Normalmente las historias de amor siguen un patrón básico: chica conoce chico, o al revés. Sin embargo la historia que os cuento hoy es más bien, sobrina de chica hace de celestina para que chico quede con chica. Cuando rozas el medio siglo igual como que lo de los romances o te da pereza o te pilla descreído o yo qué sé.
Lo importante es que es el final de la película es justo el que tiene que ser: y se casaron muy felices y Peripecia lo retrató. :)
Como empecé mi lectura en la boda, "no puedo hablar de mi infancia sin mencionar a mis tías", pues es que Marga, en concreto, ha jugado mucho conmigo, y le ha tocado subirse conmigo en muchos tiovivos cuando ya empezaba a darle vergüenza (os lo enseñaba precisamente
aquí, cuando os aconsejaba que cogierais vídeo en vuestra boda), así que no es difícil que os imaginéis que prepararlo todo ha sido muy especial.
Lo bueno de ser un matrimonio en segundas nupcias y sólo para la familia más íntima es que puedes permitirte ciertas licencias, eso sí, no faltó un detalle. En esta familia no hay evento pequeño, está claro, y Marga y Luis pudieron celebrar una boda que nada tuvo que ver con aquello de "no os liéis, si es una barbacoa...". Pues ni barbacoa, ni leches, bodorrio en toda regla.
Además aquí ha participado todo el mundo, que ha sido lo más bonito.
Desde el principio, sabíamos que se celebraría en la casa de campo de mis padres. Yo rápido propuse la encina para el templete. Ese árbol que evitó mi padre que talaran es testigo de muchas cosas (y el preferido de Willow).
Estuvimos pensando para los novios y las lecturas en un atril, una mesa, etc., pero vi la idea de la tela en
Pinterest (¡viva Pinterest! Aleluya!), y la verdad es que es alucinante cómo sólo un trozo de tejido puede enmarcar tan bien y lucir tanto.
Unos ¿jarrones? (ahora mismo no me sale la palabra, perdonad) de mi tía Olga adornados con flores terminaron de rematar el escenario, a la par que nos ayudaba a sujetar la tela, que allí si sopla el viento, sopla pero bien.
La yaya no podía perderse nada, así que ahí que la pusimos en primera fila, en uno de los marquitos con fotos de la familia que decoraban la encina (como una especie de árbol genealógico, simbolizando la unión de las familias de los cónyuges).
Al otro lado de la encina, el espacio de los regalitos de los novios.
Mientras unos iban colocando todo según lo habíamos planificado, Ana y yo nos ocupábamos de la novia. Ana, sobrina también y la super repostera de la familia, la maquillaba mientras yo intentaba repetirle el moño que habíamos ensayado y que no me salía porque me temblaba el pulso. ¡Y hacía fotos y vídeo! :D
Encima no aparecía por ningún lado el pasador que le iba a poner, que era el de mi boda. Yo lo había dejado allí semanas antes para que no se me olvidara en Madrid y
mi madre lo guardó tan bien que no se acordaba ni ella de dónde estaba. Menos mal que mi prima María, la de
63 botones, le había prestado también el suyo y pude hacerle el tocado.
Tuve que gritar desde la planta de abajo "¡tíaaaa, no te vistas sin mí!" Cómo son estas novias "tardías", no se dan cuenta de que hay que fotografiar hasta cómo se ponen el vestido. ;)
Puse los zapatos en la casa de muñecas que le había regalado Luis. Ya que la tienen allí porque no le encuentran sitio en casa, había que darle un poquito de protagonismo.
El
marío ofició la ceremonia. Ellos habían firmado ante un juez de paz el día anterior. Ya os comenté en su momento la importancia del
maestro de ceremonias. No desaprovechéis la ocasión de que "os case" alguien especial para vosotros. Fuera vergüenzas y a crear recuerdos de calidad.
Leímos un sobrino de Luis y yo. Luego lo de mi tía Olga no fue leer, fue el apocalipsis. Todos llorando, Jesús, menos mal que con el calor que hacía los chicos podían decir que se secaban el sudor, no las lágrimas. Pero vamos, que a chorros.
Escribí el guión de la ceremonia que leyó Nacho, y antes de dar paso a los votos y el intercambio de anillos, hice que Dani (hijo de la novia y mi primo y ahijado guapo guapísimo) recitara un fragmento de
Noches de boda en una versión particular de la ceremonia de la arena que vi en la boda de nuestros queridos
Laura y Miguel.
Al final de la ceremonia, quisimos sorprenderles. En esta familia ya hemos hecho muchos vídeos sorpress y no podíamos repetirnos. Así que cuando propuse que nos pusiéramos a cantar de pronto y dijeron que sí ¡no me lo podía creer! Y ensayar fue divertidísimo, sobre todo cambiarle la cerveza sin por con a la tía para que se echara una siesta...
La ola de calor brutal que nos invadió ese día no consiguió apagar nuestro entusiasmo y alegría.
Estábamos deseando ponernos el bañador, las cosas como son, pero aguantamos estoicamente durante la comida.
Las tartas, bueníiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiisimas, las hizo Ana, así como las galletas. Y los cupcakes de mojitos, que a la casa le pusimos
El mojito, porque es lo que mi padre nos da de beber allí, y son famosos...
Espectaculares los postres, de verdad, no es amor de prima, que también. Pero no, que la tarta de lima era para hacerle la ola.
Después bailaron, momento en el que mi hermana y Alfredo soltaron unos globos que teníamos preparados como sorpresa, pero que se llevó el viento y casi no lo vieron (cosas del directo...). Y por fin nos pusimos el bañador y pasamos el resto del día entrando y saliendo de la pisicina, bailando "el taxi", y torturando a Ana con el cartel de "Soy la siguiente" en el photocall. Por cierto, otra cosa super sencilla y de lo más vistosa.
Tan sólo una tela de un color chillón y bocadillos de cómic.
Es una pena que no os lo pueda enseñar bien, pero me mataría mi familia si los enseñara en bañador y bikini.
Os lo enseño en pequeñito :)
Y aquí un resumen del momento en que les sorprendimos cantando. Pasa lo mismo, quiero que me sigan queriendo, por eso, sólo un extracto.
Próximamente, el "highlights", el vídeocon los mejores momentos.
Que todas vuestras noches sean noches de boda, y todas vuestras lunas sean lunas de miel.