó en calificar como "ciega".

     Tengo que agradecer a la editorial la oportunidad de acudir a la rueda de prensa y también, como no, a todos los que os pasáis por aquí. Comentéis o no.

jueves, 2 de noviembre de 2017

El coloso de Nueva York. Colson Whitehead


     "Yo estoy aquí porque nací aquí y en consecuencia no sirvo para ningún otro sitio, pero tú no sé. Quizá también seas de aquí y antes o después descubriremos que vivíamos a una manzana de distancia y ni siquiera lo sabíamos. O quizá te mudaste hace un par de años por cuestiones de trabajo. Quizá estudiabas aquí. Quizá viste el panfleto. La ciudad ha dedicado una cantidad considerable de tiempo y de dinero en prepararlo, con todo el conjunto de películas, programas televisivos y canciones... la idea esa de que «Aquí puedes conseguirlo». La ciudad también ha dedicado muchos esfuerzos para que tu población natal parezca de lo más sosa y pequeña, solo por si acaso alguna vez te preguntaras por qué a veces resulta una lata regresar a ella."

     Tras leer El ferrocarril subterráneo y Zona Uno, tengo bastante claro que Whitehead me gusta. Tanto es así que apenas he tardado en sumergirme en las páginas del último de sus libros que nos llega. Hoy traigo a mi estantería virtual, El coloso de Nueva York.

     Conocemos Nueva York. En este libro dividido en trece partes que se presentan como trece instantáneas al comienzo de cada capítulo y que se desarrollan en las distintas partes de esta gran ciudad, iremos tomando el pulso de la famosa urbe.

     Escribir sobre Nueva York es complicado. Poco queda que decir sobre esta gran ciudad que no haya sido ya escrito, filmado o cantado. Y sin embargo siguen saliendo libros ambientados en ella o que, como el que hoy traigo al blog, se basan únicamente en las calles de esta gran ciudad. Colson Whitehead decide en este libro contar la parte por el todo y a través de capítulos que hablan de la llegada, Central Park, el JFK, el metro, la lluvia y varios lugares emblemáticos, hace unas pequeñas radiografías narradas por una suerte de dios obsvervador que bien podría ser la conciencia de la propia ciudad protagonista. Para ellos la reflexión en primera persona se torna en un diálogo en segunda para avisar al lector de los sentimientos que le despertará la ciudad, llegando a la tercera persona que hablará de helados, viajes y maletas relatando las pequeñas vidas que, terminamos pensando, dan vida a Nueva York, enorme y magnífica, protagonista absoluta y viva de este libro. Su narrador habla o escucha a ciudadanos y turistas, a veces simplemente mira, y, lejos de perdernos, nos sentimos como si alguien particularmente entusiasmado nos estuviera describiendo sensaciones de viva voz.
     Ya en el comienzo, ese que abre esta entrada en el que Whitehead se dirige al lector y le advierte casi de cómo es la ciudad desde los ojos de un nativo que la ve cambiar, notamos la vehemencia que será una constante a lo largo de todos los capítulos. Además, al finalizar con una despedida, no conseguimos despegarnos la sensación de estar ante un viaje turístico a las entrañas de la ciudad. Me ha recordado en algunos momentos a aquel libro que escribiera en el verano de 1948 E. B. White, por lo demás conocido por dar vida a un ratón llamado Stuart Little, aunque quizás en el suyo White destilara más fascinación y ruidos y menos nostalgia y solemnidad de la que se percibe en el título de Whitehead (y ahora que escribo esto me doy cuenta de la similitud de sus apellidos). Y así, si Whitehead comienza afirmando soy de aquí y no puedo ser de otro sitio, White decía Nueva York debe de ejercer un atractivo irresistible sobre la imaginación de cualquier soñador perturbado que desee desatar la tormenta. Y con esta frase regreso a la reflexión con la que comenzaba esta reseña y me pregunto qué tiene la ciudad de Nueva York para fascinar y seguir fascinando a tantas personas cada día. Tal vez, solo tal vez, leyendo el libro de Colson Whitehead, uno llega a comprender lo que se siente al pisar sus calles y comprende, al fin, que el coloso al que se refiere el título es la propia ciudad, capaz de sobresalir por encima del mapa haciendo sobra al resto de urbes.

     Me gusta Colson Whitehead y me gusta viajar en mis lecturas. En El coloso de Nueva York nos tropezamos con un magnífico personaje construido a través de instantáneas y sentimientos anónimos que son, al final, la sangre que circula por las venas de esta ciudad viva.

     Y si Whitehead ha sido de mis últimos escritores descubiertos, ¿me podéis decir alguno de los vuestros? No es por ser cotilla, es por... apuntar sus nombres y acercarme a sus letras.

     Gracias..

martes, 31 de octubre de 2017

La canción de la llanura. Kent Haruf


     "Mamá, por favor.
      Eres una zorra.
      No soy una zorra, mamá. No me llames así.
      ¿Y cómo quieres que te llame? Ya te había avisado. Y ahora, mírate. Mírate bien. ¿Te había avisado o no?
      Me has avisado de muchas cosas, mamá.
      No te hagas la lista conmigo.
      Los ojos de la chica se llenaron de lágrimas.
      Por favor, mamá. Necesito que me ayudes.
      ¿No crees que es un poco tarde para eso? Tú te has metido en esto sola, jovencita. Ahora tendrás que apañártelas por ti misma. Tu padre también me pedía ayuda cuando llegaba a casa por la mañana sintiendo lástima de sí mismo. Eres igual que tu padre.
      Por favor, mamá. Por mí, tú también puedes largarte. Igual que se largó él. Te crees muy lista, ¿verdad? ¿Pues sabes lo que te digo? Ya puedes ir buscándote otro sitio donde vivir.
      No lo dices en serio. ¿Verdad que no, mamá?
      Claro que lo digo en serio. ¿O es que te crees que no soy capaz de ponerte en la calle?"

      Nosotros en la noche fue una de mis mejores lecturas del pasado año, y tenía muchas ganas de encontrarme de nuevo con las letras de Kent Haruf. Por eso, hoy traigo a mi estantería virtual, La canción de la llanura.

     Estamos en Holt, en las llanuras de colorado a unas cuantas millas de Denver. No es el colorado de grandiosos paisajes, sino más bien una zona monótona en la que la llanura se extiende hasta donde llega la vista. Allí vive Tom Guthrie, un profesor de secundaria con una esposa depresiva que tiene que criar a sus hijos Ike y Bobby sin ayuda. Ike y Bobby van a la escuela, y reparten periódicos. E intentan buscar la orma de comprender lo que sucede en sus vidas mientras buscan el calor de una madre. Conocemos también a Victoria, una niña de dieciséis años que ve como su vida cambia radicalmente al quedarse embarazada y descubrir que su madre la echa de casa al recibir la noticia. También están los hermanos McPherson y su rancho y la señorita Maggie Jones, profesora del instituto que vive con su padre enfermo de Alzheimer.

     La canción de la llanura es la primera parte de la llamada Trilogía de la llanura aunque, una vez leído, bien puede tomarse como un libro autoconclusivo. En esta novela reconocemos el estilo aparentemente sencillo de Haruf a la hora de explicarse, incluso a sus personajes también parecen personas sencillas con vidas simples. Sin embargo, a medida que nos adentramos en la historia, nos daremos cuenta de como todos ellos se ven enfrentados a decisiones complicadas que afectaran al resto de sus vidas. Y es que, en un pueblo pequeño, con vidas pequeñas, lo lógico es que todas ellas terminen por cruzarse y entrelazar sus historias en algún momento. Así que, pese a que Haruf diferencia en el título a los personajes que desarrolla en cada capítulo, pronto somos conscientes de que será irremediable asistir a encuentros entre ellos. Podría ahora lanzarme a desarrollar cada uno de los citados personajes y hablar de cómo se siente ese profesor y si tiene o no algún alumno que le marque, o cómo superan esos niños tener una madre ausente. También podría decir la ternura que han llegado a despertarme los McPherson, incluso más que la chica embarazada, pero todo eso son sensaciones que uno va descubriendo a medida que pasa las páginas de la novela.

     Esta vez, y pese a situarnos en llanuras, estoy segura de que a nadie se le ocurrirá comparar a Haruf con escritores como McCarthy y es que su estilo y su fondo, poco o nada tienen que ver. Haruf no busca representar lucha en zonas áridas y hostiles, ni siquiera grandes peleas. Lo que hace en cambio es mostrar la vida y sentimientos de las personas que pueblan esas zonas. Y lo hace normalmente a través de tareas sencillas, como cobrar un periódico y comprobar si una vaca está preñada. Supongo que ahora os estaréis preguntando qué tiene de especial eso de la vaca preñada, y ahí radica la magia de las letras de Haruf: su capacidad para convertir ese tipo de tareas cotidianas, en estampas provistas de una honesta dignidad que representan la vida y carácter de una zona completa.
     Es posible que visto el argumento, muchos acudan a esta novela buscando grandes dramas. Sin embargo, el autor evita conscientemente escribir una novela dramática. Lo que hace es simplificar para que comprendamos que hay vidas sencillas que transcurren lentas mientras sus propietarios van abriendo sus corazones. Y es curioso como, con una única voz para tantas vidas, el lector cierra el libro con una sensación de satisfecha felicidad convencido de que, si Holt existiera en algún lugar perdido de las llanuras de colorado, la vida sería justo así.

     La canción de la llanura es un libro en apariencia sencillo que cuenta historias sencillas también en apariencia. La canción de la llanura es un libro magnífico que va calando lentamente en el lector sin que este se de cuenta. La canción de la llanura es una gran novela. Y Kent Haruf es, porque un escritor sigue vivo en su obra, un gran escritor.

     Y vosotros, ¿cuál fue vuestro mejor libro del pasado año?

     Gracias.

lunes, 30 de octubre de 2017

Eva. Arturo Pérez Reverte


     "No quiero que me maten esta noche, pensó Lorenzo Falcó.
     No de esta manera.
     Sin embargo, estaba a punto de ocurrir. Los pasos a su espalda resonaban cada vez más cercanos y rápidos. Sin duda tenían prisa por alcanzarlo. Había escuchado el grito del enlace al caer en la oscuridad, a su espalda, desde el mirador de Santa Luzia, y el golpe del cuerpo al estrellarse contra el suelo quince o veinte metros más abajo, en una callejuela oscura del barrio de Alfama. Y ahora ibana por él en busca del trabajo completo. De rematar la faena."

     Hay escritores cuyos libros son noticia en los medios, y es difícil resistirse a ellos, nos guste o no reconocerlo. Reverte es, además, un personaje mediático en sí mismo, a ratos polémico, que despierta filias y fobias a veces encontradas con la opinión de sus libros produciéndose el curioso efecto de contar con lectores a los que no gusta el tuitero o justo lo contrario. Hoy traigo a mi estantería virtual la segunda entrega de la serie protagonizada por Falcó. Se trata de Eva.

     Recuperamos a Falcó en plena reyerta, y viajamos con él a Tánger para su último encargo. Estamos en 1937 y allí se encuentra en puerto una parte del oro de Moscú. La misión de Falcó pasa por lograr que el capitan del barco cambie de mando, pero no cuenta con reencontrarse con Eva.

     Cuando hace ahora un año aproximadamente cayó en mis manos Falcó, me encontré con una novela entretenida, cargada de clichés y un personaje que pretendía ser más Joaquín Sabina en sus canciones, que James Bond en sus películas. Es cierto que jugaba en un filo difícil, el de no caer simpático pero conseguir un mínimo de socarrona complicidad del lector, y salía, a mi modo de ver, más o menos airoso de la situación.
     En esta ocasión y rescatando un personaje de la primera entrega, Reverte titula a la novela Eva, dando a entender un protagonismo femenino a lo largo de la trama. Y como, sinceramente, las novelas de espías no abundan, nos lanzamos a ella de cabeza apenas llegó a las librerías.
     Eva es, en contra de lo que puede parecer por el título, un libro lleno de gracietas masculinas. Pero de esas de barra de bar y copa de coñac sin marca, en la que Reverte desarrolla a su protagonista como un engreído machito engominado que repelería a cualquier mujer con un mínimo de criterio. Y, sin embargo, en su novela, ambientada en ese mundo en el que todo son hembras de bandera que arañan y pegan porque eso es la pasión, además de follar (sí, follar), todas parecen querer ir detrás de este hombre que mide todo en base al beneficio que le reporta. Decía el autor en una entrevista hace tiempo, que era difícil conseguir empatía por un personaje que trabaja para Franco, y sinceramente, y políticas a un lado, creo que ese es el menor de sus problemas. Falcó, nos desarrolla el autor, es un jerezano que no se ata a nadie, salvo tal vez a estar entre las piernas de la siguiente mujer que le pase por delante y a la que dejará marcada, ya sea criada de hotel, aristócrata casada o espía rusa. Y lo hará seguramente sin quitar esa mueca de desdén con su media sonrisa indiferente que, seguramente, piensa el autor que es lo que le hace irresistible... y es que su protagonista, más que de otra época, parece apolillado pasando en muchas escenas de la chulería impostada que busca su autor, a la vulgaridad. No ayuda tampoco el narrador mimetizado que carga todo de marcas, hembras, y adjetivos exagerados consiguiendo que el lector piense más en novela por entregas de quiosco de antaño, que en esas primeras novelas de espías convertidas hoy en clásicos.

     De la trama destaco a los capitanes de barcos, herederos únicos del buen hacer de Reverte a la hora de crear personajes y que consiguen, en momentos fugaces, que recordemos que leímos a aquel que nos hizo disfrutar con Alatriste y su personal sentido del honor y sus valores (aún estoy esperando descubrir los de Falcó). Y si las pasiones de los bajos del protagonista llegan a resultar aburridas, ya que parecen batallitas de bar, no lo es menos la relación que llega a mantener con Eva, en la que si del amor al odio hay un paso, parecen estos ser capaces de bailar un tango. Y siempre, con ese toque de pretendido canalla también ella, que termina cansando al lector harto de ver una representación con personajes de cartón piedra.

     Al final, y como algo positivo tiene que tener viniendo de un escritor con el oficio de Reverte, la novela se lee en un suspiro y resulta entretenida siempre que uno no se pare a pensar en el contenido, y se deje llevar por las aventuras de este personaje al que, a buen seguro, hubieran apodado "el Canalla" para gusto del propio Lorenzo Falcó.

     La pregunta del millón es, ¿seguiré leyendo esta saga? Pues sí, porque buenos o malos, me agraden o no me agraden, lo que busco en los libros es que no me dejen indiferente y aquí, he hablado de mi percepción de su protagonista más allá de la historia que, como producto, funciona. Y es que, como oí una vez hace tiempo a un escritor que admiro: "hay libros y hay productos con formato de libro".

     Y vosotros, ¿recordáis a protagonistas que os resultaran desagradables?

     Gracias.

   

jueves, 26 de octubre de 2017

El buen soldado. Ford Madox Ford



    "Todos tenemos mucho miedo, todos estamos solos, todos estamos muy necesitados de alguna confirmación exterior de que merecemos salir."

     Si es cierto que un libro lleva a otro, yo conocí este en El poder de las tinieblas, de Connolly. Al investigar un poco, descubrí que estaba ahí porque es de los favoritos del autor e, investigando un poco más, vi que estaba catalogado como uno de los mejores libros escritos. Hoy traigo a mi estantería virtual, El buen soldado.

     John Dowell forma parte de un grupo de dos parejas y nos va a relatar una historia. Tanto él como su esposa Florence, mantuvieron una amistad a lo largo de nueve años, con la pareja formada por Edward y Leonora. A partir de ahí, nos relata la manera en que se deshacen los matrimonios y la naturaleza de sus integrantes.

     Inicialmente, la historia es sencilla: un matrimonio estadounidense y otro inglés, se encuentran regularmente en un balneario alemán durante varios años. Dos de ellos mantienen una aventura con dramáticas consecuencias y un tercero lo conoce pero el otro, no. El desconocedor es el narrador y, una vez descubierto el pastel que el propio narrador hubiera preferido no saber, va retrocediendo en el tiempo de forma un tanto desordenada cronológicamente, pero perfecta para que podamos conocer a la perfección a cada uno de los personajes. Y, por mucho que nos esté relatando una historia en la que él bien podría ser un mero observador, con un toque de ironía, eso sí, cuando cerramos el libro descubrimos que es un personaje que se va grabando a fuego en la retina del lector. Su ceguera, su reticencia, su poca fiabilidad y su reiterada forma de decir el bueno de Edward, convierten esta novela en algo casi excepcional.
Dowell comienza con una frase ya famosa a contar su historia: Esta es la historia más triste que jamás he oído dice. De hecho, La historia más triste fue el primer título elegido por Ford Madox para esta novela, y pese a que el comienzo del libro nos pueda llevar a pensar que estamos efectivamente ante un dramón, descubrimos el verdadero significado de esa frase, justo al terminar.

     No cabe duda de la crítica que Madox deja hacia las clases bien en esta obra, casi podría decirse que no deja títere con cabeza, descubriendo la hipocresía y la manipulación como algo casi cotidiano para muchas personas. Sin embargo, será la ingenuidad del narrador la que en algunas ocasiones nos llame más la atención, como si él pudiera reflejar a todas las personas que viven sin pasiones, ciegas a su entorno. Incluso al más cercano. En cuanto a los personajes, todos ellos son radiografiados delante del lector, expuestos sus secretos que irán desde Edward el "sentimental" que necesita sentir y sufrir pasando por el car´cter de su esposa. Sin embargo, a medida que vamos retrocediendo, nuestro pensamiento cambia respecto a los personajes. Salvo tal vez Dowell, y ni aún así nos termina de caer bien ya que es presentado como un hombre sin atributos, pacato.

     Puede parecer contada así que la novela es un tanto insulsa y nada más lejos de la realidad, es un continuo girar y descubrir a quien no quiere ser descubierto, un tratado de deslealtades e infidelidades que se mantienen bajo unas fachadas que se resquebrajan y que unirán en más de una forma a estas dos parejas a la vez que las condenan. Una novela de la que, si bien yo no diría que es la mejor que se ha escrito, si que me ha gustado. sobre todo recoger algunos detalles que nos deja como perlas en forma de frases cortas, que luego comprendemos al descubrir a lo largo de las páginas la evolución de la historia. De hecho, esconde paradojas magníficas entre sus letras. Y ahora, seguramente, os preguntaréis quién es el buen soldado: bien, esa parte en sentido literal os resultará sencilla. En un sentido más figurado, os dejaré descubrirlo a vosotros mismos.

     El buen soldado es una novela sobre el deterioro y la mentira, sobre posiciones que se agrietan dejando al descubierto naturalezas escrita de una forma impecable y cuidada. Os lo recomiendo.

     Reconozco que a veces me cuesta encontrar la relación entre el título de un libro, y su trama. Y a vosotros, ¿también os pasa?

     Gracias

martes, 24 de octubre de 2017

Origen. Dan Brown


     "A medida que el viejo funicular ascendía lentamente la pendiente vertiginosa, Edmond Kirsch contemplaba la irregular cumbre de la montaña. A lo lejos, construido en la pared de un acantilado escarpado, el enorme monasterio parecía colgar en el aire como si estuviera soldado al precipicio por arte de magia. 
     Este atemporal santuario de Cataluña había soportado el implacable tirón de la gravedad durante más de cuatro siglos sin faltar nunca a su propósito original: aislar a sus ocupantes del mundo moderno. 
      «Irónicamente, ahora serán los primeros en conocer la verdad», pensó Kirsch, preguntándose cómo reaccionarían."

     Siempre he sido una persona curiosa. Además, considero que los libros son, entre otras cosas, para entretener, así que si Dan Brown saca un libro y medio mundo parece salir corriendo a buscarlo, por algo será.Y es que, yo supongo que todo escritor quieres ser García Márquez con las ventas de Dan Brown a la semana de haber publicado. Hoy traigo a mi estantería virtual, Origen.

     El genio Edmond Kirsch dará una charla en el Guggenheim que promete desvelar el secreto de la vida dando al traste con cualquier tipo de religión. Tiene para ello una presentación de Power Point, pero morirá de un disparo antes de poder desvelar su gran secreto. Langdon buscará la contraseña para poder abrir ese archivo y dar el conocimiento al mundo, lo que le embarcará en una aventura acompañado de la directora del museo y el asistente IA de Kirsch.

     Origen es la quinta entrega protagonizada por Robert Langdon, un profesor de Harvard, experto en simbología, al que creo no recordar dando una sola clase porque recorre el mundo cual Indiana Jones descubriendo misterios. Además, y como característica básica de la saga Langdon, el mundo de Dan Brown es ficticio y eso, en el caso de esta novela ambientada en España, es algo que el lector no puede olvidar (exactamente igual que no puede olvidar que hay una suerte de reseteo al final de cada novela o Langdon jamás volvería a embarcarse en otra aventura).

     Estamos ante una novela de fórmula, es decir, Brown descubrió que su primer libro funcionaba, y ha decidido repetir cambiando la trama y manteniendo algunas señas características en la saga. De este modo Langdon es inteligente, claustrofóbico, con memoria eiedética, piensa en cursiva para que lo sepamos y sí, sigue con su reloj de dibujos animados. Y en este caso, está en nuestro país. Y aquí comienzan los problemas si uno no tiene la mente abierta. Muy, muy abierta. La representación que hace de España es, cuanto menos, irreal, y uno termina preguntándose si merece la pena que use este país para representarlo con ideas tan anticuadas y una monarquía con un príncipe llamado Julián tan peculiar. De hecho, reto a cualquiera a imaginar la pedida de mano que Brown plantea. Además, y rizando el rizo, la ayudante decorativa que Langdon consigue en esta ocasión y a la que llamaremos por el nombre de pila, Ambra, es nada menos que la directora del museo/prometida del príncipe. ¡Ahí es nada, Dan Brown! El trío lo finaliza esa suerte de Siri que nos presenta como ayudante del difunto genio asesinado. Y sin embargo, no contento con esto, a mi lo que me ha resultado más pintoresco es A. Y no digo más porque de verdad, forma parte de la diversión descubrir por vosotros mismos a este personaje.
     Por lo demás la novela viene a ser Langdon buscando desesperadamente una contraseña, que de verdad, si los wifis de las casas tuvieran contraseñas tan complicadas nadie nos piratearía internet, y la ciencia iluminando lo que la religión oculta. Y es que no hay novela de Brown en la que la religión no sea oscura, secreta y, casi casi, terrible. En cuanto a las localizaciones, y sustos a parte que alguno me he llevado, quitando el museo de Bilbao, me han parecido más bien anecdóticas, casi apuntes para una futura localización de escenarios más que de escenas. Y lo mismo podría decir de las subtramas que, lejos de interesarme, me han parecido supérfluas y con poco interés. En realidad, alguna no tenía demasiada relación con la historia y, la verdad, tampoco la hubiera echado de menos en caso de haber "adelgazado" al libro. Dicho esto y con una resolución que, si eres avispadillo, te hueles, lo que no le perdono a la novela es que me he aburrido. no esperaba frases para enmarcar, pero sí un mínimo de acción, unos cuantos puzzles y mucha intriga, y no lo he encontrado. Supongo que, ya que ahora lo leemos imaginando a Tom Hanks, ese será el destino final de la película... digo, novela, pero como libro, me ha resultado insulso, más aproximado a la ciencia ficción (como concepto y no como género) que a la ficción y con una tendencia casi exasperante a dilatar momentos supuestamente reveladores (y otra a que todo sea lo más de lo más, pero eso ya lo sabía y me resulta casi divertido).
     Por cierto, no os voy a contar el secreto que quería desvelar Kirsch, pero me encantaría que, cuando lo vayáis leyendo, me comentéis lo que os parece.

     Origen me ha parecido, con diferencia, la historia más diluida de la saga de Langdon. Creo que le ha faltado fuerza y credibilidad.

     Y vosotros, ¿cuál es la última novela que os tuvo pegados a sus hojas?

     Gracias.

lunes, 23 de octubre de 2017

Un libro de mártires americanos. Joyce Carol Oates


     "Di una sola palabra y mi alma será salva. 
      El Señor me dio la orden. En todo lo acontecido no vaciló su mano. 
      Se oyeron gritos:
      —¡Atrás! 
     Apunté en primer lugar a Voorhees. El médico abortista dijo con voz ronca y cortante:
      —¡Atrás! ¡Baje esa arma!
      Y otros gritaron:
      —¡No! ¡No!
      El Señor ejecutó mis movimientos tan deprisa que los ojos del enemigo ni siquiera tuvieron tiempo de reflejar miedo o alarma. No manifestaron terror alguno, tan solo sorpresa pura y simple."

     Oates me gusta, desde que descubrí su pluma con Blonde, sigo fielmente su trayectoria y por eso, cuando descubrí que salía a la venta este libro, no pude hacer otra cosa que marcarlo en el calendario. Hoy traigo a mi estantería virtual, Un libro de mártires americanos.

     Conocemos a Luther Dunphy un soldado de Dios, una mano ejecutora que no duda en matar a Gus Voorhees, médico abortista, convencido de que con su muerte iba a salvar las vidas de muchos niños inocentes. Y no solo de esos niños, también las vidas de sus madres iban a ser salvadas; porque una mujer que aborta, de algún modo pierde su alma ante Dios. Y conocemos a sus familias, principalmente a sus hijos que nos mostrarán cómo han quedado marcadas sus vidas por las de sus progenitores ausentes.

     Nadie en su sano juicio compararía a Oates con un escritor como Stephen King pero ambos tienen en común su aparente facilidad para escribir. Desconozco, al menos no quiero aventurarme y fallar, el número de títulos que tiene esta mujer escritos, pero a buen seguro que con una media de dos libros por año y la edad que tiene, la cifra escandalizaría a más de uno. Y la calidad de su obra, también. De hecho el título de hoy, por ejemplo, además de la calidad, suma más de setecientas páginas. Como digo, es algo realmente impresionante.

     Un libro de mártires americanos tiene un comienzo abrupto. Luther asesina a Voorhees en la primera página, y también a su escolta dicho sea de paso. Y sin embargo no es un libro que trate sobre el aborto, al menos no únicamente. Pero así comienza y nosotros partimos con un protagonista muerto, y el otro encerrado. Y, al igual que Oates le da voz a Luther pero no a Gus (Voorhees), el lector recibirá un poco más de información sobre el primero que sobre el segundo, que nos llega basado en recuerdos, opiniones ajenas... pero están muertos. Así que la novela fija su mirada en las familias de ambos, dos familias infelices y entrelazadas por el trágico suceso. Pero muy diferentes, sobre todo porque, como bien dice la hija de Gus, ellos no tienen padre. Familias por las que va pasando el tiempo y que viven las diferentes etapas del duelo, que avanzan. La hija de Gus aprende sobre el pasado de su padre, la de Luther aprende a boxear (un tema que está claro fascina a Oates, y que sabe como tratar en sus novelas), pero la vida sesgada termina quedando adherida a la de aquel que se la arrebató. Y mientras esto sucede, y cambiando a cursiva, la autora reflexiona y el lector también. Consigue que entendamos tanto a los cultos y liberales Voorhees, como a los pobres y extremadamente devotos, Dunphy. Y quizás el reflejo de la opinión de la autora comience en la situación que otorga a las familias ya que, aunque hay un esfuerzo por dejar ver al lector el proceso de radicalización de Dunphy, jamás logramos sentir empatía hacia él. Y sin embargo nos resulta más fácil sentirla hacia su familia, víctimas también, igual que lo son los Voorhees. Realizamos el camino de Dunphy hacia lo que hemos conocido en la primera página sin perder de vista la palabra fanatismo y el peligro que esa palabra implica, y recordamos que no hace tanto que esos asesinatos sucedían en Estados Unidos. Y en el lado contrario está la víctima, que también lucha por sus ideales, convencido de su causa y con una misión que le ciega igual que a su verdugo, ante las opiniones o consecuencias que pueda tener en otros. Y entonces, el título de la novela cae sobre su propio pie. ¿No son acaso ambos protagonistas mártires americanos de sus propias creencias y valores? Y Oates nos muestra la vida de sus familias, que son sacrificadas sin temblar en la decisión de estos hombres, relegadas a un lado, y luego sufren las consecuencias más directas de las acciones de estos dos hombres. Es una novela a ratos dura, incluso muy dura en esos capítulos cortos con los que su autora parece querer sacudir al lector; una historia con giros y personajes inolvidables de la que pronto olvidamos su extensión para sumergirnos de lleno en conciencias ajenas.

     Pero comenzaba diciendo que este no es un libro que trate únicamente del aborto y sus posibles dilemas morales a uno y otro lado, ni tampoco es un libro sobre los peligros que encierran los fanatismos, Oates trata muchas más cosas, como ya nos tiene acostumbrados. Habla de moralidad y también de pena de muerte, ya que esa es la condena de Dunphy. Habla de leyes, terrorismo y religión y obliga a su vez al lector a reflexionar sobre todos estos temas.

     Un libro de mártires americanos en un libro de hijos, de guerreros que luchan y de ideales, convicciones y crítica. Una novela magnífica en la que su autora no tiene miedo a los temas intocables y que muestra paralelismos entre dos historias opuestas relatadas buscando una imparcialidad a veces complicada. Es, en definitiva, un gran libro. En toda la dimensión de la palabra.

     Y vosotros, ¿con qué libro comenzáis la semana?

     Gracias.