Tan sólo
se hallaban prisioneros
-entre las escamas de mi piel-
con sus deseos inquietos
amortajados por el dios del invierno
Aleteando/complotando
en el desértico castillo medieval
anhelando el horizonte
de su primavera
En la noche de plenilunio
desmonté los herrajes del miedo
y disolviéndome como espuma en la arena
los liberé