Me gusta viajar, pero no tanto desplazarme. Cuando lo hago me gusta hacerlo en nuestro coche, unas veces conduzco yo, otras misstake. A nuestro ritmo, a nuestra velocidad, con nuestras pausas, en nuestro espacio. Ese espacio es muy importante cuando se trata de transporte público.
Hoy no es el caso, pero en alguna ocasión hemos ido en autobús a la capital. No siempre ocupamos los asientos desde los que mejor se ve la película, que nunca escojemos, y que más lejos están de esa pareja que no calla. Si no fueramos juntos quizás el sitio que hace el par con el nuestro podría ocuparlo cualquiera, charlatán, maloliente, dormilón, ruidoso, cabeceador hacia nuestro lado. Antes iba en tren a Ainhoa-Gasteiz, me gusta la amplitud, el traqueteo, imaginar historias sobre la gente que ocupa sucesivamente los sitios libres y luego los abandona, espiarlos en el andén desde la ventanilla. No he probado los de alta velocidad, creo que no dejan llevar bicis. Me gusta ver el paisaje pasar, aunque no en sentido contrario.
Al compás del chacachá, del chacachá del tren: ¡qué gusto da viajar cuando se va en exprés!
Pongamos que el autobús ha llegado a la capital. Antes la compañía que tenía la concesión SA-M tenía estación propia, había gente pero no demasiada. Ahora nos juntamos con el resto de autocarviajeros, una fauna peculiar. Abundan cajas de cartón, gente más rural, muchos mochileros, algunos ciclistas vestidos como tal con sus monturas, y los que no viajan y buscan una limosna, calor humano, un asiento cómodo o una cartera distraída. Barullo. Ruido. Ruido de frenazos, ruido sin sentido, ruido de arañazos, ruido, ruido, ruido.
ése es mi autobus, el auto-res, y mejor el exprés, directo y tres asientos por fila
Luego cojemos el metro. Una aventura movilizar todo el equipaje por las escaleras y los tornos, la gente pasa y nadie mira, caminan deprisa, gente variada, muchos nuevos residentes, estudiantes. Aglomeración a según qué horas y líneas. Lucha no ya por un asiento sino por un sitio lo más lejos posible de las emanaciones de un extraño. La gente evita mirarse a los ojos, pero mira de reojo. Unos leen, libros y diarios gratuitos, muchos llevan cascos de música, algunas se oyen.
¿cuántos metros mide el metro (de Madrid)? doscientos ochenta y un mil quinientos ochenta
Y llegamos al aeropuerto, últimamente la t4mible. Traslado desde el parking de larga estancia o desde la estación de metro. Largos pasillos. Gente deambulando, a veces durmiendo. Gente variopinta. A veces imagino los asentamientos en el planeta Tatooine y todos los seres que los frecuentan. Se ve de todo, algún famoso, con o sin comillas, grupos perdidos de estudiantes, fashionvictims y moda las cuatro estaciones metereológicas, gente en sandalias y en botas de alta montaña, mochilas enormes, maletas con ruedas, sin ruedas, envueltas como un bocadillo, material deportivo de todos los tamaños. Miles de personas, todos a merced de las compañías aéreas. Eso paga suplemento, eso también. No te garantizo que llegue, y que si lo hace, llegue como me lo confías, ni aunque pagues suplemento. No te libras. Salgo a la hora que quiero, pero tienes que estar aquí mucho antes. Y cuando llegues, y hayas estirado bien las piernas te dejaré reposar antes de que salgan tus bultos. Si pagas lo mismo que el de dos filas más atrás es casualidad, y si dos personas han pagado por el mismo asiento es legal. No te sientes delante de la cortina aunque los asientos te parezcan más anchos, también lo es el importe del billete. Y no te quejes si no puedes llevar más de 20kgrs, que los de cien pagan lo mismo que tú. Si el viaje es corto ya no se come, a menos que pagues un dineral, y si el viaje es largo te daré comida internacional, y la comerás porque tienes hambre. Aunque se ha perdido un poco el glamour de los aviones y la gente carga con todo tipo de alimentos, como en un mal cine y los portaequipajes y los huecos rebosan de los más diversos objetos. El periódico que quieres nunca llega a tu asiento, ni los bocatas de jamón. Si andas mal del tránsito intestinal, nada mejor que el aeropuerto para que te hagan una colonoscopia como poco.
al descargar el garmin de alguno que comenta por aquí sale esto...
Deberíamos haber empezado la aventura a las 16:30 del viernes, sobre las ocho estaremos todavía con energía en Londres y después partiremos hacia oriente, pararemos en Hong-Kong a repostar y de ahí a Auckland, donde nuestros restos llegarán a las once hora local del domingo, que va doce adelantada a la que dejamos atrás. Pasaremos muchas fronteras y veremos ríos, mares, montes y ciudades cuyos nombres no siempre acertaremos.
siempre en las nubes... duodécima ventanilla por la derecha.
Me gusta viajar, pero no desplazarme. Estarme quieto. Compartir espacio. Buscar la postura. Encontrar entretenimiento. Descansar. Estirar. Que el jet-lag se porte bien, sé que Ramón lo hará, pero, ¿y el otro?