30 de noviembre de 2018

El tatuador de Auschwitz - Heather Morris


No os digo nada nuevo si os cuento que las novelas ambientadas en la Segunda Guerra Mundial se cuentan entre mis favoritas, siempre me llaman la atención y si, como es el caso, se basan el un hecho real, no suelo pensármelo mucho. Hoy os hablo de El tatuador de Auschwitz. 

Mi opinión


Lale, judío eslovaco, llegó al campo de concentración de Auschwitz-Birkenau en abril de 1942, allí fue tatuado con el número 32407 y poco después él mismo se convertiría en la persona encargada de tatuar a los recién llegados. Así fue como en el mes de julio del mismo año tatuó el 34902 a una joven eslovaca, no le hizo falta conocer su nombre, bastó una mirada para enamorarse de ella. Así conoció al amor de su vida, Gita.

Así comienza una historia de amor y supervivencia. Durante tres años Lale y Gita vivieron el horror de un campo de concentración y, aun así, en el seno de la mayor crueldad, hubo un tiempo para que creciera el amor. Con la ayuda de un guardia personal de las SS, Lale comenzó a enviar cartas a Gita, a quedar los domingos, día en el que no trabajaban, con ella y comenzó a crecer un amor que solo la muerte, afortunadamente muchos años después y muy lejos ya de los campos de concentración, pudo separar.

Lale ocupaba un lugar en cierto modo privilegiado dentro de Auschwitz-Birkenau y se aprovechó de ello para ayudar a sus compañeros en todo lo que pudo y, por ejemplo, sus raciones extra de comida servían para paliar un poco el hambre que el resto sufría. Una pequeña ayuda que nunca podría aliviar el dolor que el propio Lale sentía al pensar que era precisamente él el encargado de marcar a los prisioneros con ese tatuaje que terminaría siendo uno de los símbolos del Holocausto y que era una muestra más de la pérdida total de identidad que sufrieron, despojados incluso de su nombre, pasando a ser un mero número tatuado en el antebrazo.

Todo ello lo narró el propio Lale, tras la muerte de Gita, a Heather Morris, quien le entrevistó durante años hasta que, tras la muerte del protagonista, vio la luz esta novela que en principió se concibió como guion cinematográfico. Y ciertamente durante la narración he tenido en numerosas ocasiones, demasiadas, esa sensación. Quizá por el desapego con el que son narrados tantos horrores que a menudo se asemejan más a una relación de hechos que a una realidad plasmada sobre el papel. Esto ha hecho que no consiguiera implicarme ni con los protagonistas ni con los sucesos de la forma emocional e intensa que una historia como ésta, en mi opinión, requiere. La he sentido lejana porque he sentido lejana la implicación de la autora con una prosa poco elaborada y un estilo aséptico que me han mantenido alejada de la historia. Solo con una carta final que se incluye en el libro, escrita por otra persona, he conseguido emocionarme.

En definitiva, El tatuador de Auschwitz es una historia brutal sobre el Holocausto que encierra una bonita historia de amor, pero que yo no he disfrutado todo lo que esperaba debido principalmente a un estilo narrativo que me ha resultado excesivamente frío y ajeno. En cualquier caso, y como siempre os digo cuando mi opinión no es tan positiva como me gustaría, leed otras opiniones que seguro serán muy distintas a la mía.


Ficha técnica

28 de noviembre de 2018

Feliz final - Isaac Rosa


Hoy os traigo una novela que me ha conquistado de principio a fin. Me conquistó su título, me conquistó su portada, su sinopsis… Me conquistó esa frase nada más comenzar, «Nosotros íbamos a envejecer juntos» y, sobre todo, me ha conquistado cómo una lectura sobre el amor se extrapola y va mucho más allá de lo que inicialmente parece. Hoy os hablo de Feliz final.

Mi opinión


Antonio y Ángela iban a envejecer juntos, como tantas otras parejas que un día comienzan su relación no solo con ilusión, sino con la arrogancia propia de quien se cree distinto a los demás, de quien cree que determinadas cosas les pasan a otros. Pero algo más de una década después su relación ha terminado, sus vidas hace tiempo que empezaron a correr a distinta velocidad y por diferentes caminos y ahora que ha llegado el final Antonio y Ángela caen en el tópico de cualquier pareja que se separa: los reproches y el reparto de culpas.

Feliz final, y no final feliz, es el curioso título de una novela que apuesta a invertir también la historia que nos narra de forma que Isaac Rosa juega con la estructura de la novela y comienza con una amarga separación para, a partir de ahí, ir retrocediendo hacia los comienzos de una relación. Comenzando con el epílogo y terminando con el prólogo, Feliz final es un relato a dos voces, las de la pareja protagonista que, de forma alternativa normalmente, pero fundiéndose en un mismo párrafo en otras ocasiones, y en una especie de intercambio epistolar, va reconstruyendo su relación ya destruida. Antonio y Ángela nos hablan de lo mismo con dos visiones totalmente distintas, en algún momento, en este cruce de reproches, de recuerdos, de vivencias, su relato adquiere en la página la forma de dos columnas ante el desconcierto de un lector que no sabe qué leer primero, a quién escuchar primero en esta representación gráfica de lo mal que nos comunicamos y de lo poco que a menudo nos escuchamos en el seno de la pareja y en cualquier tipo de relación que establecemos.

Si la novela comienza con un tono ciertamente melancólico, conforme avanzamos deriva hacia el desasosiego de los sueños rotos y las ilusiones perdidas que muchos lectores reconocerán mientras el autor disecciona con minuciosidad y acierto el amor y las relaciones. Sin paños calientes, poniendo el dedo sobre lo cotidiano y viajando por el plano emocional, sin obviar que el amor no es inmune al contexto social y económico en el que nos ha tocado vivir, Isaac Rosa no huye de los tópicos para hablarnos de ese amor que en sus inicios todos creemos invencible y capaz de cambiar el mundo, olvidando que es precisamente lo contrario lo que suele suceder y que el fracaso no es sentimental, sino que es también un fracaso social. La insatisfacción emocional en la pareja es solo un síntoma más de la insatisfacción general que a menudo se apodera de nuestras vidas en una sociedad que valora más poseer que sentir y ser, una sociedad en constante cambio que rechaza modelos anteriores sin proponer alternativas plenas, en la que la constante parece ser anhelar lo que nos estamos perdiendo en lugar de valorar y disfrutar lo que tenemos.

El desgaste, el amor que consume y se consume, la decepción, el declive… toda esa realidad tan alejada de lo que nos han vendido y que el autor pone ante los ojos del lector con una imagen desoladora que cualquier enamorado, sin ninguna ruptura previa a sus espaldas, mirará con desprecio e incluso pena por aquellos que mínimamente puedan creer lo que se cuenta y es que Feliz final es realmente, al menos para mí lo ha sido, una lectura triste, quizá por lo excesivamente sencillo que me ha sido verme reflejada en algunas situaciones y vivencias que son retratadas por Isaac Rosa con absoluta credibilidad, dando en el clavo de cada emoción.

No sé si he sido capaz de expresar cuánto y de qué modo me ha gustado esta novela. Me ha removido, me ha emocionado y, aunque ciertamente no es un libro que recomendaría a cualquiera, para mí es sin duda una de mis mejores lecturas de este año. Todo un descubrimiento este de Isaac Rosa, algunos diréis que ya era hora pues tiene unas cuantas novelas a sus espaldas, al que estoy deseando volver a leer.

Ficha técnica


26 de noviembre de 2018

Esta semana leo... #261

Último lunes de noviembre y aquí estoy para contaros cuáles serán mis lecturas de esta semana que de nuevo comienzo con La maestra de títeres de Carmen Posadas. Sí, la misma que la semana pasada y es que la novela se me está haciendo bastante larga con una trama que no pasa de ser una crónica de la sociedad española en diferentes épocas, pero sin una historia detrás lo suficientemente potente como para ser una de esas lecturas a las que estás deseando volver.

La terminaré hoy mismo y comenzaré o bien con Yo, Julia de Santiago Posteguillo o bien con El funeral de Lolita de Luna Miguel, dos novelas bien distintas que me apetecen mucho y no consigo decidir con cuál empezar primera.

Aprovecho para recordaros que hay activo un sorteo de Todo lo mejor de César Pérez Gellida, una novela que he disfrutado muchísimo como os conté hace unas semanas. Si aún no os habéis apuntado pinchad sobre el banner y os llevará a las bases.