De nuevo un grupo de descerebrados asesinos han sembrado el caos y el pánico en una ciudad europea. Ahora le ha tocado el turno a Barcelona.
De nuevo unos fanáticos religiosos iluminados han matado en el nombre de un dios que ellos manipulan a su antojo y sus perversos intereses. Pretenden arrebatarnos la libertad. La libertad de decidir, de creer o no creer o de creer en uno u otro dios. Quieren imponer, por el terror, un modelo de sociedad arcaica, trasnochada y cuyo única ley sea su interpretación perversa y retrograda de un credo religioso.
Quieren meternos el miedo en el cuerpo, que pensemos que ayer fueron Nice, Londres, Berlín, París, etc y hora ha sido Barcelona. Pero que mañana puede ser cualquier otro pacifico y libre lugar. Por eso no podemos sentir miedo porque no van a poder conseguir imponer sus objetivos. Sus métodos son cada vez como el de quien se siente acorralado y prefiere morir matando. Porque es muy fácil asesinar a personas que disfrutan de su ocio. Si alguna vez sentimos miedo, entonces ellos habrán ganado.
Y no nos dejemos engañar, no es una guerra entre civilizaciones. Es tan solo el ataque de unos descerebrados asesinos que utilizan la religión en su intento de destruir un modelo de sociedad basado en la libertad y los derechos de las personas. Aunque a veces muchos pensemos que este sistema de valores es manifiestamente memorable.
No se trata de una religión que quiere imponer sus valores, más o menos éticos, al resto de la sociedad. Se trata simplemente de grupos de tearroristas fanáticos religiosos que pretenden imponer mediante el terror, al resto de la sociedad, sus retrógrados valores. Su justificación es tan solo una interpretación perversa de una religión.
Pero tampoco seamos cándidos. Existe esta situación porque hay quienes les financian. Todos sabemos de monarquías teocráticas islámicas que se dedican a financiar estos grupos terroristas, mientras los gobiernos occidentales miran hacia otro lado y hacen pingues negocios de armamento y por el otro lado de petróleo. Sin que se les caiga la cara de vergüenza. Esto es algo que debe acabar. La hipocresía de nuestros gobernantes, que por un lado luchan y claman contra el terrorismo yihadista y que por el otro mantienen relaciones de amistad con quiens financian este terrorismo se tiene que acabar o si no, no se acabará con este tipo de terrorismo.
Pero sobre todo la sociedad no tiene que sentir miedo. Hay que seguir viviendo de cara al exterior como si nada hubiera pasado aunque en nuestro interior sintamos el dolor de las personas que han sido vilmente asesinadas por estos fanáticos terroristas religiosos. Ni olvido ni perdón: justicia.
Salud, República y Socialismo
Quieren meternos el miedo en el cuerpo, que pensemos que ayer fueron Nice, Londres, Berlín, París, etc y hora ha sido Barcelona. Pero que mañana puede ser cualquier otro pacifico y libre lugar. Por eso no podemos sentir miedo porque no van a poder conseguir imponer sus objetivos. Sus métodos son cada vez como el de quien se siente acorralado y prefiere morir matando. Porque es muy fácil asesinar a personas que disfrutan de su ocio. Si alguna vez sentimos miedo, entonces ellos habrán ganado.
Y no nos dejemos engañar, no es una guerra entre civilizaciones. Es tan solo el ataque de unos descerebrados asesinos que utilizan la religión en su intento de destruir un modelo de sociedad basado en la libertad y los derechos de las personas. Aunque a veces muchos pensemos que este sistema de valores es manifiestamente memorable.
No se trata de una religión que quiere imponer sus valores, más o menos éticos, al resto de la sociedad. Se trata simplemente de grupos de tearroristas fanáticos religiosos que pretenden imponer mediante el terror, al resto de la sociedad, sus retrógrados valores. Su justificación es tan solo una interpretación perversa de una religión.
Pero tampoco seamos cándidos. Existe esta situación porque hay quienes les financian. Todos sabemos de monarquías teocráticas islámicas que se dedican a financiar estos grupos terroristas, mientras los gobiernos occidentales miran hacia otro lado y hacen pingues negocios de armamento y por el otro lado de petróleo. Sin que se les caiga la cara de vergüenza. Esto es algo que debe acabar. La hipocresía de nuestros gobernantes, que por un lado luchan y claman contra el terrorismo yihadista y que por el otro mantienen relaciones de amistad con quiens financian este terrorismo se tiene que acabar o si no, no se acabará con este tipo de terrorismo.
Pero sobre todo la sociedad no tiene que sentir miedo. Hay que seguir viviendo de cara al exterior como si nada hubiera pasado aunque en nuestro interior sintamos el dolor de las personas que han sido vilmente asesinadas por estos fanáticos terroristas religiosos. Ni olvido ni perdón: justicia.
Salud, República y Socialismo