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miércoles, 8 de julio de 2020

El inocente. Ian McEwan


     Ian McEwan es otro de mis imprescindibles. Uno de esos escritores a los que les permito todo y de los que me gusta tener algún título, aunque sea uno solo, sin leer. Como si eso fuera garantía de zona segura. Hoy traigo a mi estantería virtual, El inocente.

     Conocemos a Leonard, un inglés que va a trabajar a Berlín en el año 1955. Es técnico en comunicaciones y lo envían a trabajar en la llamada "Operación Oro". Este hombre, poco experimentado en general, no tarda en descubrir el verdadero valor de su misión: espiar las comunicaciones soviéticas. Por si eso fura poco, conoce a María, una alemana que tiene todo aquello de lo que él carece, y comienzan una relación.

     Siempre me han parecido fascinantes la Operación Gold y la Operación Silver. Pongámonos en antecedentes. En 1949 el Servicio Secreto Británico descubre que el cuartel general soviético utiliza las líneas de teléfono ordinarias para comunicarse con Moscú. En Viena. Así que compran un edificio cercano al hotel Imperial (por el que pasaban la línea utilizada), montan una sastrería como tapadera, y comienzan a obtener información. La operación termina debido al éxito inesperado de la sastrería y las consecuencias que esto provoca. El caso es que la CIA comienza a pensar si no sucederá lo mismo en Berlín, y así en 1954 ingenieros británicos y estadounidenses, comienzan a excavar un túnel de 450 metros de largo lleno de instalaciones de escucha que estuvo en funcionamiento hasta que un grupo de soldados soviéticos consiguió acceder a él muchos meses después.
     Bien, ahí es donde trabaja nuestro inexperimentado protagonista. El mismo que se deja seducir por María, por su experiencia y carácter, por la vida a sus espaldas, y comienza una relación amorosa que incluye celos y exmarido. McEwan consigue poner a un protagonista que parece insulso en un comienzo, en un lugar tan interesante y que no sea engullido por el momento. Nos tiene pendientes de Leonard, lo defendemos. Es curioso como uno empieza una novela de espías y acaba leyendo un lugar privado, asfixiante incluso. Y es que McEwan en este novela juega al despiste, a la sorpresa, un juego que hace ya libros que abandonó, pero que aquí se convierte en el motivo fundamental para continuar la lectura. Y si encontramos hábitos abandonados en este libro, hay que hablar del final, opuesto a esos finales abiertos que hoy nos regala. Hay, lo tengo claro hace tiempo, dos McEwan, y uno no es ni mejor ni peor que el otro, son simplemente diferentes, producto inicial e intermedio en la evolución del escritor. Y también hay una permanencia, la de sus personajes, esos que te atrapan y a los que perdonarías que te quitaran incluso la vida. De eso si que hay en El inocente. Y también hay un momento gore que me hizo sonreír. Me ha gustado. Lo disfruté tanto en sus formas como en su fondo. Por algo vuelvo a McEwan. Es zona segura, ya os lo decía.

     El inocente es un libro de espías que no es un libro de espías. Es una historia de amor pero tampoco lo es exactamente. El inocente es la historia de Leonard y María en un momento impresionante en un Berlín llamativo y con un final sorprendente. Lean, lean a McEwan.

     Y vosotros, ¿me decís algún autor que sea vuestra zona segura?

     Gracias.

lunes, 28 de abril de 2014

El inocente. Gabriele D'Annunzio




     "Mis primeros recuerdos son estos.
     Era abril. Hacía algunos días que estábamos en provincias, Giuliana, nuestras dos hijas María y Natalia, y yo mismo, para pasar las fiestas de Pascua en casa de mi madre, en un antiguo y gran caserón de campo llamado La Badiola. Corría el séptimo año de nuestro matrimonio."

     Tengo una pequeña colección de libros que estoy segura son un tesoro. Por su cubierta, por su cuidado, por sus historias. Editoriales que miman los libros y también a sus lectores. Esas me gustan. Hoy traigo a mi estantería virtual uno de esos libros: traigo, El inocente.

     Conocemos a Tullio Hermil, un hombre aristócrata que parece tenerlo todo, incluida una mujer muy hermosa y dos hijas que completan una familia casi perfecta. Casi porque parece que no le resulta suficiente y se siente atraído por los placeres de la carne, provocando el sufrimiento de su mujer con sus infidelidades. Arrepentido, redescubre el amor hacia su esposa y con él el temor a haber sido traicionado, y lo hace de una forma obsesiva al comprobar que su mujer mantiene una distancia física insalvable. Ello lo llevará por el tortuoso camino de la certeza no confirmada hasta llegar a trastornarlo.

     Esta vez tomamos el camino de las obsesiones y de los miedos, para descubrir a un hombre que se deja llevar por ellas. El personaje de Tullio es realmente perturbador, visceral en sus sentimientos y exagerado en sus reacciones. Pronto nos sentimos irremediablemente atraídos por la naturaleza de sus reflexiones sin tener del todo claro hacia dónde nos van a llevar, temiendo el camino que va tomando. Vemos el sufrimiento que tiene y también el que causa, y como se va convenciendo entre torrentes de pensamientos y de palabras que nos llegan con una fuerza que nos provoca incluso temor. Consigue de este modo Gabriele atarnos a su historia con la necesidad de conocer un desenlace incierto que acaba por convertirse en un golpe de efecto en las últimas páginas en este libro en el que desnuda completamente a sus personajes.

     Me ha llevado este libro además a conocer a un hombre cuya ajetreada vida me ha parecido sumamente interesante; pasó por guerras, tiró octavillas minando la moral de los combatientes, tenía amantes reconocidas y presumía de ello sin pudor alguno, se arruinó y se recompuso... una vida a la que también os recomiendo asomaros en las primeras páginas de este libro.

     Hoy traigo una historia de miedos que ciegan escrita con una belleza que nos obliga a releer alguno de sus párrafos, con un lenguaje a ratos florido que nos recuerda tiempos pasados en la literatura sin quedarse por ello desfasado. Y si os gusta el cine siempre podéis disfrutar de la adaptación realizada por Luchino Visconti en 1976.

     Y vosotros, ¿con qué libro comenzáis la semana?

     Gracias