Me llega una iniciativa
desde Bruselas sobre un concurso entre estudiantes que busca ideas para
promocionar y divulgar el uso de las vacunas. Excelente, pero…¿A qué viene esa
preocupación en el siglo XXI, cuando Jenner ya pasó lo suyo en el XVIII-XIX convenciendo
a la gente de que en la zona ulcerada por la viruela vacunal no les iba a
crecer un cornúpeta. Y les convenció… ¡a pesar de no tener ni más remota idea
sobre la base científica de aquel milagro!
He aquí un debate
paradigmático de estos tiempos que corren en los que los avances de la ciencia se
encuentran a menudo de frente a retractores recalcitrantes: las vacunas y, como
ejemplo entre ejemplos, la del virus del papiloma humano (VPH), que lleva un
tiempo de moda.
Nature publica un suplemento
especial estos días sobre lo que ha dado de sí la investigación en este
tema. Lo encabeza diciendo que, si bien hay muchos interrogantes abiertos, “es tentador calificar la
historia del VPH como un triunfo de la Ciencia, puesto
que se han tardado sólo 30 años desde el descubrimiento de que el virus estaba
tras la mayoría de los cánceres de cérvix hasta la comercialización de una
vacuna. Treinta años puede parecer mucho –o no– para los virólogos, pero es un
tiempo relativamente corto desde la perspectiva de la investigación del cáncer,
por ejemplo, puesto que la clave para prevenir otro tipo de tumores de origen
no vírico no parece tan inmediata.
Por tanto, en el lado de la luz, la
comunidad científica, orgullosa de haber generado una vacuna útil en la
prevención de un cáncer que afecta a medio millón de mujeres anualmente en el
mundo. Eso sí, hay dos vacunas en el mercado producidas por compañías rivales que
se tiran de los pelos por llevarse los laureles (y los dólares). PATRICIA prefiere la bivalente
a la tetravalente. No, PATRICIA no es una adolescente caprichosa, sino un reciente
estudio sobre la eficacia de las dos vacunas (PATRICIA: Papilloma TRIal against Cancer In young Adults). En lo que no se
ponen de acuerdo las multinacionales es en lo más urgente… ¿Quién llevará una vacuna tan cara al
tercer mundo, donde la mortalidad por esta causa (y otras) es mucho más
elevada? Paciencia.
Pero quedémonos con la gloria científica… Una partícula viral
hueca, no infectiva, inofensiva, producida por la ultra-beneficiosa levadura
(pan, vino, cerveza, vacunas… ¿Qué más queremos de nuestro pequeño aliado?),
pero inmunogénica, es decir, que prepara y estimula a nuestro sistema inmune…
Un retrato robot perfecto, que le pone cara al enemigo. Se va a enterar el virus de verdad cuando
llegue, chicas. No os pillará desprevenidas: tendréis un arsenal de
anticuerpos a su medida.
En el lado oscuro (y oscurantista), las asociaciones anti-vacunas, tan
prolíficas en Internet (ver, por ejemplo, la AAVP,
muy currada, por cierto). En estas páginas se narran episodios fatales
acaecidos a las personas vacunadas que pondrían los pelos de punta al propio Jack
el Destripador. Pero la relación causa-efecto entre la administración de la
vacuna y la patología subsiguiente en estos casos aislados no es fácil de
probar científica ni jurídicamente. A mi bisabuelo Fanfán le dio una trombosis
tras recoger la correspondencia en el buzón y, aunque tengo cierta manía a ese
tipo de buzones en virtud del trauma infantil que la noticia me produjo, mi
pensamiento racional me dice que ambos eventos no guardaban relación (por mucho que el
bueno de Fanfán falleciera maldiciendo al servicio de Correos en pleno). No
quiero decir con esto que la inocuidad de una vacuna esté 100% garantizada. Hay
errores humanos que pueden acaso escapar a los estrictos controles de calidad
de la industria farmacéutica y hay misterios de la genética humana aún por
resolver que determinan que a cada uno nos afecte de una manera cualquier
intervención médica o farmacológica. De hecho, cualquier vacuna puede causar efectos
adversos y es frecuente que los causen, si bien leves. La mitad de
las vacunadas contra el HPV sufrirán dolor de cabeza, fatiga o dolor muscular, una de cada
cuatro náuseas o vómitos y una de cada ocho incluso fiebre. Cada uno con su conciencia, pero la probabilística
nos dice que es más fácil morir de un carcinoma de cuello de útero que de estas
molestias pasajeras. En fin, cualquier debate es sano delante de un café o unas
cervezas, siempre entre amigos… Pero no se os ocurra serviros de desayuno o
aperitivo ningún fundamentalismo. Se os puede atragantar.Si dudáis, preguntad a los científicos. Son despistados y hablan para su camisa, pero saben muchas cosas.