La zona recibe su nombre por el Cabezo del Carmolí, un volcán ya apagado en el pueblo de Los Urrutias que se originó hace unos 7 millones de años. Tiene una altura de 113 metros, y desde él se tienen unas excepcionales vistas del Mar Menor.
Desde los inicios de la aviación es España, el Mar Menor ha sido una zona clave ya que allí se situaron las primeras escuelas de aviación por sus buenas condiciones meteorológicas y los grandes espacios abiertos. El primer aeródromo construído fue el de San Javier en 1917, que actualmente se conoce como la Academia General del Aire.
Antes de la Guerra Civil, la República instaló cerca del Carmolí un aeródromo militar que se utilizó como escuela de vuelo de alta velocidad. Uno de los modelos más famosos que se utilizó en aquella época fue el conocido Polikarpov I-16, llamado "Mosca" por los republicanos y "Rata" por el bando nacional. Se trataba de un caza de fabricación soviética muy maniobrable.
Grupo de pilotos en el Carmolí junto a un Caudron C.600 (Fuente de la fotografía) |
Polikarpov I-16 con los colores de la República. |
Vista del aeródromo a finales de 1937 (Fuente de la fotografía) |
Ya terminada la Guerra Civil, en 1943 comenzó a utilizarse como aeródromo civil, utilizando sobre todo la pista de asfalto. Poco a poco el aeródromo fue cayendo en desuso, hasta que sólo se utilizó como zona de maniobras y prácticas de aterrizaje para los aviones que despegaban de las bases militares activas de la región: San Javier y Alcantarilla.
En esta fotografía aérea se puede ver el edificio de control del aeródromo (centro), debajo la pista asfaltada y en vertical en el centro la pista de tierra.
Encontramos unos cimientos que parecen ser de una torre de control, aunque no lo hemos podido confirmar.
En el interior del edificio no queda nada reconocible.
Desde sus ventanas se puede ver el Carmolí, donde posteriormente visitamos el acuartelamiento.
A los pies del Carmolí existe un acuertelamiento ligado al aeródromo. Durante la Guerra Civil se aprovecharon las galerías del volcán para construir un polvorín, que se ha seguido utilizando, al igual que el resto de los edificios, hasta finales de los 70.
Pudimos ver el interior del edificio principal, que se encontraba en pésimas condiciones y lleno de basura.
Continuamos visitando el resto de las instalaciones del acuartelamiento.
Finalmente visitamos el polvorín, excavado en el volcán.
Parte de los terrenos de la zona militar fue cedida a la Armada para un nuevo proyecto: Un hovercraft de 50 toneladas construído por la empresa murciana Chaconsa. En 1977 la Armada entró en contacto con la empresa, que ya disponía de un proyecto: el VCA-30. Este vehículo no pasó de la fase de diseño, pero sí lo hizo el siguiente modelo, el VCA-36. Se trataba de un vehículo anfibio de 25 metros de largo por 11 de ancho, movido por 2 turbinas Lycoming de 2.500 CV cada una. Era capaz de alcanzar una velocidad de 60 nudos (unos 111 Km/h) tanto por la superficie del agua como en tierra, donde era capaz de superar pendientes de hasta el 10%. Fué sometido a pruebas durante los años 80 en el Carmolí, e incluso hizo un viaje hasta Cádiz en unas 6 horas. Finalmente el proyecto se descartó, y el anfipuerto junto con el hangar del hovercraft quedaron abandonados. El propio vehículo fue desguazado en 1994 y vendido como chatarra.
No pudimos visitar el hangar ni el anfipuerto, así que no disponemos de imágenes propias.
En este video de imágenes fijas podemos ver las pruebas realizadas por el VCA-36 en el Mar Menor en 1989.
Si quieres conocer con detalle la historia de Chanconsa y sus hovercrafts, haz clic aquí.
En la actualidad la situación de la zona del Carmolí es complicada. Fue expropiada por el ejército en los años 40, y desde entonces los herederos de los antiguos propietarios de las fincas expropiadas lo han reclamado. Finalmente y después de muchas batallas legales los terrenos vuelven a ser de propiedad civil. No es una gran noticia ya que las intenciones eran construir urbanizaciones en la zona, destruyendo así el último humedal no alterado que queda en el Mar Menor. Aunque la zona es Parque Natural y ZEPA (Zona de especial protección para las aves), hay una inmobiliaria de Cartagena que ofrece los terrenos para construir por 116 millones de euros. Desde aquí esperamos que se proteja este espacio natural y no se pierda el último resto de lo que era el paisaje original del Mar Menor.