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sábado, 22 de octubre de 2011

Diario de Alemania 2003


(transcripto con la mayor exactitud posible, de una libretita Norte, escrita desde la última página)

start here

Eres mi héroe

(Antonio Quadra)
Mocedades
Sevilla
Betis


5/10


Alguien viaja a un lugar y se vuelve.

Entonces, se entera de que se perdió una celebración típica del lugar.
El resto de su vida, vive obsesionado con eso.

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¿Por qué el cine de género está muerto?

¿Y cuál no?
El policial. (?)

Piratas

Western...


6/10


Siempre cago en Barajas.


No me gusta subir al avión por la “escalerilla”. Me da vértigo.


Cosa de gallegos: tomé 2 buses que hicieron como varios kilómetros.


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Fuimos a Bingen, del otro lado del Rin, por balsa.

Llovía mucho y el viento no se soportaba.
El monasterio de (santa) Hildegarda estaba cerrado. Igual, el paseo fue bueno.


7/10


Tomé el tren en Geisenheim 8.00. Trasbordo en Wiesbaden. Llego a F 9.05, o’clock.

Prefiero caminar hasta la Feria (cambio 350 U$ x 283 € !!)
Colaboro en stand c/Wolf.
Escribo ahora esperando los libros.
¿Vuelvo 19.53?

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7/10


MMK


Friedrich Kiesler

Endless Home
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Hauptbannhof


0,70 € = casi 2 $

la meada + cara de la historia

(Cuando me di cuenta, se me cerró la vejiga.)



7/10


MMK


Warhol


(y Dom Museum, muy contradictorio)


Time capsules


Hasta el desecho más inverosímil cobra sentido si es de un famoso (?).

Justamente, eso es Warhol (y el pop): arte de re-significar los desechos (de una cultura, de una vida).

cf. MIS cajas de (F)



10/10


Solo en la Feria.

First time.
Sushi reveange
(with palitos).

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19.15. Salgo para Wiesbaden, se supone que en el mismo tren del otro día.

¿Hoy será día de mala suerte?
Hora de llegada calculada: 22.00 (!). No agregar nada más.


12/10


Me encontré con / He visto a Dios...

Umberto Eco.


13/10


Tenía que pasar.

Día malo.
Decido ir a Friburgo a pesar de todo.
Quiero usar el ticket de la Feria. No puedo, y pago 54 €. Apenas tengo p/volver.
¿Podré pagar con tarjeta la vuelta? Buena pregunta.
Por lo menos ahora debería estar + tranquilo. Pero tengo MUCHAS ganas de hacer pis y ni me atrevo a levantarme por miedo de perder el asiento (con ventanilla).
Mucho calor en el tren. Afuera casi 0 grado. ¿Veré nieve?

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No, bestia, no hay nieve en Selva Negra (por lo menos en esta época del año).

Estoy volviendo, vía Mannhein. Siempre a precio de oro.
Tengo que tomar 4 trenes, sería un milagro que algo NO saliera mal.

¿Friburgo? Hermosa. Vi parte de la Schwarzwald, pero valió la pena. Como siempre, muchas fotos.

Compré rollos muy baratos en un Schlecker.
(En 20 minutos tendría que transbordar en Mannhein.)
Comí una salchicha gruesísima en un pan redondo, c/ziedeln. Y una Coca reparadora. No muy caro.
¿Qué hago mañana y pasado?
Estoy molido. Y algo deprimido, como siempre. ¿Es la culpa, el cansancio, el miedo, o todo junto?
Telekom puta, no pude hablar c/Silvia, con VISA. Y las monedas apenas sirven para saludar.
Me cansé hasta de escribir.
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Tercer tren, Frankfurt-Wiesbaden (ojalá, quién sabe).
Acá pidieron tique unos policías bastante alarmantes.
¿Puedo poner que hice la mitad del viaje? No, mejor no.
Si llego, 21.39 a Geisenheim, hago una fiesta.
Pero mucho me temo que voy a tener que llamar al Vater Paul, porque no tengo ánimo p/caminar. O a lo mejor si llego a salvo y a horario... para compensar, ¿no?

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14/10

Muy cansado. Me duelen las piernas. Prefiero que P. Paul me lleve a algún lugar...
(interrupt.)

El lugar resultó ser las orillas del Rin hasta la roca Loreley, nada menos. O sea, el trayecto de aquel primer año, 1998. Esta vez saqué fotos, aun con sol en contra. Con que salgan un par, estoy conforme (es un decir).


¿Se me pasó la depresión? Un poco. Obra del Rin y del Sol.

Y de la falta de miedo, ya que no de culpa.
Es para pensarlo.
Lo de Friburgo de ayer fue espléndido pero preocupante. Demasiada tensión para disfrutarlo, aunque sea un poco más. ¿Cómo será el recuerdo?
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Hermoso paseo por alrededores de J. Hasta algunos lugares que no conocía.
Me siguió un gatito negro.
Saqué la foto habitual de la esquina.
Fui al Schloss a ver el valle desde ahí.
Los hombres saludan al pasar; las mujeres, no.
El tiempo pasa.
Quizás mañana vaya a Winkel, un tema pendiente.
Si el P. P. no propone otra cosa.
Pero es un largo camino y estoy cansado aún. Veremos cómo me levanto.


15/10


Hago los 2 km J-Winkel, sin problemas.

Hay un túnel debajo de la ruta. Estoy sentado frente al Rin. Frío, sol, viento. Un día espléndido. Sigo camino, a ver hasta dónde llego
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13.00. Extraordinario periplo por la orilla del Rin hasta la Oestricher Kran y luego “por arriba”: Oestrich, Mittelheim y Winkel, donde estoy ahora, exactamente frente a la Brentanohaus.
Es temprano, voy a intentar llegar al Schloss Vollrads y luego volver a J.
No words any more.

No llegué al Schloss Vollrads, quizás porque siempre es bueno dejar cosas pendientes...

Y no subí por la ruta sino por los viñedos: gran decisión.
El paisaje es impresionante, la distancia no es mucho mayor y el peligro sí es mucho menor.
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16/10


Heme aquí (increíblemente), en la gate D29 del Flughafen Rhein-Main, etc., esperando que los iberos confirmen su puerta y su horario de embarque.

2 horas y media antes de mi hora de partida, porque el Vater P. tenía misa a las 6 y es tan ansioso como yo. Mejor.
Igual fue otro día espléndido, fuimos a Wiesbaden a comprar zapatillas (ojalá sirvan) y tomamos un capuccino en el bar-trampa afgano que ya visité una vez (en el 2001, plena guerra).
Después fuimos a Rüdesheim por última vez, almorzamos en el Wiener Grill y bajamos al muelle a ver los barcos. Saqué unas fotos preciosas para terminar un rollo de 24.
No sé cuántas fotos saqué en total, creo que 2 rollos de 36 y 2 de 24, pero temo engañarme.
Será un largo viaje.
Cenaré 2 veces (?).
Por fin veré a Silvia, después de tanta nostalgia, culpa y esfuerzo.

19.30. Iberia retrasada, quién sabe cuánto.

Ojo a la combinación.
Por ahora, no muy nervioso, igual. ¿Está bien?
¡Unos minutos más en F!
Increíble... (yo).
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Todavía estoy temblando y sudando.
Me perdí en Barajas, 10 minutos antes de que el avión saliera.
Lo anoto p/tranquilizarme, pero me va a costar bastante.
No sé cómo llegué acá, espero que sea el avión... y el asiento. Aunque esto último sería de lo menos, después del riesgo que corrí.
Bueno, basta. Quedan 12 largas horas p/el final.
A disfrutar lo que queda. 

sábado, 15 de octubre de 2011

Winkel


Brentano Haus, Winkel.


Por fin, un día, estuve solo en Johannisberg, con algo de tiempo por delante. Eran casi las cinco de la tarde, pero confiaba en poder hacer la deseada incursión a Winkel, a orillas del Rin, y quizás un poco más allá. Encaré los dos kilómetros por la ruta, decidido. Era el camino hecho mil veces, todas las mañanas, con el coche. Y de vuelta a la noche, en plena oscuridad. Pero esta vez, a pie, la cosa se ponía difícil. Mucho pasto y algo de barro, nada muy sólido. No hay propiamente banquina, sino la franja, irregular en ancho y altura, que van dejando las viñas, más o menos a su capricho. (Un par de años después, descubriría que era mucho mejor bajar a través de los viñedos, aunque tardara más.)
Los que pasaban en coches, motos, incluso en tractores, me miraban extrañados, o así me pareció, no soy confiable para estas cosas. Por suerte, no pasó la Polizei, con sus impolutos autos blancos y verdes. ¿Qué hubieran pensado de ese extemporáneo peatón con facha de árabe?
Había una familia haciendo un picnic crepuscular en un recodo de los viñedos. El sol estaba cayendo a gran velocidad, aumentada por mis aprensiones.
Debo haber llegado a Winkel a las seis. Atravesé rápidamente el pequeño pueblo, deteniéndome sólo a ver un poco más de cerca la Brentanohaus (que resultó un restaurante, no un museo, como siempre había creído). Después, crucé la ruta, tan peligrosa, hasta la misma vera del Rin. (Un par de años después, descubriría que había túneles para eso.)
Sí, resultó muy poco tiempo, pero tenía que volver antes de que anocheciera. Lamenté no haber podido seguir caminando. Oestrich estaba ahí no más, pero ¿cómo iba a regresar en medio de la noche, por esa ruta oscurísima? La cuestión es que volví en pleno atardecer. En un recodo, hasta pude ver el castillo de Johannisberg bellamente recortado frente a un sol declinante, que de paso doraba las cimas de las vides.
Seguramente la gente que pasaba en sus autos impecables seguía mirándome con extrañeza, pero ahora yo ya no veía sus caras tan claramente. Y me importaba menos. Llegué más rápido de lo que creía, como suele pasarme; con muy poco aliento. Estaba cansado, pero también eufórico, lo reconozco.
Ah. Recuerdo que, cuando pisé la orilla del Rin, me agaché para tocar el agua y no pude. No sé por qué, pero no pude.