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miércoles, 22 de mayo de 2024

Un animal salvaje. Joël Dicker

 


     "Era una casa moderna. Grande, de forma cúbica, toda de cristal, que se alzaba en medio de un jardín impecable, con piscina y un amplio porche. La parcela estaba rodeada de bosque. Aquel lugar era un oasis, un pequeño paraíso secreto resguardado de las miradas al que se entraba por un camino particular. Al igual que la casa, los que vivían en ella también resultaban ser de ensueño: Arpad y Sophie Braun eran la pareja ideal y dichosos padres de dos hijos maravillosos. 
      Aquella mañana, Sophie abrió los ojos a las seis en punto. Llevaba algún tiempo despertándose sistemáticamente a la misma hora. A su lado, Arpad, su marido, dormía a pierna suelta. Era domingo, le habría gustado dormir un rato más. Se revolvió en la cama, en vano. Al final, se levantó sin hacer ruido, se puso una bata y bajó a la cocina para prepararse un café. Una semana después cumpliría los cuarenta y nunca había estado tan guapa".

     Me puede la curiosidad. Por eso hoy traigo a mi estantería virtual, Un animal salvaje.

     Conocemos a Sophie, que vive con su familia en una casa apartada, de cristal para más datos. Su marido es un genio de las finanzas con un pasado turbio y un presente que se irá descubriendo con tantos secretos como el pasado. Por si eso fuera poco Sophie también parece tener algo que ocultar relacionado con un tatuaje de una pantera que lleva en una pierna y que ha llamado la atención de un hombre que se dedica a observarla desde la distancia. Un lugar tranquilo en el que nada es lo que parece y nadie es tan transparente como las paredes de esa extraña casa.

     Dicker entró en el panorama literario de la mano de Harry Quebert, un éxito multinacional cuya receta ha sabido ir replicando en los distintos títulos firmados por el autor, salvo El Tigre que es el único que no he visto hasta en la sopa de todos los que ha publicado. Tengo que decir que, si bien su primera novela me resultó entretenida, a medida que he ido avanzando en sus títulos me he ido encontrando lugares demasiado comunes que han provocado que pierda interés y entusiasmo en sus letras (por no hablar de que el Escritor es uno de los personajes que más gordos me han caído en los últimos tiempos). 

     En esta ocasión el autor vuelve a orquestar un libro con alma de page turner que dicen ahora, un fast food literario pensado para ser leído y posiblemente olvidado en apenas unas semanas y que a mi me ha dejado una sensación agridulce puesto que la historia sigue demasiado abiertamente un patrón conocido para sus lectores. Comienza con personajes aparentemente anodinos y, una vez presentados empieza a jugar con los tiempos y ubicaciones para ir destapando distintos secretos normalmente orquestados en torno a no más de cuatro de ellos para que el lector, animado por la curiosidad, no se cuestione la probabilidad o credibilidad de lo que representa, dejándose llevar por el efecto lúdico de la literatura y disfrute del viaje sin preocuparse de si está en un tiovivo que no le lleva a ninguna parte. Hasta ahí no tengo mayor problema. Sin embargo mirado al detalle, ya lo de la casa de cristal me ha alejado de la novela. Supongo que he leído demasiadas casas en zonas rurales con paredes de cristal en las que vive gente que se sorprende de que alguien los observe y yo no puedo evitar pensar en peceras gigantes, lo siento. Los personajes son además demasiado plásticos y exagerados en sus papeles; desde la rica modosa con una parte salvaje hasta la mujer empeñada en alargar y mantener una relación que se pone en contacto con la esposa del amante puntual como si estuviéramos en una telenovela de los años noventa. Esta exageración de perfiles ha hecho que en algunos momentos me haya sentido como si leyera una novela en la que se paseaban los protagonistas de distintas series de televisión, más o menos policiacas, mezclándose con algunos telefilmes de esos en los que las mujeres toman café mirando al infinito. El evento central es un atraco alrededor del que se van moviendo las historias que el autor trata de atar y desatar para convencer al lector de seguir jugando, algo que logra con el éxito de quien sabe manejar los ritmos y la prosa para que apetezca ver qué va a suceder y es de agradecer que en esta ocasión la novela sea además visiblemente más corta.

     Un animal salvaje me ha resultado una lectura superficial, con relaciones básicas en las que el autor no profundiza dando lugar a una lectura que no pasa de ser, a lo sumo, como sentarse a ver un telefilme. Porque esa ha sido justo mi sensación durante la lectura: una representación superficial. O quizás sea que ya no soy tan ingenua leyendo como para creerme todo.

     Y vosotros, ¿sois lectores de Dicker?

     Gracias.

miércoles, 17 de abril de 2024

Saltonautas. Hao Jingfang

 


     "Los proyectiles explosivos agitaron las luces del bar".

     Tengo que decir que algunas de las lecturas que recuerdo como más divertidas e interesantes son sci-fi. Un género al que poco a poco parece que se le va perdiendo el miedo por parte de los lectores no habituales y que, con ayuda de plataformas y grandes producciones, se va abriendo hueco entre casi cualquier tipo de lector. Hoy traigo a mi estantería virtual, Saltonautas.

     Conocemos a Yun Fan, una arqueóloga que cree que hubo, y volverán, extraterrestre. De algún modo pide ayuda a un chico que se dedica a la criptomoneda y viene de buena familia. Y además se encuentra con su ex y acaba yendo con él y cn otro hombre a reunirse con ellos. Hay que decir, además, que en el momento en que se desarrolla la novela, hay una guerra.

     He puesto en último lugar el conflicto porque si empiezo diciendo que la novela parte de un mundo dividido en dos grandes potencias en conflicto y que hay un contacto con una especie alienígena, corría el riesgo de quedarme en la parte más superficial de la historia. Es cierto que es importante pero también que la autora muestra más interés en la historia, la política e incluso el clásico dos chicos se sienten atraídos por la misma chica que por ese punto en concreto del contexto de la novela. Con personajes trabajados y obligados a ser la vía y boca por la que la autora da muestras de sus intereses acaban resultando tanto o más interesantes que la propia parte de ciencia ficción y es que, si bien es cierto que tiene una parte que se asemeja más a una novela de aventuras, parece que uno de los puntos importantes de la historia es dejar clara la importancia de la colaboración en lugar del enfrentamiento. Jingfang parece construir en la novela un mundo dispuesto a ser reutilizado, algo que se deduce también del ritmo con una primera parte más tranquila y arquitectónica frente a una segunda más llena de acción en la que la novela crece para aprovechar todo su potencial. Es ahí donde conocemos mejor a los personajes y cuando la novela mira realmente al frente avanzando tras haber perdido esa necesidad de dar información para situar al lector tanto como para prepararlo para luego avanzar.

     De un tiempo a esta parte los libros ambientados en China o Japón están siendo traducidos y son evidentemente más leídos, desconozco si se pusieron de moda y empezaron a llegar o que su llegada provocara que se pusieran de moda, pero es interesante el uso que hace de la tradición china la novela de sci-fi logrando en este caso una mezcla entre pasado y futuro que funciona y que representa en cierto modo que las mezclas pueden sobrevivir unidas, otra base de las ideas de la historia. Y es que para el mundo que la autora nos presenta, los alienígenas son hostiles, aunque no todos piensen eso. De hecho tal vez han estado en contacto con nosotros tanto tiempo como para que tengamos costumbres firmemente arraigadas en puntos de partida que ni siquiera sospechamos.

     Sé que apenas he hablado de la parte más llamativa para algunos, los alienígenas. Pero es que entrar en ello directamente sería quedarme con lo clásico que todos esperamos de un título como este. Solo diré que hay alienígenas, que se entra en el concepto clásico de alienígenas antiguos y que, por supuesto, se realizan viajes espaciales, solo que esta parte la dejo para que la descubráis añadiendo que, si bien quedan hilos abiertos que se cerrarán más adelante, la novela se puede leer de forma autoconclusiva perfectamente. 

     Saltonautas es una novela que va claramente de menos a más que aporta una visión mucho más compleja que la de un simple contacto con una especie alienígena.

     Y vosotros, ¿sois lectores de sci-fi?

     Gracias.

     PD. Soy una superficial, me encanta la cubierta.

lunes, 25 de marzo de 2024

El estrecho sendero entre deseos. Patrick Rothfuss



     "Bast casi había conseguido salir por la puerta trasera de la posada Roca de Guía. 
      Estrictamente hablando, lo había conseguido: ambos pies habían traspasado el umbral y a la puerta solo le faltaba una rendija para cerrarse. 
      Entonces oyó la voz de su maestro y se quedó completamente quieto. Sabía que no había cometido ningún fallo. Conocía a la perfección hasta el más leve sonido que pudiese oírse en la posada. No se trataba de los sencillos trucos que cualquier chiquillo consideraría astutos: llevar los zapatos en la mano, dejar abiertas previamente las puertas que chirrían, amortiguar las pisadas caminando por la alfombra…"

     Como muchos conocí a Patrick Rothfuss por El nombre del viento, un libro magnífico que me ha hecho ir siguiendo la pista al autor publicación tras publicación. Por eso, hoy traigo a mi estantería virtual, El estrecho sendero entre deseos.

     Conocemos a Bast, esto irá ya en función de si somos o no lectores habituales del autor en cuyo caso ya le conocíamos, al que seguimos en su día por la ciudad de Neware.

     Sacar un libro de Rothfuss es arriesgarse a que aparezcan un montón de lectores criticando que no haya finalizado su Crónica del asesino de reyes, comenzada en 2007 y sin fecha del último. A ellos les diría que el mismo autor avisa en este libro que Bast es un viejo conocido e incluso añade que este título es una ampliación de un relato que quizás ya hayan leído. Rothfuss no engaña, va de frente. Entonces, si ya conocemos el relato, ¿por qué leer el libro? Esta también es fácil: pues porque Rothfuss consigue una narración dinámica y francamente divertida en la que conozcas o no previamente su obra, no tardas en verte sumergido en la historia visualizando cada una de las calles e incluso las caras de, por ejemplo, los niños. Prueba de ello es el propio Neware, un lugar sin importancia en el que las personas y el día a día son francamente normales. Esto hace que las supuestas misiones del protagonista sean objetivamente banales pero se sientan como algo vital y divertido con el que pasar un buen rato gracias a una prosa que se adapta tanto a su personaje principal como para tener una parte casi lírica que se funde con la forma en que Bast se expresa. Este punto tiene además una doble función que separará a quienes ya conocían a Bast de aquellos que no, de tal modo que unos leerán con una ceja en alto distintas situaciones mientras que a otros el autor ha decidido dejarles intacto el camino hacia el descubrimiento. Los primeros notarán las nada sutiles diferencias entre Bast y el resto mientras siguen alimentando teorías, los segundos comenzarán a teorizar apenas una mínima parte de lo que podrían haber hecho. Por eso sirve como puerta de entrada a la obra del autor. 

     Es además imposible hablar de esta novela sin referirse a la preciosa edición que se ha publicado por parte de Plaza & Janés, elevando el libro a objeto preciado, una forma más de darnos un motivo para leerlo. Y es que puede uno estar molesto por la espera, pero nadie puede negar que su pluma merece la pena y que uno se sigue sintiendo tentado a recomendar toda su obra aunque sepa que también recomienda la espera, y que no lo hace por fastidiar a otros lectores, no. A Rothfuss se le recomienda porque es un verdadero placer leerlo y porque sus personajes, cuando toman protagonismos, se convierten en algo único a los que, sin apenas esforzarnos, somos capaces de escuchar.

     He disfrutado mucho leyendo El estrecho sendero entre deseos. 

     Y vosotros, ¿con qué libro comenzáis la semana?

     Gracias.

lunes, 31 de julio de 2023

Los misterios de la taberna Kamogawa. Hisashi Kashiwai

 


     "El viento frío hacía volar la hojarasca y Hideji Kuboyama se levantó instintivamente el cuello del abrigo. El templo Higashi Hongan-ji, uno de los símbolos de Kioto, se erguía a su espalda. 

      «El famoso viento Hiei-oroshi», pensó frunciendo el ceño mientras esperaba a que el semáforo se pusiera en verde".

     Los libros orientales están de moda. Ya sea la autoría, la ambientación, el caso es que es una moda que lleva varios años sobre las mesas de las librerías. Y así, por una moda, es como me regalaron el libro que hoy traigo a mi estantería virtual. Se trata de Los misterios de la taberna Kamogawa.

     Conocemos a Komogawa y a su padre Nagare. Ambos tienen una taberna escondida que siempre tiene clientela y es que, más allá de servir comida, su labor es la de detectives gastronómicos. Con los datos que los clientes les pueden dar, investigan hasta dar con el plato adecuado que perdieron en la memoria pero cuyo sabor anhelan.

     Estamos ante una novela corta y de corte amable protagonizada por una joven y su padre, ex detective clásico, en la que el principal aliciente es la originalidad, la musicalidad y la ambientación marcada por recuerdos, imágenes y sabores. No vamos a encontrar hechos delictivos, no es un cozy crime en el que una muerte nos asombra a la mesa de la taberna, no. Sin historias pequeñas que no buscan sorprender al lector pero si envolverlo de un halo casi mágico para proporcionar un ambiente confortable que deje un buen sabor de boca.

     Cada capítulo es un caso, una excusa para adentrarnos en la relación padre e hija, en la vida del cliente y buscar su recuerdo mientras la receta de "la eterna magdalena de Proust" se busca y recrea. Y por qué digo eterna, pues porque es la dinámica de la narración que se repite a lo largo de la novela pero que no llega a aburrir gracias a una extensión medida que consta de las páginas justas como para conservar las sensaciones positivas sin que se vean empañadas por la desidia de la repetición, puesto que con algo menos de 200 páginas puede dar clientes diferentes sin caer tampoco en excentricidades.

     No diré que Los misterios de la taberna Kamogawa sea un novelón, pero sí que es un libro de agradable lectura y poso. Una opción ligera para el verano que deja una buena sensación en el cuerpo.

     Y vosotros, ¿con qué libro comenzáis la semana?

     Gracias.

miércoles, 10 de mayo de 2023

La malnacida. Beatrice Salvioni


      "Es difícil quitarse de encima el cuerpo de un muerto. 
      Lo descubrí a los doce años, con la nariz y la boca ensangrentadas y las bragas enredadas en un tobillo. 
      Los guijarros del margen del Lambro se me clavaban en la nuca y en el trasero desnudo, duros como uñas, la espalda hundida en el barro. El cuerpo de él, anguloso y todavía caliente, me pesaba. Tenía los ojos brillantes y vacíos, la barbilla manchada de saliva blanca y la boca abierta, que despedía mal olor. Antes de desplomarse me había mirado, con la cara contraída por el miedo, una mano metida en los calzoncillos y las pupilas dilatadas y negras que parecían disolverse hasta derramarse sobre sus mejillas".

     A veces es la cubierta la que me llama. Luego descubro que es una primera novela y que ha sido publicada en distintos países a la vez y eso hace que me llame la atención aún más. Hoy traigo a mi estantería virtual, La malnacida.

     Conocemos a Francesca, una chica de una familia bien situada que vive en el valle del Po. En su pueblo hay otra niña de su misma edad que va desaliñada, sucia e incluso descalza. Francesca la mira desde lejos soñando con ser su amiga. Sabe que a esa otra niña le dicen la Malnacida, pero eso no interfiere en su sueño. Y entonces sucede, porque aunque más tarde ambas se vean obligadas a esconder un cuerpo, en realidad todo comenzó robando cerezas, así es como conoce a Magdalena. Hay cosas que suceden sin más, supongo: como la guerra de Abisinia.

     Estas dos niñas, apenas adolescentes, no son las únicas protagonistas. Están también Matteo y Federico, por ejemplo. Y es que la Malnacida es bruja o imán dependiendo siempre de los ojos que la miran que, en el caso del lector, van a ser los de Francesca y por lo tanto está condenado previamente a caer rendido a los pies de esta chica. Por supuesto estamos ante una de esas llamadas novelas de crecimiento y la autora ha sabido plasmar perfectamente esa edad tan complicada que tienen las niñas. Veréis que cambio entre niñas, chicas y jóvenes y es porque se percibe ese punto de incertidumbre en el crecimiento casi como si fuera propio, algo realmente complicado cuando se trata de dar voz a personajes tan jóvenes. La autora desarrolla una historia en la que hay puntos que pudieran ser relevantes pero pasan sin hacer demasiado ruido, como es la situación económica de Francesca, cuya familia tiene una situación económica que depende directamente de un pequeño lío de faldas enfocado desde el lado menos habitual en estos casos; y es que lo que realmente le interesa es la improbable pero sólida relación entre las dos jóvenes. Otras en cambio, como la situación de la familia de la Malnacida, se convierten en el eje del que saca fuerzas Magdalena que, en un lugar tan pequeño como Monza (quiero ir), han afilado lenguas y dedos acusadores. Y si la Malnacida saca fuerzas de su propia historia, Francesca lo hace de ella y el lector de ambas mientras las ve encaminarse un tanto avergonzadas a los cambios que se producen al entrar en la vida adulta. Una vida marcada por la época que les ha tocado vivir, Italia 1936, con el fascismo delante con todo lo que ello implica.

     La malnacida es una novela sobre una amistad que nace en contra de las reglas sociales y que se torna férrea. La historia del crecimiento en un entorno en el que el miedo y la represión están presentes. Una novela de abusos, supersticiones y coraje para seguir adelante tanto como para alzar la voz ante las injusticias. Me ha gustado. Repetiré con la autora.

     Y a vosotros, ¿os importa la edad de los protagonistas?

     Gracias.

     PD: Diréis que os he hablado poco, nada, del muerto. El de las primeras líneas, el de la primera página. Esto no es una novela negra, no hay que captar al lector para que quiera saber quién es el criminal, de hecho con apenas un puñado de líneas ya sabéis seguramente lo que ha sucedido. Aún así, hay que descubrirlo: lo importante es el camino.

lunes, 8 de mayo de 2023

Lucía. Bernard Minier



     "Trueno. 
      Tormenta. 
      Aparcó al pie de la colina. Bajó del coche. Fuera llovía a mares, como si un técnico de efectos especiales le estuviera echando cubos de agua en la cabeza. Sin subirse la capucha se dirigió hacia las luces azules que atravesaban la cortina de lluvia. Varios Toyota RAV4 de la Policía Nacional habían irrumpido en la escena con sus sirenas ululantes. Con las prisas no había cogido paraguas ni impermeable, y en los pocos segundos que tardó en llegar hasta ellos se quedó totalmente calada. El agua se le escurría por el cuello y le chorreaba por el chaleco táctico negro con las siglas UCO"

     Me regalaron este libro el fin de semana y me apetecía, tras un parón largo, volver a leer al autor. Por eso hoy traigo a mi estantería virtual Lucía.

     Conocemos a Lucía Guerrero, una guardia civil que encuentra a su compañero crucificado en una suerte de calvario, lo que la llevará a buscar a su asesino en una persecución cada vez más complicada. Estamos en Salamanca y allí un grupo de estudiantes junto al profesor Salomón han desarrollado un software que relaciona crímenes sin resolver y que ahora encontrará una concordancia con el asesinato del compañero de Lucía. Juntos colaborarán en su resolución.

     Llegué a esta novela buscando una lectura entretenida que me hiciera pasar un buen rato y me encontré con una representación teatralizada de una novela negra en la que me costó bastante entrar debido, entre otras cosas, a los nombres de los personajes. No me queda claro si es una suerte de gracia poner nombres sonoros y relacionados con la literatura pero llega un momento en el que este tipo de cosas me estorban ya que alejan el texto bastante de la realidad. Esta teatralidad se extiende a la primera víctima, a la segunda mirando a cámara al pintoresco grupo de amigos e incluso al final de la novela. Estos hechos han provocado una barrera durante mi lectura y es que no podía evitar pensar que había cosas metidas casi a la fuerza para que el lector se sintiera entretenido. Es cierto que la parte del software me pareció que podía ser interesante y la relación con crímenes ya ocurridos y separados en el tiempo, pero una novela necesita más que una idea interesante para funcionar y, de algún modo, la forma en que relaciona a los estudiantes entre ellos hizo que incluso esa parte perdiera el interés paulatinamente ya que me recordaba a esas películas en las que sabes qué es lo que tienen que hacer los estudiantes para poner su vida en peligro (me habéis entendido, creo).

      Tengo que decir que el primer capítulo es muy llamativo y bastante visual, algo que se mantiene durante la lectura y que, posiblemente, mi problema con el libro haya sido que no conecté con él desde el comienzo debido a que me costaba demasiado creerme lo que me estaban planteando, lo que significa que, como siempre digo, las lecturas son personales y que si llega ahora un lector que comienza este libro con buen pie, es más que seguro que se entretendrá y cumplirá perfectamente la función para la que ha sido concebido. Un libro que me ha dado además la sensación que puede tratarse del comienzo de una serie protagonizada por la protagonista, por lo que creo que Lucía ha podido llegar para quedarse.

     Lucía ha sido para mi una lectura fallida pero eso no significa que otros la disfrutéis y aportéis una visión diferente. A veces un libro no nos pilla en el momento adecuado, y tampoco pasa más.

     Y vosotros, ¿con qué libro comenzáis la semana?

     Gracias.

lunes, 11 de julio de 2022

Utopía Avenue. David Mitchell

 


     "Dean pasa a toda prisa por delante del Phoenix Theatre, esquiva a un ciego con gafas de sol, toma Charing Cross Road para adelantar a una mujer que avanza despacito con su cochecito de bebé, salta por encima de un charco sucísimo y vira bruscamente por la calle Denmark, donde resbala sobre una placa de hielo negro. Los pies le salen volando. Permanece suspendido en el aire un momento lo bastante largo para ver cómo la alcantarilla y el cielo intercambian sus sitios y pensar: «Mierda, esto me va a doler», antes de que la acera se le estampe contra las costillas, la rótula y el tobillo. «Duele la hostia». Nadie se detiene para ayudarlo. «Puto Londres». Un patilludo con bombín y pinta de trabajar en la bolsa sonríe con suficiencia al ver la desgracia del patán melenudo y pasa de largo. Dean se pone de pie con dificultad, haciendo caso omiso de las punzadas de dolor y rezando para no tener nada roto. El señor Craxi no paga los días de enfermedad. Por lo menos le funcionan las muñecas y las manos. «El dinero»".

     No tengo muy claro en qué momento descubrí a David Mitchell ni cuándo empecé a leer sistemáticamente toda su obra, pero así ha sido. Y es por eso que hoy traigo a mi estantería virtual, Utopía Avenue.

     En la nueva novela de Mitchell asistimos a la creación, auge y caída de una banda de rock a lo largo de los años sesenta. Un cuarteto británico que se une para tocar y descubre tanto una banda como a sí mismos.

     Como resumen la verdad es que es muy literal y se queda bastante corto, evidentemente. La novela se divide en tres partes que llevan el título y la estética de tres álbumes de época y las pistas están escritas utilizando la perspectiva de los distintos miembros de la banda (y alguna persona más). De este modo conocemos a Moss u bajista adicto al sexo que es a la vez un superviviente a su propio crecimiento; Jasper, el supuestamente privilegiado cuyos problemas psicológicos están a punto de ser nominados como Asperger; Griff el batería de clase obrera y Elf, la chica, insatisfecha. Todos diferentes, cada uno de un ambiente, cada uno de una música y con una voz propia y a la vez un coro con el que Mitchell lleva a cabo sus ya conocidos juegos entre historias que, para alegría de unos y decepción de otros, en esta ocasión relaja un poco tras sus últimas e intrincadas novelas. La historia en sí no es novedosa, mil veces hemos oído de quienes empiezan tocando en un bar de mala muerte y acaban llenando salas de conciertos y estadios, y lo adereza con la ración justa de melodrama que pasa por los demonios personales de los componentes, accidentes, pérdidas y, por supuesto, la dósis adecuada de sexo y drogas. Incluso está el típico momento en el que la inspiración es una suerte de catársis para quien la sufre. Como os digo, mucho cliché habitual.
     A lo largo de este camino Mitchell irá proporcionando cameos a prácticamente cualquiera que se lo pida, o esa es la sensación que yo tuve al leer la novela: que todo el mundo quería pasar por allí aunque fuera de forma esporádica o sin motivo aparente. Y entonces el lector se pregunta qué está haciendo exactamente Mitchell en esta novela y, más importante, qué pinta el lector en todo esto. Porque si algo tenemos claro los lectores de Mitchell es que somos importantes. Incluso dentro de sus historias los lectores pueden ser vitales ya que leen lo que será el siguiente capítulo, por ejemplo. 
En esta ocasión Mitchell lleva al lector por una novela que parece ir en retroceso de interés. Al menos hasta que encajamos la pieza y vemos que Jasper es familiar de otro personaje. En ese momento todas las referencias a su obra anterior encajan (si las hemos leído) o no y tampoco importa demasiado. El haber leído su obra solo supone esa suerte de música de fondo de las películas que avisa de que se aproxima un momento importante pero que, si no la oyes, no hace que ese momento deje de existir (por si acaso fijaros en películas, locutores y apellidos. Como pista). Como decía, llegamos al final y estamos seguros de que los demonios leídos van a tomar protagonismo, nos lleva hablando de ellos tiempo, sabemos lo que hacen y nos va a decir lo que son. Y ese es, sin duda, el momento álgido de la novela. Aunque para los lectores de Mitchell no sea original lo están esperando igual que todo el mundo espera la "coletilla" de un personaje famoso en una obra.

     Utopía Avenue es una novela bien construida que tiene tintes sobrenaturales y es llevada con éxito hasta sus últimas páginas. Solo tiene un gran pecado: la sensación de estar ante algo poco original. Y es que la originalidad repetida a veces tiene esas cosas. Se desgasta.

     Y vosotros, ¿con qué novela comenzáis la semana?

     Gracias.

miércoles, 11 de mayo de 2022

La conjura contra América. Philip Roth

 


     "El temor gobierna estas memorias, un temor perpetuo. Por supuesto, no hay infancia sin terrores, pero me pregunto si no habría sido yo un niño menos asustado de no haber tenido a Lindbergh por presidente o de no haber sido vástago de judíos".

     Philip Roth es uno de mis escritores contemporáneos favoritos. De hecho pienso como él cuando dijo que no necesitaba que le dieran un Nobel cuando se lo estaban dando a peores escritores. Hoy traigo a mi estantería personal, La conjura contra América.

     En una versión paralela de la historia que vivimos, en Estados Unidos Lindbergh ha ganado las elecciones aplastando a Roosevelt. Lindbergh ya había realizado declaraciones en contra de la población judía acusándoles de ser los culpables de obligar al país a entrar en una guerra. Pero ahora ha firmado un acuerdo con Hitler y rápidamente adopta sus políticas antisemitas. Este libro trata de lo que allí sucedió.

     Philip Roth ha escrito una novela terrorífica en la que las calles de Estados Unidos están tomadas por antisemitas mientras los judíos de clase media se esconden en sus apartamentos mirando con miedo hacia la una Casa Blanca habitada por amigos de Hitler. Roth cuenta una historia en la que el antisemitismo de los años 40 no se queda en Europa, si no que avanza hasta Estados Unidos y lo hace utilizando una de las mayores armas que tiene ese país: el patriotismo. ¿Qué pasa cuando un condecorado héroe de guerra se presenta a unas elecciones en un país con el sentimiento patriótico de Estados Unidos en muchos de sus estados? pregunta Roth. ¿Realmente es tan descabellado que salga? Y aquí usa la fuerza de su narrador que recuerda los tiempos en que Lindbergh era admirado como un héroe, recuerda que aceptó una medalla de Hitler y también que sustituyó al que iba a ser el postulante contra Roosevelt arropado por la admiración de muchos norteamericanos. Incluso el narrador nos lo describe desde la admiración logrando seducir al lector al hablar de una intervención sorpresa, escuchamos al público gritar su nombre emocionado. La gente, recordamos, necesita héroes.
     La novela avanza y el lector se enfada tanto como el propio narrador. Roth nos habla de una situación inconcebible en la que América lucha con Canadá y nos somete a la misma incredulidad que domina a Alvin quien no duda en unirse a la lucha contra un país, el suyo, que ha puesto a su familia en un punto de mira. Y es en ese momento en el que la tristeza aparece también en su voz. El niño Alvin ha crecido y el país se desmorona desde sus cimientos: su propia familia. Las ilusiones que su padre intentaba que mantuviera ahora ya no sirven de nada porque no se las cree. Ahora las cosas han cambiado, en realidad no hace falta tanto para que las cosas cambien, estamos hartos de verlo en nuestra propia sociedad (si es que miramos). Venga, dice Roth, esta vez no vamos a recluir al pueblo judío, vamos a separarlos, es lo que se hace en la sociedad contemporánea, evitar las uniones que dan  una opinión fuerte y una voz clara. Y Roth, porque ese es el apellido de la familia protagonista con un Philip incluido, no puede evitar un toque de positivismo que me hizo sonreír mientras asistía al campo de batalla político y a la nueva vuelta de tuerca de la sociedad basada en el mismo sentimiento, las mismas creencias, la misma falta de criter... bueno, eso será mejor que lo decidáis vosotros.

     La conjura contra América es un libro magnífico. Y tras esta afirmación poco más puede añadirse.

     Y vosotros, ¿sois lectores de distopías, ucronías o similar?

     Gracias.

lunes, 4 de abril de 2022

Al paraíso. Hanya Yanagihara

 


     "Debería haber ido más deprisa que si fuera el dueño de su tiempo, pero se descubrió haciendo adrede todo lo contrario: caminando con paso tranquilo, reparando en cómo resonaba en el aire frío el decidido repiqueteo de los tacones de sus botas sobre los adoquines".

     Tras leer "Tan poca vida" estaba claro que repetiría con la autora. Lo que no esperaba es el volumen literal que iba a repetir. Hoy traigo a mi estantería virtual, Al paraíso.

     En el paraíso de Yanagihara asistimos a una historia que sucede en Estados Unidos, solo que no es exactamente el que conocemos. Allí un hombre se rebela contra un matrimonio concertado y elige el amor. También es una historia en la que se cuenta una leyenda sobre un hombre que se comió la luna. En el futuro del paraíso de Yanagihara suceden cosas terribles, pandemias que cambian la sociedad.

     Esto significa que la novela está dividida en tres partes diferenciadas, cada una con su historia y su tiempo y con una extensión que da a la última el mayor protagonismo. En Washington Square David Bingham vive en 1890 junto a su abuelo. Enamorado de Edward, tiene como pretendiente formal a Charles Griffiths y tendrá, por supuesto que elegir. La homosexualidad y la pérdida de la estigmatización sexual son temas vitales. Pero más aún es que os hayáis quedado con los nombres. Y digo esto porque llegamos a 1980 en la segunda parte y en Hawái habita David Bingham, cuyo jefe es Charles Griffits y la sospecha de que conocemos la enfermedad a la que se refiere por experiencia propia de nuestra sociedad en la misma época, planea permanentemente. Este David es protagonista ya que gracias a su existencia se desglosa la de Hawái de forma política, algo que no pienso avanzaros. 

     Bien, ya conocemos los nombres y a estas alturas ya tenemos claro que nos los vamos a encontrar, y si no lo teníamos, la historia de Hawái nos ha dado una intrapista. Charlie está ahora en 2090 y es un superviviente en un momento de pandemias. Este Charlie enfermó siendo niño pero lo curaron y... bueno, tampoco quiero avanzar más. Solo decir que vive en el mismo lugar que nuestro primer Charlie. Sin embargo la verdadera potencia de esta parte se desarrolla un tanto antes mediante el uso de la distopía. La autora trata de forma impecable los cambios a los que se somete el mundo cuando se ve arrasado por pandemias. Y lo convierte en un futuro aterrador.

     Yanagihara nos ofrece una novela de nombres repetidos quizás respondiendo a la hipótesis de "si volviera a nacer volvería a buscarte" de las historias románticas o tal vez dando al concepto de saga familiar una vuelta de tuerca, pero el caso es que el lector logra integrar las identidades con una pasmosa facilidad que provoca que la extrañeza inicial no empañe la narración. En todo caso parece como si estos nombres fueran destinados a enfrentarse a cuestiones vitales, ha tratar con ambición, raza, amor y sexualidad o enfermedad por el simple hecho de existir. Cuestiones vitales y comunes a las que se enfrentan mostrando al lector en muchas ocasiones, y esta es la verdadera genialidad de la novela, un perfil diferente de los motivos que subyacen a las decisiones que se toman y que nos afectan. Sería fácil hablar del coronavirus y buscar relaciones o establecer un perfil "del miedo" a lo vivido y los motivos que la autora representa , pero ese trabajo es íntimo de cada uno y, si uno está feliz enfrentándose a mil páginas, deja claro que no le gustan los atajos. Precisamente por eso uno no se queda en los nombres y busca guiños de parte a parte, ecos de un recuerdo que nadie nos ha prometido que vaya a existir pero que no somos capaces de no buscar. Porque la novela atrapa y exige, pide entrega y tiempo y promete y cumple un entretenimiento que, si bien no es tan visceral como "Tan poca vida" es al menos igual de satisfactorio.

     Al paraíso es una novela de historias alternativas que empujan al lector a cuestionarse los motivos de la sociedad en la que vivimos. El conjunto funciona y las partes por separado también.

     Y vosotros, ¿con qué libro comenzáis la semana?

     Gracias.

miércoles, 30 de marzo de 2022

Los años extraordinarios. Rodrigo Cortés

 


     “Nací en Salamanca recién estrenado el reinado de Carlos VII, en el periodo de transición consensuada entre la IV y la V República”.

     Estuve posando y cogiendo esta novela, o cogiendo y posando en realidad, durante varios meses hasta que me decidí finalmente. Hoy traigo a mi estantería virtual, Los años extraordinarios.

     Conocemos a Jaime Fanjul, salmantino hijo de los dueños de una mercería. Y lo seguimos a lo largo de su vida, que es de lo que realmente trata este libro. Pero la gran sinopsis es: conocemos a Jaime Fanjul, salmantino de una Salamanca que no es la que nosotros conocemos, porque la Salamanca inventada de Cortés, llega a tener playa (aunque no cuando nace nuestro protagonista).

     Es fácil hablar de esta novela y quedarse en la superficie, en la llegada del mar a Salamanca, en la política que representa para España el autor, en los coches que utilizan pensamientos para moverse... explicar que habla de mentideros, que ambienta la novela a principios del siglo pasado cuando su personaje nace y que, pese a que es una gran ficción, la ambientación es magnífica. Esa parte es fácil, es lo primero que percibimos, lo que sobresale. Un poco como decir que La Torre de Pisa, está inclinada. Para esta lectora en cambio, uno de los puntos más importantes de la novela, es el tono utilizado por Cortés en boca del narrador. Un humor desbordante basado en una cierta imperturbabilidad, en la curiosidad que se muestra como obvia, en, por ejemplo, ese niño que recibe un bofetón histórico y levanta la mano para que su padre no haga ruido y así poder escuchar y experimentar con el pitido que oye (y esto es lo que le parece a él extraordinario) dentro de su cabeza. Ese momento que se cita apenas uno comienza la novela, es significativo para saber ante qué tipo de narrador estamos. Y es ese carácter aparentemente imperturbable que cuenta todo de forma socarrona, el que choca de forma brutal con lo absurdo de sus propias palabras. Con el mundo representado, empañado el autor en que lo conozcamos perfectamente para luego deformarlo y provocar la risa. Nos cuenta el narrador que él será la cuarta generación de regentes de una tienda de lencería, pero que no lo será porque la odia y su padre no lo entiende. Nos habla de la muerte de su madre y de su espíritu, solo que nos habla de él mientras estaba viva y salía de su cierto. También de su hermano y hermanas, una de las cuales es la sustituta de otra que falleció hasta el punto de llevar el mismo nombre. Como decía, un caso. Y, como corresponde a la época, el protagonista aprueba la reválida y se traslada a Madrid que no a Espuria, comienza su vida laboral, se enamora, viaja... pero todo a la manera de Cortés. Una manera ingeniosa, criticona y audaz en muchos momentos pero que funciona perfectamente tanto para llamar la atención del lector, que no termina de acostumbrarse a sus prodigios, como para captar toda su atención sobre Jaime.

     Comentaré que en esta ocasión además de leer la novela he escuchado el audiolibro leído por el propio autor y, si la novela es divertida durante la lectura, tengo que reconocer que al escucharla se me han escapado más de una carcajada. Posiblemente será cosa mía, pero el tono que le imprime a la historia es pícaro, exagerado hasta el punto de parecer una radionovela y muy muy adictivo. 

     Sostener una novela como Los años extraordinarios es difícil, y Cortés lo logra sobradamente, quizás porque lejos de caer en el absurdo, lo utiliza para dar un par de sopapos a la realidad en la que nos movemos, dejando caer clichés aprendidos, socializaciones impuestas y demás perlas así, a modo de descuido entre broma y flema.

     La novela me ha parecido fresca y, sobre todo, divertida. Dos méritos tan importantes como escasos en la novela actual y, puesto que parece que uno no puede dejar una opinión sin citar a tres o cuatro escritores y creo que yo no lo hice con ninguno, diré que no me reía tanto con un libro desde que leí El lamento de Portnoy (otro monólogo esta vez de un judío, pero esa es otra historia que ya os conté u os contaré). 
     Lean o, en su defecto, escuchen Los años extraordinarios.

     Y vosotros, ¿consumís audiolibros?

     Gracias.

lunes, 14 de marzo de 2022

Qué fue de los Mulvaney. Joyce Carol Oates

 


     Encontrar que aún te queda un título por leer de un autor que te gusta, siempre es una pequeña alegría, un triunfo sobre la inevitabilidad de la vida. Por eso hoy traigo a mi estantería virtual, Qué fue de los Mulvaney.

     Los Mulvaney son una familia que vive en un entorno rural. Así conocemos a Micael y a Carolinne, a su prole y cómo se reparten y también qué fue aquello que sucedió para marcarlos. Conocemos también a Marianne y a Patrick, al otro Michael... los conocemos a todos con sus virtudes y defectos y vemos como hay cobardes y valientes que no son lo que pensamos y también que no siempre se puede estar a la altura de las circunstancias. Conocemos, por lo tanto, a los Mulvaney.

     Ya en las primeras páginas nos dice Explorador, el pequeño de la familia, que nos va a contar sobre todos ellos. Y así nos embarcamos en un viaje, casi literalmente, en el que la autora los va desglosando mientras sucede algo tan común como que se desmiguen con el tiempo mientras siembra la duda sobre algo que sucedió. Oates se mueve con soltura por la línea temporal que irá definiendo a cada miembro de la familia y no se olvida de reflejar en la obra su carácter, la naturaleza y también, como tema recurrente, el puritanismo y la visión de un sexo avergonzado por el hecho de existir que tiende a culpabilizarse de su propia naturaleza, no digamos ya de lo que pueda sucederles por su condición femenina.

     Oates abraza el dramón casi folletinesco mientras lentamente va dando pinceladas a sus personajes que poco a poco cobran vida sobrecogiendo a un lector que no tiene claro del todo por qué las campanas tocan a drama apenas ha comenzado la lectura cuando aún no ha pasado nada. Y es que la atmósfera está tan bien conseguida que uno se mete en la lectura sabiendo que cada pequeño gesto, cada recuerdo y cada mirada, implican una esquina del alma que nos queda descubierta y otra que nos resta por descubrir. No es, desde luego, un libro para prisas. Las descripciones abundan en este entorno rural con familia que la autora ha elegido para mostrar costumbres y usos tanto personales como sociales que se acaban convirtiendo en la seña identificativa de cada miembro; y el lector, una vez más, queda a merced de una prosa envolvente que, si bien no sobresale, da muestra del buen hacer al que Oates nos tiene acostumbrados. De todos los miembros de los Mulvaney, me quedo con Marianne, ese personaje femenino que la autora nos regala y sabemos tan inolvidable como destinado a la tragedia, a la lucha... y no decepciona, todo está ahí. Y es que, si algo decepciona de la novela, es la propensión del lector a pensar que está ante una obra maestra ya que, en este caso al menos, no se ve cumplida. Como lectores percibimos los elementos, todos están ahí: el entorno, la prosa, las descripciones, los personajes que entre recuerdos del pasado se van descubriendo para nosotros, la tragedia, la joven virginal que acaba sufriendo, el final... Pero algo no termina de encajar para que todo sea perfecto y, al menos esta que escribe, termina la novela dejándonos con la sensación de haber leído un buen libro pero también con la de no haber llegado a cumplir lo que se esperaba de ella. Como digo el libro es bueno, pero la lectura se ve empañada por las expectativas que la propia Oates nos había creado.

     Qué fue de los Mulvaney es una buena novela para iniciados y no iniciados en las letras de Oates. Sosegada, de regusto triste y ejecución impecable pero que no termina de llegar al corazón del lector.

     Y vosotros, ¿con qué libro comenzáis la semana?

     Gracias.

lunes, 14 de febrero de 2022

Ay, William. Elizabeth Strout

 


     "Me gustaría decir unas cuantas cosas sobre mi primer marido, William.

     William ha vivido últimamente experiencias muy tristes -como muchos de nosotros-, y me gustaría contarlas; es casi una obsesión. William tiene setenta y un años".

     Strout es una de esas escritoras que descubrí no hace demasiado tiempo y cuyo tono y maneras cercanas me resultan agradables, empujándome a regresar a sus letras. Hoy traigo a mi estantería virtual, Ay, William.

     La nueva novela de Strout trata, como no podía ser de otro modo, de la vida de Lucy Barton. Esa mujer a la que ya conocemos, cuyo entorno nos resulta más que familiar, y que se convirtió hace ya años en escritora pero sigue sintiéndose invisible y relatando su vida una y otra vez.

     En esta ocasión Lucy siente la necesidad de hablar de su primer marido, William, que ha sido abandonado por su tercera esposa de una forma muy similar a como ella lo hizo en su día. La cosa es que William es abandonado a la vez casi que descubre que puede tener una hermanastra. Y le pide a Lucy que lo acompañe por un periplo rural que le sirve a la protagonista para recordar los orígenes de su primer marido tanto como los suyos propios. Nada nuevo en realidad. Esta novela, como las narradas por Lucy, tiene un estilo ingenuo en el que la autor aparece escribir una suerte de diario sin fecha de forma desordenada. Un poco como lo que pediría un psicólogo o lo que haría alguien con problemas de memoria. Su tono cercano pide que el lector se involucre, que preste a tención a los detalles de las pequeñas acotaciones en las que dice que no está preparada o que no quiere hablar de algo directamente. Porque es en esos detalles donde se esconde el verdadero núcleo de la novela, la relación entre dos adultos que no ha desaparecido pese a su matrimonio fracasado y la soledad que se va instalando en sus vidas cada vez más longevas. La autora desviste de adornos su prosa para dar una imagen más nítida de los personajes, dejando un claro retrato emocional de cada momento para que Lucy termine de configurarse como una persona insegura que duda de todo y que se ve sorprendida cuando recurren a ella para buscar una solución.

     El resultado es un ambiente de intimidad entre Lucy y el lector, siendo este punto la parte más importante de la novela. El lector es invitado a pensar sobre Lucy que es una ingenua y a rellenar los huecos de la historia en los que la protagonista parece no darse cuenta de lo que sucede realmente. Invita a que reflexionemos sobre las relaciones, los distintos tipos de fracaso, lo que permanece y también sobre las clases sociales. Este último tema lo enfoca desde un punto de vista interesante, va de la condescendencia del pudiente al temor a no encajar o, simplemente, no saber cómo actuar del recién llegado. Y es que, finalmente, llegamos a la conclusión de que la novela trata de la necesidad de reafirmarse, de saberse bien y ocupar el lugar que uno quiere con una cierta dósis de seguridad.  Porque, como explica el propio William, todo el mundo debe de tomar al menos una decisión en su vida. Aunque esa decisión sea dejarse llevar. Porque dejarse llevar también es una decisión.

     Ay, William es una novela entretenida con un personaje entrañable que tiene un poco de aquella rose de Las chicas de oro por muy escritora célebre que nos diga que es.

     Y vosotros, ¿con qué libro comenzáis la semana?

     Gracias.

lunes, 7 de febrero de 2022

Planeta. Susana Martín Gijón

 


     "En la quietud del campo, los sentidos se amplifican y todo se percibe con mayor nitidez. A su nariz llega el aroma a tierra mojada entremezclado con el perfume enmohecido de los hongos. La hojarasca crea un manto que va desde los anaranjados más brillantes hasta un ocre pardo, pasando por toda una gama de tonos herrumbrosos. El crepitar de las ramas con el viento, el sonido de un riachuelo cercano, el canto aflautado del mirlo común o el trino repetitivo de una alondra se funden en una música ancestral. La brisa fría azota su rostro y la incita a respirar profundo, tratando así de no perder la cordura".

     Si os soy sincera fue la cubierta lo que hizo que comprara este libro. Hoy traigo a mi estantería virtual, Planeta.

      En Planeta una mujer aparece asesinada, y sin pies, en un campo de golf. Poco después desaparece un joven de alta sociedad cuya familia está relacionada con dicho campo. Y hay un tanque de tiburones cuya alimentación hace gritar a unos niños.
El equipo de la inspectora Camino, en colaboración con la italiana Volpi, se encargarán de la investigación.

     Estamos ante la tercera novela de la saga de la Inspectora Camino. Como decía al empezar, me llaman la atención sus cubiertas, y ese es el motivo por el que me acerco a todos y también el que me ha enseñado que esta es una autora que mejora con cada novela. Aquí ha optado por darnos un mayor desarrollo de los personajes, pero voy a tratar la novela como si llegáramos a ella por primera vez.
Camino es una mujer brusca, por decirlo de alguna manera, que al final ha llegado a mantener una relación con Paco, pero a la que él ha llegado en unas condiciones físicas que no les ha permitido disfrutar como es debido de la relación. Esto se une a la decisión que toma Paco tras una rápida pero excelente exposición de lo que supone una convalecencia (o confinamiento) para alguien activo, y que provocarán una situación personal importante en la historia. Y no es solo Camino quien está en un momento complicado: su jefa descubre el diagnóstico definitivo de su malestar y uno de sus compañeros tiene que enfrentarse a la situación que se vive en el barrio que lo vio crecer tanto como al estado de su hermano, Y todo ello en una ciudad, Sevilla, que mira un cielo permanentemente encapotado con miedo a repetir esas inundaciones cuyas marcas aún se conservan en algunos de los monumentos emblemáticos de la ciudad. Y todo ellos también, sin hablar aún de la trama. Porque en esta ocasión, Martín Gijón pone su mirada en sus personajes.
     La trama está bien urdida aunque es cierto que hay un momento en el que nos abre tantos frentes que nos quedamos perplejos esperando a ver el resultado. Si en sus anteriores novelas la autora ponía mucho de denuncia social, en esta no iba a perder la costumbre, y el estado en el que estamos dejando el planeta en el que vivimos es uno de los temas que sobrevuelan toda la historia. Una historia que, si bien se entiende como una casi continuación de la segunda entrega, es cierto que no requiere la lectura de Especie para poder comprenderla. Por eso tengo que ser tan parca a la hora de desarrollar el argumento; entre que del final no se puede decir nada, y la relación con la anterior trama, poco deja la autora a contar a cualquier lector sobre su última novela. Decir que hay investigación, amor, enfermedad, desigualdades sociales, drogas, medio ambiente, desapariciones, muertes, cicatrices el pasado y mucha, mucha agua.

     Planeta es una novela que viene marcada por lo personal por lo que la autora recurre a la acción y los capítulos cortos buscando un equilibrio que no ralentice una trama cuyo interés aumenta a medida que vamos avanzando. Supongo que esta no será la última entrega o no hubiera tenido sentido introducirnos en las vidas de los personajes, y tengo que decir que sigo manteniendo la opinión que ya tenía: es una novela correcta, entretenida. Y quizás, en este caso, lo que más me ha llamado la atención han sido las lluvias.

     Y vosotros, ¿con qué libro comenzáis la semana?

     Gracias.

miércoles, 19 de enero de 2022

La señora March. Virginia Feito

 


     La superexposición que vivimos a que alguien nos grabe en tiktok diciendo a saber qué tontería, un amigo relate una anécdota nuestra o a cualquier otra cosa que atente contra nuestra intimidad, fue lo que me llevó a este libro. Hoy traigo a mi estantería virtual, La señora March.

     La Sra. March lleva una vida estupenda en el Upper East Side junto a su marido, un conocido novelista cuyo último libro se ha convertido en un fenómeno de ventas. Un día, la Sra. March entra en la pastelería que frecuenta y la dependienta la felicita ya que, según le dice, esta vez el éxito de George también es suyo. A fin de cuentas escribe sobre ella.

      Bien, ya lo dice la famosa frase: enamora a un escritor y te hará inmortal. El problema en este caso es que la supuesta Sra. March de la novela de George, Johanna, es un mal bicho, una mala puta. Y eso en los años 50 o 60 en un buen barrio de USA y con un grupo que se fija en las apariencias tanto como lo hace la Sra. March, es prácticamente una hecatombe. A partir de ese momento la Sra. March se agrieta, se fractura, y deja ver una pulsión debajo de su perfecta apariencia que hace que el lector se sienta atraído por una historia en la que empezamos a buscar a Johanna realmente dentro de la Sra. March, cuyo nombre permanece oculto como si la repetición de su cargo nos diera la pista de una revelación sobre lo poco que se la llega a conocer. El lector se ve arrastrado de forma imparable por la paranoia de esta mujer que se derrumba entre el miedo a ser y la ilusión de convertirse pero, sobre todo, es el juicio ajeno lo que parece aterrorizarla cuando es ella quien lo ha estado practicando. La Sra. March vive en un mundo controlado en el que todo es apariencia y todo se mide, no solo eso, si algo se le acerca, por ejemplo unos guantes que no son del color que ella hubiera elegido, rápidamente se ubica como un piropo sobre la seguridad en sí misma que tiene para usarlos. Y ese es el mundo que Feito dibuja con tiralíneas y en el que introduce una variación que hace que su protagonista cambie mientras lucha por su identidad: la Sra. March encuentra un recorte sobre una desaparición que teme esté vinculada a su esposo. Este es el segundo punto de ruptura que se convierte en un nuevo motor y a la vez en una ventana para que el lector observe como todo va cayendo mientras se dirige a un final que, sin ser particularmente sorprendente, sí que es impactante.

     Otro de los puntos fuertes de la historia es la forma en que la autora ha elegido contarla. Con un cierto tono pasado de moda, con un fino humor negro que recuerda a aquellas películas como Arsénico por compasión en las que la muerte o lo terrible parecían sacar una sonrisa y con una innegable influencia, gracias a esa ama de llaves que nosotros si que vemos reflejada en cualquier otra que sea siniestra, de Daphne Du Marie.

     Como iba diciendo, vivimos unos tiempos en los que la intimidad es un bien preciado, casi un tesoro. Y Virginia Feito lo sabe y juega con miedos presentes llevándolos a tiempos pretéritos para dejar una estupenda novela. La señora March es muy divertido. Y siniestro. Léanlo.

     Dicen que es más difícil reír que llorar con un libro, ¿qué opináis?

     Gracias.

miércoles, 10 de noviembre de 2021

Hildegarda. Anne Lise Marstrand-Jørgensen

 


     "Es una niña, pero es muy pequeña. Tiene los ojos cerrados. Está tan débil que parece que no respire. Dale la vuelta y un cachete en el trasero para que suelte el llanto; así".

     ¿Sabéis esa sensación cuando os hablan de alguien cuyos logros son innumerables pero no os sonaba el nombre de nada? Bien, pues por eso, hoy traigo a mi estantería virtual,. Hildegarda.

     Había visto el libro, claro. Realmente es muy difícil no verlo con esa cubierta tan peculiar y ese título, pero no me sonaba ni siquiera el nombre. Así que miré su sinopsis para encontrarme con que el libro novelaba la existencia de una mujer que fue nada menos que santa, escritora, naturalista, filósofa, compositora, científica, médica, profetisa y así durante una enorme lista en la que incluso se le atribuye ser artífice de la cerveza tal y como hoy en día se fabrica y consume (salvando la distancia). Y me dispuse a leer la vida de esta mujer.

     Hay que decir, antes de nada, que ya la propia autora advierte que hay muy pocos datos sobre Hildegarda con los que reconstruir su vida de forma fiable, así que, ante la ausencia de fuentes, ha ido cubriendo los huecos y generando en conjunto una novela más que una biografía. Se esfuerza además en intentar poner palabras a las sensaciones de la protagonista, describiendo o transformando lo indescriptible en letras hermanando así la necesidad de expresión de Hildegarda de su tumultuosa vida interior. Esta titánica tarea que la autora se autoimpone, unido a la forma en que se expresa, otorga un tono peculiar a la novela, casi poético o fabulado, como un intimismo que tiene más de representación teatral que de norma a la que se sujeta el texto. Se adentra de este modo en una ficción biográfica fragmentada en la que la forma en que se cuenta es casi tan importante como lo que se relata y todo ello queda envuelto en una suerte de misticismo que forma parte de la propia historia tanto como de su puesta en escena. En ella nos relata los primeros años de la vida de la protagonista, y he podido ver que hay una segunda parte, así que la seguimos desde su azaroso nacimiento en el que ya vaticinaron que no sobreviviría ni siquiera a la primera noche, hasta el momento en el que el Papa reconoce que sus visiones son obra de Dios, liberando así a la mujer de la sospecha de brujería que la había perseguido y permitiendo que compartiera sus revelaciones.

     Hildegarda se presenta como una figura fuerte y potente que obtuvo en su día una gran relevancia pero que no sirvió para que se rodeara de gente, ya que la sumió en una tremenda soledad. Anne Lise en su novela no solo refleja esto, su mérito, más allá de lo que el lector opine sobre la vida de esta mujer, es el escribir una obra de ficción que puebla de personajes reales difuminando la línea entre la novela y la biografía, pulverizándola, ya que en todo momento su libro se acoge a ambos términos. Como lectora tengo que decir que en algunos momentos olvidaba la ficción para sumergirme en la vida de la protagonista como si fuera todo real, para un instante después reírme de mi propia ingenuidad ante una frase imposible de verificar dada por ese narrador omnisciente que domina la novela. Es un libro en el que hay que dejar de lado las ideologías e incluso la época en la que vivimos, o no podremos evitar pensar que a esta mujer hoy en día la tratarían como a una enferma psiquiátrica e incluso nos preguntemos si no hubiera sido eso lo mejor. Solo así se puede disfrutar de una lectura que a mi personalmente no me ha convencido más allá del experimento que he comentado. Si excluyo el hecho formal de estar ante una suerte de producto literario híbrido y lo considero como lo que me lo han planteado, una novela, se queda corta, flojea y tardo mucho en sentir un interés verdadero por la protagonista. Solo el saber que había existido me empujaba a seguir leyendo muchas veces y eso, si hablamos de ficción, es trampa.

     Hildegarda es un interesante producto que se me ha quedado corto como novela de ficción. Es el hecho de su existencia lo que ha captado mi atención más allá de lo que se me estaba contando.

     Y vosotros, ¿sois lectores de biografías?

     Gracias.

viernes, 3 de septiembre de 2021

El gato que venía del cielo. Takashi Hiraide

 


     Cada vez hay más libros sobre gatos, o eso o yo me fijo más. Pero cuando pienso que es cosa mía recuerdo a un librero que conozco y que afirma que si en un libro sale un gato, vende más. Hoy traigo a mi estantería virtual, El gato que venía del cielo.

     Tenemos un matrimonio japonés, sin hijos, y que trabajan en la edición y corrección de textos. Y que además, no tienen hijos. Tenemos un vecindario desde el que nos relatan la historia y a Chibi, un gato que decide empezar a visitar a este matrimonio y que poco a poco, pese a su carácter austero, se va haciendo un hueco en su hogar minuciosamente detallado por la mujer.

     Bien, hay que decir que no es exactamente un libro sobre un gato. Cierto es que Chibi entra en la vida de los protagonistas y les da alegrías (y un mordisco) y se convierte en una parte importante de este matrimonio que poco a poco lo considera como suyo. Además Chibi es un gato independiente que se pasea por donde le place y visita incluso al narrador fomentando relaciones. Chibi, en definitiva, cambia vidas. Y por eso el libro trata de la soledad, del individualismo aislante que cada vez es más común, y de la rivalidad por la atención. Porque Chibi no es un gato vagabundo. Tiene como dueños a unos vecinos de nuestra pareja y hay un momento en el que parece todo una competencia para saber a quién quieres más, si a papá, o a mamá. También es una manera de conocerse y de expresar sentimientos que, hasta la llegada del gato, ni siquiera sabían que existían. Y es que Chibi es muchas otras cosas además de un gato.

     Sucede en la novela que un anciano muere y su esposa decide vender los terrenos que ha heredado de su marido. Y estos son donde viven nuestros vecinos. Esta es la excusa para ampliar la crítica de lo personal a lo social cuando el autor explica que el precio del suelo en Japón no es apto para personas normales. Hecho que coincide con la marcha del gato. Y hasta aquí os cuento porque son poco más de cien páginas y he desgranado, a mi parecer, demasiado del argumento.

     El gato que venía del cielo es un libro de detalles en el que cada brizna del jardín, cada árbol, cada insecto, tienen su espacio. Es un ejercicio de prosa de lento recorrido al que el lector ha de enfrentarse sin prisa, como a un paseo relajante. Porque más allá de la forma en que está narrado, realmente no sucede demasiado, lo que lo convierte en un libro para amantes del paladeo más que para lectores voraces. Con todo, lo he disfrutado.

     Y vosotros, ¿sois lectores gatunos?

     Gracias.

miércoles, 1 de septiembre de 2021

Un adulterio. Edoardo Albinati

 


     "La pureza del cielo sobre la barca era desconsoladora. Solo en septiembre alcanza una intensidad tan rotunda y melancólica."

     Tras La escuela católica tenía curiosidad por seguir leyendo a Albinati y ver que este título apenas superaba las cien páginas me animó a no esperar más. Hoy traigo a mi estantería virtual, Un adulterio.

    Clementina y Erri se van a pasar el fin de semana a una isla italiana. Ambos están casados, ambos han mentido y ambos van a pasar el fin de semana juntos en un lugar que parece un paraíso, una ficción idílica. Y el domingo, regresan.

     Albinati dicen que explora el deseo en este libro y yo no lo creo. Un adulterio no trata de deseo, ni siquiera hay un sexo notable o es notable el sexo que tienen los amantes protagonistas. Y tampoco se molestan en fingir que lo sea. Lo que hace Albinati es relatar una escapada del mundo llevada a cabo por dos personas que huyen de sus vidas y sus rutinas. Y quizás un poco por eso, por escapar ella del hijo y él de la familia y un trabajo poco emocionante, se permiten ser felices. Si la felicidad es apenas un instante antes de que seamos conscientes de nuestras preocupaciones, un fin de semana de arena, sol, barco y alguien desconocido que nos gusta pero no nos va a pedir nada ni contar penas, que no nos va a hablar del colegio o la reparación del coche, es casi una utopía. Y de esa utopía es de lo que trata la novela Un adulterio. Y si el hotel es malo o la pizzería, casi mejor. Porque eso nos recordará a tiempos en los que ser despreocupado era lo normal y que no sabíamos luego íbamos a recordar con nostalgia por no haber sabido aprovecharlo. Construye un espejismo de cielos azules y aguas cristalinas en la que los personajes nadan hasta no ver el barco del que se tiran (desde aquí envío un saludo a Michael Phelps que sé que no me lee) creando una ensoñación romántica en la que está permitido soñar en voz alta y creer, por unos instantes, cualquier cosa que se supone hay que decir en estos casos. El adulterio no se idealiza en sí porque incluso ella es más feliz nadando sola y, cuando el sol no la deslumbra (y lo mismo le pasa a él) es consciente de los fallos de la persona que la acompaña. Y quizás por eso apenas los describe, no son importantes el uno para el otro, no importan. El adulterio que comenten no es tanto hacia sus parejas como hacia la vida ordenada que llevan y ambos saben que es lo que realmente les importa de ese momento. Por eso y no por otros motivos, lo mejor es el final.

     La novela tiene una falta de musicalidad y una premura en el final que deslucen un conjunto agradable para una lectura rápida que no deja mayor huella que las ganas de volver a estar de vacaciones. Un adulterio no destaca más allá de la escapada idealizada, del huir tres días, del paréntesis que tantas veces nos han ofrecido los anuncios televisivos incluso en forma de chocolatina. Es una novela efímera hasta en la memoria del lector.

     Y vosotros, ¿qué libro tenéis entre manos?

     Gracias.

lunes, 2 de agosto de 2021

La biblioteca de París. Janet Skeslien Charles

 


     "Los números flotaban alrededor de mi cabeza como estrellas. 823. Eran la llave que me abrirían la puerta de una nueva vida. 822. Constelaciones de esperanza. 841. Por la noche, en mi dormitorio; por la mañana, cuando salía a comprar croissants... Ante mis ojos desfilaba una serie tras otra, 810, 840, 890... Esos números representaban la libertad, el futuro. Además de los números, me había estudiado la historia de las bibliotecas desde el siglo XVI".

     Ya lo he comentado más veces pero lo haré una vez más. Un lector es un ser que presume de sus vicios, los disfruta, los muestra. Es una persona exhibicionista a la que además le gusta leer sobre su vicio favorito. Hoy traigo a mi estantería virtual, La Biblioteca de Paris.

     Conocemos a Odile, una joven que tiene todo lo que hubiera podido desear y que ve como la guerra trastoca profundamente su vida. Su trabajo en la Biblioteca Americana de París se convierte en un punto vital en el que, no solo puede ver peligrar sus amados libros, si no que también sirve como zona de refugiados, de hecho su hermano llega a ponerse en peligro por las actividades relacionadas con la biblioteca que realiza. Odile además se enfrenta a sus propias ideas que le hacen cuestionarse a algunas de sus personas más cercanas. Años más tarde Odile vive en una zona rural de Montana y aunque no es la mujer con más relaciones del mundo, la enfermedad de una vecina provoca un acercamiento a su hija adolescente, Lily, durante el cual rememorará su historia.

     Supongo que un resumen más rápido diría que La biblioteca de París cuenta la historia de los bibliotecarios en esa ciudad durante la Segunda Guerra Mundial y, bueno, luego está el hilo de los 80, que no me ha entusiasmado precisamente. Es cierto que la doble línea temporal es habitual y que en este caso Lily es importante porque es la vecina de Odile con la que va descubriendo puntos en común y un misterio . El primero es qué pinta esa mujer en la otra punta del mundo y por qué la vemos tan sola.

     Resulta curioso cuando en una novela narrada a dos tiempos el lector descubre la pasión del autor. En este caso está claro que es París y la Bilbioteca. Hay un entramado de pequeños personajes e historias secundarias, de detalles que son accesorios a la trama principal pero que la complementan dándole interés, aportando al lector ese suelo de credibilidad que tanto disfruta en este tipo de novelas de ficción histórica. Cuando eso sucede y uno aterriza en el otro hilo, sucede que... bueno, Lily a veces es graciosa. Y ya. Por eso lucha contra la tentación de leer en diagonal pero se da cuenta de que son los momentos en los que interrumpe la lectura. La novela carece de equilibrio entre pasado y presente salvo en los momentos en los que el presente lo toma la voz que relata el pasado, porque eso indica cambio. La historia de Odile se llena de pasión por los libros, de soldados, personajes fascinantes que se esconden o que ayudan a esconder, la Gestapo... A Lily... bueno, a Lily le gusta un chico. Es cierto que la joven también tiene que afrontar la vida en un momento dado y que eso debería de haber empujado a la novela, pero realmente no consigue arrancar en ese punto porque una parte de la historia ya se ha comido a la otra. Además poco a poco Charles conduce al lector a un final que no parece corresponderse con el resto de la novela o con la actitud de la Odile que ya conocemos, por lo que se antoja precipitado y sin demasiado sentido. Aunque, como siempre digo en estos casos, hablo de mi percepción, posiblemente hay un montón de lectores que lo han disfrutado y les ha parecido perfecto.

     La biblioteca de París es una novela sobre el amor a los libros y su importancia, una forma de ver la Segunda Guerra Mundial desde la mirada de una amante de los libros que parece concebida para sus iguales. Aun así a mi se me ha antojado una novela coja con partes sobrantes.

     Y vosotros, ¿con qué libro comenzáis la semana?

     Gracias.

miércoles, 28 de julio de 2021

Liquidación. Imre Kertész

 


     "Vivimos en la época de la catástrofe, cada ser humano es portador de la catástrofe, y por eso se necesita un saber vivir muy particular para seguir tirando, dijo. El hombre de la catástrofe carece de destino, carece de cualidades, carece de carácter".

     Hay libros que amas y libros que odias, y ante este blanco y negro solo queda un tercer tipo de libros, aquel que comienzas con un sentimiento para terminar en el opuesto; todos los puntos intermedios se olvidan o diluyen. Al final solo quedan los libros que uno ama. Y los que odia. Hoy traigo a mi estantería virtual, Liquidación.

     Conocemos a Keserü, editor. También a B, escritor, y a su exmujer, Judith. Y ahora, me explico. 
B se ha suicidado, y el hecho de que sea llamado B es importante porque enlaza con uno de los temas básicos dentro de la literatura de Kertész. Keserü, narrador durante casi todo el libro, es su editor, y sabe o cree saber que B ha escrito algo que tiene que ser encontrado. Pero el autor pidió que quemaran sus papeles, dónde está o si está la novela es un misterio. Aunque sí ha dejado otras novelas o papeles, como por ejemplo "Liquidación" que no trata sobre el Holocausto, aunque para estas alturas sabemos que es importante, trata de... bueno, se adelanta en el tiempo y allí Keserü está buscando la novela de B. En realidad, como podéis ver, es todo un tanto confuso y eso que no os he hablado de Hungría ni del momento elegido por B para suicidarse. Porque podría embrollarlo aún más. Solo que yo no tendría la pericia suficiente como para desembrollarlo (o me hubieran dado el nobel, sic.).

     Kertész en un escritor diferente cuya obra encaja perfectamente con lo que explicaba al comienzo de esta reseña. Es complicado, enrevesado hasta casi lo experimental y, a la vez, posee una fuerza narrativa capaz de sobrecoger al lector. Resulta llamativo que estamos, eso es seguro, en una novela sobre Auschwitz en la que la búsqueda no la realiza B, lo hace una persona que no es de origen judío, tanto como que Judith, que sí lo es, sea capaz de dar voz a varios caminos para vivir tras algo semejante. Incluso el autor la redime de su propia vida, en la que junto a su esposo, el primero, no pudo alcanzar lo soñado, para llegar junto al segundo a una felicidad que siempre se va a ver ensombrecida por el recuerdo o tal vez por la identidad.
     He comentado antes que Liquidación es el título de algo así como la intraobra de B, lo que no he dicho es que el escritor no hace de este hecho uno de los puntos capitales en la medida en la que sus personajes no parecen estar particularmente sobrecogidos y no lo convierte en el tema capital de la novela. Hungría y su represión, la caída del régimen como detonante de la acción de B y por lo tanto de la novela, tampoco es el tema principal y la introspección de los personajes que aparecen y el holocausto.. bueno, ese es el tema principal, así generalizando mucho, de la obra de Kertész. Y entonces qué nos deja en su novela... pues un juego de explicaciones y espejos que comienza con más extrañeza que entusiasmo pero que consigue que el lector no separe la vista de sus páginas. Una novela imposible sobre un presente improbable de un mundo que parece haberse resquebrajado tras el mentado juego. Y una pregunta capital: ¿qué hacer cuando todo cambia? Cuando el papel se agota, la tarea se termina, la representación finaliza o el régimen cae... qué sucede cuando al fin se alcanza la ansiada cuota de libertad tras soñarla durante un tiempo. Y ese, es el gran tema de la novela de Kertész y sobre él gira todo. Tanto el descubrimiento de la vida de B como la situación última de su editor una vez ha pasado todo que es cuando comienza la historia. Qué sucede con la culpa, qué sucede con la vida, ¿existe la libertad? Y aquí vuelvo a recordar a Judith en su frase lapidaria afirmando que ahora es feliz. Pocas veces una frase tan "positiva" encerró tanto sufrimiento entre sus letras.

     Liquidación no es una obra fácil pero, como sucede con muchas obras que no son fáciles, despiertan una parte del lector que le hace querer seguir leyendo. Personalmente lo he disfrutado tanto durante la lectura como al reposarla e ir encajando piezas y significados. Kafkiana, dicen. Rara, aclaro yo. Pero a mi, me gusta lo raro.

     Una pregunta: ¿me recomendáis un libro para las vacaciones?

     Gracias.

     PD. El autor tiene otra obra titulada Kaddish por el hijo no nacido. Cuentan las malas lenguas que esa novela es la que B firmó y que buscaron de forma incesante en Liquidación. No en vano vemos pasar algunos de sus personajes por ella. Decidme si no es un juego maravilloso...

miércoles, 16 de junio de 2021

Después. Stephen King

 


     "Los muertos están obligados a decir la verdad, algo que viene bien cuando quieres conocer la respuesta a una pregunta, pero, como he comentado, la verdad puede ser un auténtico asco".

     Libro de King que sale, libro que me compro. Es un vicio como otro cualquiera. Por eso hoy traigo a mi estantería virtual, Después.

     Conocemos a Jamie en la veintena y llega dispuesto a contarnos su historia. Una historia que comenzó el día en que vio a su primer muerto o, mejor dicho, su primer espectro. Porque Jamie ve muertos, algo que puede ser útil siempre que los muertos no den miedo. En realidad todos los muertos pueden dar miedo, solo que los hay de dos tipos: los que dan miedo porque conservan el aspecto que tenían al morir y eso puede significar que lleven heridas atroces, y los que dan miedo de verdad, por dentro.

     Comenzaba diciendo que soy fan de King, lo que supone que comencé hace años a leerlo, en mi adolescencia, y que su terror era bastante efectivo. Con el paso de los años un lector pierde la inocencia y el terror, ayudado por películas y videojuegos, evoluciona. King en cambio permanece inmutable.

Cierto es que le gusta colocar a algún pobre hombre en las inmediaciones de Maine y dedicarse a putearlo de forma incansable hasta que el pobre hombre llega a su límite. Pero también lo es que a King le encantan sus niños en bicicleta. En esta ocasión al tratarse de un recuerdo de la infancia tenemos precisamente a un niño, con o sin bicicleta, que le toca ver espectros de muertos. Cambia de lugar pero no de piel y el niño nos cuenta su historia dejándonos averiguar lo que él quiere y cuando él quiere. Y nos anuncia ya en la primera página: estamos ante una historia de terror. El caso es que, cuando alguien muere, el niño es capaz de verlo (y tiende a saludarlo con la mano)  e incluso hablar con él si no ha muerto hace demasiado tiempo. Y vive entre el temor de ver a un accidentado terrible que le haga temblar y el de ser tratado como un loco si se descubre su gran secreto. Cuando iniciamos la historia, solo su madre lo sabe. Y ni siquiera habla de ello. Al menos hasta que le resulta útil. Y me diréis entonces que para qué puede resultar útil un muerto. Bien, desde encontrar un manuscrito hasta descubrir un culpable o un escondite no compartido en vida son algunas de las aplicaciones de este don que se amparan en que los muertos no mienten. Pero en esta vida todo tiene su riesgo y quizás alguno de estos muertos, sobre todo si se trata de una persona no demasiado recomendable, pueden albergar en su interior algo que asuste mucho más que una cara destrozada. Y luego están los vivos. Porque si algo aprende Jamie es que el mal existe en vida exactamente igual que tras la muerte, y le va a tocar experimentarlo muy de cerca. No diré de mano de quién puesto que se trata de un libro corto, pero lo cierto es que, tratándose de malvados, aquí la vida se lleva el premio gordo.

     Como he dicho la novela es corta y el lector asiste a ella más como una introducción a las novelas clásicas de King que como una historia completa y es que, una vez que lo terminas, te quedas preguntándote qué habrá pasado con un par de flecos bastante importantes que se suponía iban a asustarte y se quedaron, como mucho, en poco alegres. Ya sé que no soy la persona adolescente que alucinaba con payasos metidos en alcantarillas o con enfermeras que tenían a un cerdo de mascota y un escritor de rehén, pero también lo es que aquí falta profundidad en la historia como para lograr que realmente me importe lo que sucede o llegue a empatizar con el miedo del protagonista que no llega a trascender en ningún momento las páginas del libro. Toca una parte policiaca de forma importante al fijarse en la pareja de la madre de Jamie pero, ni con mucha imaginación alcanza la calidad de Mr Mercedes. Y es que, pese a mis buenos ojos y mi lectura nostálgica, tengo que reconocer que se ha quedado corto en más de un sentido.

     Después se anuncia, incluso por el propio narrador, como una novela de terror. Y ante eso tengo que decirle al señor King: lo siento querido, pero esto no es una novela de terror. Al menos no a la altura que sabemos que llega. Y tras esto solo añadir que por supuesto que voy a seguir leyendo al maestro, para qué fingir lo contrario.

     Y vosotros, ¿ qué libro tenéis entre manos esta semana?

     Gracias.