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Me llamo Juana, Juana Bon y tengo licencia para
fregar. Mi trabajo no es de mucho glamour, pero desde que trajino en esta
empresa reconozco que me siento más importante. Eso de trabajar en una compañía
de hacer películas tiene su punto para presumir con las amigas. Delante de
ellas me doy muchos aires, que si he conocido a tal actor, que si me ha
dirigido la palabra, que si he estado en su camerino, todas me miran con envidia. Pero la pura
verdad es que cuando llego no hay nadie, solo mucha porquería y desorden. Lo
que más me molesta es que hay manchas de
un líquido que cuesta mucho de quitar, no sé, si no supiera que esto es un
sitio donde se hace cosas que no son verdad, me mosquearía, es que lo hacen tan
bien, pero tan bien, que huele igual que la sangre.
Hoy ha venido la policía a interesarse por mi jefe y
me han enseñado la foto de esa actriz tan guapa que dicen en la tele que ha
desaparecido. Me han preguntado también si yo la he visto, les he dicho que no,
que solo me dedico a lo mío que es tener bien limpio este local. He pensado si
debería haberles contado lo de las manchas que he fregado estos días atrás,
pero me ha parecido que mejor no. El asunto del trabajo está muy mal y aquí son
puntuales a la hora de pagar.