13.6.13

La literatura como herramienta de transformación social


¿Es posible?
Eso fue lo que me propuse, o lo que surgió, no sé muy bien, cuando empecé a escribir Más que cuerpos. A medida que tecleaba los temas que me preocupan iban surgiendo, y poco a poco fue tomando forma lo que hoy es.
Una novela policiaca que aborda muchas cuestiones que están muy cerca y que inciden en nuestro día a día, aunque a menudo no nos paremos a mirarlos, por desconocimiento, o simplemente porque es más fácil seguir con la rutina sin tener que hacerlo. 
Pero para cambiar las cosas que no nos gustan, es preciso conocerlas. Por eso en la novela está presente la violencia de género en una pareja joven, pero también la banalización que se hace de las mujeres prostituidas, sin distinguir cuando son traficadas y explotadas, la discriminación por la orientación sexual, más si cabe en un entorno rural como lo es la mayoría de Extremadura, región donde se desarrolla la trama, o muchas otras cuestiones que perpetúan las diferencias sociales y que se van desgranando a lo largo de los dieciocho capítulos.
Pero no son espacios marginales los que se va a encontrar quien lea el libro. Son situaciones cotidianas de nuestro día a día, que pueden estar sucediendo en el piso de enfrente o al compañero de trabajo de al lado. Hay quien dice que Más que cuerpos las "acerca". Yo no diría tanto, pues están ahí, tan solo las muestra.
La mayor satisfacción hasta el momento es que la novela en sí misma esté gustando por su trama, que personas de todos los gustos y valores la estén disfrutando, y me quedo con pensar que puede colocarles en una óptica diferente, desde una mirada que antes no se hubieran cuestionado, y eso haga que cambie algo.
Si te apetece leerlo, puedes adquirirlo aquí, rellenando un cuestionario para envío directo a domicilio, o bien llamando por teléfono. O si prefieres, encargándolo en tu librería habitual, tan solo indicando el nombre del libro y el de la editorial que lo hace posible, Anantes

20.2.13

Occupy Peace Online


Cuarenta personas. Europa, Oriente Medio, África, Asia, América. Un  objetivo. Unir redes en torno a la paz. Una herramienta. La red de redes.
Con esta base, y propiciado por el Servicio Civil Internacional y el Consejo de Europa, nos reunimos en Estrasburgo durante una semana. 
Intercambiar conocimientos y crear estrategias para lograr un mundo más pacífico y más justo nos movieron para trabajar.
Personas refugiadas, la percepción occidental del Islam, el desafío de una vida digna para el creciente número de personas mayores, el cambio climático o la situación de los pueblos indígenas fueron algunos de los temas sobre los que debatimos, para encauzar después estrategias online de modo que podamos impregnar, y por qué no, entusiasmar a muchos y muchas más como nosotros en el convencimiento de que podemos cambiar las cosas.
De momento, nos llevamos todo lo que aprendimos, y algo que con su fuerza colosal desmonta cualquier prejuicio, cualquier estereotipo, una de las mayores aliadas de la paz: la amistad.

*La foto es de un taller sobre la importancia del papel de las mujeres en los procesos de paz que impartí con una compañera

23.12.12

El “Tú primero” o la incapacidad de los gobernantes mundiales de tomar decisiones sobre el cambio climático.



Este año no parece haber sido tampoco el de los éxitos para el ámbito del medio ambiente a nivel internacional. Mientras cada vez más informes de instituciones internacionales nos confirman el deterioro del planeta, y el avance inexpugnable del calentamiento global causado por los gases de efecto invernadero, los líderes mundiales no están siendo capaces de afrontar el reto.
Las pruebas son claras, y las consecuencias no se remiten ya a un futuro más o menos lejano e incierto. A día de hoy las catástrofes naturales consecuencia directa de este calentamiento global antropogénico se están sucediendo cada vez con mayor frecuencia (es el caso de las severas sequías en África subsahariana, las altas temperaturas en Rusia, o las inundaciones fruto de lluvias torrenciales en Pakistán, India, China o Bangladesh). Hasta hace poco, eran los países más vulnerables los que estaban teniendo que afrontar esta realidad, pero a medio plazo no habrá rincón del planeta que no se vea gravemente afectado. El azote del huracán Sandy en la costa estadounidense ha sido un ejemplo de ello, y de lo que está por venir. Los que dirigen nuestros gobiernos debieran haber tomado nota, pues con las medidas que no están siendo capaces de tomar, están también dirigiendo nuestros destinos y los de las generaciones futuras hacia el desastre.
Esto afectará también de una forma sin precedentes al fenómeno migratorio. En el seno de las Naciones Unidas ya se plantea el debate de reconocer la condición de refugiado como consecuencia de desastres naturales, habida cuenta de la población que ya se encuentra en esta situación y de que el número de éstos incrementará de forma exponencial en los años venideros.
El panorama no es halagüeño, y no cabe ya escudarse en teorías sobre la no relación del ser humano y el calentamiento global. Una ojeada a los últimos informes mundiales la constatará con total certeza.
Pero nuestros dirigentes son cortoplacistas, como lo es el sistema por el que están ahí y que demasiado a menudo les guía en su toma de decisiones. Son pocos los que están dispuestos a ceder intereses económicos a cambio de la protección del planeta. “Yo lo hago si lo hace éste” suele ser el planteamiento más común. Mientras que los expertos comienzan a demandar que, habida cuenta de la imposibilidad de frenar los avances del calentamiento global, comiencen a tomarse medidas de adaptación junto a las de mitigación o reducción de emisiones, pocos compromisos siguen tomándose en este frente.

Río+20.
Este año podía haber sido un año crucial para darle un giro de timón al barco y comenzar a tomar en serio la sostenibilidad del planeta. La Cumbre de la Tierra del pasado junio, la conocida como Río+20, despertó no poca expectación. La sociedad civil organizada de todo el planeta esperaba con atención los resultados de lo que prometía ser un hito en las políticas internacionales. Pero la sensación generalizada fue de fiasco, de acuerdos excesivamente laxos. Anteponer los intereses económicos  y la preocupación por la crisis financiera actual a la protección de un planeta que estamos deteriorando irremediablemente, o seguir hablando de crecimiento constante o "crecimiento económico sostenido”, aún para los países desarrollados, sin plantearse otras fórmulas, fueron las principales críticas.
El resultado final, “El futuro que queremos”, un acuerdo con algunos compromisos interesantes, pero claramente insuficiente para el desafío al que nos enfrentamos, y decepcionante para la mayoría. La presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, definía en positivo dicho documento saliente, como era su papel al ser anfitriona del evento: “un punto de partida, no de llegada”. El problema es que con las bases articuladas,  ya sabemos que no llegaremos a tiempo.

Cumbre del Clima en Doha.
Tras la decepción de Río+20, no eran muchos los que esperaban grandes avances de la Cumbre sobre Cambio Climático anual, finalizada a principios de diciembre en Doha. En la anterior cumbre de Durban, en 2011, se acordó la prolongación del Protocolo de Kyoto, si bien ese “tú primero” de Estados Unidos, Rusia, Canadá o Japón, dificultó arribar a compromisos más serios. Al final, todo quedó en un acuerdo parcial previendo el compromiso de mantener las metas de reducción de emisiones tóxicas contempladas en el protocolo de Kyoto para el 2020, y el acuerdo de negociar un nuevo tratado en 2015 para más allá del 2020. La dinámica de seguir postergando las decisiones y de acuerdos de mínimos tampoco ha sido sorpresa.
Igualmente presente ha estado la lucha entre países industrializados (con responsabilidad histórica en el deterioro ambiental) pretendiendo que las economías emergentes asuman las mismas obligaciones en pro de la salvaguarda del planeta, y la demanda de éstas al considerar injusto que les impidan desarrollarse cuando algunos ya lo hicieron a costa de todos. Ni unos ni otros están dispuestos a ceder.

Posición de Europa.
En este caos, la Unión Europea parecía la más dispuesta a asumir compromisos, e incluso, ante los vaivenes históricos y en general poca voluntad de Estados Unidos, y las reticencias de las economías emergentes, asumir en este terreno un liderazgo internacional tan perdido en otros frentes.
Sin embargo, las diferencias internas no sólo le impidieron llevar una posición común a Doha, sino que bloquearon de forma grave las negociaciones globales durante las dos semanas que duró la cumbre. La recia negativa de los países del antiguo bloque del Este, con Polonia al frente, a renunciar a los derechos de emisión sobrantes del primer periodo del Protocolo de Kyoto, fue la causante. Su intención de un compromiso de mantener el derecho de poder comercializar esos “excedentes” se mantuvo firme hasta el final, perjudicando seriamente el resultado final. Con lo cual, lejos de ser capaz Europa de liderar este asunto, volvió a quedar de manifiesto su falta de coordinación interna y su incapacidad de trasladar una posición compartida.

Conclusión.
Cuando el sistema internacional ya parte de unas bases tan débiles, es difícil esperar que el derecho nacional vaya más allá. Habría de ser el primero el que marcase las pautas y evaluase el seguimiento por los estados parte. Pero si no hay acuerdos vinculantes, si se trata tan sólo de discurso, es complicado esperar más.
Habrá que seguir reivindicando a nuestros gobernantes (en teoría más informados pero al parecer también más ciegos), un compromiso más que testimonial, una asunción de obligaciones que se traduzca en políticas sostenibles y en un cambio tajante de patrones de producción y consumo. Habrá que seguir exigiendo que sean capaces de aparcar sus diferencias, de cegarse con la carrera hacia el desarrollo permanente, en pro de intereses superiores.
Los datos son cada vez más desesperanzadores, pero es ésa la mayor razón para no cejar en el intento de abrirles los ojos. Quizá aunando estrategias de adaptación y un compromiso tajante de mitigación, aún estemos a tiempo.


17.12.12

Poder colectivo

Quien me conoce sabe que soy una creyente apasionada de la acción colectiva como medio esencial para la transformación social. 
Internet nos ofrece herramientas antes inimaginadas para alzar nuestra voz y unir fuerzas, reivindicando así ese cambio posible de forma pública, algo no tan fácil de hacer para la mayoría, y especialmente para las personas más vulnerables y por tanto más necesitadas de una transformación orientada a una mayor justicia social.

Change.org es una de estas herramientas. Una plataforma que permite canalizar ese deseo de cambio aunando voces.

Ante los retrocesos que estamos viviendo en mi país en el ámbito de la igualdad de oportunidades, el cierre de la oficina de ONU-Mujeres ha sido una más de las tantas gotas que cada día nos colman en las noticias. Así que casi sin pensarlo, canalicé esa indignación y creé esta petición en Change. En tres días han firmado 600 personas y entidades y sigue sumando cada minuto. Espero que siga creciendo y que podamos demostrar al gobierno de España que la igualdad no es un tema minoritario, que le importa a mucha gente, hombres y mujeres, y consigamos tantas firmas como para que sepa que no puede hacer estas cosas en balde.

De momento, te invito a leerla y, si estás de acuerdo, unirte tú también.

6.6.12

Defendiendo Derechos en Red





Esta semana hemos presentado en España la Plataforma para la Defensa de los Derechos Sexuales y Reproductivos. 135 asociaciones de mujeres, sanitarias, sindicatos y otras organizaciones de distintos ámbitos que nos unimos para apoyar el cumplimiento de estos derechos ante la alarma y la preocupación que el Gobierno del Estado está provocando. Sus imposiciones ideológicas, a veces escudadas en el argumentario de la crisis, como es el caso de las medidas contra la educación y la sanidad públicas, a veces ni siquiera eso, como está pasando con estos derechos, están afectando terriblemente la situación de las mujeres en este país. Estamos, a golpe de normativa, retrocediendo desde posiciones más cercanas a la igualdad y la equiparación de derechos, a unas mucho más regresivas y sexistas, a unas que, ingenuamente, considerábamos ya parte del pasado.

En el caso de los derechos sexuales y reproductivos, si bien lo peor parece estar en camino, ya están imponiendo su modelo, obviando que hay una ley que los reconoce y garantiza. Desde el incumplimiento más absoluto de las medidas en relación con la educación sexual, hasta el impago por parte de los gobiernos autonómicos conservadores de lo servicios realizados por las clínicas autorizadas para garantizar la prestación sanitaria de interrupción del embarazo, reconocida como universal y gratuita por el Estado español.

Queda aún tanto hasta que este Estado, que se pavonea de ser tan desarrollado, cumpla en la práctica los derechos protegidos por la legislación internacional referente a derechos humanos, y sin embargo ahora nos dicen que van a eliminar la normativa actual, que al menos en el plano formal suponía un avance sustancial, para IMPONER una confeccionada al gusto de la jerarquía católica y de sus dirigentes más conservadores, una que privilegie el desarrollo de un feto por encima de la propia vida de las mujeres, privándonos de decidir sobre nosotras mismas, para mandar, también en esta forma, sobre nuestros cuerpos. Y criminalizándonos, no sólo a través de sus imposiciones morales como ya hacen, sino también convirtiéndonos en delincuentes si nos atrevemos a salirnos de ellas.

Por eso nos hemos unido en esta Plataforma, y por eso no nos vamos a callar. Pediremos el apoyo de toda la ciudadanía progresista de este país, que sabemos que es mayoritaria; el de todas las redes supranacionales, y el de un Derecho Internacional que nos ampara, y seguiremos haciéndonos oír para frenar a esta derecha rancia, arcaica, que se ha crecido con esta crisis de modelo y que la está aprovechando para imponer, más que nunca, el suyo propio. Un modelo de desigualdad que muchas y muchos queremos dejar atrás, donde debiera haber quedado, en un pasado gris.

Nuestras madres lucharon por una sociedad más justa, y las más jóvenes no vamos a permitir volver atrás. Sabemos ya muy bien la moto que nos vendieron de sumisión y de inferioridad, y no la vamos a comprar. Nunca más. Ni con crisis, ni con mayorías absolutas, ni con ninguna otra excusa. Conceptos mucho más grandes, como los de igualdad, justicia social, y derechos humanos nos amparan.


Os dejo algunas noticias sobre la presentación de la plataforma:

15.4.12

Cooperando en Nueva York




Cuantas más personas seamos trabajando en la misma dirección, más fuertes seremos.

Esa es una de las premisas de la Red Nawey, de la que hablaba en el último post, y ésa es también la idea que nos ha guiado a las organizaciones que hemos participado en la 56 edición de la Comisión de la Condición Social y Jurídica de las Mujeres que ha tenido lugar en la sede de las Naciones Unidas en Nueva York.

Para mí, las Naciones Unidas han sido siempre un referente, la organización internacional que insta a todos los que nos gobiernan a mantener la paz y a trabajar por el progreso, la igualdad de oportunidades, y el cumplimiento de los derechos humanos de todas las personas. Sin duda, valores de los que estar profundamente orgullosas y orgullosos. Aún más desde la creación, en julio de 2010, de ONU Mujeres, la entidad para la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres, que Michelle Bachelet y todo su equipo están promoviendo de forma valiente y decidida.

Por eso, la oportunidad de poder representar, junto a Nieves Alonso, a las mujeres españolas en esta Comisión a través de la Coordinadora Española del Lobby Europeo de Mujeres, CELEM, ha sido algo que he asumido con la mayor de las responsabilidades, pero también con muchísima ilusión, y por lo que estoy muy agradecida.

Trabajé duro durante dos semanas apasionantes en las que tuve oportunidad de conocer la complejidad del funcionamiento de la ONU por dentro, así como de conocer y compartir impresiones con responsables políticas e institucionales de todos los niveles, incluida la propia Michelle Bachelet. 

Pero si algo me llenó de energía y optimismo por encima de todo lo demás, fue la forma en la que organizaciones de todas las áreas geográficas del mundo intercambiamos, compartimos, y trabajamos para lograr que los países se comprometieran a aquéllas cuestiones que consideramos indispensables para seguir avanzando en la erradicación de las discriminaciones y las vulneraciones de derechos humanos en las mujeres de todo el mundo. Y ha sido aquí, también, de la mano de todas estas mujeres trabajadoras, sacrificadas y sobre todo, generosas, a través del trabajo del día a día junto a ellas, donde más he aprendido, infinitamente más que de los discursos de las delegaciones de los países, más también que de los expertos y expertas que cada día nos hablaban de los diferentes temas estratégicos que se trataban en la Comisión.

Y ello, a pesar de que los resultados fueron mucho menos de lo que hubiéramos deseado. Siguen imponiéndose cuestiones políticas, culturales, económicas que, a pesar de las declaraciones de buenas intenciones, finalmente impiden los compromisos firmes de los Estados en cuestiones esenciales. El patriarcado sigue firmemente sustentado en sus pilares y a veces es frustrante ir mucho más despacio de lo que el simple sentido común debería dictarnos. 

Aún así, hemos creado redes que vamos a seguir manteniendo con tesón para defender juntas aquello en lo que creemos: que todas las personas han de ser iguales en derechos y oportunidades. Eso es lo que nos une. Y, a través de estas redes, seguimos trabajando juntas, cada vez más, cada vez, más fuertes. Esa es la verdadera COOPERACIÓN. La que nos hace seguir soñando y caminando por un mundo mejor. 

Os dejo el enlace al informe elaborado para CELEM, donde contamos en detalle nuestra participación, y también el de un manifiesto generado por las organizaciones tras la Comisión que tiene como objeto seguir haciendo lobby para conseguir que los Estados se comprometan a erradicar prácticas que vulneran los derechos humanos de muchas mujeres en el globo.


13.12.11

Nawey


Nawey nace en el marco de de la Red de Mujeres por un mundo mejor, y es posible gracias a la implicación de Fundación Mujeres y de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo.

Es la Red de Mujeres Jóvenes Africanas y Españolas por el Empoderamiento, un espacio de trabajo y reivindicación de mujeres jóvenes, en España y África, luchando por la participación activa de las mujeres, por su posicionamiento en condiciones de igualdad con los hombres en todos los niveles, por un modelo de sociedad a nivel mundial donde las mujeres jóvenes tengamos las mismas oportunidades que cualquier otra persona. 

Porque tenemos mucho que decir. Porque sin nuestra participación, no hay democracia verdadera.

Hace unos días, chicas de esta plataforma nos reunimos en Maputo, Mozambique, para compartir conocimientos, experiencias, y seguir trabajando por nuestros objetivos de igualdad, fortaleciéndonos a través del trabajo conjunto.

Marcándonos objetivos, retos y estrategias para ir dando pasitos hacia ese mundo mejor que vamos a crear, en el que no tengan cabida las desigualdades inherentes al patriarcado, en el que la violencia machista, sea en forma de golpes, maltrato psicológico, mutilaciones, asesinatos, sea sólo un escalofriante recuerdo que forme parte de una trágica historia.

De una historia  que comience a contarse desde una perspectiva no mutilada, desde una perspectiva que no invisibilice el papel de las mujeres en las guerras, en los procesos de paz, en la ciencia, en la educación, en la política, y, por supuesto, en la lucha incansable por un mundo más justo para todas y todos. Que no invisibilice tampoco las discriminacions hasta ahora vividas.
De una historia que se escriba desde la igualdad, que sea la que rija la sociedad. 

Ése es el modelo de sociedad que soñamos las chicas de esta Red.
Ése es el modelo por el que hemos compartido trabajo y sueños estos días en Maputo mujeres de Mozambique, de Uganda, de Namibia, de Kenya, de Liberia, de Nigeria, y de España.

Nos hemos conocido en persona, hemos trabajado intensamente, hemos compartido la situación de cada uno de nuestros países, su verdadera historia, hemos encontrado los puntos comunes, nos hemos marcado agenda, estrategias, nos hemos cargado de energía, y con ella seguiremos trabajando desde nuestros lugares, nuestros espacios, hasta que volvamos a reunirnos y veamos los avances logrados.

Porque no vamos a permitir que otros decidan por nosotras. Vamos a seguir luchando por el mundo que queremos. Y eso es algo que todas tenemos en común, algo que nos hace fuertes.