Como el despertar de un león, los bosques de
las montañas rugen de jovialidad tras los deshielos y las bajas temperaturas. Sin
duda, la primavera es una época de máxima vitalidad en aquellas zonas donde las
inclemencias meteorológicas han dificultado el desarrollo de la vida durante
los meses más fríos.
Observando la flora podemos ver cómo se
acerca la nueva estación a las cumbres boscosas de la Cordillera Cantábrica. Las
hayas a pie de monte se muestran poderosas con las primeras hojas, mientras las
que se encuentran a mayor altura aún lucen tímidamente sus brotes. Aunque
oficialmente ya haya transcurrido un mes de primavera, por estos lugares es
ahora cuando se empieza a hacer notar.
Podríamos decir que el calendario de los
animales da la entrada al nuevo año por estas fechas, en primavera, que es
cuando empieza la explosión de vida. Todos los seres vivos despiertan y lo
hacen con ganas y esperanza. Unos lo hacen físicamente como los mamíferos que
despiertan del letargo invernal o los árboles de hoja caduca, que hasta ahora
parecían muertos; otros simplemente lo hacen de forma psicológica, dejan de
vagar sin rumbo y se centran en cuidar de las crías recién llegadas al mundo o
fijan su atención en encontrar pareja.
Ya hemos advertido varias veces en este blog
lo curioso que resulta pararse a escuchar en un entorno natural. La primavera
no entra solo por los ojos, lo hace también a través de los olores que
desprenden las flores o los sonidos que provoca la reciente actividad de la
fauna local. Sin más preámbulos, y en este idílico entorno, aparece un canto de
ave estridente y poco frecuente. El pito negro hace sus llamadas territoriales
y todo el bosque se para a escuchar. Sus señales de presencia son visibles en
los troncos agujereados de las hayas muertas más grandes, pero, como una sombra sus limitadas apariciones dejan mucho a la imaginación. Con sus escasas 300 parejas estimadas
en la Cordillera Cantábrica según SEO, su porte negro salpicado de rojo y esbelto, es todo un
icono de estas montañas.
Quizá atribuimos esta especie más a los Pirineos, donde su población es bastante más elevada, con unas 1100 parejas, pero
no hay que olvidar que aunque más escondida y menguada, se mantiene una
población estable en la cantábrica conviviendo con otras especies delicadas
como el urogallo, el oso o la perdiz pardilla.
El recientemente apodado picamaderos negro,
también tiene por vecino un ave que aunque no esté amenazada despierta
curiosidad fácilmente por su atractivo plumaje.
Como una naranja con alas, cuando el camachuelo se posa en
las ramas de los árboles a nuestra vista, nos da la vaga sensación de estar
frente a un naranjo. Sólo el macho tiene este tono de color tan diferenciado,
la hembra con un plumaje de grises apagados puede pasar inadvertida fácilmente.
Como señalamos al principio del texto y
queremos hacer ver en el post, la primavera está llena de vitalidad. Es momento
de toparse con curiosidades. Si bien es cierto que no conseguimos documentarlo,
no queríamos dejar de contar cómo observamos un rebeco persiguiendo a un corzo
ladera arriba en lo más profundo de un hayedo maduro. Sorteando troncos y rocas musgosas y pisando esa alfombra de hojas
muertas que cubre la sombría del bosque, el corzo ladraba escapando del acoso
del otro ungulado. Son situaciones en las que te olvidas de la cámara porque ves que
no vas a conseguir nada, y te sientas sobre un tronco caído a deleitarte con la
escena.
De esta manera muchas veces se pasa suficientemente
inadvertido, sentado y sin necesidad de esconderse demasiado. Hasta una juguetona ardilla trepaba y saltaba entre ramas y troncos llenos de líquenes sin sentir ningún temor.
Donde el bosque da paso a pequeñas praderas hay cantidad de movimiento de depredadores de micromamíferos que se acercan a cazar y a su vez tienen cerca la suficiente cobertura vegetal para esconderse y desaparecer. Con las frecuentes lluvias y los deshielos de la época, a veces se produce la inundación de madrigueras y galerías de estos pequeños peludos. Situación desfavorable para unos y de provecho para otros, son las pocas ocasiones en la que los topos, aislados en su mundo subterráneo, no tienen más remedio que salir a la peligrosa y desconocida superficie.
Ardilla común / Sciurus vulgaris / Red Squirrel, entre líquenes.
Donde el bosque da paso a pequeñas praderas hay cantidad de movimiento de depredadores de micromamíferos que se acercan a cazar y a su vez tienen cerca la suficiente cobertura vegetal para esconderse y desaparecer. Con las frecuentes lluvias y los deshielos de la época, a veces se produce la inundación de madrigueras y galerías de estos pequeños peludos. Situación desfavorable para unos y de provecho para otros, son las pocas ocasiones en la que los topos, aislados en su mundo subterráneo, no tienen más remedio que salir a la peligrosa y desconocida superficie.
Mientras uno espera toparse con estas
casualidades, se pasa inadvertido, sentado, y los acentores que buscan las
ramas altas de brezo para lucirse a veces
sin darse cuenta, quedan bastante cerca del objetivo.
Acentor común / Prunella modularis / Dunnock.
Todo este jolgorio faunístico de sonidos aflautados, esencias olorosas y belleza paisajística queda enmascarado cuando surge entre la vegetación el rey indiscutible de estas montañas. Una auténtica joya que pocos países de Europa, sobretodo del marco occidental del continente, tienen el privilegio de atesorar. Un animal que no deja indiferente a nadie, el oso pardo cantábrico.
Hace unos 30-40 años, mucha de las personas que convivían con él lo consideraban una bestia, una especie a la que había que exterminar. Hoy en día, gracias a la labor fundamental de educación ambiental de diferentes asociaciones y naturalistas que han dedicado gran parte de sus vidas a observarlo y estudiarlo, la situación del oso pardo ha cambiado considerablemente a mejor. La mayoría de lugareños ahora lo respetan, siendo este un elemento fundamental a la hora de conservar a la especie. La persistencia de grandes animales como osos, lobos o linces, a parte de una necesaria y estricta protección de su hábitat, necesitan la aceptación de la población local. En este tema, si que se puede hablar de éxito en las montañas cantábricas. No ocurre lo mismo con la pequeña población que queda en Pirineos, que de momento es uno de los factores limitantes para que progrese la especie.
A día de hoy, el oso pardo cantábrico va esquivando los numeroso peligros que le acechan diariamente y poco a poco su población va aumentando. No por ello es momento de bajar los brazos, sino de consolidar todos esos esfuerzos que se han llevado a cabo durante tantos años para poder seguir disfrutando de esta especie durante mucho tiempo.
Después del letargo invernal el día del oso transcurre tranquilo rebuscando insectos bajo piedras o alimentándose de los frescos brotes primaverales. Es una época en la que deben de obtener el suficiente aporte nutricional para pasar con garantías el periodo del celo.
Con los brezos floridos, rodeada de altas peñas y siempre en la lejanía, esta osa nos dejó el tiempo justo para inmortalizar con esta estampa la majestuosidad de esta imponente especie.
Esperemos que podamos disfrutar todos de esta gran estación que es la primavera. Gracias por comentar, leernos o simplemente echar un vistazo a las fotos, saludos.
Después del letargo invernal el día del oso transcurre tranquilo rebuscando insectos bajo piedras o alimentándose de los frescos brotes primaverales. Es una época en la que deben de obtener el suficiente aporte nutricional para pasar con garantías el periodo del celo.
Oso pardo cantábrico alimentándose en total libertad
(aumentar la calidad del video para disfrutarlo mejor)
Con los brezos floridos, rodeada de altas peñas y siempre en la lejanía, esta osa nos dejó el tiempo justo para inmortalizar con esta estampa la majestuosidad de esta imponente especie.
Esperemos que podamos disfrutar todos de esta gran estación que es la primavera. Gracias por comentar, leernos o simplemente echar un vistazo a las fotos, saludos.
Hembra de oso pardo cantábrico / Ursus arctos / Brown bear.