"Aquella misma mañana, horas más tarde, Alice levantó las persianas; el tableteo de los listones de plástico enrollándose en la polea la reconfortó. Fuera lucía el sol, ya alto.
Tomó un disco de los apilados junto al equipo musical, uno cualquiera. Sólo quería un poco de música que limpiara la atmósfera. Subió el volumen hasta la primera marca roja del mando. Fabio se habría puesto hecho una furia. Sonriente, pensó cómo habría gritado su nombre, bien fuerte para hacerse oír por encima de la música y arrastrando la i con el mentón adelantado.
Quitó las sábanas y las lanzó a un rincón. Del armario sacó otras limpias. Vio cómo se abombaban y se posaban ondulando levemente. Damien Rice entonó con voz algo quebrada: «Oh coz nothing is lost, it's just frozen in frost.»
Se dio una ducha con calma; estuvo un buen rato quieta bajo el chorro, con la cara levantada. Luego se vistió y se maquilló mejillas y párpados, muy poco, casi no se le notaba.
Cuando estuvo lista, el disco había terminado hacía rato sin que ella se diera cuenta. Salió de casa y cogió el coche. A una manzana de la tienda tomó otra dirección. Llegaría un poco tarde, pero no importaba."
Autor: Paolo Giordiano
Título: La soledad de los números primos
Editorial SALAMANDRA (2009)
Encuadernación: Tapa blanda
288 páginas
Capítulo 47, pág 279
Bueno, yo ya he estado aquí antes, sentado en el suelo de esta habitación tan tan gris, en la que permanezco todo el día. No como, pero juego con esta comida tan gris. Desolado, si hay alguien que reza por mi, entonces puede que no me derrumbe. Desolado, incluso aunque intente gritar, no podría hacerlo tan fuerte como quisiera. Vuelvo a estar sólo otra vez, y vuelvo lentamente a casa, sólo, arrastrándome de nuevo, pendiente del teléfono. Si, bueno, ya he estado aquí antes, sentado en el suelo, con mi ánimo tan gris. Me quedo despierto toda la noche y todo lo que puedo escribir, es esta gris melodía. Así que reza por mi niño, sólo durante un momento, que puede que estalle. Reza por mi niño, o quizás una sonrisa por ahora sea suficiente. Porque vuelvo a estar sólo otra vez, y vuelvo lentamente a casa, sólo, arrastrándome de nuevo, pendiente del teléfono. ¿Puedo contar contigo para que seas quien me abra las puertas?¿Puedo contar contigo para que seas mi montaña de arena?¿Puedo contar contigo para cruzar el puente cuando haya tormenta?¿Puedo contar aún contigo para mantenerme caliente? ¿Y si esprimo mi parra y me bebo mi propio vino?, porque yo esprimo mi parra y me bebo mi vino. Sí, porque nada está perdido, sólo está congelado en el congelador. Y es hora de volver a abrir, aunque no haya nadie esperando en la puerta. Porque todavía estoy aquí para sostenerte la puerta. Todavía estoy aquí para hacer tu montaña de arena. Todavía estoy aquí para ayudarte a cruzar el puente bajo la tormenta. Todavía me tienes para mantenerte caliente. Más caliente que caliente, más caliente que caliente.