He tenido la gracia , de ser partícipe desde el inicio de la formación del sistema de emergencias perteneciente al estado Municipal, absolutamente gratuito y para toda la comunidad, tuviera o no obra social que los amparase. Y he trabajado allí durante cinco años como radio oeradora de emergencias médicas. Ahora me encuentro en un área administrativa, por una reducción laboral por stress, dentro del área de salud, pero en el Htal. Sin embargo no podré olvidar jamás ese maravilloso trabajo, lleno de adrenalina , pero muy gratificante a la vez, aunque muy pocas veces una haya recibido algún tipo de agradecimiento directo, pero igual lo lindo era saber que uno podía aportar un granito de arena en la vida de alguien.
Y con el transcurso de las guardias, me ha tocado rodearme de distintos tipos de profesionales médicos, como así también ambulancieros.
Se destacaron algunos que mostraban su profesionalismo y su humanidad constantemente. Volviendo casi sollozando después de un auxilio, ante el fallecimiento de un bebé o cosas similares. Pero también se encontraban de los otros… aquellos para los que la vida y la muerte no eran muy distintos. Aquellos que habían ya perdido la sensibilidad.
Y es de eso que quiero hablar hoy. Todos somos pacientes en algún momento de nuestras vidas y esperamos encontrarnos con un profesional que nos escuche, nos contenga y que obviamente nos diagnostique apropiadamente. Así, depositamos toda nuestra confianza en ellos presuponiendo que el hecho de haber logrado un titulo habilitante, los convierte en verdaderos profesionales, con los conocimientos frescos y necesarios para actuar en el momento indicado de la forma indicada, sobre todo si se trata de una emergencia con riesgo de vida.
En muchos momentos he visto a profesionales sobrepasar los límites de horas laborables para no dejar descubierta una guardia. Mal dormidos, medianamente pagos, ellos continuaban con su trabajo, algunos con la simple intención solamente de cobrar su salario y otros (tal vez los menos) con la predisposición intacta, dispuestos a intervenir en más de una situación de violencia donde ellos mismos han corrido riesgos.
Como radio operadora, he tenido momentos de mucho enojo con aquellos que tomaban la vida humana como algo más de rutina. Como algo que no hace a la diferencia.
Luego de haber dejado esa función, desde el mes de noviembre pasado, fui tomando distancia y viendo las cosas tal vez un poco distintas.
Nuestros médicos o tal vez los médicos en general, llevan en sí una carga muy pesada sobre sus hombros, la creencia popular los pone casi el el lugar de dioses, por las enormes expectativas que pacientes y familiares ponemos en ellos. Dejando siempre de lado que antes que profesionales son sólo seres humanos. Y aunque ellos más de una vez lo olviden, para bien o para mal, no por ello dejan de serlo.
Se destacaron algunos que mostraban su profesionalismo y su humanidad constantemente. Volviendo casi sollozando después de un auxilio, ante el fallecimiento de un bebé o cosas similares. Pero también se encontraban de los otros… aquellos para los que la vida y la muerte no eran muy distintos. Aquellos que habían ya perdido la sensibilidad.
Y es de eso que quiero hablar hoy. Todos somos pacientes en algún momento de nuestras vidas y esperamos encontrarnos con un profesional que nos escuche, nos contenga y que obviamente nos diagnostique apropiadamente. Así, depositamos toda nuestra confianza en ellos presuponiendo que el hecho de haber logrado un titulo habilitante, los convierte en verdaderos profesionales, con los conocimientos frescos y necesarios para actuar en el momento indicado de la forma indicada, sobre todo si se trata de una emergencia con riesgo de vida.
En muchos momentos he visto a profesionales sobrepasar los límites de horas laborables para no dejar descubierta una guardia. Mal dormidos, medianamente pagos, ellos continuaban con su trabajo, algunos con la simple intención solamente de cobrar su salario y otros (tal vez los menos) con la predisposición intacta, dispuestos a intervenir en más de una situación de violencia donde ellos mismos han corrido riesgos.
Como radio operadora, he tenido momentos de mucho enojo con aquellos que tomaban la vida humana como algo más de rutina. Como algo que no hace a la diferencia.
Luego de haber dejado esa función, desde el mes de noviembre pasado, fui tomando distancia y viendo las cosas tal vez un poco distintas.
Nuestros médicos o tal vez los médicos en general, llevan en sí una carga muy pesada sobre sus hombros, la creencia popular los pone casi el el lugar de dioses, por las enormes expectativas que pacientes y familiares ponemos en ellos. Dejando siempre de lado que antes que profesionales son sólo seres humanos. Y aunque ellos más de una vez lo olviden, para bien o para mal, no por ello dejan de serlo.
HUMANOS, falibles, con defectos, con días buenos y días no tan buenos. Y tal vez con tanto dolor y horrores vistos que a más de uno lo embarga una insensibilidad absolutamente incomprensible.
Pero allí siguen cumpliendo como pueden sus funciones. Sin nadie desde el estado que les diga, "Oye tu no estás bien, descansa o fíjate si puedes continuar ejerciendo tu profesion con compromiso ético". O que tal pregunte: Qué elementos les están haciendo falta, que cosas aliviarían su labor?... Brindar apoyo terapeútico obligatorio y gratuito a todo el plantel de trabajadores en el área de emergencia, incluyendo a los olvidados radio operadores (que jamás seremos simples telefonistas). Pero hablando de los médicos ellos se encuentran casi a diario sometidos a un gran stress y para sobrellevarlo y poder continuar desarrollan defensas que se convierten en una barrera que los aleja de la sensibilidad. Y esto yo lo he visto seguido. Y he pensado, ¿si están así porque no dejan su profesión?. No se puede ejercer la medicina desde la deshumanización. Y continúo pensándolo, pero sólo cuento con un atenuante, más de una vez el enfermo no tiene conciencia de su enfermedad y alguien tiene que ponerle un límite por su propio bien y por el bien de la comunidad. En general estas patologías están relacionadas con el stress post traumático.
Alguien debería supervisarlos, no olvidarse que antes que médicos son solo seres humanos y que toda la formación que han recibido por más que haya sido de excelencia, nunca va a poder quitarles su condición de humanos.
Esta es un área de la que habitualmente no se habla. Pero como en todos los casos en que ciertos temas no se hablan y no salen a la luz, lo único que se logra es empeorar las situaciones.
Hoy deseo que todos aquellos que trabajan bajo extremas condiciones de strees sean evaluados psicológicamente para determinar si están en condiciones de tratar pacientes, no como castigo sino como protección hacia su propia salud y también a la salud de la población que los necesita.
Hay extensa bibliografía científica que avala lo dicho por mí antes. Y obviamente esto se extiende a muchísimas situaciones laborales, en donde estos síntomas y otros muchos más son denominados SINDROME DE BURNOUT ( Síndrome de la cabeza quemada del cual se puede encontrar amplia información en la web).
Humanidad para los humanos que deben atendernos y cuidarnos. Humanidad. Y también castigo para los comerciantes que sólo buscan la ganancia personal a costa de cualquier precio.
Pero allí siguen cumpliendo como pueden sus funciones. Sin nadie desde el estado que les diga, "Oye tu no estás bien, descansa o fíjate si puedes continuar ejerciendo tu profesion con compromiso ético". O que tal pregunte: Qué elementos les están haciendo falta, que cosas aliviarían su labor?... Brindar apoyo terapeútico obligatorio y gratuito a todo el plantel de trabajadores en el área de emergencia, incluyendo a los olvidados radio operadores (que jamás seremos simples telefonistas). Pero hablando de los médicos ellos se encuentran casi a diario sometidos a un gran stress y para sobrellevarlo y poder continuar desarrollan defensas que se convierten en una barrera que los aleja de la sensibilidad. Y esto yo lo he visto seguido. Y he pensado, ¿si están así porque no dejan su profesión?. No se puede ejercer la medicina desde la deshumanización. Y continúo pensándolo, pero sólo cuento con un atenuante, más de una vez el enfermo no tiene conciencia de su enfermedad y alguien tiene que ponerle un límite por su propio bien y por el bien de la comunidad. En general estas patologías están relacionadas con el stress post traumático.
Alguien debería supervisarlos, no olvidarse que antes que médicos son solo seres humanos y que toda la formación que han recibido por más que haya sido de excelencia, nunca va a poder quitarles su condición de humanos.
Esta es un área de la que habitualmente no se habla. Pero como en todos los casos en que ciertos temas no se hablan y no salen a la luz, lo único que se logra es empeorar las situaciones.
Hoy deseo que todos aquellos que trabajan bajo extremas condiciones de strees sean evaluados psicológicamente para determinar si están en condiciones de tratar pacientes, no como castigo sino como protección hacia su propia salud y también a la salud de la población que los necesita.
Hay extensa bibliografía científica que avala lo dicho por mí antes. Y obviamente esto se extiende a muchísimas situaciones laborales, en donde estos síntomas y otros muchos más son denominados SINDROME DE BURNOUT ( Síndrome de la cabeza quemada del cual se puede encontrar amplia información en la web).
Humanidad para los humanos que deben atendernos y cuidarnos. Humanidad. Y también castigo para los comerciantes que sólo buscan la ganancia personal a costa de cualquier precio.
Seguramente continuaré con el tema, ya que queda realizar una descripción del comportamiento de la sociedad ante estos tipos de servicios.