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martes, 6 de octubre de 2015

Comerse con los dedos el arte: la performance de la artista Marie Dallard



¿Una performance apetitosa, que se deja devorar? Sin duda, un sueño que quizá tiene sus raíces en la más tierna infancia, una casa que se come, como lo hicieran los glotones Hansel y Gretel. La mesa está servida, el juego planteado, pasar al salón, en donde el suelo está embaldosado de biscotes, que crujen tras cada uno de nuestros pasos, crack, crack, crack. Allí vemos dispuesta una mesa, con frutas y tapenade de olivas negras, con dos sillones... la decoración y el mobiliario se pueden comer ¡están hechos de pan, frutas, salchichas secas, olivas, gofres, etcétera!




Du bout de doigts (dentro de este contexto se puede traducir "Con los dedos") es el nombre de la performance que realizara la artista Marie Dallard, el 24 de septiembre en el Espace Écureuil de Toulouse. El trabajo de Marie, sin duda propone desdibujar los límites de lo culinario, del arte, uniendo ambos conceptos con su vínculo sensual y lúdico de los sentidos y el juego. Un chimenea avivada por la leña hecha de salchichas y pan, candelabros hechos de pan, olivas, cebollitas encurtidas y salchichas...




Sin duda, los niños están más abiertos al juego y al disfrute del mismo como cosa natural, era asombroso ver a un niño que penas caminaba, que no dejaba de sonreír, mientras movía sus caderas y daba un mordisco a cada uno de los panes de sus manos, no paraba. Y también para los niños, la destrucción como exploración es fundamental...



La artistas en su página, reflexiona acerca de su performance:

Ese ruido de los biscotes.
Ese era el juego.
Ese ruido de los biscotes.
..
Yo observo desde afuera la vitrina, donde los gourmands divirtiéndose devastan el paisaje.
Ese era el juego.
Fui presa de una suerte de vértigo.
En el suelo una alfombra de migajas.
Se divirtieron, todo se desmoronó, las sillas se rompieron, las mesas demolidas, los candelabros fueron despojados de sus decoraciones de rosas.
Solo la chimenea, adornada con vanidad y una pâte morte*, queda en pie.
Me paseo sola en medio del desastre.
¿Instalación de deconstrucción alimentaria o apocalipsis?
Ese era el juego, un pequeño juego de destrucción masiva.
Un pequeño juego de impudor comestible.
Un pequeño juego de humor negro.
No comí casi los dos día siguientes. Tomé una copa de vino y me fui a acostar.
No pude dormir
.



Sin duda, aceptar la invitación a comerse la instalación daba apuro, fui una de las primeras, arranqué una flor del candelabro (que supuse sería lo más discreto), y unté un poco de paté y otro de tapenade... pero a la vez el juego me encantaba, trastocar la realidad de los objetos cotidianos y poder disfrutarlos en el paladar, sin olvidar su belleza, aromas, las sillas aún conservaban la blancura de la harina del trigo esparcida en alguna de sus superficies.




Su trabajo, parte de lo efímero de todo aquello que está en torno a los alimentos, convertidos en pura poesía, pequeñas obras de arte que intentan invertir el orden, explorar los sentidos, como bien lo hace en uno de sus trabajos pasados, en el que los platos y los alimentos se mimetizan con los manteles. O bien, las cenas pueden servirse en un armario o cerca de la ducha.


La artista junto a uno de sus candelabros.



Al final, todos dejamos nuestra marca, partícipes del festín pero también nos convertimos en una suerte de termitas exterminadoras, un trozo de la instalación se fue dentro de nuestros estómagos, pero igual el goce de la experiencia singular, en donde el orden del mundo se trastoca, y entonces el reposabrazo del sillon, sirve para untar un poco de paté del sur de Francia. El arte como un alimento total y completo del cuerpo y del alma.

Leer en francés el texto completo de Marie Dallard: Apocalypse Alimentaire
Ver algunas fotos del trabajo de Marie: Léa' Zarts de la table.




 Detalle de la chimenea.






*La pâte morte es una masa de pan (sin levadura ni sal) que los panaderos utilizan con fines decorativos, aunque debe ser totalmente comestible. Si alguien sabe el equivalente en español puede dejar acá su comentario.


domingo, 6 de febrero de 2011

Quemar las naves del arte e inventar la utopía


Barcos capaces de cruzar las arenas del desierto, seres coloridos, hermosos y extraordinarios, cuerpos desnudos o semidesnudos, bailarines bajo el sol o la noche, caravanas que parecieran salir de uno de los sueños de Fellini, todo esto y más engloba a Burning Man, festival que este año cumplirá su 26 aniversario.

Extremo en el mejor sentido del término, Burning Man es un festival artístico que rescata la libertad y creatividad en lo que podría denominarse un espíritu neo-hippie, el arte, participación y celebración a través de performance, instalaciones, vehículos mutantes y cualquier otra forma de expresión artística es aquí bienvenida.


Encuentro una suerte de "receta" que define bien al festival:

1/2 taza de rave
1 taza de Mad Max
Circo
y un poco de psicodelia y alcohol




Echar una mirada a lo que allí sucede hace volar inmediatamente la imaginación, belleza, creatividad y buen rollismo como respuesta a un mundo que cada vez es más aburridamente global y homogéneo. Cada año se reunen miles de personas en el desierto de Nevada para crear una y otra vez una ciudad utópica y efímera en su belleza más infinita: The Black Rock City. En 2010 alcanzó el record de asistencia con 51.000 participantes. El espíritu de libertad que su creador y visionario Larrey Harvey se condensa en algunas máximas que retratan bien todo ello: no acepta patrocinadores y hay que dejar el desierto tal cual se encontró.



En estos tiempos, celebro que cosas como esta sucedan y crezcan como dicho festival. El último día, el icono del hombre se enciende con fuego, el espíritu vivo del hombre arde: purificación y transformación elemental que da paso a nuevos festivales en los que se va cambiando de tema.


Entre los mandamientos que dan sentido al festival, vale mencionar lo que ellos llaman la inclusión radical, ya que son bienvenidos todos a participar, cero patrocinio comercial (como ya se dijo antes) y cero publicidad comercial y, lo más importante: "Buscamos superar las barreras que se interponen entre nosotros y el reconocimiento de nuestros ser interior, la realidad de aquellos que nos rodean, la participación en sociedad y el contacto con un mundo natural que excede al poder humano. Ninguna idea puede sustituír esta experiencia".



Todas las fotos de este post han sido realizadas por el excelente fotógrafo Scott London. En su página web puede verse todos los Burning Man que éste ha cubierto desde 2005. Simplemente, fantástico.


















Cómo me gustaría ir.