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domingo, 25 de septiembre de 2011

Estadística

Un pobre dijo a un rico:
-Yo gasto en comida todo lo que gano.
-Ése es tu error -observó el rico-. En comida yo gasto solamente el cinco por ciento de lo que gano.



El monasterio mágico
Idries Shah

domingo, 10 de abril de 2011

Vanidad

Cierta vez un sabio Sufí requirió a sus discípulos le comunicasen cuáles eran las vanidades que habían tenido ellos antes de iniciar sus estudios con él.
El primero dijo:
-Yo imaginaba ser el hombre más hermoso del mundo.
El segundo dijo:
-Yo creía que, en mi condición de religioso, era uno de los elegidos.
El tercero dijo:
-Yo me creía capaz de enseñar.
Y el cuarto dijo:
-Mi vanidad fue mayor que todas ésas, pues creía que podía aprender.
El sabio observó:
-La vanidad del cuarto discípulo sigue siendo la mayor: la vanidad de mostrar que en un tiempo tuvo la máxima vanidad.



El monasterio mágico
Idries Shah

lunes, 4 de abril de 2011

Nueces

Un gato dijo a una ardilla:
-¡Qué maravilloso es que ustedes las ardillas puedan ubicar con tanta certeza nueces enterradas para nutrirse durante el invierno!
La ardilla replicó:
-Para una ardilla lo notable sería una ardilla que no pudiese hacer esas cosas.

 El Monasterio Mágico
Idries Shah

miércoles, 9 de febrero de 2011

Apariencias


Un Sufí dijo:
-Fulano de Tal es un Sufí que lee todos los libros que encuentra.
Un visitante extranjero preguntó:
-¿Qué motivo habría de tener para hacer eso, siendo que con toda seguridad ya posee todo el conocimiento, que necesita?
-Ello se debe a que desea exponer sus enseñanzas en el lenguaje que se usa en la actualidad, y porque en los libros contemporáneos encuentra numerosas analogías modernas y llamativas en que intervienen materiales tradicionales.
-Tú no empleas analogías modernas. Deduzco que, por lo tanto, no lees libros contemporáneos- expuso el visitante.
-Sin embargo los leo; leo todos los que puedo encontrar.
-¿Y por qué lo haces?
-A fin de evitar el uso de terminología actual. Si la utilizase, la gente creería que mis pensamientos son plagios de libros modernos.
-Pero eso no sucede en el caso del hombre que nombraste al principio.
-Es que, aun cuando por dentro somos iguales, por fuera él y yo somos distintos. Muchas personas juzgan sólo por el aspecto externo y hasta que no se tomen el trabajo de ejercitar la capacidad de ver en el interior, estarán a merced de las apariencias de las cosas. Si se pasa por alto este hecho, ello significa que, en realidad, la gente está fuera de comunicación con nosotros y supeditada a lo que logre atisbar a través de nuestra exterioridad.



El monasterio mágico
Shah Idries 

lunes, 17 de enero de 2011

CEBOLLAS


Un hombre carente del sentido del olfato se durmió en medio de una plantación de cebollas. Vestía una espléndida túnica.
Cuando despertó, las personas huían de él en todas direcciones.
-¡Qué triste y solitario es el destino del esteta!- Se lamentó. Por falta de sensibilidad visual todas estas gentes se quedan sin gozar del espectáculo de la belleza.


El monasterio mágico
Idries Shah 

sábado, 18 de diciembre de 2010

Pensamiento de vida


Érase una viña que cayó en la cuenta de que todos los años acudía gente que la despojaba de sus uvas.
Observó que ninguna de esas personas mostraba gratitud alguna.
Cierto día un hombre sabio se sentó a su lado.
-Ésta es mi oportunidad -pensó la viña- de descifrar el misterio.
Habló así:
-Hombre sabio, como ya habrás notado, soy una viña. En cuanto mi fruto está maduro, viene gente y me despoja de las uvas. Jamás demuestran el menor agradecimiento. ¿Podrías explicarme esa conducta?
El hombre sabio pensó un instante y expreso:
-Con toda probabilidad, la razón es que todas esas personas están bajo la impresión de que tú no puedes evitar el producir uvas.

martes, 7 de diciembre de 2010

Tres épocas


1. Conversación del siglo V:
                                   
-Se dice que la seda es tejida por insectos y que no crece en los árboles
 -¡Supongo entonces que los diamantes se empollan en huevos!!No prestes oídos a una mentira tan evidente!
-Pero es indudable que habrá muchas maravillas en tierras lejanas.
-Precisamente, esa ansia de lo anormal por parte de los crédulos es lo que produce esas fantasías disparatadas.
-Si. Presumo que, si se piensa en ello, resulta evidente... que todas esas cosas están muy bien para Oriente. Pero jamás podrían echar raíces en nuestra sociedad lógica y civilizada.

2. En el siglo VI:

-Ha llegado de Oriente un hombre que trae pequeñas larvas vivas.
-Algún charlatán, sin duda. Supongo que dirá que esas larvas curan el dolor de muelas.
-No; algo más divertido. Dice que pueden «tejer seda», que las ha llevado, con enormes sufrimientos, de una corte a la otra y que las ha obtenido con riesgo de su propia vida.
Ese individuo pretende simplemente explotar una superstición, que ya era vieja en el tiempo de mi bisabuelo.
-¿Qué debemos hacer con él, mi señor?
-Arroja al fuego sus larvas infernales y castígalo sin piedad, hasta que se retracte. Esos individuos son sorprendentemente audaces. Es necesario demostrarles que aquí no todos somos paisanos ignorantes, prontos a escuchar a cualquier vagabundo que venga de Oriente.

3. En el siglo XX:

-¿Dices que en Oriente hay algo que nosotros aún no hemos descubierto aquí, en Occidente? Todos vienen diciéndolo desde hace miles de años. Pero en este siglo estamos dispuestos a probar cualquier cosa. Nuestras mentes no están cerradas. Hazme ahora una demostración. Dispones de 15 minutos hasta que atienda al que te sigue. Si prefieres explicarlo por escrito, aquí tienes media hoja de papel.

El monasterio mágico
Shah Idries

viernes, 26 de noviembre de 2010

Voracidad, obligación e imposibilidad


Un sufí dijo:
-Nadie puede entender al hombre hasta que comprende la relación que existe entre voracidad, obligación e imposibilidad.
-Eso -dijo su discípulo- es un acertijo que no entiendo
El Sufí advirtió:
-Nunca busques comprensión en los acertijos cuando no la puedas lograr por la experiencia.
Condujo al discípulo a una tienda del mercado cercano, donde se vendía ropa.
-Muéstrame tu mejor túnica -dijo el Sufí al tendero-, pues estoy dispuesto a gastar lo que sea.
El tendero sacó a relucir una prenda bellísima y pidió por ella muy alto precio.
-Es exactamente lo que yo quería -dijo el Sufí-, pero desearía que en el cuello tuviese algunas lentejuelas y un pequeño ribete de piel.
-Nada más fácil -aseguró el vendedor-. Precisamente tengo esa túnica en el taller de mi tienda.
Desapareció durante unos minutos y regresó después de haber agregado a la misma prenda anterior el ribete de piel y las lentejuelas.
-¿Cuánto vale esta otra túnica? -preguntó el sufí.
-Veinte veces lo que pedí por la primera -contestó el tendero.
-¡Muy bien! -dijo el Sufí-. Me llevo las dos.



El monasterio mágico
Idries Shah