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lunes, 16 de diciembre de 2019
Amigo imaginario. Stephen Chbosky
"No dejes la calle. eLLos no pueden atraparte si no dejas la calle.
El pequeño David Olson sabía que estaba en problemas. En cuanto su madre volviera con papá, le iba a ir mal. Su única esperanza eran las almohadas bajo su cobija, que daban la impresión de que seguía acostado. Era algo que hacían en los programas de televisión. Pero en ese momento no importaba. Había salido a hurtadillas de su habitación y se había lastimado el pie al resbalarse mientras bajaba por la enredadera. Pero no fue tan grave. No como lo que se hizo su hermano mayor jugando fútbol. No era tan grave".
Vi la cubierta y la faja del libro hizo el resto: tapó el apellido. Asumí que era Stephen King, lo confieso, y por eso hoy traigo a mi estantería virtual, Amigo imaginario.
Christoper es un niño de 7 años con dislexia que vive con su madre. Ambos huyen de una relación, y deudas, y acaban en una pequeña ciudad llamada Mill Grove. Allí Christoper desaparece en un bosque y, cuando regresa, lo hace sin problemas de aprendizaje y con sus capacidades mejoradas en todos los sentidos, pese a alguna hemorragia y fuertes dolores de cabeza. Allí también Christoper hace amigos, formando una pandilla de niños no demasiado populares que construyen una casa del árbol que les permite ver ese otro mundo que se oculta bajo Mill Grove. Mill Grove no es en absoluto el lugar tranquilo y apartado que buscaba Kate.
Como todo tiene dos caras yo supongo que si tu primer libro tiene un éxito arrollador has de sentir casi pánico escénico ante el segundo. Imaginad, Las ventajas de ser un marginado, ¿qué puedes escribir tras algo así? Yo me pongo en la piel de Chbosky y comprendo perfectamente lo que ha sucedido con este libro. Y es que nos ha dejado 700 páginas de una supuesta novela de terror que mezcla tantas cosas que han tenido éxito, que uno se queda frío y levemente confundido durante su lectura.
Está claro que hay un homenaje al King de los ochenta en esa pandilla de chicos no demasiado adaptados en un pueblo pequeño y con una maldad oculta. Homenaje que ya hiciera Stranger Things en su primera temporada y que Chbosky repite aquí con escenas en las que el lector pone la cara de los jóvenes actores a sus personajes. También hay un bosque y un niño desaparecido, uno ahora y otro hace cincuenta años, y hay una parte sobrenatural un poco a lo Narnia pero en versión siniestra. Y todo empieza con una cara en una nube: una cara amable que ve el protagonista. Y todo ese terror y la mujer sibilante y los ciervos y las voces, se mezclan con la parte más mundana en la que hay quien intenta sobrevivir o se embaraza de forma milagrosa, una parte donde todo se convierte en un batiburrillo en el que la pequeña ciudad no es en absoluto lo que parece. Batiburrillo, esa es la clave de esta novela en la que aparecen elementos religioso y se habla de maldad una y otra vez como si fuera lo único posible mientras el autor nos deja párrafos de una frase buscando dar una inyección de emoción a una novela que agota en sus partes innecesarias. Christopher y su madre son los buenos y los son en todo momento, intachables, magníficos, y el niño, una vez más, agotador. Entiendo la forma en que se expresa un niño, pero llevarlo a la narración termina por resultar insufrible, sobre todo en la última parte en la que las voces ordenan mayúsculas y minúsculas como mejor les viene en gana (una maldad: menos mal que al niño le curan la dislexia).
El resultado es una novela que se excede en páginas y necesita buena buena poda o uno llega a la parte final con tantas ganas de terminar que poco le importa la frenética carrera final que tiene lugar con madre e hijo como protagonistas y de importancia más que vital. He tenido la sensación de que el autor ha recogido pellizcos de éxito y ha jugado a armar un argumento que se sostenga con todos ellos para intentar crear un libro del agrado de todos los lectores y, para mi, lo que ha olvidado es añadir la parte correspondiente al autor de su primera obra ya que no he reconocido ni prosa ni argumento en esta segunda novela. No he hablado del hombre amable de la nube ni de lo que le pide al niño, tampoco de lo que pasa con Christopher y sus amigos que también se ven afectados, no os he contado de ciervos ni de árboles o parejas ni he dado en realidad mayores explicaciones sobre ninguno de los puntos del argumento de la obra. Supongo que así es como se manifiesta la pérdida de interés de un lector. Como decía antes, creo que hay un miedo escénico a una segunda obra cuando tu primera novela es un éxito rotundo, pero también creo que ese éxito da un acceso fácil a esa segunda novela. Tal vez demasiado.
Amigo imaginario es una novela de la que podrían sacarse un par de buenos libros o tres, pero que no termina de funcionar en sí mismo.
Y vosotros, ¿con qué libro comenzáis la semana?
Gracias.
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