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lunes, 5 de noviembre de 2018
La madre. Fiona Barton
"El ordenador parpadea cuando me siento frente a la pantalla, es como si notara mi presencia. Un toque en el teclado y aparece una fotografía de Paul, la que le tomé durante la noche de bodas en Roma. Me mira, embelesado, desde el otro lado de la mesa que compartimos en Campo de’ Fiori. Al verla, intento corresponder a su sonrisa, pero cuando me inclino hacia delante vislumbro mi propio reflejo en la pantalla y me detengo. Odio verme de improviso. A veces ni siquiera me reconozco. Crees saber qué aspecto tienes y de repente te encuentras a esa desconocida mirándote fijamente. A veces incluso me asusto".
Siempre me han interesado los fenómenos literarios, y los acabo leyendo con más o menos éxito, pero me gusta opinar desde la lectura. Por eso, hoy traigo a mi estantería virtual, La madre.
Recuperamos a la periodista Kate Waters mientras lucha en su redacción por conservar el trabajo de periodista frente al implacable empuje de las nuevas tecnologías. Allí se fija en una noticia que habla del hallazgo del cadáver de un recién nacido en el patio de una casa, un cuerpo que parece tener muchos años y un misterio por desentrañar. No será la única persona que se vea afectada por la noticia, una mujer llamada Ángela verá en ella la posibilidad de saber que sucedió con su hija desaparecida hace cuarenta años, y otra llamada Emma se sentirá culpable de una forma casi irracional.
Conocimos a Fiona Barton con su novela La viuda, un éxito tan aplaudido como vapuleado en el que nos presentó, además, a Kate Waters. En La madre, al igual que en su novela anterior, hay un niño, varios puntos de vista y mujeres como protagonistas principales de la acción. No es la única autora que repite formulismo y de hecho es algo habitual en el género.
En este caso, de las tres mujeres que forman el eje principal, Waters es la que más interés despierta en el lector, quizás por ser la menos repetitiva en sus acciones y pensamientos, y serán los ratos en los que la acompañemos junto a su becario, aquellos en los que la novela avance con más o menos éxito por la trama. Emma que se tortura de forma incesante sin llegar a desvelar el motivo durante la mayor parte de su aparición, se repite una y otra vez y no siempre quedan justificadas sus reacciones ni tampoco la relación con su madre Jude, a quien introducirá en la historia para presentarnos a una mujer vanidosa y egocéntrica. Por último Ángela, representa a la perfección el papel de mujer que sufre una gran pérdida y no logra recuperarse convirtiendo su vida en un islote en medio del mundo y de su propia familia. Con todas ellas, más allá de la trama, Barton parece querer dar pie a una pregunta, ¿qué es la maternidad?, porque también Waters tiene un hijo cuya relación entrevemos, así como la que tiene con su becario, el jovencísimo hijo de una mujer poderosa. Y a fin de cuentas, hay muchos tipos de maternidad, que se pueden ver reflejados en cada decisión tomada empezando por la de tener o no un hijo. Sin embargo, esa pregunta se oculta tras la trama llegando tan solo a insinuarse entre silencios y alguna contradicción, opacando de este modo lo que considero podría haber sido lo más relevante de la novela.
La trama es relativamente sencilla y, pese a que Barton busca generar dudas y añade un par de elementos más que puedan resultar atractivos para el lector o terribles, incluso dramáticos, la resolución final difícilmente cogerá de sorpresa a quien haya puesto un mínimo de atención a la historia. He encontrado además, huecos e inexactitudes, incluso alguna repetición que reconozco me ha llegado a resultar hasta divertida (a fin de cuentas el sentido del humor de cada uno es algo muy personal).
La madre es un libro que llega con la intención de mantener al lector entretenido; sin embargo, la necesidad que parece tener la autora de repetir una y otra vez los hechos, consiguen que una trama que hubiera podido ser un buen rompecabezas llegue a tornarse en algo aburrido por momentos, perdiendo esa agilidad tan necesaria en este tipo de novelas que tan mal soportan el desgaste. Sinceramente, no creo que repita con la autora.
Y vosotros, ¿con qué libro comenzáis la semana?
Gracias.
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jueves, 14 de diciembre de 2017
La madre. Máximo Gorki
"Cada mañana, entre el humo y el olor a aceite del barrio obrero, la sirena de la fábrica mugía y temblaba. Y de las casuchas grises salían apresuradamente, como cucarachas asustadas, gentes hoscas, con el cansancio todavía en los músculos. En el aire frío del amanecer, iban por las callejuelas sin pavimentar hacia la alta jaula de piedra que, serena e indiferente, los esperaba con sus innumerables ojos, cuadrados y viscosos. Se oía el chapoteo de los pasos en el fango. Las exclamaciones roncas de las voces dormidas se encontraban unas con otras: injurias soeces desgarraban el aire. Había también otros sonidos: el ruido sordo de las máquinas, el silbido del vapor. Sombrías y adustas, las altas chimeneas negras se perfilaban, dominando el barrio como gruesas columnas."
Tengo una cierta tendencia a recaer en libros de corte amargo, que no hablan de felicidad y placidez sino que cuentan historias duras, de esas que forjan el carácter por obligación y dejan cicatrices en el alma. Ese tipo de historias. Por otro lado huyo de aquellas que contienen demasiadas consignas políticas, de forma directa o encubierta, no me gusta y me cuesta hacerme con ellas. Por eso de entrada dudaba ante este libro. Hasta que un día, no recuerdo en dónde leí: No conozco personaje más limpio que una madre, ni corazón con más capacidad de amar que el corazón de una madre. Hablaban de este libro, así que me decidí. Hoy traigo a mi estantería virtual, La madre.
Conocemos a Pelagia, una mujer rusa perteneciente a la clase obrera que vive bajo la férrea mano del marido y del régimen. Al enviudar su hijo empieza a sentir ansia por saber, ansia de revolución y a demostrarlo ante su madre. Ella no entiende esta necesidad, ha vivido de una forma y teme el cambio y las consecuencias que pueden tener y tienen buscarlo. Sin embargo es su hijo, y eso hace que se esfuerce y abra las puertas de su casa a este cambio mientras lucha por abrir también las puertas de su mente. A fin de cuentas, es su hijo.
Alexei Maximovich Petrov, usó de seudónimo Máximo Gorki. Eso ya nos debería de dar una pista, Gorki significa amargo, y así es su texto. Al menos en esencia al tratar las desigualdades abismales de la sociedad. A través de un libro sencillo, un vocabulario igualmente sencillo y unos personajes apoyados en apenas unos pequeños trazos físicos entramos en esta historia que comienza con la sirena de una fábrica. Vamos conociendo a esta mujer, esta gran mujer que nos va ganando el terreno poco a poco a medida que avanzamos en la historia. Pero no sólo eso, sino que somos testigos de excepción de un momento crucial en la historia rusa, estamos viviendo un cambio social que dará pie a una revolución, y lo hacemos a través de la experiencia y los ojos de Pelagia. Este libro, referente de la literatura rusa para crítica y lectores, nos aporta un testimonio de excepción. Asistimos a la vida gris de esta familia y al cambio, vemos al hijo leyendo, buscando su verdad hasta terminar contactando con revolucionarios y participar de su movimiento con el riesgo que ello entraña. Una época en la que este tipo de ideales terminaban, en el mejor de los casos, en el destierro. Y ahí es donde Pelagia es puesta a prueba, no lo entiende, no comprende esa lucha en la que su hijo se mete, pero es su hijo y tiene que apoyarlo de alguna manera. Poco a poco empieza a escucharlo mientras admite la revolución en su casa, y empieza a comprender que tal vez no sea tan malo buscar ese cambio.
Por encima de la lucha, de la condena social, de las ideas revolucionarias, es un libro conmovedor. Un libro en el que una madre lucha por entender la actitud de su hijo, una mujer que empieza siendo una vieja de cuarenta años y a la que vemos crecer en un libro que resiste el paso de los años con firmeza. Se llega al final con interés en la historia de Pelagia, buscando saber la opción que tomará el autor, sólo vemos dos posibles y tenemos clara nuestra apuesta... y nos encontramos con un final espléndido que nos retumba en el cuerpo durante días, porque no es una historia sencilla. Ni bonita. Hoy traigo un clásico reciente con un claro mensaje social y político, pero también con uno de los protagonistas que más interés han causado de la literatura rusa. Como sucede con estos libros ha sido tantas veces alabado como criticado, pero muchas veces esta diferencia de opiniones tan extrema hace que un título nos interese aún más.
¿No os sucede que los libros que provocan reacciones encontradas os atraen más que aquellos que son de aplauso unánime pero sin entusiasmo?
Gracias
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miércoles, 21 de noviembre de 2012
La madre. Máximo Gorki
"Cada mañana, entre el humo y el olor a aceite del barrio obrero, la sirena de la fábrica mugía y temblaba. Y de las casuchas grises salían apresuradamente, como cucarachas asustadas, gentes hoscas, con el cansancio todavía en los músculos. En el aire frío del amanecer, iban por las callejuelas sin pavimentar hacia la alta jaula de piedra que, serena e indiferente, los esperaba con sus innumerables ojos, cuadrados y viscosos. Se oía el chapoteo de los pasos en el fango. Las exclamaciones roncas de las voces dormidas se encontraban unas con otras: injurias soeces desgarraban el aire. Había también otros sonidos: el ruido sordo de las máquinas, el silbido del vapor. Sombrías y adustas, las altas chimeneas negras se perfilaban, dominando el barrio como gruesas columnas."
Tengo una cierta tendencia a recaer en libros de corte amargo, que no hablan de felicidad y placidez sino que cuentan historias duras, de esas que forjan el carácter por obligación y dejan cicatrices en el alma. Ese tipo de historias. Por otro lado huyo de aquellas que contienen demasiadas consignas políticas, de forma directa o encubierta, no me gusta y me cuesta hacerme con ellas. Por eso de entrada dudaba ante este libro. Hasta que un día, no recuerdo en dónde leí: No conozco personaje más limpio que una madre, ni corazón con más capacidad de amar que el corazón de una madre. Hablaban de este libro, así que me decidí. Hoy traigo a mi estantería virtual, La madre.
Conocemos a Pelagia, una mujer rusa perteneciente a la clase obrera que vive bajo la férrea mano del marido y del régimen. Al enviudar su hijo empieza a sentir ansia por saber, ansia de revolución y a demostrarlo ante su madre. Ella no entiende esta necesidad, ha vivido de una forma y teme el cambio y las consecuencias que pueden tener y tienen buscarlo. Sin embargo es su hijo, y eso hace que se esfuerce y abra las puertas de su casa a este cambio mientras lucha por abrir también las puertas de su mente. A fin de cuentas, es su hijo.
Alexei Maximovich Petrov, usó de seudónimo Máximo Gorki. Eso ya nos debería de dar una pista, Gorki significa amargo, y así es su texto. Al menos en esencia al tratar las desigualdades abismales de la sociedad. A través de un libro sencillo, un vocabulario igualmente sencillo y unos personajes apoyados en apenas unos pequeños trazos físicos entramos en esta historia que comienza con la sirena de una fábrica. Vamos conociendo a esta mujer, esta gran mujer que nos va ganando el terreno poco a poco a medida que avanzamos en la historia. Pero no sólo eso, sino que somos testigos de excepción de un momento crucial en la historia rusa, estamos viviendo un cambio social que dará pie a una revolución, y lo hacemos a través de la experiencia y los ojos de Pelagia. Este libro, referente de la literatura rusa para crítica y lectores, nos aporta un testimonio de excepción. Asistimos a la vida gris de esta familia y al cambio, vemos al hijo leyendo, buscando su verdad hasta terminar contactando con revolucionarios y participar de su movimiento con el riesgo que ello entraña. Una época en la que este tipo de ideales terminaban, en el mejor de los casos, en el destierro. Y ahí es donde Pelagia es puesta a prueba, no lo entiende, no comprende esa lucha en la que su hijo se mete, pero es su hijo y tiene que apoyarlo de alguna manera. Poco a poco empieza a escucharlo mientras admite la revolución en su casa, y empieza a comprender que tal vez no sea tan malo buscar ese cambio.
Por encima de la lucha, de la condena social, de las ideas revolucionarias, es un libro conmovedor. Un libro en el que una madre lucha por entender la actitud de su hijo, una mujer que empieza siendo una vieja de cuarenta años y a la que vemos crecer en un libro que resiste el paso de los años con firmeza. Se llega al final con interés en la historia de Pelagia, buscando saber la opción que tomará el autor, sólo vemos dos posibles y tenemos clara nuestra apuesta... y nos encontramos con un final espléndido que nos retumba en el cuerpo durante días, porque no es una historia sencilla. Ni bonita. Hoy traigo un clásico reciente con un claro mensaje social y político, pero también con uno de los protagonistas que más interés han causado de la literatura rusa. Como sucede con estos libros ha sido tantas veces alabado como criticado, pero muchas veces esta diferencia de opiniones tan extrema hace que un título nos interese aún más.
¿No os sucede que los libros que provocan reacciones encontradas os atraen más que aquellos que son de aplauso unánime pero sin entusiasmo?
Gracias
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