Esta
es la entrada número 100. Para celebrarlo he pensado en reelaborar
la traducción que hice del soneto de 130 de W. Shakespeare. Entre
otras razones porque es la entrada más visitada y me apetecía
revisarla, a diferencia de las obras de Shakespeare mis versiones
necesitan repasarse con cierta regularida.
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miércoles, 1 de agosto de 2012
miércoles, 20 de enero de 2010
Soneto 116 de Shakesperare
No dejéis que admita impedimentos
la verdadera unión. No ama, quien ama
si cambia cuando en malos cambios se halla,
o si se dobla si adeuda el deudor:
Oh !no! El amor es una marca firme,
sin inmutarse mira a la tormenta,
es nuestra estrella guía en la deriva,
que desconoces y su altura asumes.
No el loco tiempo, aunque sus hoces corten
sus labios y mejillas sonrosadas.
No en breves horas ni en semanas cambia,
sólo se confirma en el infierno.
Si es un error que sobre mí se prueba,
yo nunca he escrito, nadie jamás ha amado.
la verdadera unión. No ama, quien ama
si cambia cuando en malos cambios se halla,
o si se dobla si adeuda el deudor:
Oh !no! El amor es una marca firme,
sin inmutarse mira a la tormenta,
es nuestra estrella guía en la deriva,
que desconoces y su altura asumes.
No el loco tiempo, aunque sus hoces corten
sus labios y mejillas sonrosadas.
No en breves horas ni en semanas cambia,
sólo se confirma en el infierno.
Si es un error que sobre mí se prueba,
yo nunca he escrito, nadie jamás ha amado.
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poema,
Shakespeare,
traducción
jueves, 14 de enero de 2010
Soneto 130 de Shakesperare
Los ojos de mi amor no son el sol,
y el coral es más rojo que sus labios.
No son sus blancos pechos blanca nieve,
ni de doradas hebras sus cabellos.
Las rosas de Damasco rojas, blancas
que he visto, no las tienen sus mejillas
y las fragancias delicadas huelen
mejor que sus alientos matutinos.
Me gusta oírla decir cosas pero…
sé que la música es más placentera.
Nunca vi, andar a diosas pero cuando
ella camina lo hace a ras de tierra.
Y sin embargo tan genial es ella
como otras aduladas falsamente.
y el coral es más rojo que sus labios.
No son sus blancos pechos blanca nieve,
ni de doradas hebras sus cabellos.
Las rosas de Damasco rojas, blancas
que he visto, no las tienen sus mejillas
y las fragancias delicadas huelen
mejor que sus alientos matutinos.
Me gusta oírla decir cosas pero…
sé que la música es más placentera.
Nunca vi, andar a diosas pero cuando
ella camina lo hace a ras de tierra.
Y sin embargo tan genial es ella
como otras aduladas falsamente.
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