El caso es que odio el cambio de hora que implica el que anochezca antes, soy
más de luz que de oscuridad, más de sol que de sombra (aunque confieso haber
ingerido algún solysombra ocasionalmente), más de calorcillo que de fresquito,
más de playita que de esquí, más de camiseta que de abrigo, más de terracita
que de local cerrado…
Y el presente cambio de hora implica que aumentan las cosas que me entristecen
y disminuyen las que me placen. Y esto irá a peor hasta el próximo 22 de
diciembre, fecha en la que iniciaremos
la cuenta atrás para disfrutar más tiempo del señor sol.
Y la única ventaja de este cambio de horario es que dormimos una hora más la
noche del sábado al domingo ¡Pues vaya!, ¡qué tontería! qué más da levantarme a
las 12 o a las once si no tengo ningún despertador que me obligue a ello.
Si al menos el cambio de hora fuera de
jueves a viernes… al menos dormiríamos una hora más un día que de verdad lo apreciaríamos.
Así pues lanzo esta propuesta a quien corresponda y ruego que la tenga en
consideración ya sea a nivel colectivo (cosa que reconozco que tiene sus
impedimentos) o a nivel individual. Que sí, que reconozco que para turnos laborales nocturnos mi propuesta es
complicada y por ello lanzo una contraoferta innegociable:
EL PRÓXIMO CAMBIO DE HORA EN OCTUBRE ME PIDO HACERLO DE
JUEVES A VIERNES, Y EL RESTO DE LA HUMANIDAD QUE LO HAGA COMO HASTA AHORA ENTRE EL SÁBADO Y EL DOMINGO
Ya si acaso, para más adelante exigiré que esté prohibido
entrar o salir a trabajar siendo de noche, que eso deprime mucho y uno no rinde
lo que ha de rendir.