viernes, 21 de enero de 2011

soñar por cuenta ajena

soñar, más que un derecho,
debería ser una obligación.

tristemente, empezamos a olvidarnos
de que existe, siempre a nuestro alcance,
la posibilidad de un sueño o dos.

por desazón, por falta de costumbre,
se va tejiendo una telaraña,
y se forma una pátina de óxido
que entumece las articulaciones
que resultan del todo indispensables
para hacer el sueño realidad.

es decir, sueño.

yo no espero que los sueños se cumplan.
pero creo que estoy en condiciones
de exigir, de pedir, por lo menos,
que se sigan soñando, que se sueñen.

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Esta vez me da pie Javier, desde Estación claridad: vengo llegando. Hace pensar, incita a soñar, a mirar, a ver, a darle vueltas... nada recomendable, por lo tanto.

viernes, 14 de enero de 2011

Seatbelt

Después de la retransmisión en directo para TVE desde Siria, Gaza y Cisjordania, después del Muro de Berlín y el terremoto aquel que hubo en Colombia, después de las protestas en la plaza de Tiananmen, después de tantos muertos, después de verificar que el chaleco salvavidas estaba bajo el asiento y de abrocharse el cinturón, Elisa dejó el periódico en la bandeja y se quitó las gafas. Como cada vez que tomaba un avión, trató de regresar a Santiago de Chile, al 12 de julio de 1973, a la fiesta de su décimo cumpleaños. Pero sólo llegó hasta Elisa, aquella niña que jugaba un año después, sola y sin fiesta.

A veces -pensó- aunque se facture a tiempo, resulta imposible volver a casa.


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martes de taller: una rareza, este año.
2 personajes: una mujer viajando y un niña triste jugando.
no encuentro título. sugerencias?

sábado, 1 de enero de 2011

1 de enero

El calendario ya tiene vuelta de hoja
ahora sus días no admiten cuenta atrás
y ya no te visito en el recuerdo.

No me deja la balanza de ayer.

La mirada que pesa más que el beso
que te di o no te di, que ya no importa
ha llevado la balanza a inclinarse
lejos del equilibrio.
También lejos de mí.

Adiós a la querida cuerda floja
que quedó por andar y que abandono.
Adiós al ancla que me tenía amarrada
al fondo de las aguas, en el cieno.

Navego en superficie.
La piel del agua clara
refleja el sol
y más que un puerto busco
viento en el rostro
sal en la frente

y un camino, azul, en que no sé
si encontrarme, encontrarte
o seguir navegando, simplemente.

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Año nuevo, ya se sabe. Os quiero hacer un regalo: Eduardo García es un poeta que llegó a mi casa el miércoles en forma de libro casi por equivocación, empecé a leer anoche, cuando me iba a la cama, y por ahora es el mejor acierto del año. La vida nueva, se llama, y está en Visor. Podría escribir cualquiera del libro, dudaba entre tres para transcribir, pero es un autor generoso y aquí podéis leer esos tres y alguno más.

Echo la vista atrás y borro unas pocas huellas de la soledad. Las guardo en un cajón, si alguien quiere alguna, que la pida.


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