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viernes, 18 de noviembre de 2022

En una isla desierta

Frank: Sonata

Debo reconocer que leyendo aprendí que sabía muy poco de los hombres: que pasamos nuestras vidas creyendo conocerlos porque estamos día a día con ellos; pero olvidamos que pocas veces somos como nos mostramos y que nuestros más íntimos secretos, nuestro verdadero ser, queda oculto y solo se manifiesta en los escasos momentos en los que se establece una comunión misteriosa con quien nos acompaña: y eso es precisamente lo que ocurre en los libros; sin necesidad de que algo suceda e implique a dos personas, una le dice a la otra toda su mismidad, le desemboca su misterio, abre su corazón tal como es. Todos los libros son rostros, no muecas inexactas...

 ¡Qué gran compañía la de los libros...! Estar en una isla desierta -por ejemplo, este mundo- llena de preguntas; y entre ellas la de ¿qué libro me llevaría a semejante lugar? Afortunadamente, ¡hay tantos! ¿Por qué contentarse con uno?





jueves, 1 de abril de 2021

EL CABALLERO MÁS HERMOSO DEL MUNDO

 

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R. Strauss: Don Quijote

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Un texto de Antonio Gracia sobre el ingenioso hidalgo para los días del libro, que debieran ser todos.

EL CABALLERO MÁS HERMOSO DEL MUNDO

/por Antonio Gracia/
El libro es la única ciudad a la que nadie puede impedirnos entrar, y El Quijote es tal vez la capital que más calles, casas y habitaciones tiene, de modo que cualquier hombre ha de encontrar siempre un aposento en el que acomodarse y con el que identificarse.
Faulkner se preciaba de leerlo una vez cada año, quizá porque en sus páginas viven más de trescientos personajes y miles de conceptos para todos los gustos; los idealistas hallarán en Sancho un contertulio que les haga poner el pie en la tierra; los realistas disminuirán su materialismo al compás de Don Quijote; las feministas pueden hallar premisas para sus intereses en el episodio de Marcela (Parte I, cap 11-13); los amantes del amor encontrarán piropos por doquier; los celosos tal vez dejen de serlo con El curioso impertinente (I, 32-35); los jueces aprenderán de la sensatez de Sancho durante su estancia en Barataria (II, 45); los contadores de chistes se solazarán a cada paso, y los amantes de las gorrinerías verbales admirarán el episodio más guarro sin una sola palabra porcina en la aventura de los batanes (I, 20). Quienes creen que los consejos son buenos, aunque pocos los sigan (porque solo aceptamos los que nos dicta nuestra experiencia), agradecerán una breve y sabia colección (II, 42-43); aquellos que admiran el verdadero valor lo encontrarán en Roque Guinart (II, 60) y en las palabras del vencido Don Alonso Quijano en las playas de Barcelona (II, 64); los descontentos de la sociedad comprobarán que cualquier tiempo pasado fue igual, si no peor; quienes necesitan cambiar de libro constantemente, o leen varios intercalando unos con otros, hallarán, en uno solo, una novela de caballerías, otras moriscas, picarescas, amorosas…
No es cierto que El Quijote sea un libro «imposible de leer»: un profesor (de matemáticas) me lo prestó y lo leí, infante aún y fascinado, en pocos días. Tres años después, por mi cumpleaños, compré una edición en un solo tomo: conservo el ejemplar, en el que anoté el tiempo que tardaba en leer cada uno de los once primeros capítulos (me cansé de anotar, cosa que detenía la lectura): redondeando, aquel joven que cumplía 16 años lo leyó en unas 23 horas, a lo largo —a lo breve— de tres días. El mismo tiempo que resulta de sumar una docena de partidos de fútbol o doce telefilmes con sus anuncios intrigantes.
Innumerables son los autores que han mezclado su sangre con la cervantina y han tomado su obra como fundamento de la suya. No es casual que El Quijote haya servido de inspiración a centenares de creadores. Tal vez sea Richard Strauss, con sus Variaciones sobre un tema caballeresco quien mejor ha recreado al hidalgo manchego. TelemannPurcellSalieriPaisielloMassenetMendelssohnIbertRavel, entre otros músicos, compusieron suites, óperas, canciones basadas en sus textos. Los compositores españoles también recrearon aspectos quijotescos: Guridi, en Una aventura de don Quijote, recuerda al vizcaíno en lucha con el hidalgo. Gerhard enhebra diversos episodios en el ballet Don QuijoteOscar Esplá es autor de Don Quijote velando las armas, pasaje que inspiró igualmente a GombauFalla recoge el episodio de Maese Pedro en su RetabloMontsalvatge retrató a Dulcinea en la Balada y ritornello… Orson Welles y G. W. Pabst, entre tantos cineastas, vieron las posibilidades cinematográficas del soñador altruista, así como otros (PicassoDalíDaumier…) dibujaron su rostro y sus hazañas.
Innecesario resulta hablar de la huella que Cervantes ha dejado en la literatura. Basta citar a DefoeFielding o Dostoyevski. Nada más que en el siglo XVII hay, al menos, 35 obras teatrales inspiradas en él. El tiempo, que es el único filtro que impide el paso a los embaucadores y convierte en clásicos a los íntegros del arte, ha hecho de Cervantes un hito en la historia no solo de la literatura, sino de la experiencia de existir, que es la única escuela que enseña realmente a vivir.
¿Y por qué esta vigencia? ¿Acaso es un mito del chovinismo español? Por una vez (aunque también en los casos de Goya Velázquez), es cierto que España posee un tesoro igual o superior a los de otros países. Pues Cervantes hace cierta la verdad que afirma que «en algún lugar de un libro hay una frase esperándonos para darle un sentido a la existencia». Y en El Quijote, cada lector encuentra su propia mente reflejada: más allá del humor y la tragedia, Alonso Quijano es un hombre que vive, como hoy, en una sociedad alienatoria que excomulga a los fieles a sí mismos y encumbra a los mestizos del honor. Esa integridad para consigo mismo y en la solidaridad, incluso ante el fracaso, es lo que vieron cuantos aquí he nombrado y cuantos se acercan al libro de los libros. Y eso es lo que hallarán (al margen de sus exquisiteces literarias) cuantos lectores actuales abran y lean la verdadera historia jamás imaginada.

Antonio Gracia es autor de La estatura del ansia (1975), Palimpsesto (1980), Los ojos de la metáfora (1987), Hacia la luz (1998), Libro de los anhelos (1999), Reconstrucción de un diario(2001), La epopeya interior (2002), El himno en la elegía (2002), Por una elevada senda (2004), Devastaciones, sueños (2005), La urdimbre luminosa (2007). Su obra está recogida selectivamente en las recopilaciones Fragmentos de identidad (Poesía 1968-1983), de 1993, y Fragmentos de inmensidad (Poesía 1998-2004), de 2009. Entre otros, ha obtenido el Premio Fernando Rielo, el José Hierro y el Premio de la Crítica de la Comunidad Valenciana. Sus últimos títulos poéticos son Hijos de HomeroLa condición mortal y Siete poemas y dos poemáticas, de 2010. En 2011 aparecieron las antologías El mausoleo y los pájaros y Devastaciones, sueños. En 2012, La muerte universal y Bajo el signo de eros. Además, el reciente Cántico erótico. Otros títulos ensayísticos son Pascual Pla y Beltrán: vida y obraEnsayos literariosApuntes sobre el amorMiguel Hernández: del amor cortés a la mística del erotismo La construcción del poema. Mantiene el blog Mientras mi vida fluye hacia la muerte y dispone de un portal en la Biblioteca Cervantes Virtual.


jueves, 4 de febrero de 2021

... Y el Confinado dijo:

B Hermann: Fahrenheit 451
 

... Y el Enclaustrado dijo:

Debo reconocer que leyendo aprendí que sabía muy poco de los hombres: que pasamos nuestras vidas creyendo conocerlos porque estamos día a día con ellos; pero olvidamos que pocas veces somos como nos mostramos y que nuestros más íntimos secretos, nuestro verdadero ser, queda oculto y solo se manifiesta en los escasos momentos en los que se establece una comunión misteriosa con quien nos acompaña: y eso es precisamente lo que ocurre en los libros; sin necesidad de que algo suceda e implique a dos personas, una le dice a la otra toda su mismidad, le desemboca su misterio, abre su corazón tal como es. Todos los libros son rostros, no muecas inexactas...

Y eso lo aprendí en aquella aventura de mi adolescencia enclaustrada porque el mundo me oprimía... y lo aprendo ahora defediéndome de estos bichitos... ¡Qué gran compañía la de los libros...! Estar así, alejado de todos para evitar la pandémica amenaza es como estar en una isla desierta pero llena de preguntas; y entre ellas la de ¿qué libro me llevaría a semejante lugar? Afortunadamente, ¡hay tantos! ¿Por qué contentarse con uno?





viernes, 22 de mayo de 2020

Aprender a cerrar libros.


Cortázar, Borges, Sábato

Querida Pitufa:
Aunque Cervantes dice -otros afirman que ya lo había dicho Plinio- que no hay libro malo del que no se aprenda algo bueno, porque el saber no ocupa lugar, no lo creo. Todo saber ocupa el espacio que impide ocupar a otros saberes más sabios. Así que hay que abandonar los malos libros y aprender esencias en los buenos, no circunstancias; que una cosa es la cultura y otra la erudición de lo inculto.


martes, 14 de abril de 2020

Todas las respuestas.


Scriabin: Estudio "patético"


Pocos concluyen que no hay hombre más rico que el que atesora afectos, ni metal más precioso que aquel con el que se construye la comprensión de uno mismo y de los demás: las verdades que ningún cambio de ideología o de gobierno puede devaluar: las certezas que algunos solitarios de corazón altruista, casi siempre extravagantes y con apariencia de misántropos, rumiaron, escribieron y legaron como la más alta solidaridad que perdura: los libros.
     En ellos están todas las respuestas que el hombre necesita. Ellos nos hacen ver que no hay destino, sino voluntad.

martes, 17 de septiembre de 2019

Pepita Jiménez



Siempre he creído que el realismo es la ciencia dicción de quienes carecen de fantasía o, mejor, imaginación. Eso de retratar la realidad, la mujer que va a la compra, el albañil que se cae del andamio, las casas renegridas... todo lo que vemos ¿para qué repetírselo a los ojos mediante la escritura? Importa el elemento perdurable, el sema renovado, no los abalorios con los que lo revisten los pormenorizadores de lo cotidiano. ¿Es la misma manera de contar la de Galdós que la de Dostoiewski? ¿Con cuál aprendemos más sobre el ser humano?
     Pero he aquí que estos días, cansado de abrir y cerrar novedades literarias que solo son palabras mal aderezadas, he leído -cierto que, al principio, correteando y saltando- cuatro libros "realistas" del XIX español. Me detengo unas líneas en uno de ellos, inesperadamente interesante: "Juanita Jiménez".
     Verdad es que Valera, aunque poco visitado por mí, siempre me ha parecido un respetable ciudadano de la pluma. Y he aquí que me encuentro, apenas hojeado, con la descripción de un paraje que no es sino prototípico del locus amoenus, el lugar apacible y edénico con que todos soñamos. Aquí va a transcurrir la historia, que no es sino el paso de un amor sin nombre a un amor innumerable, por obra y gracia de la carnalidad que hay en toda espiritualidad. Y además, el bobaliconismo eclesial que atrapa a los personajes termina por disiparse ya que el autor palinodia su discurso beatífico.  
     Ahora descubro que también hay obras menores que -también- son grandes.

jueves, 28 de marzo de 2019

La magia de la montaña


Canteloube: Cantos de Auvernia. Bailero.



Estaba yo mirando la existencia de otro modo: sus colinas para atisbar la luz, y ya no solo sus abismos con su acechante oscuridad.
     Abrí La montaña mágica con desgana en sus primeras páginas; pero me ganó ese mundo en el que Thomas Mann opone a la mortalidad un canto a la existencia. 
     La fuente de los libros es la vida; y darla es su desembocadura. Por eso los libros que no transmiten vida mueren rápidamente. El autor crea alternativas a la existencia en sus utopías, o la satiriza con distopías: ofrenda lo mejor probable o avisa del posible peligro. El arte lo crea el hombre para el hombre, no el artista para el artista. El autor que permanece vivo es porque da vida al lector, no porque lo distrae de su vida. 
     Eso ocurre con La montaña mágica.
     Imposible escapar de su fascinación: de cómo el joven Hans Castorp ingresa en un balneario para pasar unas vacaciones de 15 días y acaba atrapado, durante siete años, por la hipnosis y magia de ese rumor de vida apartada del mundo.
     La minuciosa aventura interior de los muchos personajes teje una inabandonable necesidad de seguir leyendo: y la historia se convierte en una excelsa novela de aprendizaje, tanto para el protagonista como para el lector, que asiste a un canto a la existencia a través de la continua presencia de unos seres aparentemente desahuciados por la enfermedad.
     Inolvidables Castorp, Settembrini, Claudia... y las innumerables digresiones sobre la vida, la muerte, el amor, el arte...
     Como toda gran obra, un universo con sus propias leyes.

lunes, 11 de marzo de 2019

Apprivoiser

Chopin: Preludio, Op 28, 4

Chiruca (fue ella quien me lo dio a conocer al regalármelo) me dijo más de una vez que yo le recordaba al Principito: por la sonrisa trágica, cuando merodeábamos por los claustros de Anaya y la Plaza Mayor se encendía con nuestros cantos en medio de la noche. Hace ya algún millón de besos y de versos. 
     Me enamoró enseguida aquel librito para adultos que no han dejado de ser niños, su sabia filosofía disfrazada de inocencia, la rosa insustituible entre los millones de rosas y planetas del innúmero universo, el farolero, el crepúsculo, el monarca, el banquero, el hallazgado y zorrizoso zorro, la infancia descubridora de las cosas, y la madurez que las olvida, su lírica visión (en castellano pierde su lirismo), la deliciosa crítica de un mundo al que se zarandea, el verbo "aprivoiser", tan necesario entre los hombres... 
     Saint-Exupèry me constató la suavidad del verbo, la profundidad de la delicadeza, la eternidad de la nostalgia de infinitos.
     Brevísima gran obra que acaricia el corazón y emociona la inteligencia.

Episodio del Zorro

Ver la película:

viernes, 1 de marzo de 2019

Lecturas imprescindibles (Hesse)



Schumann: Manfred

Grandes autores son aquellos que dicen lo que quisiéramos haber dicho (pintar lo que nos gustaría plasmar, componer aquello que quisiéramos oír). 
     Hoy, por ejemplo, recuerdo a Hermann Hesse. 
     El lobo estepario supuso reconocer al que yo era; Sidhartha, al que quería ser.
     Dos libros fundamentales para conocer al hombre interior, y ejemplares para canalizar el espíritu atormentado hacia la búsqueda del sosiego.
     Supongo que tuve que desterrar al lobo que me devoraba y apacentar al cordero cordial que sueña en nuestros íntimos anhelos.
     Tal vez, sin yo saberlo, mi trayectoria vital y verbal pudiera ser paralela a esos dos títulos. O es que, como decía Borges, siempre creamos a nuestros predecesores.


domingo, 17 de febrero de 2019

Fahrenheit 451

Herrmann: Fahrenheit 451


¿Un mundo sin libros, sin arte, sin pensamiento? ¿Un mundo sin más mundos que este mundo? Insufrible páramo sería nuestro cerebro, invivible existencia.
     Esa es la antiutopía que imaginó Bradbury al relatar la aventura de Montag, un bombero que empieza a dudar de su oficio, que es el de quemar libros para que el pensamiento no se contamine con libertades. La utopía consiste en saber si encontrará a los hombres-libro, capaces de resolver esa dictadura del poder memorizando las grandes obras escritas por el hombre. 
    Si en la orweliana 1984 existía la policía del pensamiento y se acomodaba la Historia a la conveniencia de El Gran Hermano, aquí ese nazismo anula toda cultura, que es tanto como trepanar el cerebro universal. La astucia de Bradbury consiste en hacer que sea el mismo ciudadano el que denuncia a quien posee libros porque -se predica- leer es pensar y pensar hace infelices a los hombres. 
     Antes tal vez están los "hombres que son libros", de Gracián; después El nombre de la rosa, de Umberto Eco.
     La prédica se resume en que todos debemos ser iguales: pero iguales en analfabetismo, no en cultura.
     He dicho distopía: debo añadir que cada vez parece más una realidad, puesto que los ministros de cultura han encontrado la forma de esclavizar al hombre reformando la Educación y reduciéndola a unos planes de estudio en donde el niño aprende que lo único que hay que saber es cómo ganar dinero, a cualquier precio y despreciando todo lo demás.

sábado, 2 de febrero de 2019

Aprender a cerrar libros




Aunque Cervantes dice -otros afirman que ya lo había dicho Plinio- que no hay libro malo del que no se aprenda algo bueno, porque el saber no ocupa lugar, no lo creo. Todo saber ocupa el espacio que impide ocupar a otros saberes más sabios. Así que hay que abandonar los malos libros y aprender esencias en los buenos, no circunstancias; que una cosa es la cultura y otra la erudición de lo inculto.

lunes, 28 de enero de 2019

Orwell: 1984.


Tal vez haya otros tan desconocedores como yo del mundo cotidiano: vivir al margen, como en una isla, recorriendo solo el propio continente interior en un monólogo constante. Y no por egoísmo, sino por haber precisado toda la atención para luchar contra los propios monstruos.
     Así, ajeno a todo lo exterior y sin tener conciencia de mi ajenidad y ensimismamiento; así, yo que venía de la libertad encarcelada de quien se aísla para encontrar sosiego, que llegaba de la armonía del Siglo de Oro y la Música, encontrarme de pronto con un libro que habla de una sociedad en la que quien más libre quiere ser se convierte en el mayor esclavo. Así llegué yo a la novela 1984de George Orwell. Y comprendí entonces la maldad: no del infierno, sino de quienes rigen los poderosos cielos de la tierra.
     Desolación sería una de las primeras palabras para calificar esta distopía orweliana, terrible visión de un mundo prefigurado humorísticamente en Rebelión en la granja
     1984 es la manipulación del hombre mediante la tergiversación de la memoria al cambiar constantemente la realidad que testifica la escritura, el libro, el documento histórico. Es la invención de la guerra para controlar el exceso de productividad, crear un enemigo al que odiar y un amigo al que confiar la propia salvación. Es la tortura síquica. Y la destrucción del amor en un mundo en el que está prohibido amar. Y la robotización. Y constatar que el ser humano puede ser el más inhumano de los animales. La supresión del lenguaje como vehículo para el conocimiento. La castración de la voluntad.
    Imprescindible para conocer al enemigo social.

Aquí, un fragmento de la 2ª versión para el cine:


Una de las grandes distopías.
La selección del recuerdo histórico.
Si somos lo que recordamos ser... somos consecuencia de una masacre síquica.

jueves, 7 de junio de 2018

Querido Miguel:


Bocherini: Minueto


Querido Miguel:
Sin juramento me podrás creer que quisiera estar en cuerpo y alma presente en esta ocasión en la que desvelas las aventuras de tu adolescencia entre palmeras hernandianas. Pero como los cielos de Olivera no me lo han permitido, aquí te dejo una improvisada y breve nota de celebración por este tu último libro en el que la prosa memorística, tan eficazmente discursiva y hábil, cuenta al desocupado, y aun interesado, lector, aquellas bienandanzas de un mundo cuya fantasmagoría angelical nos bautizó. 
     Como tantos insignes escritores (y a pesar de aquella juvenil Antología oriolana de infeliz perpetración -fui yo el perpetrador-), tú perteneces a ese grupo, encabezado por Cervantes o Goethe, que da sus mejores obras cuando la edad ha sazonado su experiencia. Eso es lo que cuentan estos cuentos unitivos de una vida, unos estudios y unas lecturas provechosas en las que tantos se reconocerán. Porque esto es lo que da validez a la escritura: que en lo propio se reconozca el que lo lee por muy ajeno que sea a su autor; que en lo particular esté lo universal; que desde el propio yo emerja el todos: que la literatura no sea un acto de egolatría sino de solidaridad interminable. 
     Estoy recordando ahora el instante en el que Robinson Crusoe, ante el mar que lo ha desterrado a su isla, se lamenta de haberse quedado sin la tinta que salvó del naufragio: y es que llevaba años escribiendo, acompañándose con su palabra, hablando consigo mismo, adentrándose en su mismidad, tatuando su identidad en el papel, consolándose con su absoluta introspección diaria y creciéndose al reconstruir su destruido mundo: no hay otro ejemplo más ejemplar de resiliencia.  Por eso, si hubiera de salvar un solo libro sería este, el del superviviente de Defoe: él nos enseña a saber quiénes somos, quiénes fuimos y quiénes podemos ser. Incluso más radicalmente que el muy autobiográfico Montaigne.
     Todos acudimos al paisaje de nuestra infancia y adolescencia: y eso has hecho tú: recuperar un fragmento del mundo que fue mundo tan de otros como tuyo, actualizar lo perseverante del pasado, poner una semilla para que el futuro sea un aprendizaje del ayer.
     A través de las décadas de amistad y de aquellos recorridos a dedo por la España de nuestros tiempos veinteañeros, bien sé de tu singular y admirable bonhomía, solo comparable a la de ese otro gran amigo, y tu editor, Luis Bonmatí. En el último lustro has salido, como el Quijote que resucitas en estas páginas, con la pluma en ristre y sin adarga. Ojalá no se te acabe la tinta robinsónica.




miércoles, 11 de mayo de 2016

Todas las respuestas


Scriabin: Estudio "patético"


Pocos concluyen que no hay hombre más rico que el que atesora afectos, ni metal más precioso que aquel con el que se construye la comprensión de uno mismo y de los demás: las verdades que ningún cambio de ideología o de gobierno puede devaluar: las certezas que algunos solitarios de corazón altruista, casi siempre extravagantes y con apariencia de misántropos, rumiaron, escribieron y legaron como la más alta solidaridad que perdura: los libros.
     En ellos están todas las respuestas que el hombre necesita. Ellos nos hacen ver que no hay destino, sino voluntad.


martes, 26 de abril de 2016

Lecturas imprescindibles (20): Hamlet

Monólogo

¿Quién, si observa su existencia, no lamenta que la indecisión retrase o aniquile sus actos? La duda, el dilema ante lo más elemental se convierte en la rémora que nos impide elegir con determinación y acierto, pues siempre hallamos justificaciones para aplazar la acción. Pues bien: Hamlet es el paradigma de la duda, el dilema, la indecisión, el "ser o no ser".
     Me parece acertado resumir el personaje de Hamlet con el verso "la reflexión conduce a la inacción", aunque se aclararía más si dijera el exceso de reflexión -la indecisión-, puesto que hace dudar y anquilosa los actos. En mi opinión, la duda irracional provocada por el exceso de razonamiento y turbia lucidez convierte a Hamlet en uno de los primeros seres existencialistas.
     Tal vez, así como El Quijote es la novela por antonomasia,  sea Hamlet la obra de teatro por excelencia. Quien no consiga verla en el escenario o rehúse leerla, acérquese a la versión cinematográfica de 1948 dirigida e interpretada por Laurence Olivier: Además de una excelente interpretación, el texto, si no me miente el oído, es una buena versión en verso, hecha por Moratín (no he podido comprobarlo).
     De lo que hay pocas dudas es de que Shakespeare es el mayor creador de caracteres emblemáticos y el más vivo de todos los creadores literarios. Ahí están, en la vida real, para atestiguarlo, todos los Otelo, Shylock, Romeo, Julieta, Ricardo, Macbeth... del mundo. 
      Lecturas imprescindibles

Lecturas imprescindibles, 1

Lecturas imprescindibles, 2 (Orwell)

Lecturas imprescindibles, 3 (Saint-Exupéry)

Lecturas imprescindibles (17): Dorian Gray