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lunes, 6 de mayo de 2019
La única historia. Julian Barnes
“¿Preferirías amar más y sufrir o amar menos y sufrir? Creo que, en definitiva, esa es la única cuestión”.
Hay escritores que alcanzan una voz propia consiguiendo que todos sus libros formen parte de un mismo universo, algunos incluso son capaces de lograr esto cuando su voz es privada y se desnuda. Eso le sucede al escritor de cuyo libro os hablo hoy. Hoy traigo a mi estantería virtual, La única historia.
Conocemos a Paul, un hombre ya entrado en años que rememora su primera y gran historia de amor con Susan, una mujer casada. Él con 19 años y ella con 52.
Barnes decide hablar en este su último libro de amor. Y lo hace en una novela aparentemente sencilla e íntima en la que va de la primera persona con la que comienza, hasta la tercera con la que finaliza. Así de voluble es su narrador y, por lo tanto, así de fiable es también cuando se recuerda a sí mismo. Paul recuerda como allá por los años sesenta entró a un club de alto nivel social, a modo de prueba antes de ser admitido, por supuesto, y levantó comentarios por su juventud y aspecto. Recuerda también como allí conoció a Susan, casada y con dos hijas universitarias, y comenzaron una relación. No parece recordar o actúa como si no hubiera sucedido, los incesantes cotilleos que este tipo de relaciones provocan en esos clubes, sobre todo si el joven en cuestión se pasa la vida con la mujer casada y se cuela en su casa de forma habitual. Y este olvido selectivo será la primera muestra del cinismo de Paul, que se hará cada vez más patente en una historia que no tarda en ser protagonizada por Susan. Paul no se justifica, aunque de forma velada jamás deja de hacerlo, recurriendo incluso al tribunal del amor en algún momento. Nos cuenta que era joven y torpe y que ni siquiera se fijaba en la diferencia de edad o en si estaba mal moralmente lo que hacía para, unas líneas después, salpicar una anécdota con algún comentario ingenioso suyo y alabar la mala leche que tuvo en el mismo. Y es que, debajo de la primera capa de esta novela, está la verdadera historia. La historia de una generación joven que se creía más lista y mejor que la de sus mayores, Paul crítica a Gordon, marido, cornudo consentido, mandamás casero y gallo de espolón viejo que parece contentarse con mantener lo último mientras su supuesta figura de padre de familia respetable se erosiona ante cada recuerdo de Paul y cada palabra de Susan.
Paul vende su inocencia a fuego, y casi en cada palabra suya descubrimos la inocencia de Susan, una mujer que mantiene una vida porque es la que tiene que llevar, mientras se deja ser ella misma a ratos cada vez más grandes. Jamás llegamos a sufrir por Paul, y tal vez tampoco por Susan pero apreciamos sus torpes gestos y también la torpeza y ternura en su relación con Paul mientras nos preguntamos si no pertenece a esa generación de mujeres tan acostumbradas a hacer lo que se espera de ellas, qué fingen hasta sus propios amantes. Y es que, al final, supongo que nada llega a ser totalmente sincero en una novela cuya carga irónica se viste de palabras suaves, sin dejar de ser por ello letal. Paul sigue resentido contra el marido, contra la generación de sus propios padres, contra aquella época y parece no darse cuenta de ello mientras sigue empeñado en su recuerdo, en mostrarse como el nuevo gallo del corral que aparta a las viejas glorias.
Supongo que esa es la intención de Barnes en la novela, hacernos pensar y dejarnos libres para juzgar una historia de amor imperfecta narrada por un hombre desafiado que mira atrás. La historia de cualquier lector que mire atrás, la tuya propia, la mía, la del escritor. Y por eso, La única historia es una magnífica novela llena de frases hermosas y reflexiones eternas. Hay escritores capaces de poner algo que no sabías que creías en un puñado de palabras, consiguiendo que esa frase se te clavé en la memoria como una astilla imposible de sacar. No hay muchos, pero existen. Uno de ellos, es Julian Barnes.
Y vosotros, ¿con qué libro comenzáis la semana?
Gracias.
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miércoles, 24 de abril de 2019
Esta bruma insensata. Enrique Vila-Matas
"Había llegado a ser un artista citador gracias precisamente a que de muy joven no lograba avanzar como lector más allá de la primera línea de los libros que me disponía a leer. La causa de tanto tropiezo estaba en que las primeras frases de las novelas o ensayos que trataba de abordar se abrían para mí a demasiadas interpretaciones distintas, lo que me impedía, dada la exuberante abundancia de sentidos, seguir leyendo. Aquellos atascos, que por suerte empecé a perder de vista hacia los dieciocho años, fueron seguramente la base de mi posterior afición a acumular citas, cuantas más mejor, una necesidad absoluta de absorber, de reunir todas las frases del mundo, un ansia incontenible de devorar cuanto se pusiera a mi alcance, de apoderarme de todo lo que, en momentos de bonanza lectora, viera yo que podía ser mío".
Y si voy a hablar de escritores a los que sigo la pista, no puede faltar el gran Vila-Matas. Por eso, hoy traigo a mi estantería virtual, Esta bruma insensata.
Conocemos a Simón Schneider, de profesión escritor frustrado, hermano a la sombra del éxito literario de Rainer, y recolector de citas. Si el primero vive aislado, el segundo se oculta del mundo, al menos hasta que Rainer le anuncia a Simón que se encontrarán en Barcelona. Todo ello en octubre de 2017.
Parece difícil hablar de la obra de Vila-Matas sin caer en la tentación de imitarlo o, al menos, de demostrar que uno está a la altura de lo leído y cuajar la opinión de citas y referencias a otros escritores. Y es que hace mucho, desde siempre, que la obra de Vila-Matas versa sobre la literatura, o se entreteje con ella hasta adueñarse del concepto metaliterario como jamás lo hizo escritor alguno. Ya sus personajes tienden a ser devotos practicantes de la fe o del ateísmo literario, como en este caso lo son el par de hermanos protagonistas. Uno, el desconocido, el que al igual que el autor del libro recopila citas, cree en la literatura, se esfuerza, se frustra y la vive. El otro, una suerte de Pynchon importado que alimenta su fama de escritor a base de esconderse del mundo, es un ateo convencido que usa lo que tiene más a manopara construir sus veloces novelas. Y así, entre uno y otro, Vila-Matas opta por ambientar su historia en un fin de semana que todos recordaremos en la ciudad de Barcelona. Y donde siempre se dice que las fechas señaladas pueden comerse a una novela, Vila-Matas parece usarlo para mostrar que lo que allí sucedió realmente no llegó a suceder o que al menos no fue para tanto.
Ahora que lo pienso tal vez sea esa la bruma insensata a la que se refiere Vila-Matas en el título de su novela, la de la realidad y la situación política. O quizás eso sea darle muchas vueltas y la bruma sea la de la vida del escritor que de un modo u otro siempre vive de algún modo aislado de la realidad al percibir el mundo desde su naturaleza de creación literaria en potencia.
Entonces, ¿de qué trata exactamente el libro? Simón nos cuenta desde el futuro lo sucedido tiempo atrás, rememorando aquel último encuentro con su distante y esquivo hermano. Un momento que esperaremos ansiosos mientras las reflexiones sobre casi todo forman parte del armazón literario de esta tremenda novela. Incluiremos que aquí son todos Vila-Matas y sonreiremos ante la nada velada crítica al formalismo de la desaparición como método para estar más presente que nunca. ¡Qué se le digan a Salinger o Pynchon! Y seremos testigos de la lucha de Simón por conseguir escribir a quien el propio autor no concede un respiro salvo para mantenerlo con vida ya que, sí estáis pensando en un final feliz basado en que, al ser el narrador de la novela, en una suerte de justicia poética ya está escribiendo un libro, es que habéis leído poco a Vila-Matas: el hermano famoso ya trataba en su obra la autoficción.
Esta bruma insensata es una nueva muestra de que Vila-Matas vive en un universo propio del que nos hace partícipes en cada obra. Una vuelta a la metaliteratura más pura y casi un duelo entre las formas de concebirla. No es una novela al uso ni requiere de amores o muertes, pero precisamente por ello, alimenta al lector. Dicho esto sólo me queda recomendaros que descubráis, si no lo habéis hecho ya, el inmenso placer que supone leer a Vila-Matas.
Ayer fue el Día del Libro, ¿Qué os llevásteis a casa?
Gracias.
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sábado, 1 de abril de 2017
Imperfecciones
Todos hemos visto esa imagen de un sello con una avioneta al revés, y sabemos que esa pequeña imperfección provocó que fuera uno de los más caros del mundo. La exclusividad de lo extraño, de lo diferente, aunque sea una anormalidad como una moneda de dos caras. Y luego estamos los lectores, rara avis donde las haya incluso para estas cosas. Nos gustan las portadas uniformes en las distintas ediciones, en los diferentes países incluso si dependiera de nosotros. Y en cuanto a las imperfecciones... mejor ni hablamos.
Recuerdo hace unos años que estaba leyendo un libro de Verne. Al llegar al final de un capítulo... ¡las letras aparecían al revés! Y no, no me sentí encantada de la vida por haber encontrado un libro excepcional cuyo valor pudiera salir dentro de unos años en la prensa por haber sido subastando en tal o cual sitio, no. en realidad me cabreé bastante ya al día siguiente fui a la librería para que me lo cambiaran por uno en el que estuviera cada letra en su sitio.
Nosotros cuando compramos un libro, compramos una historia, una vida, un tiempo de evasión y relax y cualquier imperfección en el camino es como una extracción dolorosa de ese mundo inventado. Nunca se nos ocurriría pensar en guardar un texto distorsionado, no es algo que nos entre en la cabeza a la hora de valorar una novela. Podemos, claro, enamorarnos de una determinada edición, buscar que sea la primera, una firmada. ¿Pero una imperfecta? Esas las dejamos donde corresponden, las devolvemos porque nos han robado letras. O igual es que no tenemos sentido de la.... no, me resulta incluso ridículo ponerme a pensar en una noticia que dijera que un ejemplar de El Quijote había saltado precios por tener una docena de páginas en blanco. Nosotros no valoramos esas cosas, no somos así. Si acaso lo contamos entre divertidos (si ha pasado el tiempo suficiente) e indignados a nuestros amigos que nos miran con mayor o menor estupor en función de su afición a las letras.
No me gustaría por cierto confundir una imperfección en un libro, con uno cuyas páginas se caigan al suelo, que son cosas distintas. Pero insisto en que somos los lectores, de los pocos coleccionistas, porque reconozcamos una cosa, coleccionamos historias, que no buscamos la rareza. La edición diferente, la extraordinaria, la especial: Sí. Pero... nada más. O eso creo.
Hay historias imperfectas, vidas imperfectas y también libros imperfectos. Así que contadme, ¿os habéis encontrado algún libro defectuoso en vuestra andadura lectora? Y ¿qué hicísteis con él?
Gracias
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sábado, 9 de agosto de 2014
Doctor, esta lectura ¿me dejará secuelas?
Secuela: lesión o trastorno remanente tras una enfermedad o traumatismo.
Secuela: spin-off, trabajo narrativo derivado de otro existente.
Cada vez es más frecuente ver una secuela, o precuela o porsicuela, de una novela de éxito. Desde que Lo que el viento se llevó nos sorprendiera hablándonos primero de Scarlett y luego de Buttler, cada vez han sucumbido más títulos al peso del éxito. Y no se han conformado con eso, no... como si fuera una película de zombis hemos visto volver a la vida a Darcy y a Marlowe, Holmes volvía a resolver casos utilizando sus impecables capacidades deductivas, incluso El Quijote tuvo una secuela escrita por Avellaneda provocando las terribles iras de su autor. Bond se reinventa las veces que haga falta para seguir sus aventuras y ahora, por si alguien no lo sabía, resucitará Poirot. Encontramos a hijos que escriben novelas continuando la saga de sus padres, apellidos que permanecen mientras cambia el nombre que los acompaña. Y digo yo, ¿hasta qué punto está justificada una secuela? Porque si se trata del mismo autor, decimos saga.
Saga, ese conjunto de libros que van contando una historia continuada, ya sea trilogía, tetralogía o el número que considere adecuado su autor. Y ahí no tengo problema (salvo con Martin, que no termina de sacar su siguiente libro y está empezando a pasar de desesperarme a producirme un cierto hastío). Lo que ya no termino de entender es lo que quienes continúan libros o historias ya finalizadas y, la verdad, no sé si me parece bien que continúen lo que su autor consideró que ya estaba cerrado. Porque es cierto que da pena despedirse de algunos personajes o libros, pero eso de recuperarlos... hay una diferencia. Además, si os soy sincera, tampoco entiendo a qué se debe en la mayor parte de los casos. Es fácil decir que se hace por dinero, pero luego llegan autores de renombre y se suman a la moda, y ese argumento se me queda un poco corto; además muchos casos siguen recibiendo derechos de autor, o se siguen realizando adaptaciones, con lo cual los herederos continuaban también manteniendo ingresos. Y así me quedo yo, con los ojos como platos viendo en las librerías que Darcy sigue con sus aventuras sin haber apenas envejecido pese al tiempo transcurrido entre sus historias.
Por eso hoy quiero saber qué pensáis de esas secuelas que aparecen continuando historias de hace ya un tiempo, ¿sois de los que os llaman la atención y os animáis a su lectura?
Gracias
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sábado, 2 de agosto de 2014
¿Por qué te gusta tanto leer?
"Sabes que has leído un buen libro cuando al cerrar la tapa después de haber leído la última página te sientes como si hubieras perdido a un amigo."
Paul Sweeney
Ya lo he comentado alguna vez, pero la lectura compulsiva, el lector empedernido que no sale de casa sin un libro ni es capaz de pasar por el escaparate de una librería, tiene algo de adicto a la tinta impresa. Por eso cuando alguien me pregunta por qué leo tanto no sé muy bien qué responder. "¿Por qué te gusta leer?" y para cuando tengo ordenada una respuesta ya han cambiado de tema. Es muy difícil decir objetivamente lo que sentimos al encontrar un libro que nos emociona como también lo es expresar objetivamente las razones por las que una persona nos ha enamorado.
Probemos. Cuando abro un libro de esos que me gustan, que me emocionan, siento como si cada renglón fuera el hombro de su protagonista y yo estuviera asomándome a él, acompañándolo en cada momento como un testigo de excepción de cuanto allí acontece. Para eso, mi mundo, el real, se desdibuja; y van subiendo unas paredes invisibles que forman una burbuja que logra contener el ruido y la hora, las palabras, los sonidos de coches, de voces, de pájaros. Mi existencia se mantiene en una suerte de estado suspendido en falso, falso porque el reloj sigue marcando los minutos o las horas transcurridas, suspenso porque yo estoy en mi burbuja, y todo lo que sucede a mi alrededor me es tan ajeno como cercano me resulta ese mundo literario que ahora es el mío. Alguna vez, tal vez en un parpadeo, acierto a pensar que este o aquel será el último capítulo, porque se me hace tarde... pero pocas veces soy capaz de cumplir esa promesa que ya me suena falsa antes de nacer. Cuando encontramos un libro que nos emociona, nos hace sentir como propias las alegrías y las tristezas, los miedos, los deseos... nos convierte en visitantes de tierras extrañas y somos capaces de hacer las cosas más insospechadas. A veces incluso nos desnuda mientras leemos las intimidades de sus protagonistas. Porque para que un libro alcance ese grado en el que lo llamamos inolvidable, algo cercano nos tiene que tocar, algo privado, algún rastro, alguna muesca hemos tenido que ver... incluso sin ser conscientes de ello. Y corremos por sus letras, avanzamos a un ritmo constante siempre marcado por las obligaciones a las que arañamos minutos deseosos de volver a meternos en esa burbuja, mientras miramos de reojo cuánto nos queda por leer. Sensaciones contradictorias: prisa por saber qué va a suceder, pena al empezar a sentir que se nos acaba el tiempo de vivir esa historia. Como si sintiéramos que se agotan los sentimientos por ese primer amor al que sabemos nunca vamos a poder olvidar.
Y entonces terminamos y se cierne el vacío. Cerramos el libro tras leer la última página y nos sentimos satisfechos, plenos... y vacíos. Ya no hay más, se acabó ese mundo, esa amistad, ese amor. Y paladeamos frases sueltas, momentos con sabor a tinta que serán los que recordemos al hablar del libro. Porque tenemos que contarlo, compartirlo, gritarlo. Y al hacerlo, cada vez, aunque nuestro oyente no se dé cuenta, habrá un brillo de envidia en nuestra mirada. En realidadf lo envidiamos porque... qué no daríamos por no haberlo leído y que alguien nos lo recomendara para volver a sentarnos, para volver a leerlo, para volver a sentir.
Hacemos un luto de minutos, de horas, incluso de días. Y volvemos a buscar otro título, otro personaje que sea nuestro amigo y otro autor que nos lleve de la mano a su mundo. Porque en el fondo, tal y como os decía al principio, lo sabemos: somos adictos a la tinta impresa.
Y todo esto, ¿cómo se lo explico a quien me pregunta por qué leo tanto?
O mejor, decidme una cosa, ¿qué responderíais si os pregunto por qué leéis? ¿Qué os hace sentir?
Gracias
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sábado, 14 de junio de 2014
Colas
"Los malos libros provocan malas costumbre y las malas costumbres provocan buenos libros."
René Descartes
Es curioso lo que sucede todos los años cuando llegan las ferias. Os cuento... resulta que me paso el año leyendo sobre lo malo que debe de ser comprar tal o cual libro, que este premio o el otro fijo que ni merecen la pena, que el presentador/político/artista que saca un libro lo hace porque se autopromociona pero que nadie lo lee.... y en la feria tienen sus colas llenas para las firmas.
Al final he pensado que si un libro vende xx mil ejemplares... ¿será que alguien lo compra, no? Así que toca confesar, venga... seamos sinceros. Hay veces que vamos a comprar libros a una librería y lo hacemos conscientes de lo que nos llevamos a casa, por eso parecemos adolescentes comprando una caja de preservativos. Cabeza a medio camino entre alta o baja, mirada segura, tono neutro y cuidado no nos vean. Porque existe un cierto pudor en muchas personas a la hora de confesar ciertas lecturas; cuesta menos decir que se ha leído el fin de semana Intemperie a confesar haber echado un ojo al último libro de Miguel Ángel Revilla, Y si lo compramos, era para un regalo. Pero al final nos podemos encontrar con la sorpresa de que picamos en algunos de estos libros conscientes de que lo hacemos movidos por la curiosidad, o por algún tipo de fuerza extraterrestre, lo mismo me da.
No voy a entrar a valorar la literatura haciendo una línea divisoria entre libros buenos o malos, porque es una línea que no soy capaz de trazar con el criterio adecuado. Pero está claro que leo de ambos márgenes y además de forma consciente. Y los disfruto, claro. Por mucho que a uno le gusten, no puede pasarse la vida leyendo a Bolaño y a Faulkner, también nos asomamos a bestseller y a autores que hasta ayer no conocíamos y así descubrimos más "buenos libros". Pero no me refiero ahora a este tipo de lecturas, sino a esas otras... ya sabéis cuales.
Según la prensa, las cosas han cambiado en los últimos tiempos, y las colas para conseguir una firma son las encargadas de mostrarlo cuando llega una Feria. Nos las encontramos frente a autores mediáticos y no podemos evitar compararla con la de aquellos nombres ya consagrados en el mundo de las letras. Y ya sabemos todos quien sale ganando. Nos agarramos entonces a que tal vez sea porque quieren la firma de esa cara conocida y, si eso les supone pagar el precio de un libro, merece la pena. A fin de cuentas han podido estar un rato delante, a apenas un metro e incluso hablar y hacerse una foto, de....poner nombre aquí... Y eso que tras un breve intercambio de palabras ayer en una red, me di cuenta de que hay autores que también sufrirán el efecto contagio, y nos costará más acercarnos a sus títulos por pertenecer a este mundo mediático.
Hoy toca confesar si hemos sucumbido, no preguntaré si por compra o regalo, a alguno de estos títulos. No digo que nos haya gustado, pero un pequeño vistazo... venga, confesemos ¿tenéis algún libro en casa de esos que se nombran casi como si fuera una confesión?
Gracias
PD. Yo no tengo ninguno, por supuesto. Es más... si alguien mira en el historial del blog y descubre el libro de Jorge Javier Vázquez... bueno, ese día... ese día... bueno, que fue un día. Uno. Y nada de sonrisas que os estoy viendo.
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miércoles, 30 de abril de 2014
En la red
Como blogger ha decidido que hoy no publicaba mi entrada (mañana me vengaré), hago una pequeña entrada para dejaros los otros lugares por los que transito hablando de libros o de cualquier cosa: twitter incita a hablar sobre absolutamente cualquier cosa, Instagram a fotografiar zapatos y comida, Google+.... bueno, seguro que también incita a algo aunque no lo he cogido el punto.
Pulsando sobre el nombre de la red está mientrasleo.
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Muchas gracias y ánimo con el miércoles a quienes no tienen fiesta mañana, o puente. Bueno a los que tienen puente no los odiamos pero sólo por un único motivo: yo también lo tengo.
PD. Os invito a dejar vuestros perfiles en la red
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jueves, 24 de abril de 2014
Gracias
Y si ayer proponía liberar libros, hoy tengo que dar las gracias a las personas que se animaron a hacerlo conmigo.

Zazou, de Bibliomanías y otros desvaríos, que desde el primer momento dijo que le parecía una gran idea.
Marilú Cuentalibros que se apunta a un bombardeo (gracias, gracias... prometo seguir pinchando con fotos de libros).

Ana Blasfuemia, de Lo que leo lo cuento que hizo gala del nombre de su blog y, no sólo se apuntó, sino que nos regaló una crónica del momento y la recogida.
Bea, de Mis sensaciones literarias. Toda una sorpresa y una alegría que decidiera unirse
Si que edito, Nesa, desde su Rincón de Nesa, ha liberado también un libro. Y ahora que no me lee os confesaré algo. El día que sus historias estén a la venta, prometo ser la primera en liberar una.
Creo que no me dejo a nadie, pero me encantaría modificar esta entrada y seguir poniendo personas y libros. De verdad, gracias, sois los mejores. ¡Ah!, y me he apuntado un montón de vuestras recomendaciones.
Caramba, pues si que me dejaba a alguien. Este es el libro que liberé yo bien prontito, por la mañana. Y claro, a esas horas olvidé hacer la foto de la dedicatoria que escribí en un post it, por si lo cogía alguien que no lee, que lo pueda regalar a gusto.... o algo así. A esas horas de la mañana tenía mucho más sentido que ahora cuando lo escribo.
Ayer fue el Día del Libro, yo me traje Ávidas pretensiones y La rubia de ojos negros. Y vosotros, ¿os llevasteis algún libro a casa?
Gracias
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miércoles, 23 de abril de 2014
Libros
Desde que el hombre aparece sobre la tierra ha tenido la necesidad de comunicarse. No ya con quien tiene a su lado, sino de hacerse inmortal a través de su obra, y de contar historias. Así desde las pinturas rupestres hasta hoy, miles han sido las formas de transmitir historias de generación en generación, ya fuera en piedras, papel o tapices. Pero sin duda, la forma más revolucionaria de todas es el libro. Por eso el Día del Libro es mucho más que la fiesta de la lectura del ocio y del placer. Vivimos rodeados de libros sin darnos cuenta: prensa, cartillas para leer o escribir, novelas, diarios propios o ajenos... forman parte de nuestra vida. Y, al igual que nosotros mismos, también el libro ha evolucionado. Recuerdo cuando descubrí los libros esos de realidad "Ojo mágico", y que los odio, sigo sin ser capaz de ver nada en ellos... o cuando aparecieron los libros para Dummies o la fiebre de la autoayuda, de la dieta Dukan en verano y de tantas otras modas que nos han acompañado desde aquel primer día que nos pusimos a buscar a un eternamente extraviado Wally.
Con el tiempo depuramos gustos, placeres por un género u otro. Nos inclinamos hacia la novela negra o romántica, histórica o terror, nos acercamos a la poesía, a veces incluso al teatro, recuperamos clásicos, descubrimos nuevos nombres que pronto se convertirán en viejos amigos... y así nos va y así leemos. Y ahora nos hablan del libro digital y yo sigo llevando un libro de papel en el bolso y, si bien es cierto que los transportes empiezan a dejar ver libros digitales (lectores en realidad) el libro en papel sigue estando presente y ese va a ser la estrella de hoy.
¿Mi recomendación para hoy? es fácil. Id a una librería, o a una biblioteca en función de gustos y posibilidades. Paseemos los dedos sobre los lomos, acariciándolos despacio como si la tinta pudiera penetrar por los poros de nuestra piel y susurrarnos sus secretos hasta que uno de ellos nos grite: ¡Cógeme! y llevémoslo a casa, a poder ser junto a otro que regalemos a alguien que no suela leer mucho. Es fácil regalar a quien lee pero un verdadero placer ver a quien no es lector habitual sumido en las páginas de una buena historia, devorándola con interés. Y sobre todo, no olvidemos leer el libro que nos hemos llevado a casa. Que no caiga el polvo sobre su cubierta, que no quede olvidado entre un montón de libros que no son más que papel colocado para adornar un estante, que no queden mudos sus personajes por falta de unos ojos que les pongan voz. Porque lo bonito de este día, no es comprar un libro o recibir una rosa; lo bonito es saber que nos llevamos a casa otras vidas que nacen cuando pasamos las páginas y se quedan en un estado de permanente suspenso cada vez que las cerramos. Conocer a quien nos aguarda impaciente para relatarnos al oído sus aventuras y sinsabores o, por qué no, sus mayores secretos. Esos que no le ha revelado jamás a nadie porque nos estaba esperando justamente a nosotros. Mi recomendación para hoy es fácil: simplemente lee.
Mi propuesta personal para hoy es liberar un libro en mi ciudad. Comentaba el otro día que sería bonito que cada bloguero hiciera lo mismo y, con todos los blogs literarios que existen, llenásemos las calles de nuestra particular pasión y los muros con las fotos de los libros que hemos liberado. Sólo uno, no hace falta más, simplemente sumar. Como entiendo que es difícil o que tal vez no os apetezca desprenderos de un título, os pediré algo mucho más fácil:
Hoy soy yo la que os pide que me dejéis un título para recomendar. Da igual si lo habéis visto ya en este blog o no; otra persona llegará a leer la entrada y tal vez se fije en el libro recomendado en un comentario. Qué mejor manera de celebrar el Día del libro que recomendar una buena lectura. Así que decidme; ¿qué libro recomendáis?
Feliz Día del Libro.
Gracias
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sábado, 5 de abril de 2014
Formas de leer
Hace ya tiempo que se viene hablando de los distintos formatos de lectura que existen: básicamente el papel y el digital. Y es que todos tendemos a uno u otro formato nos digan lo que nos digan.
Tengo que decir que en los últimos años cada vez alterno con más frecuencia el papel y el libro digital, pero admito que no es sólo por simple placer. Más que nada es comodidad. El libro digital me permite llevar en un formato mucho más manejable enormes libros o gran cantidad de títulos cuando salgo de vacaciones. Lo puedo sacar en cualquier parte y leer en el autobús o en el metro sin temor a estropear o dejar mutiladas las páginas de la historia que acompaña mis mañanas y mis tardes. Es así. Cuando se trata de leer por la calle, de avanzar en una historia a ratos muertos fuera de casa, o incluso cuando se trata de comparar precios, tendemos a lo digital.
Pero el lector empedernido, muchos de los que aquí nos reunimos día sí día también, ama los libros desde el momento en que olemos la letra impresa. Y para eso necesitamos papel. Sentir la hoja que cruje al pasar entre nuestros dedos desvelando el siguiente capítulo de nuestra historia. Admirar las cubiertas y reconocer los títulos por el tono del lomo.
Adoramos encontrar títulos que no nos permiten desviarnos al nuevo formato. Historias como El maestro del Prado que vienen acompañadas de grabados que no se apreciarían igual bajo la forma pixelada de este siglo XXI. Títulos como La casa de hojas, que son todo un homenaje al libro clásico tanto por la concepción de la historia plagada de notas a pie de página, como en su estructura que sigue un aparente caos de líneas que suben y bajan y páginas prácticamente en blanco. Supongo que en algún momento llegue a los lectores en forma de ebook, y también su pongo que en el particular caso de este libro, la persona encargada de maquetarlo... bueno, digamos que no me gustaría estar en su lugar. Relaciones de personajes, mapas... a mi me influyen a la hora de decantarme por la compra en papel o digital.
Hay un tipo de lector que prefiere seguir acudiendo a bibliotecas de vez en cuando, y que busca la excusa para seguir comprando papel. Sacrifica si es necesario el número de libros leídos y sabe perfectamente lo que es una desiderata de biblioteca (que tan mal están soportando la crisis). Agradecemos que haya libros con mapas, con relaciones de personajes, con mil y una aclaraciones aunque luego estemos tentados de saltárnoslas, porque nos dan la excusa perfecta para volver a nuestro amado papel. No admitimos si no es a regañadientes la idea de que el ratón de biblioteca ahora tendrá suficiente con un pendrive y nos apenamos cada vez que vemos que unas ventas ceden sobre otras. Por supuesto que compramos libros digitales, llegamos a más autores, a más títulos, es más rápido... Pero siempre terminamos mirando de reojo los libros de papel y optamos por ellos en la playa, por si la arena nos estropea el lector o porque el solo no nos deja ver bien; en la piscina, la palabra agua unida a digital no suele ser una buena combinación.
Se habla, se dice, se comenta... las ventas suben o bajan, las cifras cambian. Pero decidme una cosa, si podemos elegir ¿optamos por el libro digital o el de papel?
Gracias
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sábado, 29 de marzo de 2014
Saltando páginas
"-¿Y recuerdas cuando.... habla con....?
- Ah, sí. Es una de las partes que más me han gustado- respondió esperando que la conversación cambiase de rumbo."
Ese pequeño diálogo casi de besugos seguro que nos suena. Coges un libro, del género que sea, y llegas a una de esas zonas en las que... se para. Nos cuentan una batalla, nos describen una casa, una calle, un viaje y caemos en la tentación de pasar el dedo por encima de las líneas en vertical como si se tratase de algún dispositivo que nos permite saber lo que pone en las páginas. Y nos las saltamos. Porque seamos sinceros, ¿quién no se ha saltado páginas de un libro alguna vez? Y nos inventamos nombres bonitos y hacemos lectoras verticales, diagonales o como se nos ocurra decir, casi nos justificamos por hacerlo.
Y tenemos el mismo libro, pero más a nuestro gusto. Libros de dos historias en la que nos interesa más una, libros de una historia pero que no terminan de captar nuestro interés, libros de los que nos faltan apenas unas páginas y los queremos dar por finalizados porque no van a pasar ese lugar que todos tenemos reservado para las lecturas que nos marcan. Porque si nos gusta releer, marcar párrafos, recuperar palabras, también hacemos justo lo contrario. Sólo que de eso no presumimos, claro. No he oído aún decir a nadie que se leyó simplemente por encima La montaña mágica (aunque sospecho que he oído decir a un par que lo han leído sin siquiera haberlo abierto, pero de eso ya hablaremos otro día), y en cambio si me han contado los libros cuya lectura ha sido paladeada en más de una ocasión.
Venga... confesemos. No dejamos el libro sin terminar porque queremos saber lo que sucede. Nos apetece conocer la historia, pero no nos vamos a dejar la vista en ello. Es casi como decir "no me pares la película" mientras uno se levanta a beber agua. Algo que, además, hacemos con total libertad cuando somos niños y deja de interesarnos la historia y, a medida que vamos cumpliendo años lo intentamos evitar, mientras decimos muy dignos que eso ya no lo hacemos. Yo, por ejemplo, he sucumbido a esa tentación con algún que otro Best Seller que te dicen que tienes que leer, y sin embargo me bebí El Idiota sin perderme ni una coma. No me costó nada en absoluto pasear por los Episodios Nacionales y tuvieron que pasar años para que le dedicase a Moby Dick toda mi atención (fue uno de esos curiosos casos en los que uno se empecina y por eso lo termina leyendo entero). Y es que aquí no se salva nadie, lo mismo da si es la primera publicación de un escritor desconocido o si estamos ante una obra ya encumbrada. Los gustos, el tiempo, la pereza.. van por libre y no entienden de nombres escritos con letras doradas en el lomo.
Y vosotros, ¿os saltáis páginas?
Gracias
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sábado, 22 de marzo de 2014
El Día del Padre y un sheriff
"Empecé a escribir prácticamente en un rollo de papel higiénico. No tenía cuartillas, no tenía pluma; entonces decidí utilizar el lápiz y el papel de retrete. Estaba en una sala quinta de uno de los hoteles en los que me recluyó el Gobierno."
Marcial Lafuente Estefanía
Esta semana hemos celebrado el Día del Padre. Así, con mayúsculas, cada uno en su casa y, si no lo teníamos cerca, lo hemos recordado incluso un poquito más que otros días del año. Y si se trata de recordar, ya que no me he decidido a sugerir títulos para regalar en esa fecha, podemos recordar las lecturas que acompañaron a nuestros padres cuando éramos niños.
Supongo que ahora es cuando todos esperáis que os hable de un señor con gafas sentado en un sillón de orejas y leyéndome cuentos que luego me prestó para que aprendiera a leer con él y como eso hizo nacer en mi la pasión por la letra impresa. Bien, pues no es así como ocurrió.
En mi casa no abundaban los libros salvo las típicas minicolecciones que se regalaban encuadernadas en piel y que decoraban bastante en un estante de la sala de estar. Y mi padre... bueno, no sé si alguna vez se animó a leerlas, pero puedo decir sin faltar a la verdad, que yo no lo recuerdo leyendo uno de esos libros.
Mi padre leía novelas. Sobre todo las que escribió un autor español, hijo de un escritor, que, incluso en la cárcel buscó la forma de escribir. No sólo eso, sino que además fue uno de los impulsores de la novela del oeste y, tanto éxito tuvo, que dio lugar a un fenómeno que se extendió a lo largo y ancho del país. Uno compraba una novela y, una vez leída, volvía con ella al quiosco donde la cambiaba por otra o la dejaba para comprar otro título suyo por un importe menor. Y así me quedó a mi el recuerdo, de bien pequeña, de ir con mi padre a intercambiar unos curiosos libritos que lo acompañaban en el bolsillo cuando me llevaba al parque. Libritos que tiempo después leería con suma curiosidad, no en vano los domingos habían sido durante mucho tiempo el día en que veía a mi padre participar de una cadena como aquel que cambia cromos: este lo he leído, este también, este no...
Héroes con buena planta que daban un golpe y repetían antes que el malo pudiera tocar el suelo, con una puntería que desafiaba las leyes de la gravedad y de la lógica si uno se paraba a pensar. Novelas en las que cuidó la ambientación, usando sus propios viajes por Estados Unidos, pero que iban pobladas de diálogos buscando la simple diversión de los lectores. Libros, western de tinta, cuyas cifras marearían al autor con más ventas hoy en día y que se han comenzado a reeditar.
Tal vez no sea el ambiente más erudito del mundo, ni la imagen que quedaría bien plasmar en una entrada como esta (sigue faltando el caballero sentado en el sofá, leyendo cuentos o clásicos), pero es el mío. Bien, pues os diré que no sólo me gustaba ir con mi padre a cambiar esas novelas, sino que uno de los mejores momentos que me vienen a la cabeza al escribir estas líneas, es de los domingos por la tarde; cuando mi padre y yo nos sentábamos a leer cada uno nuestro titulito y nos mirábamos al terminar en una improvisada carrera para ver quien era el primero. Y me daba prisa, porque me hacía ilusión ser la primera persona con la que mi padre intercambiase la novela que tenía entre manos.
Porque no lo he dicho, pero lo que mi padre leyó durante muchos años, eran novelas de Marcial Lafuente Estefanía. Y hoy es el día, que cuando me cruzo con alguna en un quiosco, me sigo sonriendo y pensando si esas que están delante de mi, serán de las que ya he leído o de las que no.
Y vosotros, ¿hay algún libro que asociéis a vuestro padre?
Gracias
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sábado, 8 de marzo de 2014
Entrevista a Cornelia Funke
Cornelia Funke nace en Alemania. Aunque de niña quería ser astronauta se formó como educadora e ilustradora trabajando varios años de educadora social y diseñadora de juegos de mesa. Comenzó en el mundo editorial como ilustradora hasta triunfar como escritora en el año 2000 con su obra, El señor de los ladrones.
Para muchos ha sido conocida por escribir la trilogía Mundo de Tinta, llevada incluso a la gran pantalla y con la que ha obtenido un éxito de público, ventas y crítica.
En este momento está inmersa en la saga Reckless que la mantiene muy ocupada y de la que están pendientes miles de lectores a lo largo del mundo.
No siempre se puede o se dispone de más tiempo y es por eso que hoy la entrevista es express, casi un acercamiento más que una entrevista, para todos aquellos que aún no conocéis la obra de Cornelia Funke.
- ¿En qué momento decide que quiere ir más allá y pasa de ilustrar a escribir historias?
- Cuando me di cuenta de que muchas de las historias que ilustraba no me gustaban.
-¿Fueron difíciles sus comienzos?
- Relativamente. El primer libro que envié a una editorial no solo lo enviaron de vuelta, sino que jamás llegó a publicarse.
- Sus libros, además de una imaginación desbordante, llevan años rompiendo el tópico de que los jóvenes no se atreven con ejemplares voluminosos, ¿nunca temió que la extensión de sus libros frenase a los lectores?
-La verdad es que no. Además, ya había otras obras juveniles en el mercado de incluso mayor extensión.
-Escribiendo libros para los más jóvenes la pregunta es lógica, ¿cuál es el libro que recuerda con más cariño de su infancia?
- Camelot, de T. White
- En la trilogía Mundo de Tinta dió con el sueño de todo lector: ver salir los personajes de sus libro, ¿cómo surge la idea?
- Es una idea constante durante toda mi infancia.
- Siguiendo con Mundo de Tinta, ¿usted cree que, quitando la parte oscura, Fenoglio podría reflejar el deseo de todo escritor de ver vivos a sus personajes?
- No sé si todos los personajes desean eso. Para mi están vivos durante todo el tiempo. Se pasean con todo descaro por mi despacho...
- Y ahora Reckless, una historia de cuentos, hadas y llena de imaginación para grandes y pequeños, ¿podría resumir lo que nos encontramos en esta serie?
- Un viaje a otro mundo, partiendo de este... no quisiera resumirlo sin invitaros a cruzar conmigo el espejo.
- ¿En qué libro está trabajando ahora?
- En Reckless IV. Reckless III acabo de enviarlo a mi editorial alemana.
- Por último me gustaría preguntarle como a todos los que pasan por el blog por su lectura actual.
- The Silver Spoon, John Galsworthy
Muchas gracias a Cornelia por hacer un hueco y responder a estas preguntas y, como siempre, a todos los que os pasáis por aquí habitualmente. Y como me decía ayer Zazou: Lo bueno si breve..
Gracias
Bibliografía:
- Hugo tras una pista helada - Hugo en el castillo del terror
- El Señor de Los Ladrones - Igraín la valiente
- Hugo y la columna de fuego - Hugo atrapado en la ciénaga
- Corazón de tinta - El jinete del dragón
- Una pandilla genial; las gallinas locas I - Un viaje con sorpresa: las
gallinas locas II
- Sangre de tinta - Potilla y el ladrón de gorros
- Jule y los piratas patosos - Emma y el genio azul
- ¡Apártate del Mississippi! - Cornelia Funke cuenta
cuentos
- ¡Qué viene el lobo!: Las gallinas locas III - El secreto de la felicidad:
Las gallinas locas IV
- Cuando Papá Noel cayó del cielo - No hay galletas para
los duendes
- Dos brujitas salvales - Muerte de tinta
- El capitán Barbaspín en la isla del tesoro - Lili, Leto y el Demonio
del Mar
- Historias de Ana - Reckless: Carne de piedra
- Detrás de las ventanas encantadas - La princesa Isabella
- El caballero fantasma - Reckless II
Para muchos ha sido conocida por escribir la trilogía Mundo de Tinta, llevada incluso a la gran pantalla y con la que ha obtenido un éxito de público, ventas y crítica.
En este momento está inmersa en la saga Reckless que la mantiene muy ocupada y de la que están pendientes miles de lectores a lo largo del mundo.
No siempre se puede o se dispone de más tiempo y es por eso que hoy la entrevista es express, casi un acercamiento más que una entrevista, para todos aquellos que aún no conocéis la obra de Cornelia Funke.
- ¿En qué momento decide que quiere ir más allá y pasa de ilustrar a escribir historias?
- Cuando me di cuenta de que muchas de las historias que ilustraba no me gustaban.
-¿Fueron difíciles sus comienzos?
- Relativamente. El primer libro que envié a una editorial no solo lo enviaron de vuelta, sino que jamás llegó a publicarse.
- Sus libros, además de una imaginación desbordante, llevan años rompiendo el tópico de que los jóvenes no se atreven con ejemplares voluminosos, ¿nunca temió que la extensión de sus libros frenase a los lectores?
-La verdad es que no. Además, ya había otras obras juveniles en el mercado de incluso mayor extensión.
-Escribiendo libros para los más jóvenes la pregunta es lógica, ¿cuál es el libro que recuerda con más cariño de su infancia?
- Camelot, de T. White
- En la trilogía Mundo de Tinta dió con el sueño de todo lector: ver salir los personajes de sus libro, ¿cómo surge la idea?
- Es una idea constante durante toda mi infancia.
- Siguiendo con Mundo de Tinta, ¿usted cree que, quitando la parte oscura, Fenoglio podría reflejar el deseo de todo escritor de ver vivos a sus personajes?
- No sé si todos los personajes desean eso. Para mi están vivos durante todo el tiempo. Se pasean con todo descaro por mi despacho...
- Y ahora Reckless, una historia de cuentos, hadas y llena de imaginación para grandes y pequeños, ¿podría resumir lo que nos encontramos en esta serie?
- Un viaje a otro mundo, partiendo de este... no quisiera resumirlo sin invitaros a cruzar conmigo el espejo.
- ¿En qué libro está trabajando ahora?
- En Reckless IV. Reckless III acabo de enviarlo a mi editorial alemana.
- Por último me gustaría preguntarle como a todos los que pasan por el blog por su lectura actual.
- The Silver Spoon, John Galsworthy
Muchas gracias a Cornelia por hacer un hueco y responder a estas preguntas y, como siempre, a todos los que os pasáis por aquí habitualmente. Y como me decía ayer Zazou: Lo bueno si breve..
Gracias
Bibliografía:
- Hugo tras una pista helada - Hugo en el castillo del terror
- El Señor de Los Ladrones - Igraín la valiente
- Hugo y la columna de fuego - Hugo atrapado en la ciénaga
- Corazón de tinta - El jinete del dragón
- Una pandilla genial; las gallinas locas I - Un viaje con sorpresa: las
gallinas locas II
- Sangre de tinta - Potilla y el ladrón de gorros
- Jule y los piratas patosos - Emma y el genio azul
- ¡Apártate del Mississippi! - Cornelia Funke cuenta
cuentos
- ¡Qué viene el lobo!: Las gallinas locas III - El secreto de la felicidad:
Las gallinas locas IV
- Cuando Papá Noel cayó del cielo - No hay galletas para
los duendes
- Dos brujitas salvales - Muerte de tinta
- El capitán Barbaspín en la isla del tesoro - Lili, Leto y el Demonio
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- Historias de Ana - Reckless: Carne de piedra
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sábado, 1 de marzo de 2014
Mundos literarios
![]() |
Narni. Italia |
"El Universo no fue creado por Dios."
Stephen Hawking
Dicen que hace muchos años un niño cogió un atlas, y pasando el dedo por los mapas de esa forma tan peculiar que tienen los niños, fue leyendo nombres al azar, hasta tropezarse con Narni, en Italia. Y dicen también que el nombre le fascinó. Tanto es así que pasarían años sin poder olvidarlo, hasta que construyó un lugar a medida de ese nombre para poder visitarlo sin tener que recorrer la distancia que los separaba. Tal vez por eso, y sólo tal vez, eligió un armario para poder trasladarse hasta allí. Y nos dejó a todos la llave de ese armario para poder coincidir en un hermoso lugar llamado Narnia.
Sea como fuere, muchos han sido los escritores que nos han dejado la llave para acceder a otros mundos por los que pasear sin temor alguno y sin necesidad de movernos de nuestras casas. Y así es que os puedo contar mi viaje por Fantasía buscando La Torre de Marfil, o mis paseos por Bree en busca de La Comarca de La Tierra Media. También estuve en Poniente, escondiéndome porque temía encontrarme con caminantes y no pasó mucho tiempo hasta que decidí embarcarme siguiendo los pasos de un famoso naufragio para terminar en Liliput. A mis años ya tengo una maleta vieja de cuero marrón, con las esquinas gastadas y llena de pegatinas como si fueran muescas en la culata de un vaquero de Butcher's Crossing. En ella ha quedado testimonio de mi paso por Syldavia y también por el Universo Conocido en Dune, desierto a desierto, palacio a palacio. He recorrido Yoknapatawpha acompañada por Faulkner y he paseado por la Atlántida antes de ser engullida por el mar. He pisado marte y me han tomado por loca, como relatan unas Crónicas marcianas.
Recuerdo haber viajado a un lejano Oz buscando esta vez un camino de baldosas amarillas que apenas encontré, y al extraviarme, seguir a un conejo hasta El país de las maravillas, del que tuve que salir huyendo, porque había una malvada reina que me obligó a correr hasta sentirme más segura en un lugar que se llamaba Nunca jamás.
Decía Cornelia Funke en su famosa trilogía, que un hombre llamado Mo tenía la capacidad al leer en voz alta, de sacar a un personaje del libro intercambiándolo por uno real. Y donde todos se habían maravillado imaginando sacar de sus libros a Campanilla o Hamlet, yo pensaba que había alguien entrando en las historias. Ese era el verdadero afortunado, aunque llegase a un Mundo de tinta. Cuantas veces me he imaginado en la Antíbula de Aramburu o en ese lugar tan extraño llamado Mundodisco y que es sostenido por cuatro elefantes que están sobre una enorme tortuga estelar.
Dicen que los libros son pequeñas ventanas a otras vidas. Vidas que a veces nos marcan y que transcurren en lugares muchas veces imaginados por sus autores. Lugares como los que os he contado que me ha gustado visitar y que no son ni la décima parte de los que he visto. Lugares que he descubierto y explorado acompañando a personajes convertidos en amigos y que hoy comparto con vosotros con la ilusión de saber que ya tengo la maleta preparada para la siguiente historia. Porque si existe La ciudad de los libros soñadores, ¿Por qué no va a existir otra para los lectores soñadores? Personalmente... creo que esa ciudad existe, y que está justo delante de cada lector vestida de letras esperando a que abramos la puerta.
Y vosotros, ¿Cuál es el último lugar al que habéis viajado leyendo?
Gracias
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sábado, 15 de febrero de 2014
San Valentín fue ayer
"Por eso fue el día de San Valentín,
cuando cada ave vino aquí a buscar su pareja."
The Parliament of Foules
Recuerdo que hace tiempo, allá cuando la vida era en blanco y negro, una persona me hizo un regalo por San Valentín. Y mi reacción fue la normal en estos casos: me indigné. Es evidente, si uno celebra el cumpleaños es porque el resto de los días no cumple, y lo mismo sucede con los aniversarios. Entonces, ¿un regalo en esta fecha significaba a la fuerza que el resto de los días no se quiere? Supongo que entendéis mi indignación, sobre todo si os digo que era más que joven, niña.
Dejando a un lado esta historia que a muchos seguro os ha provocado la risa, o cuanto menos la sonrisa, es una fiesta que sigue sin figurar entre mis favoritas. A fin de cuentas si hay más de una docena de santos que llevan ese nombre y quedan repartidos en los calendarios, tan especial no será. Y por otro lado es lógico que dijeran Valentín a aquel que era valiente, fuerte y digno a la hora de defender sus creencias y puede que muchos, hace a saber cuantos siglos, acabaran siendo torturados por ello. Incluso hubo un Papa con este nombre, de esos de corto pontificado que a casi nadie nos suenan.
Si acaso y por reconciliarme con esta fecha, por no hablar de grandes almacenes ni de subidas de azúcar a golpe de bombones y rosas de caramelo, os diré que Geoffrey Chaucer tuvo su parte de culpa en vuestra celebración de ayer. Y sí, me refiero al autor de Los Cuentos de Cantérbury. Allá por 1375 este hombre escribiría The Parliament of Foules, dejando testimonio de que en ese día se unían las aves y los humanos para encontrar una pareja. Chaucer lo fechaba en el 14 de febrero, como os decía, justo ayer.
Ahora me diréis que esto lo digo por llevarlo todo a mi terreno y aprovechar para hablar de letras, de libros. Bien, me declaro entonces enamorada desde hace tiempo, presa de lo que pueden llegar a hacerme sentir unas letras. Y tal vez, dando por cierta esta declaración, sí que haya hecho por utilizar este día en el que nadie recomienda regalar un libro, para hablar también de ellos. Aunque sea de refilón. Es lo que tienen las pasiones, que nos gusta disfrutarlas a diario, incluso en San Valentín por raro que pueda parecer.
Ayer os preguntaba por libros románticos cuando todos sabemos que un libro no necesita ser romántico para enamorarnos. Eso me pasó a mi con El Ruletista, que me ganó. Hay libros que nos dejan esa sensación. ¿Me podéis decir el vuestro? ese que os viene a la cabeza directamente.
Gracias
PD. La portada que he puesto es El Kamasutra. No enamora, pero como dijo Woody Allen: El amor es la respuesta, pero mientras esperas la respuesta, el sexo plantea algunas preguntas bastante interesantes.
Espero, al menos, haber conseguido arrancaros una sonrisa.
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sábado, 25 de enero de 2014
Un buen libro
![]() |
Mujer sobre pila de libros donados Biblioteca Pública de NY 1910 |
Jorge Luis Borges
Todos queremos leer buenos libros. De hecho, supongo que todos los escritores pretenden escribir libros buenos cuando comienzan sus historias. Y luego hay apenas un puñado de títulos a los que se otorga ese honroso adjetivo. El buen libro.
Sin embargo, a medida que van pasando los años y las páginas por mis manos empiezo a pensar que el concepto de buen o mal libro se desdibuja en función del significado que le demos. A ver, está claro que los clásicos son buenos libros, aquí es fácil llegar y nadie en su sano juicio sería capaz de decir que El Quijote o que Los Miserables son malos libros. Incluso aquellos que no los han leído pero los tratan con la familiaridad que se saluda a un vecino, nos hablarán de sus bondades. El tiempo se ha encargado de hacer la criba y los libros que han sobrevivido tantos años a críticos, lectores y adaptaciones a la fuerza han de serlo. El problema empieza con los libros contemporáneos, esos que salen año a año, día a día y cuyos títulos vamos descubriendo y recomendando o no. Esos libros que nos llegan en segunda persona, porque van dirigidos a nosotros los lectores activos en el momento en que se publican.
"Un buen libro es mejor que quinientos bestsellers" acaban de decir por televisión mientras escribo esta entrada. Están anunciando un coche o un banco o tal vez un refresco, no lo sé. La frase me ha llamado la atención. Porque está claro que hay libros que nadie considera buenos pero que se han convertido en un gran éxito de ventas (dudo que nadie califique las 50 sombras o El código Da Vinci como literatura de altura). Son libros muchas veces izados en las listas por personas que leen dos o tres títulos al año y que se han sentido atraídos por ellos y los han disfrutado y regalado a otras personas. Libros que, para qué nos vamos a engañar, también hemos disfrutado en muchas ocasiones los lectores empedernidos cuyo número de adquisiciones es "ligeramente" superior al suyo. Éxitos que barren listas y que tienen que sobrevivir aún al paso del tiempo para saber si permanecerán en las bibliotecas o si se seguirán reeditando pasados los años. O tal vez los libros que sobrevivan sean los que los críticos reputados nos están indicando en tal o cual canon como obras maestras y que ahora no nos llamaron particularmente la atención.
Estás mezclando churras y merinas, pensaréis muchos, y posiblemente con razón. Los éxitos de ventas y los libros con una calidad reconocida no han de ir de la mano. Pero entonces la duda se amplía y me pregunto qué buscamos cuando leemos un libro. La mayor parte de la gente buscamos sumergirnos en una historia que nos guste, unas páginas que nos transporten a un lugar y una situación y, con un poco de suerte, un personaje que no se llegue a desvanecer completamente cuando hayamos pasado la última página. De hecho, cuando pedimos que nos recomienden un buen libro no estamos hablando de uno que vaya a pasar a la historia de la literatura sino a uno que nos guste de forma personal. Lo que pedimos es una recomendación personalizada y luego que el tiempo se encargue de decir si El capitán Alatriste será conocido dentro de un par de siglos o si, tal vez, Orson Scott Card se colocará junto al creador de las leyes de la robótica. Y mirad, ahí si que miro muchas veces los libros con curiosidad y me gustaría poder conocer los títulos de los que aparecerán en los libros incluso escolares dentro de unos años. Saber si esta será conocida como la generación de principios del XXI por ejemplo y a quienes nombrarán como sus máximos exponentes. Hoy por hoy cuando hablo de un libro y digo si es bueno o malo lo hago según mi gusto y criterio personal, ni mejor ni peor que el de cualquier otro lector y es justo eso lo que hace que me pregunte por la opinión que tuvieron en su día los lectores de Ulises o de Lolita.
Y por supuesto, también hace que me pregunte por los títulos que me diríais si os pregunto por un buen libro. Porque en definitiva, ¿qué es para vosotros un buen libro? Se admiten ejemplos.
Gracias
Fuente foto: http://thisaintthesummeroflove.blogspot.com.es/
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Un buen libro
sábado, 11 de enero de 2014
Regalos
Por fin parece que han terminado las fiestas. Porque no nos engañemos, comenzadas o no con ilusión y pese a que ahora todos estemos quejándonos de la vuelta a los estudios o el trabajo, son muchas y muy seguidas. Y nos toca además colocar los regalos.
Me he pasado la mitad del mes de diciembre recomendando regalar libros, preferiblemente en papel. No por nada, pero le veo mucha complicación a eso de envolver un libro digital para ponerlo debajo del árbol y eso de regalar tarjetas para que puedan hacerse una descarga no va conmigo. Qué queréis, soy una antigua.
El caso es que jamás había visto colas tan grandes en las librerías como estas navidades y me ha hecho bastante ilusión. Por supuesto, no me he acercado porque me daba miedo descubrir los títulos que la gente se estaba llevando a casa (y no pienso decir los títulos que más miedo me daban, aquí cada cual que piense en los suyos) y entre esas personas, y esto si que es algo novedoso, había conocidos míos. Lo sé porque este año también me han regalado libros, y algo que dicho así os pueda parecer normal conociendo mis gustos, es en realidad bastante excepcional. No sé si os suena, pero suelo oír eso de: "Te iba a comprar un libro, pero no sabía si lo tenías" y piensas eso de... "vale, pero para llamarme y preguntarme la talla o el color no te ha dado reparo". En fin, cosas que pasan.
Ahora que han pasado las fechas tengo que reconocer que de entre todas las cosas que me puedan regalar, prefiero los libros. De hecho, guardo muchos con especial cariño precisamente por la mano que me los regaló. Recuerdo que el primer libro que me regalaron fue Momo en una edición de un coleccionable que salía semanalmente y que guardo con especial cariño pese a que tiene más años que el estante sobre el que reposa. Os puedo decir que en ese estante de mi memoria reposa también un libro dedicado pese a que no suelo acudir a que me los dediquen y también hay una edición de El señor de Los Anillos que tuve que leer siempre sentada porque su volumen impedía que me lo llevase a la cama a hacerme compañía. Tengo una edición bilingüe que me regalaron hace poco de un libro de Hawthorne, Wakefield, que también está dedicado... en este caso por la estupenda persona que me lo regaló y que decidió firmarlo porque me apuraba aceptar el regalo y de ese modo me lo tendría que llevar. También este año pasado han llegado dos libros que provienen de una persona muy especial y otro que ya tenía, pero que no lo cambiaría ni por todo el oro del mundo. Además de estos y otros muchos que han ido entrando en mi vida a lo largo del tiempo están los que te regalan porque saben que te gusta o porque te conocen lo suficiente como para ver que te hará especial ilusión tener, por ejemplo, una edición preciosa de El Principito cuya traducción no es precisamente al castellano.
Puede parecer que un libro es un regalo comodín, y tal vez para muchas personas lo sea y por eso las librerías se llenan en esta época del año. Pero para aquellos a los que nos gusta leer son pequeños tesoros que muchas veces guardan historias fuera de sus letras. Por eso no me cansaré de recomendar que se regalen libros y que no se haga solo en esta época del año que acabamos de dejar. Cualquier momento es bueno para regalar una vida hecha de tinta y papel. Y cualquier momento es bueno para disfrutarla.
Y vosotros, ¿también guardáis libros con especial cariño por la forma en que llegaron a vosotros?
Me encantaría conocer la historia de alguno de ellos.
Gracias
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sábado, 4 de enero de 2014
Los Reyes Magos
"Como alguien nos dejo -hace muchos años ya- que era un tanto dudosa la existencia de los Reyes Magos cabalgando con sus caballos alados y velocísimos con un completo bazar a cuestas, por todos los caminos del mundo, nosotros miramos, pasado el primer momento de estupor, para nuestros zapatos, para nuestros traidores zapatos que, estando en el secreto, tan callado se lo tenían"
Los zapatos de la noche de Reyes
Camilo José Cela
Se acerca la última fiesta de esta marabunta de dulces y luces de colores, de cambios de año y reuniones familiares, de vísperas, bengalas, y colas en las tiendas que nos hacen pensar que tal vez debimos de comprar los regalos hace mucho tiempo. Y con esta fiesta se acerca también la hora de poner la zapatilla, para que los Reyes sepan dónde han de dejarnos los regalos. No vayan a confundirse y dejar a la suegra el regalo de la nieta o peor aún, el que ella misma compró al yerno de turno.
Bromas a un lado, dejar los zapatos para recibir los regalos es una costumbre que hemos importado en España. En realidad se comenzó a hacer en Holanda (justo aquí al lado como quien dice). Allí que celebran San Nicolás un mes antes de Reyes, la gente ponía un zapato en la iglesia la noche del 5 y al día siguiente se repartía entre ellos el dinero dejado por los ciudadanos más pudientes a modo de donativo. Estos a su vez lo tomaron de una costumbre anterior que decía que esa noche se llenaban de monedas los zapatos de los niños de cuatro familias pobres para asegurarles unas buenas festividades y antes... antes no lo sé. Pero ahora se siguen colocando zapatos en muchas casas que indiquen a los Magos dónde dejar su preciado regalo (me han dicho que hay quien incluso los pone en el balcón para que los vean bien), y dentro de los mismos se introducen cartas con peticiones, comida para los camellos... y sobre todo, mucha, mucha ilusión.
Y que no se pierda. Porque no es sólo la edad la que nos la da o nos la quita como nos mostraba Cela en Los zapatos de la noche de Reyes. Es bueno conservar esa ilusión que de niños nos convierte en receptores y de adultos en improvisados pajes. Es bueno que no lo olvidemos y que, lo mismo que nos acercamos a historias de Navidad lo hagamos también a las que nos hablan de los Reyes. No tantas, lo reconozco, pero las hay. Y nos podemos encontrar a una niña que no termina de escribir su carta y que nos presentaba Elvira Lindo en Olivia y la corte de los Reyes Magos. O a Paulo, que nos lo presentó Fina Casalderry para enseñarnos su Última carta a los Reyes Magos. También Valle Inclán nos habló de la Adoración de los Reyes, igual que Verdaguer en uno de sus poemas, o Rubén Darío.
Ahora que lo pienso, si que hay ilusión o deseos, todos tenemos alguno que expresamos en voz más o menos alta. Que compartimos o que pedimos en secreto como si se tratase de una carta personal e intransferible. Exactamente igual que hacen los niños cuando comienzan diciendo eso de... "Querido Rey Melchor o Gaspar o Baltasar", porque en eso también tenemos nuestros favoritos. Así que este año, voy a poner mi zapato para mi rey favorito y a ver si con un poco de suerte... ve la luz el nuevo libro de George R. R. Martin.
Y vosotros, ¿qué le pediríais a vuestro rey favorito?
Gracias
PD. Abstenerse aquellos apodados como Mata-reyes.
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lunes, 30 de diciembre de 2013
Feliz Año Nuevo y alguna silla vacía
"A veces, el destino se parece a una pequeña tempestad de arena que cambia de dirección sin cesar. Tú cambias de rumbo intentando evitarla. Y entonces la tormenta también cambia de dirección, siguiéndote a ti. Tú vuelves a cambiar de rumbo. Y la tormenta vuelve a cambiar de dirección, como antes. Y esto se repite una y otra vez. Como una danza macabra con La Muerte antes del amanecer."
"Kafka en la orilla"
Haruki Murakami
Si algo tienen estas fechas es que las familias se reunen y, tarde o temprano, alguien mira al lugar que ocupaba en la mesa quien ya no está. Son fechas en las que quien más quien menos recuerda a alguien; esa persona que ha fallecido o que tal vez no ha podido acercarse por enfermedad o trabajo. Y es que, cuando uno hace un repaso es cuando mejor notamos los huecos. Y eso también me pasa a mi. Cuando pienso en las próximas lecturas para el año entrante es cuando veo los huecos de aquellos libros que ya no llegarán porque sus autores firmaron su última obra y nos abandonaron durante 2013.
Resultaría sencillo al escuchar un chiste pensar en Wilt y en el desaparecido Sharpe que nos enseñó a reírnos de una forma irreverente en una Exhibición impúdica de su talento. Y ya que sonreímos nos dejamos llevar por el recuerdo de La sonrisa etrusca sabiendo que Sampedro será recordado por esa obra escrita hace ya casi treinta años. Y es que este año hemos perdido grandes nombres del panorama literario. Algunos de ellos ya son un mito, como Richard Matheson, cuyo epitafio bien pudiera ser Soy leyenda... salvo porque lo lleva siendo años gracias a sus mansiones encantadas. Nos ha dejado también Elmore Leonard, un hombre que nos presentó a Joe LaBrava y nos dio el significado de la palabra Bandits. Porque muchos de ellos han sido eso, los presentadores de sus creaciones o de sus propios personajes que sabemos les sobreviven. Quién no conoce hoy en día a Jack Ryan aunque sea del cine, y pocos sabrán que su creador también nos ha dejado en el presente año. Allá por octubre nos despedíamos de Clancy, otro superventas y culpable de que muchos espías saltaran a la gran pantalla.
O diría que de poco nos sirve indignarnos ante estas desapariciones por muy injustas que las tomemos. Aunque indignarse si puede ser una forma de buscar la solución a otros problemas, o así nos lo enseñó Stéphane Hessel. Está claro, empiezo a tener demasiadas sillas vacías; y mientras lo digo mirando el marco de la puerta, recuerdo Pórtico, un título conocido para muchos y un autor cuyo nombre poca gente sabe y que también nos abandonaba durante 2013. Adiós Frederik Pohl
Doris Lessing que ganó no hace demasiados años el Premio Nobel, también ha tenido el más que dudoso honor de engrosar esta lista de autores desaparecidos, al igual que Seamus Heaney, compañero suyo de galardón.
Podría seguir y recordar a Javier Tomeo o Chinua Achebe, pero no quiero dejar este año con semblante triste. Prefiero pensar en los libros que llenarán nuestros estantes el año entrante y en los ratos que compartiremos hablando de ellos. Durante este año se han borrado más nombres que los aquí mentados cuyo legado en forma de palabras queda ya para todos los que quieran acercarse a leerlos. Así procuraré hacerlo con aquellos que aún no leí.
Sin embargo y como antes os decía, prefiero terminar pensando en las lecturas que nos llegarán, en los escritores que descubriremos y en esas veces que al pasar frente una librería algo nos atrae, un título, una portada, un autor... y volvemos a casa con nuestro tesoro bajo el brazo disfrutándolo incluso antes de haberlo abierto. Pensando que quizás mi autor favorito saque libro, o aparezca un manuscrito entre los papeles de otro o, por qué no, tal vez el autor del libro que recuerde en diciembre del año que viene seas tú. Tenemos por delante todo un año repleto de lecturas, ¡quién sabe!
Feliz Año Nuevo a todos y gracias por cada día, por cada rato, por cada título sugerido, compartido, comentado y, sobre todo, muchas gracias por estar ahí.
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jueves, 26 de diciembre de 2013
Resultados del sorteo
"-Eeeeeel quince. La niña bonita"
Un bingo cualquiera de una ciudad sin nombre. Por algún motivo este tipo de dichos se repiten a lo largo y ancho de la geografía.
Contribuyendo a poner un libro debajo de cada árbol hoy os traigo el resultado del sorteo que se organizó en el blog.
Eau Sauvage. Valérie Mréjen
Rebeca
Cartafol
Lo que mueve el mundo. Kirmen Uribe
Caminante
Por favor poneros en contacto conmigo en la dirección: entremontonesdelibros@gmail.com
Muchas gracias a todos por una participación tan impresionante, y por todas y cada una de vuestras visitas.
Mañana retomamos la actividad habitual en el blog, y aunque sea jueves os comento que estoy leyendo La canción de amor de Jonny Valentine. Y vosotros, ¿qué libro os acompañó durante la Navidad?
Gracias
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