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domingo, 7 de junio de 2015

REEBOK SUPER SPARTAN RACE MADRID 2015

"La satisfacción reside en el esfuerzo y no en el éxito". Para muchos esto podría sonar a "consuelo de tontos" pero, para mi, las palabras de Mahatma Gandhi describen a la perfección lo que he pasado entrenando y superando la Super Spartan Race Madrid (30 de mayo 2015). Se trata de mi tercera Reebok Spartan Race y la primera este año. 

Y la primera vez que he entrenado con varias lesiones, primero del psoas y luego de la tibia. Llegué tocada a esta prueba, incluso cojeando el día de antes. Cabía la posibilidad incluso de no poder hacer la carrera, pero esta vez había decidido que no me sentiría mal si no la podía hacer. Había disfrutado tanto entrenando que la prueba en sí iba a ser un regalo. Me había esforzado y disfrutado mientras entrenaba, así que ya estaba contenta, pasara lo que pasara.





Al igual que en la Super de Bcn, estaba previsto que hiciera esta carrera con el equipo de Reebok, lo que me iba a dar mucha seguridad porque me ayudaría a superar aquellas pruebas donde yo flojeo.... Pero al final las chicas hacían la Sprint (5 km) y los chicos que se presentaban a la Super (13km), la que hacía yo, iban a darlo todo para conseguir marca. Así que, una vez me mentalicé, pensé que sería un nuevo reto para mi hacer esta prueba yo sola. Pensé que tardara lo que tardara, y en las condiciones en las que estuviera, la acabaría, aunque tuviera que hacerla a rastras (no tengo remedio... lo sé).

Además, la tarde de antes (viernes 29 mayo) me había acercado al Auditorio Miguel Ríos y había probado saltar el muro y los monkey bars.... Y es que la noche del jueves apenas había podido dormir. Me había despertado pensando que esas dos pruebas apenas las había entrenado, y en el caso de los muros, se me resistían con fuerza. No tengo potencia en los brazos ni en los dorsales para hacer dominadas y levantar mi cuerpo por encima del muro era tarea ardua. Así que el viernes probé saltar algunos muros haciendo garra con los antebrazos y subiendo inmediatamente la pierna. Apretar fuerte con el gemelo sobre el borde del muro y de ahí pasar al otro lado.... 
Ya había probado aquellas pruebas que no me habían dejado dormir y sabía que podía hacerlo. Todo dependería de la carrera. Hacía más de un mes que no salía a correr. La última vez que lo hice, me quedé coja de dolor.
Así que ya mentalizada y con energía positiva, todo estaba en orden en mi cabeza para hacer la prueba sola.
Sin embargo, en el último momento, mi compañero, que también iba a hacer la Spartan, aunque en solitario y luchar por conseguir marca, decidió que iba a hacer la carrera conmigo. Me dijo: "un bombero nunca abandona a su compañero".

Y llegó el día de la carrera. Aunque nerviosa, me levanté feliz y sonriente, con unas ganas enormes de, al menos, intentarlo.
Vestida y calzada de Reebok superé la prueba de Madrid.
El hecho de haber probado algunos de los obstáculos el día de antes permitió que durmiera como un bebé la noche previa a la prueba. El día-D sonó el despertador a las 6.45h. Mi tanda salía a las 9 pero tenía que desayunar bien...el caso es que no tenía nada de hambre y a duras penas me tomé un zumo de naranja natural y al cabo de un tiempo un plátano. Me levanté sedienta. La noche anterior, dado que cenamos en un restaurante y la ensalada era bastante pobre, decidí tomar un arroz con verduras, cocinado. ERRORRRRR!!!! Una crudivegana como yo, haciendo experiementos la noche antes de una prueba de 13km y más de 20 obstáculos..... Y me pasó factura... Tenía mucha sed incluso antes de empezar la prueba.

Llegamos al Auditorio Miguel Ríos donde se disputaba la prueba. Allí nos encontramos ya con el resto de corredores, y yo cada vez estaba más nerviosa.
Auditorio Miguel Ríos en Rivas Vaciamadrid.

Hay que ajustarse bien el pantalón para no perderlo en el barro. Foto: Reebok Spartan Race
Nos dirigimos a la salida y al grito de AROOOO comenzamos a correr. Los primeros muros los salto como había practicado. Primera zona de agua con barro, para refrescar los pies, jeje!!! y empieza la carrera. 

Se trata de una carrera por montaña. La prueba concentra casi todos los obstáculos al final, así que empezamos por lo que no he entrenado apenas, la carrera, y poniendo a prueba mi lesión.
Me duele la tibia pero cuanto más corro, el dolor es más llevadero. Aún así me doy cuenta de que tiro más de la otra pierna y en varias ocasiones el gemelo me da un pequeño tirón. Tengo muchísima sed. En toda la carrera hay dos puntos de agua en los que bebo mucho, e incluso mi compañero de equipo pide agua a los voluntarios que vamos viendo por el recorrido.

Lo que me pasó, nunca antes lo había sentido corriendo. Hubo dos momentos en los que se me cerraban los ojos y sentía que las piernas no me funcionaban, como que estaban bloqueadas, y cada vez me ralentizaba más. A lo lejos oía a mi compañero que decía "ve andando si quieres, pero rápido, tienes que seguir activada". Yo lo intentaba pero me costaba mucho. Hacía mucho calor y yo soñaba con agua.

Cuando corríamos entre los árboles me sentía bien, pero pensaba que no haber entrenado carrera me estaba pasando factura. Creo que puedo decir que por primera vez me enfrentaba a una prueba en la que estaba sufriendo.

Cuando llevábamos más de la mitad de la carrera uno de los voluntarios me dijo que iba tercera. Por un segundo tuve sentimientos enfrentados. Por una parte pensé en mantener esa posición pero por otra, siendo realista, no podía confiar en mi pierna, y físicamente tampoco podía apretar mucho. Luché contra mi misma, incluso llegué a sentirme mal conmigo al pensar que no iba a pelear como suelo hacer en todos los ámbitos de mi vida, también en el deporte. Me entristeció pensar que iba a tirar la toalla. Había decidido, o asumido, mejor dicho, que no podía soportar la otra mitad de la carrera, con obstáculos incluidos, a un ritmo más fuerte del que me podía permitir en ese momento. Y el tercer puesto se desvaneció de mi cabeza. En ese momento no sé qué me dolía más, si mi lesión o la decisión que había tomado de "no luchar"...

Pero la prueba siguiente no hizo más que confirmar que no estaba preparada. Tenía que cargar con unos sacos a lo largo de unos metros. Aguantar el saco y aguantarme a mi misma fue muy duro. Después de esa prueba, en silencio, en mi cabeza, pensé en abandonar. Pero ese pensamiento duró muy poco... Mi cabeza preguntó "¿abandonar? ¿Por qué?  Reacciona Bibi!!!!! VAMOSSSSSS!!!".

Así que en mi lucha interna ganó de nuevo la "Bibi guerrera". Había decidido que la acabaría fuera en las condiciones que fuera, aunque estuviera tocada de las piernas y tan deshidratada que necesitara que un tractor tirara de mi. Desgraciadamente no había tractor, pero sí unas ruedas enormes que tenía que levantar hasta en 4 ocasiones. No sé cómo pero lo hice, pero lo conseguí. Y seguí corriendo. Luego llegó otra prueba de fuerza. Tenía que arrastrar un peso sobre una superficie de arena blanda, y se hundía. Y pesaba. Mucho. Primero cuesta abajo y luego arriba. Fue superior a mi. En otra ocasión, con mejor condición física, habría tirado de ese peso incluso corriendo, pero en esta ocasión me paré en seco en varias ocasiones. Mi compañero tiró de mi peso al menos tres veces, al ver que estaba totalmente bloqueada. Finalmente el obstáculo llegó a su fin.

Y la prueba seguía... más kilómetros de carrera y bebiendo del agua que me iban dando los voluntarios... (MUCHAS GRACIAS por cierto!!!!). 

Una prueba que no había hecho hasta el momento fue de memoria. Y me ayudó muchísimo! En mi caso, tenía que memorizar  XRAY-137-6813. No sabía para qué, pero mientras iba pensando en los números no pensaba en si estaba cansada, tenía sed o me dolía la tibia. Y en ese momento fui consciente, otra vez más, de lo importante que es la mente. Que el cuerpo puede aguantar mucho más de lo que creemos y que al igual que el cuerpo, hay que entrenar la mente, más si cabe...

Y llegó el momento de los monkey bar. Otra vez mi compañero de equipo tirando de mi, me dijo, "no pienses que no puedes". En realidad yo pensaba algo totalmente diferente. Mi mente decía "tengo las piernas agarrotadas pero he entrenado mis brazos, ayer mismo pasé este obstáculo. Nada me puede parar". Y así fue. Tranquila pero segura atravesé la prueba y seguimos la carrera. 

Estábamos muy cerca ya del auditorio. Algún muro más y entramos al lanzamiento de jabalina. La clavé en la parte superior y cayó, así que me tocó hacer 15 burpees. 

Por cierto, también hice burpees en una prueba que ni siquiera intenté: las paralelas. 30 hice en este obstáculo... nada fácil cuando físicamente "no estás".

Volviendo al auditorio. Tras el lanzamiento de jabalina tocaba subir escaleras, tirar con fuerza de brazos de una rueda, más carrera, tres piscinas de agua y barro, y de nuevo en el auditorio, más escaleras, esta vez cargada con un saco...

El corazón me iba a mil. Seguía estando deshidratada y ya no era consciente ni siquiera de mis fuerzas... Pero se acercaban las últimas pruebas.... La siguiente, la cuerda. Qué ganas le tenía!!!!!!! Después de no poder subirla en Bcn, ahora iba a por ella. Cuando llegué vi que muchos chicos se resbalaban y se iban a hacer burpees. Pero yo podía más que la cuerda!!! Pensé que tenía que sacar fuerzas de mis piernas, de mis brazos y de mi mente. Ya no estaba corriendo. Ahora sólo tenía que poner en práctica lo que había entrenado. 

Me sujeté con los brazos. Luego con los pies, pero resbalaron porque la cuerda estaba mojada y con barro. Pero mis brazos estaban fuertes así que volví a hacer presa con los pies. Lo conseguí. Ascendí, poco a poco. Muy segura de lo que estaba haciendo. Ya no tenía sed ni me sentía débil. Sólo tenía frente a mi una miserable cuerda a la que me estaba comiendo poco a poco. Llegué hasta arriba y toqué la campana. Apenas sonó así que volví a darle con todas mis fuerzas. Quería oirla bien. Y luego bajé con una gran sonrisa. Cuando toqué el suelo levanté los brazos, satisfecha y seguí el camino para superar el siguiente obstáculo, escalando por una red de cuerda. 

Todo bien hasta aquí. Ahora llegaba el barrizal cubierto por hilos de alambrada. Cuando me metí, me hundí la mitad del cuerpo en el barro, literalmente. Las piernas completamente sumergidas en el lodo. El cuerpo la mitad. Y los brazos se hundían a cada paso que daba.

En este obstáculo se sumaron un cúmulo de circunstancias horribles. La lesión me dolía y tiraba de la otra pierna, pero había abusado tanto de ella que con cualquier mínimo gesto se me subía el gemelo.
Por su parte, la camiseta, que era holgada y además de licra, iba recogiendo gran cantidad de barro por lo que no sólo arrastraba mi peso, sino también el de todo el barro que llevaba acumulado.
Además, los manguitos se me habían bajado y en nada llevaba los codos ensangrentados por el roce con las piedrecitas. Tenía que ir muy pegada al barro porque la alambrada iba muy baja. Tanto, que la goma de la coleta se me enganchó y también la cinta con mi número de corredor (que se quedó en el barro).

Me sentía muy pesada y con mucho dolor en la tibia de hacer fuerza (ya que con los brazos, con las heridas, apenas podía avanzar) y con el gemelo subiéndose cada vez que tiraba con esa pierna. Recuerdo que grité de dolor. Nunca se me había subido así el gemelo (tres días después aún me molestaba al andar).
Decidí quitarme la camiseta. Un chico me ayudó a sacarla por las piernas y también me ayudó con el dichoso gemelo.

Oía los ánimos de la gente. Llevaba más de la mitad del obstáculo. Tiré la camiseta fuera del barro y aunque iba más ligera, cada paso que daba era un suplicio con el dichoso gemelo. Mi compañero de equipo, que ya había superado la prueba, volvió a buscarme por el lateral y cada vez que se subía el gemelo, me lo bajaba. Así, un infierno hasta que llegué al final donde tiró de mi con los brazos. Estaba salvada!!!!

Una vez fuera, exhausta, me quité el exceso de barro. 
Dejé de lado el cansancio y el dolor y me concentré en superar la prueba que no conseguí en primera Spartan: un muro resbaladizo que estaba mojado de forma permanente con un chorro de agua. Pero al igual que la cuerda o los monkey bars, me lancé decidida, segura y con fuerza (a pesar de las heridas de los brazos). Llegué arriba, pasé la pierna y bajé.

Solo nos quedaba cruzar la línea de fuego e inmediatamente después nos colgaban la medalla de finisher en el cuello. 

En ese momento ya no me dolía nada. Era consciente de todo lo que había sufrido pero inmediatamente pensé en la próxima prueba. Este año quiero hacer la Trifecta. No sé si estoy loca porque yo sólo he hecho una media maratón de montaña. La próxima cita es en Bcn y allí tengo que hacer la Beast, que son 20 km y otros tantos obstáculos....
Aún así, pensé que ahora tendría que entrenar muy duro. Cruzar los dedos para no lesionarme y seguir disfrutando. De momento, voy a curarme bien la lesión de tibia para estar al 100% lo antes posible. 

Lo cierto es que sin la ayuda de mi compañero, mi amigo, quizá no habría acabado la prueba. Bueno... seguramente sí la habría acabado pero hubiera tardado muchísimo más porque me habría relajado y habría ido andado ante el menor síntoma de dolor. GRACIAS porque has sido un apoyo muy importante antes, durante y después de la carrera. SIEMPRE!

Desde aquí quiero agradecer también a todo el equipo Reebok la atención que han tenido, la organización tan buena que han realizado y el entusiasmo que ponen en su trabajo. Nos vemos en Barcelona!!

AROOOOOO!!! 










jueves, 6 de noviembre de 2014

MI PRIMER ANIVERSARIO COMO RUNNER (Y DEPORTISTA)

Pues aquí estoy otra vez.... De la Spartan Race de Barcelona.... a la 10k de mi ciudad.
Con esta carrera de 10 kilómetros cumplo un añito como runner y "deportista" (me hace mucha ilusión eso de decir que soy deportista.... como siempre me ha costado tanto practicar deporte...) 

(Saltar al siguiente párrafo si ya has leído algún post mío anterior... por no aburrirte, más que nada....)
Aún recuerdo cuando allá por el verano pasado dije a un amigo, "quiero correr, ayúdame con un entrenamiento"... y me puse unas zapatillas que tenía por casa desde hacía años (que además eran para todo menos para correr). Y por primera vez probé aquello del "running".
La cara de mi amigo fue de un susto terrible. Seguro que pensó "en menudo lío me ha metido ésta". Y es que, cuando corría parecía un pato, apoyando todo el pie en el suelo, dejando caer mi peso en cada pisada. Hice la prueba en el recinto de una piscina y el eco de mis pisadas podrían haber provocado un alud si hubiera estado en una montaña con nieve... Pero todo esto ya os lo he contado... sin embargo, me parece tan gracioso y a la vez tan... especial, que me gusta recordarlo.

Ya ha pasado un año de aquella experiencia, de la primera vez que corrí entrenando 10 km sin parar, por el parque del Retiro de Madrid (a 8 minutos el km), o mi primera carrera de 10 km, esta misma carrera, pero hace 12 meses....

Ahora, quería celebrar que había pasado un año, y que por primera vez en mi vida había hecho algo sin abandonar a mitad camino. No sé si por falta de aliciente, motivación o interés, lo cierto es que pocas veces he hecho algo que haya tenido continuidad, y el deporte jamás había sido una opción en la que pusiera un mínimo de ilusión... hasta el año pasado.

Por eso era tan importante para mi celebrar que un año después sigo con tanta (o más energía) y con las mismas (o muchas más) ganas que hace 12 meses por seguir haciendo deporte.

No tengo ningún interés en conseguir una marca. Para mi, mi mayor reto es mantener la motivación y la ilusión. Superarme a mi misma. Hacer cosas que jamás hubiera imaginado que podría hacer. Y aquí la prueba de lo que he hecho este año: 3 carreras de 10km; 2 Spartan Race; 1 carrera de obstáculos; 2 carreras de montaña de 10km; y una media maratón de montaña.... Lo estoy escribiendo y... la verdad, me siento muy orgullosa de mi misma. En realidad, no sé si es orgullo o es que no me lo creo... Pero... es cierto Bibi :) Lo has hecho, lo estás haciendo :))))) (esto me lo digo yo a mi misma y como soy tan sensiblera, pues venga, ojitos que se me llenan de lágrimas. Pero... qué felicidad más absoluta!!). 




Los dorsales de mis carreras en este año que ha pasado. Falta el de la carrera de obstáculos que hice en Paiporta.

El día de la carrera estaba muy nerviosa. El año pasado no lo estaba. Entonces no sabía qué era hacer una carrera, y además estaba lesionada. Pero ahora ya sabía a lo que iba y estaba muy nerviosa. La noche anterior casi ni pude cenar y me fui a dormir muy pronto porque quería estar descansada. Dormí profundamente y a las 8 de la mañana, en cuanto sonó el despertador salté como un resorte. Me vestí rápidamente (prendas muy frescas porque a pesar de ser noviembre hacía mucho calor). 

Seguía tan nerviosa (de emoción, por los recuerdos y por todo lo que he conseguido este año) que apenas pude comer medio plátano para desayunar. Pensaba, "¿medio plátano sólo antes de la carrera? Me va a dar un jamacuco"!!!! Aunque lo normal en mi es que no coma demasiado antes de un entrenamiento o una carrera. Me encuentro mucho mejor y corro mucho mejor si mi estómago no está muy lleno. Pero sí es normal que la noche de antes coma muchos hidratos (varios plátanos), y esta vez no lo había hecho.

Me fui a la carrera con mi amigo, el mismo que observaba estupefacto a aquel pato (yo) un año antes. El mismo que durante este tiempo ha preparado mis entrenamientos. El que me ha enseñado a correr y ha dedicado su tiempo  a ayudarme, apoyarme y darme ánimos. El que me ha demostrado que cuando creo que no puedo más, siempre quedan fuerzas. El que me ha dicho que en el deporte sólo se llora cuando uno se lesiona o consigue su objetivo. El mismo que me ha repetido una y otra vez que lo que he conseguido en este año ha sido porque yo sola lo he trabajado o que me ha dicho aquello de que "nadie dijo que esto iba a ser fácil" (frasecita que me repitió unas cuantas veces cuando entrenaba para la Spartan).

Él me iba a acompañar para marcarme el ritmo, porque, aunque haya pasado un año, sigo sin saber cómo medir mi energía. Siempre salgo muy rápida y luego lo puedo pasar mal a mitad carrera. Todavía hoy en día no sé qué es eso de correr "a sensaciones", y tampoco sé a qué velocidad voy. Para mi, el cansancio no depende de la velocidad a la que vaya, sino de mi día, de cómo me encuentre...


El día de la carrera me encontraba bien. Tenía mucha sed pero no quería beber demasiado a pesar de que hacía mucho calor... y en este año he comprobado que el calor es mi peor enemigo. Pero no lo quería pensar. La emoción era demasiado grande. Después de un año, vuelvo a hacer cada carrera como si fuera la primera. Y ésta, además, era muy especial.



Para quitarme un poco los nervios nos hacemos unas fotos antes de empezar la carrera, hablamos con gente y calentamos un poco.





Y allá vamos. Es el momento de empezar. No situamos en los cajones de salida (más atrás de lo que quería pero marqué tiempo de tortuga en el momento de la inscripción).

Anuncian la salida y el corazón me va a mil. Me encanta ese momento en el que siempre me pongo a dar saltos al ritmo de la música. Los ojos se me empañan. Los corredores empiezan a moverse.... allá vamos. Qué nerviosa estoy!!!!! Estoy tan nerviosa que me cuesta respirar... y me digo, tranquila o no llegas a la esquina!!! Mi amigo me pregunta y yo digo, todo bien!!! Pero no es verdad!!!! Empiezo a controlar la respiración para bajar pulsaciones porque me noto el corazón en la boca. Estoy tan emocionada!!!




Poco a poco me voy tranquilizando. Voy muy bien. Mi respiración está bien y empiezo a disfrutar. La gente va animando. Mi amigo diciéndome continuamente que voy muy bien, apoyándome, y eso, para mi, es muy importante. 

Disfruto tanto que no me cuesta sonreír al ver una cámara de fotos o saludar a gente conocida. Aunque no hablo demasiado, en realidad no hablo nada... Estoy concentrada en no concentrarme.






Cuando llevamos 5 km, más o menos, al igual que el año pasado, tengo un momento crítico. La carrera sale por una zona poco habitada, sin fincas, donde da mucho el sol, y con algo de desnivel positivo. Son los 2 km más duros del recorrido para mi. Se lo digo e inmediatamente me dice "pensamientos positivos, piensa en las cosas buenas del recorrido".

Es la primera carrera en la que apenas he bebido antes de empezar y en la que decido no beber ni una sola gota del agua que nos dan en el avituallamiento. Sólo me mojo los labios, la boca, y luego tiro el agua. A veces me echo por encima para refrescarme, pero no bebo porque en los entrenamientos a veces me ha sentado mal. Y aunque la falta de hidratación siempre pasa factura, aún así, opto por refrescarme sólo por fuera.

Volvemos a entrar en la ciudad: calles, sombras y gente animando. Estamos en la recta final.

Tengo momentos muy buenos pero cuando queda 1 km la carrera se me hace de nuevo dura y ahí está mi compañero apoyándome, dándome ánimos "venga, aguanta el ritmo que vas muy bien" (aunque al acabar la carrera me dice que en mis dos momentos críticos iba lenta).

Cada vez queda menos recorrido. Tres curvas, tres rectas largas y entramos en la pista de atletismo. Voy a caer allí mismo! ..pero me sigue diciendo, "venga"! y menos mal porque en este año me he dado cuenta de que si tiran de mi, puedo hacerlo. Obviamente todo requiere su esfuerzo pero aún no tengo la capacidad de tirar de mi yo sola.

Diviso la línea de llegada y el marcador, pero a partir de ese momento ya no veo ni oigo nada más. Sólo veo la meta y me concentro en el último esfuerzo. 

He notado mucho que no he entrenado tan bien como en otras ocasiones. Para esta carrera apenas salí a correr unas cuantas  veces. Y es que este verano he tenido trabajo por partida doble. Trabajar todos los días de la semana, madrugar, el calor y no haber tenido un plan de entrenamiento en las últimas semanas han sido decisivos.... Qué pronto se pierde el tono y cuánto cuesta recuperarlo, verdad?
El caso es que buscando en los entrenamientos que me he guardado en este año vi que mi mejor tiempo había sido 5'19, cuando entrenaba mucho y con calidad.

Aún así, esta carrera la hice a 5'11. Aunque siempre digo que las marcas no me importan, sí quiero superarme a mi misma. Comprobar que todo esfuerzo tiene su recompensa. 

Pasamos el primer arco de llegada, el segundo, tercero... y meta. Levanto los brazos. Sonrío... 


Felicidad absoluta en la llegada
Ya no me duele nada. Ni siquiera me fijo en el tiempo empleado. 10km acabados. Pero es mucho más que eso. Mucho más que acabar una carrera. Es la guinda del pastel. De lo que queda por delante...

¿Y qué queda por delante? Pues, seguir entrenando. Siempre con una sonrisa. Siempre disfrutando. Ese es mi deseo. Quiero seguir como he hecho este año. Quiero que el deporte me siga acompañando en el futuro y que me siga aportando la felicidad que me ha dado estos meses.

El mundo del deporte es muy amplio y en este tiempo he comprobado que me gustan muuuuchoooo las carreras de obstáculos (spartan race) y por eso me gustaría conseguir la Trifecta el año próximo ("nadie dice que esto vaya a ser fácil" jeje). También me gustaría practicar escalada (que he retomado finalmente) y hacer carreras de montaña, aunque esto es más complicado porque es difícil encontrar a alguien que entrene en montaña y que esté dispuesto a ponerse a tu nivel (bajo, en mi caso).

También tengo varios objetivos: controlar mi ritmo para aguantar distancias más largas de 10 km, y por otra parte, tirar yo sola de mi misma, porque mi amigo me ha demostrado que siempre me quedan fuerzas. De hecho, sólo he hecho 4 carreras con él, la Spartan Sprint Elite de Madrid (que la acabé con muy buen tiempo), la media maratón de montaña, que acabé gracias a que "tiró" de mi, una de obstáculos en Paiporta (en la que también quedé en muy buena posición) y ésta en la que he mejorado muchísimo mi marca personal. Sóla, los resultados no han sido tan buenos. Un  punto que voy a tener que analizar...

Como véis, retos y objetivos muy duros para mi pero que espero poder cumplir. Os voy contando!!!!




Por cierto!!! esto del deporte me ha gustado tanto, que he empezado a colaborar con los compañeros de deportes de Tele7 Safor, así que en cuanto llegué a meta me puse la acreditación de prensa, cogí el micrófono y me puse a grabar a los ganadores de la Media Maratón (que también se corría ese día), y que empezaron a llegar apenas 15 minutos después (vaya máquinas)!!!

Aquí os dejo algunas imágenes entrevistando a los más rápidos :)))

Andrés Micó quedó segundo

Hablando con Hicham Ettaichmi

Davinia Albinyana, la mujer más rápida

Con Hassane Ahouchar 



viernes, 6 de junio de 2014

MI PRIMERA REEBOK SPARTAN RACE (MADRID)

Recuerdo que cuando tenía 5 o 6 años y me preguntaban qué quería ser de mayor, siempre respondía: camionero, bombero y policía. Por este orden. Mientras el resto de niñas soñaba con ser princesa y jugaba con muñecas, a mi me gustaba "vivir" más activamente y andar con la bici por la montaña con mi hermano. Años después, cuando me volvían a preguntar, contestaba, detective privado. Y más tarde, mi respuesta era periodista de investigación. Al final me quedé en lo de periodista. Creo que desde pequeña lo "normal" siempre me ha parecido aburrido y cualquier situación que supone un "riesgo" es más interesante y sobre todo, divertido.

Cuando hace 8 meses me dio por hacer deporte (por primera vez en mi vida en serio) empecé por correr, algo que no había hecho nunca. Con la carrera de asfalto pronto tuve la sensación de que me faltaba algo y pasé a la de montaña. Para preparme, Trainer J introdujo cambios en los entrenamientos que, lejos de desmotivarme (porque eran mucho más duros), al contrario, despertaron en mi una sensación de esfuerzo que me producía mucha, mucha satisfacción. Cuanto más duro el entrene, más me divertía. De hecho, al finalizar cada entrenamiento, siempre esbozo una sonrisa. Siempre. No solo por la diversión, sino por la satisfacción de hacer algo que jamás pensaba que podía hacer. Por ser consciente de que mi cuerpo, cada día, va cediendo un poco más a la exigencia física. Y eso me gusta. Mucho.

Supongo que aquel espíritu aventurero de pequeña forma parte de mi ser y cuando hice mi primera media maratón de montaña, sentí la necesidad de hacer "algo más". ¿Muy precipitado? Puede ser, pero así me sentía y me lo pedía mi cuerpo. Buscando por internet, descubrí la Spartan Race. Me encantó lo que leí y vi al respecto. Era como una carrera de entrenamiento militar, en la que no sólo había que correr, sino además, aguantar físicamente lo suficiente para, en el camino, superar una serie de obstáculos. Y allá que fui yo. 

Quien me conoce pensaba que estaba loca. Mi cuerpo no ha realizado ejercicio físico nunca. Cada vez que me apuntaba a un gimnasio duraba una semana, y en el instituto siempre ponía excusas para no mover ni un músculo. Y ahora de repente, quería más.

Tenía 3 meses para prepararme desde que tomé la decisión hasta que se celebró la Spartan Race el pasado 31 de mayo. Tres meses en los que mi entrenamiento iba a ser totalmente diferente a los anteriores. Había que introducir ejercicios como subir cuerdas, saltar muros o lanzar jabalinas. Cosas que obviamente jamás había hecho. Además de trabajar en incrementar mi fuerza y mi resistencia. Correr por dentro del agua en la playa, subir cuestas, hacer fartlek, combinar carreras con burpees y otros ejercicios de fuerza-resitencia en los que trabajaba todos los grupos musculares eran parte de mi entrene todos y cada uno de los días durante estos tres meses (porque los días de descanso tampoco eran de estar tirada en el sofá, sino de un descanso activo).

Aún así, lo que para otros supone un esfuerzo o sacrificio, para mi estos meses han sido todo lo contrario. Recibir mi email semanal con el entrenamiento era un cosquilleo en el estómago, una sonrisa de oreja a oreja, un gran aliento para empezar la semana y planificar... y soñar (sí, sueño con los entrenamientos) en cómo se iban a desarrollar todos y cada uno de los ejercicios, y las cosas que iba a hacer por primera vez y que tenían tan buena pinta, aunque supusiera sudar la camiseta y esforzarme hasta el límite en algunos casos. 

El balance por tanto durante este tiempo ha sido más satisfactorio que otra cosa. Aunque he de reconocer que he sufrido y he llorado. De impotencia. Cuando algo no me salía. Trainer me dejó muy claro que un deportista sólo llora por una lesión o por un triunfo. No cabían las lágrimas por no conseguir un objetivo, sino seguir luchando. Y eso hice. También en este tiempo he aprendido que una lesión me aparta momentáneamente de los entrenamientos (y no pasa nada). También, que todos tenemos días. Y que hay días en los que me encuentro pletórica y otros en los que me cuesta hasta caminar. Y tengo que aprender a superarlo.


Minutos antes de la carrera





Llega la carrera
Habiendo aprendido una lección cada día, llegó el momento de la Spartan Race. El día antes nos acercamos al recinto y lo primero que veo son los muros. Empiezo a sudar. Durante los 3 meses de entrenamiento jamás conseguí superar un muro de un parque al que iba a entrenar de vez en cuando. Cada vez que intentaba subirlo me estampaba las rodillas contra él. Luego la cara. Y luego no subía. Me quedaba allí abajo mirándolo.

Al ver la cantidad de muros que había que superar en la Spartan me puse muy nerviosa. Siguiendo las indicaciones, lo intenté pero me costaba horrores. Esa noche soñé con los dichosos muros. Al igual que durante los tres meses de entrene también soñaba con la cuerda, hasta que conseguí aprender la técnica de los pies para no cansarme tanto con los brazos.

Y llegó el día de la carrera. Salíamos a las 14 horas, en la tanda de la Sprint Elite. Formaba equipo con Trainer J para tener ayuda en los obstáculos. Y si no lo conseguía, la penalización eran 30 burpees!! 

Nada más empezar, para llegar a la línea de salida, había un muro. Sí, nada más empezar, para poder hacer la carrera. Aunque éste se podía pasar por debajo, menos mal!

Ya en la línea de salida. Nervios a flor de piel. Manos frías y sudorosas. Mirada perdida. Calentando. Sonrisa nerviosa entre emoción, felicidad, susto a lo desconocido, a cómo reaccionaría mi cuerpo... Y dieron la salida. Y al girar la primera curva del recorrido, los muros. Allí estaban. Salté el primero como me habían dicho el día anterior. Lo salté como lo soñé la noche de antes. Y cuando me di cuenta ya estaba al otro lado. Y así el siguiente. Y el otro. Felicidad absoluta. Y sorpresa tanto mía como la de Trainer J.

Sigue el recorrido con nuevos obstáculos con barro. La carrera discurre subiendo una colina continuamente. No hay bajadas. Casi todo el recorrido es de ascenso y hace mucho sol. Por suerte no hace demasiado calor (en este tiempo me he dado cuenta de que el calor es mi enemigo número 1 en las carreras). Entre los obstáculos tengo que subir una cuesta con una rueda cargada al hombro, subir más muros... Uno de ellos mide 2,40 según me dicen. Tampoco se me resiste (aunque había una pequeña cuña que las mujeres pueden usar). Subo el muro sin miedo, con decisión, como si lo hubiera estado haciendo durante años. Seguimos el camino con nuevos obstáculos de barro que se va sumado al peso de las zapatillas para continuar el recorrido. 

Tras varios km de carrera se empieza a oir ya el murmullo de la gente en el auditorio. En ese momento me doy cuenta de que ahora casi todo lo que queda son los obstáculos. Empiezo con el lanzamiento de la jabalina. Hacía viento y la distancia era mucho más alejada de la que había entrenado. Pero me concentré. Puse en práctica mi mejor postura para lanzar, que curiosamente descubrí en los entrenamientos que es adelantar el pie derecho, y lanzar también con el brazo derecho, cuando lo habitual es lo contrario. Y acerté en el tiro! A la primera (en realidad sólo hay una oportunidad de tiro). Es cierto que se fue a un lado, justito, pero ahí se quedó clavada la jabalina. Y seguimos el recorrido. 

Luego llegó el turno del "monkey bars". Había entrenado este ejercicio en los columpios de la playa para los niños. Siempre que lo hacía me salían heridas en la palma de las manos y resbalaba. En la Spartan Race al menos las barras eran más gruesas y no resbalaban así que la atravesé con decisión y sin miedo. 

El siguiente ejercicio se entrena en Crossfit, pero yo nunca lo había hecho así que me estrenaba en la Spartan. Consistía en la fuerza para levantar una saca con una polea. No sé cuánto pesaba. Trainer J me dijo que dejara caer el peso de mi cuerpo para levantarla un poco y luego tirar con los brazos. El caso es que yo dejé caer mi cuerpo (48 kg), pero aquello no se levantaba ni a la de tres. Así que tuve que tirar de brazos directamente, acostándome en el suelo para hacer fuerza con los pies. Y levanté aquella saca. Me libré una vez más de hacer burpees. 

El siguiente obstáculo en el recorrido de la Sprint era cargar con otro saco de arena al hombro y bajar y subir unas escaleras interminables. Otro obstáculo superado con más facilidad de lo que pensaba :)




Subiendo las escaleras de la prueba con un saco de arena a cuestas.


Cuando acabamos este ejercicio, la carrera discurría en dirección al centro del auditorio Miguel Ríos donde tenía lugar la Spartan Race. Desde este punto se divisaba lo que quedaba de recorrido. Cuatro pruebas más y había acabado. Pero cuatro pruebas duras. Las más duras, al menos para mi.

La primera, la cuerda. Aquella que me había quitado tantas noches de sueño. Aquella que me había quemado la piel de la pierna. La que me había destrozado los brazos antes de conocer la técnica de enroscar la cuerda en la pierna para no hacer tanto esfuerzo de espalda y brazos. En esta cuerda había nudos que facilitaban el ascenso pero yo había entrenado sin nudos así que, poco a poco la subí sin problemas. Y seguí el recorrido subiendo a una plataforma para luego atravesarla por una red de cuerdas. No sabía cómo hacer aquello y cuando a veces no puedo hacer algo, mi instinto me convierte en gato, como digo yo, y agarrada de manos y pies crucé el puente de cuerdas segura. Cuando llegué al límite me encontré con un fuerte desnivel por el que había que descender también por cuerdas. A veces me quedo paralizada al borde de un precipicio y durante unas milésimas de segundo así me pasó hasta que oí la voz de Trainer J una vez más dándome ánimos (como había hecho durante todo el recorrido), quitando importancia al tema. "Venga, vamos", oí. Y sin pensarlo ya estaba bajando.

Y llegamos a los 50 metros de pista americana o barbwire que discurre por un manto de barro y bajo una tela de alambrada. Son los 50 metros más largos que jamás he recorrido. Arrastrándome por el suelo. El primer tramo casi no tenía mucho barro pero luego me encontré con una piscina de barro en la que me hundía y me costaba sacar brazos y piernas. Luego otra zona en la que había más agua y la última y más dura en la que habían piedrecillas. Aquello empezó a rasgarme la piel de codos y rodillas. El dolor empezaba a ser insorportable. Tengo un problema con la piel, y cualquier rozadura me deja en carne viva. Había llevado protección en la parte baja de las piernas para evitar quemadura de la cuerda pero no me protegí las rodillas. Cuando salí de aquel infierno vi el rojo de la sangre por encima del barro pero no dolía, así que a seguir! 



Recién salidos del infierno de barro, pero siempre con una sonrisa :)


Ahora había que subir un muro fino, mojado continuamente por agua, mientras nosotros íbamos con barro hasta las cejas. Las zapatillas pesaban un montón y aunque nos quitamos el barro de las manos, seguían sucias y mojadas. 
Primero subió Trainer J. Con paso firme, llegó a la cima y esperó a que subiera yo para ayudarme desde arriba.

Me agarré a la cuerda, pisando fuerte contra el muro. Llegué hasta arriba, y antes de poder agarrarme, caí. Volví a coger la cuerda. Empecé a subir y sentí un dolor insoportable en los dedos. Me los había quemado. Sangraban y estaban en carne viva. Seguí subiendo. Llegué hasta arriba y volví a caer.
Tercer intento. Dolor insoportable en los dedos y por tercera vez caí. 
Desde abajo miré a Trainer J y otra vez, como me había ocurrido alguna vez en los entrenamientos, ojos húmedos de impotencia. Paralizada. Y entre todo el murmullo, música y gritos, tragué saliva y pensé, "detrás de este muro está la meta y no puedo llegar. No puedo". Entonces oí a Trainer que me dijo "haz los 30 burpees". Y otra voz, la de un espartano que tenía a mi lado, que me dijo "venga que te ayudo". Agarró la cuerda desde abajo para que pudiera subir con más facilidad. Apenas podía sujetarme a la cuerda. Ya casi no me quedaba fuerza y cuando estaba  casi arriba grité "cógeme, cógeme, cógeme". Trainer me agarró el brazo con fuerza y con el otro brazo hice un esfuerzo (que no sé de dónde salió) y con todo el dolor del mundo me cogí a la parte de arriba de aquel maldito muro. Ya lo tenía. "Vamos", "abajo", bajé casi sin aliento. Quedaba saltar el fuego y la spartan era mía!!!!

Me agarró de la mano para saltar aquellos troncos con fuego que a mi me parecían altísimos. Tiró fuerte de mi (ya casi no me quedaban fuerzas, las había dejado todas en aquel maldito muro y en aquella maldita cuerda que me había quemado los dedos) y saltamos y nos abrazamos, y tragué saliva, y se me empañaron los ojos, como ahora, que estoy escribiendo estas líneas. Las lágrimas del deportista que ha vencido. Había acabado la carrera. 5 km y 15 obstáculos sin hacer un solo burpee.

Y entonces nos colgaron una preciosa medalla de "finisher" en el cuello que sabía a gloria!













La sorpresa llegaría segundos después. Nada más ponerme la medalla me comunicaron que había sido la primera chica en llegar a meta. Tomaron nota de mi nombre. Resulta que había quedado la primera en la Sprint Elite. No me lo podía creer. Durante unos minutos estuvimos bailando en la línea de meta. Estábamos felices!! Nuestra primera carrera espartana la habíamos superado. Tras meses de entrenamiento y sacrificio, pero también mucha diversión, había acabado este último reto que me había marcado.



Momento de la entrega del premio


Y aquí mi nombre, Begoña Boluda :) en la lista de los resultados



Junto con el trofeo, precioso por cierto, especialmente por el mensaje que lleva inscrito ("los obstáculos se ponen en tu camino para ver si realmente vale la pena luchar por lo que quieres"), Reebok me regaló unas zapatillas increíbles, perfectas para realizar mi próxima Spartan Race en Barcelona, el próximo mes de octubre.


Las zapatillas regalo de Reebok :))
                             

El trofeo con este precioso mensaje

Me despido de vosotros con esta sonrisa. La de la satisfacción por la recompensa del trabajo, del esfuerzo, de luchar por lo que quieres. La sonrisa por las quemaduras de mis dedos, de mi pierna, por la sangre de mis rodillas.... por toda la satisfacción y la felicidad que me produce entrenar cada día. Ese sudor, ese "me cuesta pero voy a por ti"!


                     Hasta pronto espartanos!!!!







domingo, 11 de mayo de 2014

MI PRIMERA MEDIA MARATÓN

De esta media maratón hace ya algunas semanas pero tras este reto me marqué otro de forma inmediata y apenas tengo tiempo de sentarme frente al ordenador.
Aun así, antes de hablaros del siguiente (que será en otro post), os quiero contar cómo fue mi segundo gran reto. 

It's been some weeks from this half marathon, but when I finished this challenge, I inmediatly thought in another one and I don't have too much time to sit down in front of my computer to write about it. Anyways, before speak you about my new challenge, I'll tell how was this one.

El primero fue una carrera de 10 km, ya os lo conté. Sí, ya sé que muchos de vosotros sois grandes corredores pero yo no había corrido nunca y fue mi primera carrera de 10 kilómetros... bueno, mi primera carrera en definitiva. La hice tras entrenar (por primera vez en toda mi vida) durante poco más de 1 mes. Antes, nunca, había hecho nada de deporte, y nunca antes había corrido.

You know my first challenge was a 10 kilometers race... I know it's not too much for most of you, but it was my first 10km race... ok, in short, it was my first race and I did it (for the very first time in my life), training along a little more than one month. Before, never, I had had done sport, and never before had run.

En fin, que tras aquella primera 10k me entró el gusanillo e hice un par de carreras más... Y cumpliendo los entrenes de Trainer J, descubrí el fartlek. Y entonces descubrí que el fartlek me divertía mucho, y que yo quería más que aquello de correr por asfalto.

After my first 10 km race, I did two more races... and Trainer J make me to do fartlek for my first time.... and I discovered that fartlek was sooo funny that I wanted to do more than road races.

Y entonces fue cuando descubrí las carreras de montaña. Y la primera que vi era de nada más y nada menos que 21 km. Media maratón. La Granadella Trail. Aquello eran palabras mayores. De hecho, lo primero que me dijo Trainer J cuando le pedí que me entrenara para hacerla fue: "NO". Un NO rotundo, pero luego cedió... al fin y al cabo, iba a ser mi esfuerzo, no? Ya me las vería en la carrera.

And in that moment, it was when I discovered mountain races. The first I saw was 21 km. Half marathon. Granadella Trail. Those were big words! In fact, Trainer J told me he wasn't going to train me to do it. But then, he gave in... It was going to be, after all, my effort.

Entrené duro para conseguirlo, pero justo dos semanas antes de la carrera tuve un accidente con la bicicleta y llegué a la carrera todavía con dolor en mi rodilla. Tenía miedo. Estaba enfadada. Pero estaba decidida a hacerla, por encima de todo lo demás. No me dolió mientras corría, así que todo estaba bien. Si me dolía después, me daba igual. Yo sólo quería correr y conseguir mi nuevo reto.

I trained hard for it, but two weeks before race I had a bike accident and I arrived the R-day with pain in my knee. I was afraid. I was angry. But my decision was harder than everything, and I did it. No pain when running, so it was fine. I didn't mind to have pain later. I just wanna run. And get my new challenge.

Hice la carrera en menos de tres horas. Hubo varias paradas al inicio porque se había apuntado mucha gente. Eso me puso un poco nerviosa (es mi carácter). El resto de la carrera fue bastante bien. Aunque más o menos a la mitad tuve un momento en el que pensé "¿qué hago yo aquí?, esto es muy duro", pero continué (siempre con el apoyo de trainer J).

I did the race in less than 2 hours. There were several stops during it because there were lot of people running and I was nervous because of that. The rest of race was quite good. But more or less, when I had run more than half of trail, I thought: "what the hell I'm doing here? this is very hard to me", but I didn't give up (always with trainer support).

Casi al final de la carrera, cuando apenas quedaban 5 km pensé que nunca más haría un locura como aquella. Pero cuando estaba a punto de llegar a meta, Trainer me recordó el día que empecé a correr por primera vez. Entonces, se me puso un nudo de emoción en la garganta. Se me empañaron los ojos. Y aquello fue un desastre. No lloréis nunca corriendo. En mi caso, se me llena la nariz de mocos y me cuesta respirar, y por tanto, correr. 
Pero ya me daba igual, ahogarme, llorar o lo que fuera. Había llegado a meta. Y estaba feliz.

Near the end, I thought I would never do such a madness like that again. And when the finishing line was near, Trainer remember me the day everything stared. Suddenly, I felt a lump in my throat because of emotions. And  my eyes were filled with tears. And that's a disaster to me when I'm running because I have mucus and if I have mucus, I can't breath properly, and I can't run... But, it didn't matter. I arrived to finish line. And I was happy.












Por cierto que sobre la Granadella Trail hicieron un reportaje en el programa A la Carrera de La 2 de TVE y me entrevistaron por ser crudivegana.