viernes, 17 de septiembre de 2010

Las musas

Basado íntegramente en los apuntes de Roberto
poemas en el tintero

versos que no son
pero que tienen su corazoncito.
que laten ya, que laten, laten.
que abren los codos
que se frotan los ojos con un puño
y otro puño lo meten en la boca, entero.
y laten, laten. pero son de tierra.

que en vez de respirar, bostezan.
que ni saben llorar ni gritan.
sólo ahogan el grito
de quien tiene ya algo que decir
pero aún no conoce las palabras.
no las conoce todas.

versos que no son pero laten, laten.
en la sien de cuatro garabatos
en una servilleta.
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A un poeta visceral

En respuesta a Delgaducho, en
Podría pero no quiero.
(Este blog no admite comentarios, pero ponen una música estupenda)


Una vez me vi los adentros. En directo, a todo color (así lo recuerdo). Tenía 16 años. La cámara entró por mi garganta medio dormida y pasé del esófago al estómago con un médico retransmitiendo la jugada en un idioma que yo entendía menos de a medias. No era muy elegante, la mucosa que lo recubría todo y dolía cuando había alguna curva. Costaba tragar, en fin, no quiero recrearme tampoco. Fue sobrecogedor en el mejor sentido de la palabra. No es sólo el corazón. Todo el cuerpo late. Todo el tiempo. Silencioso.

Así que si escribes de estómago, me alegro desde el cardias hasta el píloro, por muy ácido que pueda ser el camino. Habrá quien escriba de cicatrices o de heridas, de cardiopatías varias, pero donde vaya una buena úlcera, qué quieres que te diga... Entiendo que no te guste preparar caldo, pero si finalmente tienes tres tazas para servir en bandeja o para tomar, lo mejor es servirlo caliente y si te parece bien, con un poco de cayena. Es tu úlcera y tú la alimentas si te da la gana. Si alguien se queja de ardores, que se queje (que se joda, quise decir). Aunque sea tu propio estómago.
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Últimamente no tengo tiempo de escribir, y no escribo. De leer blogs tampoco, pero leo. Y me dan las tantas. Y me dan ganas de escribir. Irrefrenables. Entonces empiezo a comentar o a mandar un correo a mis musas y lo quiero guardar, lo que les pongo. Y acaba aquí colgado. Si os gusta, dadle las gracias a ellos. Esta noche a Roberto y sus apuntes: desertor, compañero, tus palabras alimentan mi blog. Delgaducho también me ha hecho escribir esta semana con su Podría pero no quiero.
¡Gracias, chicos!

viernes, 10 de septiembre de 2010

nosotros desertamos

desertor, compañero
yo sólo quiero desertar contigo.

no sé conjugar sola el verbo éste
no sé si digo bien que yo desierto
no sé si me corriges o desiertas
no sé si se conjuga en voz activa
y solamente en noches singulares
en el instante que precede al trueno.

yo sé soñar
pero miro adelante algunas veces
y sólo veo un surco baldío.
un camino sin huellas.
ciudades que no tienen quien las nombre
solas y desoladas.

y es que algunas noches, yo, desierto.
desierto y abismo y nada más.
y esas noches recorre mi espinazo
un frío que alimenta
la posibilidad de que se cumplan
uno por uno todos nuestros miedos.

estamos casi fuera de peligro
si desertamos juntos.
me agarro firmemente de tu mano.
te miro y me acaricias la cabeza.
aún no han compartido tiempo y modo
tu pánico y el mío.

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Me da pie La hermosa disidencia de Roberto

lunes, 6 de septiembre de 2010

Tardes sin sol

Después de perseguir todas las tardes
un horizonte donde cayera el sol
es difícil volver y darme cuenta
de no haber visto nunca
una puesta de sol en mi ciudad.

Se ensancha el pecho
lo mismo que les pasa a los derviches
girando en pleno trance.
Sin pensar nada
la piel vuelve a la luz
los ojos a tus ojos y ahí aguantan
treinta segundos, quince segundos, diez.

La tarde inyecta
la prisa que me corre por las venas
antídoto infalible a medio plazo
de las puestas de sol, del pecho abierto,
de los viajes que me quedan por hacer.

En los viajes por hacer está tu boca.
Ahora sé que nunca voy a ir.
Lo sé porque tu boca me lo dice.

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De vuelta de Turquía. Encontré un lugar donde el idioma oficial era el arameo y me acordé del oráculo y del poema aquel, Mujer en arameo. Después de 2km de temperaturas tan altas que no las voy a escribir (no me creeríais), nos recibieron con hospitalidad, agua, té, dulces y bendiciones en arameo incluidas.