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jueves, 20 de mayo de 2010
El público es un Monstruo de mil cabezas
Como acostumbro a no tomarme demasiado en serio, suelo tratar los recitales a la ligera. Casi siempre escojo mis textos más fáciles; como es oral, temo que la gente se aburra o no se entere de que van los poemas. Voy relajado, o lo más relajado que puedo ya que soy uno de esos nerviosos patológicos, la pesadilla de un mastro zen me han dicho alguna vez. Pero justo esos días voy tranquilísimo, hasta el último segundo antes de empezar a declamar, me pasa siempre lo mismo, se satura la sangre de adrenalina y el corazón como un péndulo golpea mis costillas, recito mecánicamente, me doy cuenta que voy un poco rápido (voy rapidísimo leyendo)y lo corrijo, el problema llega cuando: entre poema y poema me da por meter algún comentario, entonces está todo perdido, se me enrosca la sintaxis, mis explicaciones tienen más hipérbatones, hiperbatones, hipérbatons, hipérbaton -¿cómo leñes se dice el plural de hipérbaton?- que mis poemas, las palabras se me deshilachan, se me vuelven pelusas en la boca, joder, no soy tan torpe hablando. ¿Qué hacéis en los recitales, cómo os los preparáis, qué consejos tenéis? Contesta Monstruo.
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