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miércoles, 24 de mayo de 2023

Corazón giratorio. Donal Ryan

 


     Hay novelas que vienen avaladas por la editorial que las publica. Una de estas editoriales es Sajalín que, desde que me descubrió a Bunker, ha ido conquistando mis estanterías libro a libro. Hoy traigo a mi estantería virtual, Corazón Giratorio.

     Corazón giratorio nos traslada a Irlanda en el momento en el que el boom ha pasado y el país está en plena recesión. Nos sitúa para ello en una ciudad en la que el empresario, constructor, local Burke ha huido dejando dejando a todo el mundo herido. El autor construye entonces un fragmento que gira en cada capítulo para poder dar voz a cada uno de los 21 personajes que forman parte de la historia construyendo de este modo una imagen formada por cada una de sus partes. Estos narradores accidentales tampoco es que llevaran vidas maravillosas, hay violencia y enfermedades, hay situaciones que van haciendo comprender como, a medida que gira, ese cartel de la cubierta va tomando significado como si se tratara del acceso a un lugar postapocalíptico.

     La parte estable es el capataz, un hombre joven que deja la marca de quien no es héroe porque tiene miedo y que un día fue el brillo de lo que hubiera podido llegar a ser. Pero tenemos a más, están el padre de Burke, los que piensan en marcharse para buscarse un futuro, quien tiene una deuda con el banco que le asfixia sin remedio. Hay padres, hijos, personas duras o terribles, hay miedo y odio en los monólogos que nos deja Ryan para marcar la desesperanza de un momento en el que la amabilidad es recogida con recelo, incluso odio, por quienes no ven esperanza. Y hay fantasmas, y de ahí la fotografía que ilustra la cubierta. Porque el pueblo es un pueblo fantasma como lo son las esperanzas de desarrollo del lugar y también las individuales de cada uno de los personajes que hablan. Todo se esfuma y deja un retrato duro de testimonios individuales marcados por el sombrío sufrimiento que les hace hablar con la honestidad de quien siente que ya le queda poco por perder. Quizás el subsidio sea su salida, quizás ni siquiera eso.

     Corazón giratorio es un libro de poso triste, complejo más en su construcción que en su lectura, ya que el autor nos permite no solo situarnos si no ir montando poco a poco el puzzle que forma un lugar sin futuro ni esperanzas que va haciendo mella en el lector y que incluye, porque todo hay que decirlo, algunas metáforas tan hermosas que duele lo que están representando. Lo he disfrutado mucho, ahora me queda saber si el autor tiene más títulos.

     Y vosotros, ¿hay editoriales que se han ganado vuestra confianza?

     Gracias.

       

lunes, 16 de noviembre de 2020

Glanbeigh. Colin Barrett

 


     "No conoces mi pueblo pero seguro que te suena".

     Los libros son como los limpiaparabrisas con música, si el lector se esfuerza lo suficiente, siempre acaba encontrando la forma de relacionar dos títulos de forma armónica. En este caso sin ir más lejos a mi me resulta una casualidad casi, casi asombrosa (aunque sé que está en mi cabeza principalmente) que Glanbeigh no existe en realidad y se convierte en el lugar sobre el que el autor escribe como ya hiciera Ray Pollock con Knockemstiff y descubrir entonces que Barrett es de un lugar llamado Knockmore. Que diréis y por qué, pues porque mi cerebro me muestra que los nombres se parecen y a saber qué sinapsis ha saltado a la comba pero tengo curiosidad por Knockmore y miro y no veo nada y me llevo mi pequeña decepción. Pero vamos al libro, que para eso estamos aquí. Hoy traigo a mi estantería virtual, Glanbeigh.

     Glanbeigh está formado por siete relatos y el prólogo e un hombre que sabía demasiado. No me malinterpretéis, da gusto ver un texto en el que su autor no solo ha leído la obra, además tiene una opinión sobre ella que quiere compartir. Pero quizás en el epílogo daría al lector una visión más adecuada, tras la opinión propia, en la que mover su lectura ya hecha sobre la base de otra para recibir una visión a veces diferente que nos vaya complementando. Los relatos (hola, cerebro) muestran un pueblucho miserable con gente miserable que lleva, como no podía ser de otro modo, vidas bastante miserables. Hay noces de billar y relaciones entre amigos que no deberían de serlo. Hay ganas de incordiarse pero más de hacerlo con los demás, y hay, sobre todo, mucha sensación de lugar olvidado que no importa a nadie. Quizás ni a sus propios habitantes que se abandonan tanto como las calles que transitan y e que Glanbeigh no es la puerta del infierno que era Knockemstiff, ni se aproxima, pero es un agujero en el mundo. Y quizás sea En su propio pellejo el relato que mejor aborda esa sensación de dejadez, y por eso es el que me ha gustado más. 

     Ahora que ya he caído en la trampa de dar el título de uno de los relatos os tengo que hablar de Tranquilo entre caballos, unas cien páginas que abordan las relaciones que se establecen dentro de los vínculos importantes en estos agujeros: las familias y los amigos. Es cierto que pudo ser una novela corta, casi mínima, y no un relato, pero también lo es que al no ser mi favorito no lo he otorgado un mayor interés que al resto. Porque en realidad a mi lo que me ha gustado es el bloque, el lugar que muestran sus propios habitantes y que lo enseñan sin ánimo de absolutamente nada. Aquí nadie te dice que lugar más pobre, sucio o decadente, simplemente es lo que hay, es lo que tienen y es como son. Y todo ellos con una pluma diestra a la hora de contarlo que hace que el lector se sienta cómodo y tal vez mire dos veces uno de esos pueblos sin nombre que vemos a lo lejos cuando nos desviamos de la autopista para echar gasolina. Pero eso, solo tal vez.

     Glanbeigh me ha gustado. Y os diré más, me gusta la editorial que lo publica que busca libros rudos de esos que ahora dicen masculinos pero que yo me empeño en llamar directos y los críticos tratan de emular diciendo que sus frases son puñetazos o que tienen algo de telúrico. Cada cual sabrá decirlo a su manera, pero todos entendemos a qué tipo de tonos me refiero. Quedan pocos, guardémoslos. Y la forma de hacerlo es leerlos.

     Y vosotros, ¿con qué libro comenzáis la semana?

     Gracias.

lunes, 18 de diciembre de 2017

Carter. Ted Lewis



     "La lluvia llovía."

     A veces no hace falta más que leer la primera frase de un libro para que algo se active en el cerebro del lector. En mi caso, que alguien hubiera tenido la osadía de comenzar una historia con semejantes palabras, fue la chispa. Hoy traigo a mi estantería virtual, Carter.

     Tras ocho largos años ausente, Jack Carter regresa a su pueblo con pocas ganas y aún menos entusiasmo. Su hermano ha fallecido en unas circunstancias más que dudosas y eso es lo que le hace volver.

     En el año 1971 se estrenó en los cines Asesino Implacable, una película dirigida por Mike Hodges y protagonizada por Michael Caine. Caine puso la cara a Jack Carter para tanta gente, que pese a que el libro se había escrito un año antes, quedó a la sombra de la película. Eso provocó su retirada del mercado sin reediciones y Jack pasó muchos años a la sombra de un Caine vestido con un traje al corte y una escopeta. Así es como Lewis quedó en la oscuridad pese a ser guionista y terminó dibujando postales (de hecho poca gente sabe que llegó a escribir guiones para la serie Doctor Who que no se usaron por ser demasiado "negros"). Y este año a punto ya de finalizar, nos llega Carter a las librerías provocando pasiones entre los aficionados al género.

     En este libro Carter deja el smoke, es de suponer que habla de Londres, para volver a una de esas ciudades anónimas industriales del norte de Inglaterra. Su hermano Frank ha fallecido al precipitarse con el coche por un acantilado en un evidente estado de embriaguez. Y Jack sabe que su hermano no bebe, ni haría jamás algo así. Con este punto de arranque se planta en una ciudad dominada por un tal Cyril Kinnear y nos presenta a Doreen, la hija de su hermano, y a Margaret, su amante. Lewis nos desgrana una historia con dos hermanos, a través de los recuerdos de Jack, en la que pronto nos quedan claras las diferencias entre ambos y como uno de ellos iba claramente encaminado hacia una vida poco o nada respetuosa con la ley.

     La novela tiene un estilo propio y muy personal marcado por frases cortas que se suceden de una forma a ratos casi telegráfica. El resultado es un ambiente casi hostil, masculino, que nos obliga a pensar en las calles sucias de una pequeña ciudad y en un Carter astuto que busca la debilidad de las personas con solo una mirada y que tiene más de depredador que de persona. Ni siquiera cuando nos plantean la posibilidad de que Doreen sea su hija, parece importarle demasiado. De este modo Lewis lo convierte en un tipo duro que no necesita la excusa de haberse endurecido con el tiempo y esa sensación se ve reforzada en cada una de las frases del libro. Ahí es justo donde la primera persona cobra su protagonismo real, en cada observación que nos deja el narrador. Cada expresión, cada rastro de violencia de provincias, cobra un significado que va más allá de la lectura, y es el de dibujar al protagonista. Y eso llega a hacernos sentir una cierta claustrofobia. Porque nos damos cuenta de que nos ha encerrado dentro de la mente de Carter. Y eso, no puede ser bueno.

     Carter me ha parecido un libro estupendo y cuyo protagonista protagoniza otros tres títulos que me voy a poner a buscar en este mismo momento. No dejéis de echar un ojo... sobre todo si sois aficionados al género.


     Pocas son las novelas que quedan a la sombra de sus adaptaciones cinematográficas, pero es cierto que no siempre se cumple eso de "es mejor el libro que la película". De hecho, y así sin darle muchas vueltas, recuerdo que me gustó infinitamente más "El club de los poetas muertos" en su versión cinematográfica. Y vosotros, ¿recordáis películas que os gustaran más que la novela?

     Gracias.

viernes, 19 de febrero de 2016

Gallo de pelea. Charles Willeford


     "Primero cerré las ventanas y corrí el pestillo de la endeble puerta de aluminio. Luego encendí la luz del techo y ajusté la persiana veneciana. Sin corriente, dentro de la caravana hacía un calor sofocante. Fuera, bajo el sol de Florida, la temperatura era de unos treinta grados, pero ahí dentro, con la puerta y las ventanas cerradas, debía de rondar los cuarenta. Cogí un trapo de cocina y me enjugué el sudor que me empapaba la cara y el cuello, me sequé las manos y tiré el trapo al suelo. Antes de poner la jaula portátil de Sandspur en el sofá, comprobé que tenía todos los utensilios sobre la mesa."

     Publicado originalmente como libro de bolsillo en 1962, reeditado en tapa dura en 1972 y llevado al cine dos años más tarde; hoy traigo a mi estantería virtual uno de esos títulos que se han ido convirtiendo en libros de culto. Hoy traigo, Gallo de pelea.

     Conocemos a Frank Mansfield, narrador y protagonista de la historia. Tiene 32 años y se dedica a las peleas de gallos. Hace más de dos años estuvo a punto de conseguir ser nombrado el mejor gallero, pero le perdió su vanidad... y su bocaza y no lo logró. Desde entonces, Frank no ha vuelto a hablar, y no piensa hacerlo hasta no alzarse con el título.

     Las peleas de gallos están prohibidas en los Estados Unidos en este momento, pero no siempre fue así. Hubo una época en la que eran un espectáculo capaz de mover mucho dinero e incluso hoy, se sabe que siguen existiendo en la clandestinidad. De hecho, en 2014 la oficina del fiscal de Estados Unidos orquestó una operación para desmantelar este tipo de peleas y se rescataron más de 1.600 gallos. Si así siguen las cosas podemos imaginar lo que era esto hace no tanto tiempo. Y este es el mundo en el que nos mete Willeford en su novela. Y ya podemos empezar a acostumbrarnos, pensamos desde un impactante primer capítulo.

    Si me preguntaran lo que pienso de las peleas de gallos creo que no encontraría el adjetivo adecuado para un espectáculo así. Y por eso tardé en decidirme con esta novela. Sabía que iba a leer sobre gallos, galleros, espolones, dietas, ejercicios... y entrar en un mundo que ya de antemano me repelía.Sin embargo no podía evitar mirar el libro de reojo cada vez que pasaba por el estante, hasta que al final, me decidí a  dejarme embarrar. Como resultado me he encontrado con una narración directa, efectista, pulp a grandes ratos, que pese a la crueldad de las imágenes que nos puede estar representando, evita juzgar lo que allí nos explica. Willeford nos sumerge en este tipo de vida a través de su protagonista y, ya desde las primeras páginas, lo hace a la fuerza, como si nos metiera la cabeza bajo el agua sujetando con la mano para no dejarnos salir... pero sin llegar a ahogar. Porque también somos conscientes de que estamos ante un narrador que conoce lo que escribe  que hubiera podido ser mucho más cruel con el lector. Pero entonces hubiera perdido la fuerza de la narración, que no son los gallos ni las peleas; el verdadero gallo de pelea del que nos habla el título es su protagonista, Frank. Un hombre que no tiene nada, o que lo que tiene y a lo que se agarra es su honor. Un curioso sentido del humor que le puede permitir traicionar a una mujer, o cederla, pero que se muestra inflexible en cuanto a gallos se refiere. Un honor de gallero y un hombre que parece empeñado en limpiarse y conseguir su objetivo a toda costa. Ese es el Frank narrador que ha decidido no hablar y se comunica con gestos o notas haciendo pensar a la gente que es mudo y convirtiéndose, para su desdicha, en pilar de confidencias. Algo horrible, verse como una suerte de confesor improvisado de secretos que no pidió saber y de lo que el propio Frank se queja reflexionando sobre la incapacidad de hablar. Frank sobrevive con un objetivo y nos muestra un mundo eminentemente masculino en el que las mujeres no tienen más cabida que la de uso y disfrute, Frank no nos cae simpático y su autor tampoco lo pretende. Tiene un objetivo, sí, pero no busca una evolución y tampoco una redención, es, simplemente, un hombre. O algo tan complicado con un hombre con una vida extraña y un voto de silencio aún más extraño. Y eso es lo que le hace tan interesante y consigue llevarnos a lo largo de toda la narración.

     Gallo de pelea es un libro para leer sin prejuicios. No hay que pensar que estamos leyendo un manifiesto a favor o en contra de las peleas de gallos. Y tampoco que habla de una exaltación de este "espectáculo". Lo que el autor consigue es entrar dentro de este círculo cerrado y desconocido y mostrar sus códigos de honor y deshonor, las costumbres y la pasión que mueve a quienes se dedican a ello, los cocker, los galleros.
     Esta vez es un libro difícil de recomendar por la temática pero no por la calidad literaria. Muchas veces nos acercamos a libros movidos por la curiosidad por un tema o una ambientación que nos son desconocidos. Y ese es un motivo tan bueno como cualquier otro para acercarnos a un buen libro. Y Gallo de pelea, es un buen libro.

     Y vosotros, ¿sois de los que también os acercáis a los libros movidos por la curiosidad por su ambientación o periodo en el que se desarrolla, contexto...?

     Gracias