Preparamos durante la semana la jornada hasta el minimo detalle, tanto Vanesa como yo estabamos super ilusionados. A las siete de la mañana salimos direccion Encinas Reales, un buen desayuno y reemprendemos la marcha, proxima parada...Riofrio.
A las 9.30h llegamos al pueblo y mientras el guarda nos preparaba los permisos, empezamos a "enchufarnos" los vadeadores y montamos los equipos. El rio tenía bastante mas caudal que la ultima vez que lo visité, y bastante más fuerza. El agua no estaba lo cristalina que debiera, pero para eso hay que esperar algún tiempo más, siempre y cuando deje de llover durante una temporada.
Nos fuimos directos a la zona del puente, donde hay una poza que alberga normalmente buenas truchas, no sin antes luchar contra la corriente al cruzar el rio, ¡uf!, la verdad es que no fue mala idea, y es que encontramos un grupo de truchas hambrientas que no paraban de embestir nuestras cucharillas. Tanto es así que en poco rato nos dieron, en repetidas ocasiones, bonitos lances.
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Una vez que aprendieron decidimos buscar nuevos sitios y conocer a fondo todo este coto. Poco a poco fueron llegando pescadores y era raro no toparse con alguno en los múltiples rincones rio abajo. De repente empezó a llover y aprovechamos para hacer una paradita para un refrigerio.
Aguas arriba nos encontramos con la piscifactoría de truchas, y es que de aqui salen practicamente todas las truchas que vemos en nuestras pescaderias.
Despues de explorar los rincones del curso alto del rio, y comprobar que las truchas estaban "durillas", nos fuimos en busca del bocata porque la meteorologia no acompañaba, y tanto, fue acabar de comer y comenzar a llover. El cansancio del madrugón , la caminata y las ganas de ver a nuestra peque, nos hizo recoger bartulos y despedirnos de aquel paraje hasta la proxima...
