Por Luza Alvarado
Era una visión hipnótica, de esas que te atrapan en medio de la prisa y no puedes continuar tu camino. Era la primera vez que veía
un grupo de personas en un parque haciendo una especie de danza muy lenta, empujando metáforas en el aire con brazos, piernas y pulmones. Pregunté a otro transeunte de qué se trataba. "Es Tai chi", respondió.
En esos años, la oferta para aprender esta disciplina era muy escasa, sólo se sabía que era un arte marcial, que venía de China y que algo tenía que ver con la respiración. Sin embargo, recientemente en los gimnasios y escuelas ha aumentado la presencia del Tai Chi, casi al parejo del yoga. Y es que los beneficios que aporta son muchísimos más de los que se pensaban.
¿Qué es?
El Tai Chi Chuan nació en el siglo XVI como un arte marcial en la que no se toma la iniciativa para atacar, sino que se aprovecha la fuerza del oponente como defensa. Se fundamenta en una mezcla de filosofía taoísta con medicina tradicional china, integrando principios como la circulación del qi (chi, o energía vital), el entendimiento del yin y el yang, los meridianos de acupuntura y la ley de los cinco elementos. Entre sus principios están la fluidez, el control interno de la mente, el cuerpo y las emociones, la circularidad, el entendimiento del yin y el yang, lo suave vence a lo duro, la relajación y el vacío.
Gimnasia terapéutica
Según el conocimiento oriental, las enfermedades ocurren debido a bloqueos de energía, es decir, puntos al interior de nuestro cuerpo donde se acumula tensión que provoca desórdenes en células y tejidos. La salud puede restablecerse y conservarse con ayuda del Tai Chi, ya que la respiración profunda (a nivel abdominal),
los movimientos suaves y continuos, así como la postura recta y sin tensión muscular hacen que estos bloqueos desaparezcan, devolviéndole al cuerpo un flujo correcto de energía.
Todo esto parecería un discurso "new age", pero está muy lejos de serlo. Gracias a la investigación de importantes
universidades, la ciencia médica está incorporando la práctica del Tai Chi a su terapéutica, ya que se han hecho cientos de estudios para entender de dónde provienen sus beneficios y cómo se aplican a ciertas dolencias comunes, por ejemplo:
- Se ha comprobado que el Tai Chi agudiza la concentración sin forzar las células cerebrales, por lo que se tonifica el sistema nervioso, se elimina el insomnio y se mejora la memoria.
- Es uno de los ejercicios recomendados para gente con problemas cardiovasculares, ya que los ciclos respiratorios que se usan durante la práctica, mejoran la oxigenación de la sangre y producen cambios de presión dentro del tórax, estimulando la correcta circulación coronaria.
- La técnica de respiración es suave y profunda, por lo que el aire llena los pulmones y drena las vías respiratorias, ayudando a aliviar el asma bronquial, sinusitis, alergias, gripes. Este tipo de respiración ejerce movimientos hasta el abdomen, con lo que se da un masaje de órganos que ponen al día al aparato digestivo, irrigándolo y drenándolo adecuadamente.
- Al trabajar con rotaciones y sin rigidez, el Tai Chi libera contracciones musculares, lo que deriva en flexibilidad mental y relajación general, propiciando un buen funcionamiento de todas las glándulas del cuerpo, un estado de ánimo más sereno, una mente más adaptable y segura de poder responder sin tensión a los retos diarios.
Meditación en movimiento
Lo que siempre ha llamado mi atención es la similitud del Tai Chi con la danza. La gente se mueve como si estuviese en el agua, utilizando la resistencia que le ofrece el aire para representar formas y expresar una gama muy amplia de emociones, pero en total relajación, con calma y soltura, como si mantuviesen un diálogo sin palabras.
Contrario a los principios de competitividad, fuerza, repetición y tensiones de las prácticas físicas en occidente (cuerpos combatientes, sudorosos, ruidosos, estresados), el Tai Chi es un ejercicio que permite unificar mente, cuerpo y espíritu mientras se resignifican valores como estos:
- Lentitud: la velocidad no es tan importante como la precisión, la concentración y la paciencia.
- Suavidad: lo suave vence a lo duro, una planta flexible soporta el temporal, mientras que un árbol rígido se quiebra.
- Fluidez: no hay cortes, no hay capítulos, el movimiento fluye libremente.
- Unidad: aunque se mueva un solo dedo, todo el cuerpo se mueve con él.
- Correspondencia: los movimientos están naturalmente coordinados, brazos y piernas oscilan de manera armoniosa.
- Circularidad: no hay ángulos ni aristas, se buscan formas curvas.
- Gravidez: hacer tierra, enraizarse, mantener el centro de gravedad bajo y equilibrado; somos más fáciles de derribar mientras más erguidos estemos y más juntos tengamos los pies; posturas bajas, raíces profundas y cuerpos estables.
- Vacío (köng): suspender los pensamientos, las emociones, los juicios, sostenerse en el presente a plena conciencia, sin "ruido" interior que ponga obstáculos al flujo de la vitalidad.
No cabe duda que el Tai Chi tiene mucho qué aportar a nuestro acelerado ritmo de vida, como salud, bienestar espiritual, seguridad en sí mismo, serenidad y flexibilidad. Lo mejor: siglos de práctica en oriente y cientos de estudios en occidente lo respaldan.