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lunes, 13 de septiembre de 2010

OTOÑO DE FUEGO (noches desveladas) - Reposición-


Su piel acunó anhelos otoñales por demasiado tiempo y su corazón se escondió tras aquellos árboles bien amontonados, para ya no verlo. Para no sentir más.

Pero cuando el otoño la visita desde su escondrijo anestesiado, las ventanas de los sentidos se entreabren, filtrándose aquellas lejanas e irrepetidas sensaciones.

Su mirada fue para ella , como un puñal despellejando su aliento. Su mirada fue para él , como si en ese instante la hubiera hecho cautiva con el mismo delicioso puñal de néctar.

Un metro de distancia entre ella y él, disfrazado de mesa servida y convertido en deseo atormentado. En sueños palpitantes extendidos en caricias incorpóreas.

Un roce circunstancial de sus labios húmedos en la comisura de su boca y el susurro indiscreto y desubicado en sus oídos - cielo e infierno para ella-.

Un silencio..., habitando quince centímetros de complicidad culposa y un dejar pasar la vida por no…traicionar.

Un silencio..., habitando quince centímetros de conciencia, que no logró sofocar el desgarrado deseo.

Quince centímetros separando sus cuerpos inevitablemente unidos, latiendo en el intersticio de las inconveniencias mutuas. Mientras sus manos permanecian entrelazadas por un hecho fortuito.

Quince centímetros de alientos agitados reprimidos.

¡Ay! ¡Sólo quince centímetros para abrazarlo y no dejarlo ir más!.

¡Ay! Tan solo quince centímetros… para huir, por ese estrecho pasillo, multiplicados en años de distancias reales.

¡Quince centímetros... irrecuperables!

Su piel acunó anhelos otoñales durante demasiado tiempo y en esta noche desvelada, los pies avejentados de su pasión, vuelven a acariciar lentamente los mismos anhelos, ya casi imperceptibles en su cuerpo. Tal vez queriendo recuperar la intensidad de un metro, o de quince centímetros, de su roce escurridizo; o tal vez, queriendo rescatar el estremecedor estallido de imaginarlo habitando en el interior su calidez dispuesta.

Determinaciones de quince centímetros, que se sumergen en más de una lágrima por siempre, para extenderse sin medida en cualquier noche desvelada.


sábado, 13 de marzo de 2010

DIME..¿ COMO HARE? (días invisibles)


Ya lo había olvidado, bueno, casi.
Y en la penumbra de mi sangre, ya no aguardaba el llamado, ni siquiera la esperanza de una proximidad palpitante que convirtiera en río torrentoso mi sentir opacado por la indiferencia.
Y casi, casi, tenía paz en mi adormecido interior marchito. Había olvidado soñar con atardeceres, que no fueran al trasluz de mi ventana.
¡Tú no imaginas los años enredados entre matorrales de ilusiones y realidades!
Y ahora, con qué derecho irrumpes en mi sepulcro de sensualidad, despertando fantasmas de fuego y añoranzas. ¡Con qué derecho, tus palabras me acarician sensualmente, mientras tu dulzura me lastima, tanto, tanto!, recordándome las noches en las que soñaba con danzas de sudor compartido o las mañanas en que no desperté del letargo de la invisibilidad.
¡Con qué derecho haces palpitar mi sangre como loba sin manada!, si nada sabes de mí, si ni siquiera conoces mis ojos, ni mi pelaje, ni la textura de mis labios.
Con qué derecho, irrumpes haciéndome saber, que en algún lugar debes ser real. En algún lugar tu mirada penetrará el alma de una mujer que sentirá agitar su pecho, tan sólo con tu mirada.
Con qué derecho, si no te he llamado a iluminar las tinieblas que me mantenían a salvo.
Dime... ¿cómo haré para adormecer esta pasión renacida sin sentido, sin motivo y sin destino?.




viernes, 12 de marzo de 2010

BELLEZA DE HUMANIDAD (invisible)

Aunque la tarde fuera hermosa, ella necesitaba que por fín todos salieran a realizar sus cosas, para poder sumergirse libremente en esa soledad real, dolorosamente disimulada por los cuerpos que circulaban en su entorno familiar.

Sumergirse muy profundo, mas cerca de sí misma, de su piel reseca y engrosada por la naturaleza esquiva en bondades y que la suavidad del agua la acariciase...

Aunque la tarde fuera hermosa, ella necesitaba quedarse sola

en ese espacio relajado de espectativas ajenas, de imágenes preconcebidas.

Recordar anhelos pendientes, caricias pendientes.

Su medio siglo le decía que ya se encontraba con ella. Que tal vez había buceado muy poco para hallar el amor que necesitaba.

Su medio siglo le pesaba. Ya no lograba mantener tanto la respiración como antes. Y no había una boca cercana que con un beso suave le diera una bocanada mas de aire,

para seguir buceando amores.

Soledad de todos los días. Disfrazada de quehaceres y cansancio.

Su medio siglo ya no le reprocha tantas cosas, ahora se dedica a preguntarle..

qué y cómo hará para que ésa mirada esquiva deje de serlo,

para que esa piel que aún no ha acariciado roce con valentía la suya.

Medio siglo le muestra más de una vez, un libro escrito por ella, donde pudo elegir, pero por esas cosas, eligió mal. Y entonces trata, inútilmente, de hallar la página donde esté escrita la historia de esa gran pasión vivida, de ése gran amor perdido...esas fotos reflejo de algún momento de plenitud,

pero no la encuentra... siempre tiene la ilusión de ponerse a leer esas líneas y aunque sea refugiarse en el amor de alguna vez, de otro tiempo ¿La habrá arrancado en algún ataque de furia y no lo recuerda?, ni ella lo sabe.

De pronto recuerda que debe apurarse, que pronto llegarán aquellos que la rodean, sus hijos, y no querrán verla buceando en búsqueda de amor. Toma aire nuevamente y vuelve a sumergirse una vez más, aunque sea para sentir en su piel la sensación vacía de aquello anhelado.

Unos pocos saben interpretar su mirada, triste como el Río de la Plata. Al que hoy por hoy muy pocos consideran bello (mucha contaminación).

Y su extensión se vuelve invisible sumergida en la claridad del agua. Allí no hay inconveniente en ser invisible, ya que no hay nadie.

La puerta se abre y el bullicio la retrotrae a la cocina, simulando que sólo le preocupa que preparará de cenar, mientras en el vidrio de la ventana se refleja la imagen de su mirada tan triste como el Río de la Plata.



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jueves, 11 de marzo de 2010

OTOÑO DE FUEGO ( noches desveladas)



Su piel acunó anhelos otoñales por demasiado tiempo y su corazón se escondió tras aquellos árboles bien amontonados, para ya no verlo. Para no sentir más.

Pero cuando el otoño la visita desde su escondrijo anestesiado,las ventanas de los sentidos se entreabren, filtrándose aquellas lejanas e irrepetidas sensaciones.

Su mirada fue para ella , como un puñal despellejando su aliento. Su mirada fue para él , como si en ese instante la hubiera hecho cautiva con el mismo delicioso puñal de néctar.

Un metro de distancia entre ella y él, disfrazado de mesa servida y convertido en deseo atormentado. En sueños palpitantes extendidos en caricias incorpóreas.

Un roce circunstancial de sus labios húmedos en la comisura de su boca y el susurro indiscreto y desubicado en sus oídos - cielo e infierno para ella-.

Un silencio..., habitando quince centímetros de complicidad culposa y un dejar pasar la vida por no…traicionar.

Un silencio..., habitando quince centímetros de conciencia, que no logró sofocar el desgarrado deseo.

Quince centímetros separando sus cuerpos inevitablemente unidos, latiendo en el intersticio de las inconveniencias mutuas. Mientras sus manos permanecian entrelazadas por un hecho fortuito.

Quince centímetros de alientos agitados reprimidos.

¡Ay! ¡Sólo quince centímetros para abrazarlo y no dejarlo ir más!.

¡Ay! Tan solo quince centímetros…para huir, por ese estrecho pasillo,

multiplicados en años de distancias reales.

¡Quince centímetros... irrecuperables!

Su piel acunó anhelos otoñales durante demasiado tiempo y

en esta noche desvelada, los pies avejentados de su pasión, vuelven a acariciar lentamente las mismas anhelos, ya casi imperceptibles en su piel.

Tal vez queriendo recuperar la intensidad de un metro, o de quince centímetros, de su roce escurridizo.

O tal vez, queriendo rescatar el estremecedor estallido de imaginarlo habitando en el interior su calidez dispuesta.

Determinaciones de quince centímetros, que se sumergen en más de una lágrima por siempre, para extenderse sin medida en cualquier noche desvelada.



En el Aire

¡Calla! Calla el silencio de rojo estrepitoso Calla como calla la estampida en la nube que por marte se pasea Calla a...