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sábado, 23 de noviembre de 2024

Entrevista capotiana a Jordi Català

En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Jordi Català.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría? Elegiría una isla desierta que tuviera una buena biblioteca.

¿Prefiere los animales a la gente? Me gustan los animales, pero prefiero a algunas personas.

¿Es usted cruel? Para nada.

¿Tiene muchos amigos? Los de verdad, se cuentan con los dedos de una mano. Conocidos que aprecio, bastantes.

¿Qué cualidades busca en sus amigos? Que sean ellos mismos.

¿Suelen decepcionarle sus amigos? Los amigos que siempre están ahí, nunca decepcionan. Los que lo hacen, suelen ser otra cosa.

¿Es usted una persona sincera? Mucho, sinceramente.

¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre? Viajando, tocando el piano, leyendo, viendo alguna serie… En ese orden.

¿Qué le da más miedo? El fracaso.

¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice? Me escandaliza el maltrato, de cualquier tipo.

Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho? Pues me hubiera gustado trabajar en el mundo del cine, como actor o director. Por suerte, la literatura me ha permitido abrir una puerta al mundo de los guiones.

¿Practica algún tipo de ejercicio físico? Voy al gimnasio de vez en cuando a hacer cardio y a nadar.

¿Sabe cocinar? Me gusta la cocina y preparar con esmero mis platos preferidos, pero de ahí a decir que sé cocinar hay un buen trecho.

Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría? A Alonso Quijano, Don Quijote de la Mancha.

¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza? Mañana.

¿Y la más peligrosa? Ayer.

¿Alguna vez ha querido matar a alguien? Solo en mis novelas, claro.

¿Cuáles son sus tendencias políticas? Soy bastante neutral, porque los extremos me dan mucha pereza.

Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser? Me gustaría ser algún tipo de ente alienígena que le diera sentido al hecho de que vivimos en una esfera que orbita una pequeña estrella, no demasiado importante, de una galaxia peculiar de un vasto universo.

¿Cuáles son sus vicios principales? A veces me fumo algún cigarro, especialmente cuando estoy rodeado de amigos.

¿Y sus virtudes? Me gusta ayudar a la gente. Es algo innato en mí.

Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza? Sin duda vería a mi mujer y mi hija. Me despediría de ellas de la única forma que sé: con mucho amor.

T. M.

jueves, 21 de noviembre de 2024

Entrevista capotiana a Benjamín Escalonilla

En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Benjamín Escalonilla.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría? Una habitación sin puertas ni ventanas -para que fuese más sencillo- con conexión a internet ubicada en cualquier parte.

¿Prefiere los animales a la gente? Todos somos animales. Mis animales preferidos son variopintos, algunos vuelan, otros son contrabajistas, y la mayoría de ellos te mira directamente a los ojos sin que resulte amenazante.

¿Es usted cruel? De las razones por las que más disfruto la escritura es por la voz de los personajes, sus reflexiones y su sentir; solo a través de la empatía encuentro esas voces y desde la empatía la crueldad no es posible.

¿Tiene muchos amigos? Como todas las personas, solo puedo tener un limitado número de amigos íntimos por cuestiones relacionadas con el tiempo. Así que como todos, tengo menos de diez.

¿Qué cualidades busca en sus amigos? Busco ese cóctel de cualidades -no es siempre el mismo-, que produce una resonancia entre él o ella, y yo. Busco que me miren a los ojos sin amenaza. Busco una conversación.

¿Suelen decepcionarle sus amigos? Procuro no medir a mis amigos en términos de acierto o decepción.

¿Es usted una persona sincera? Tengo que serlo, porque solo desde la sinceridad puedo encontrar esa conversación y esa mirada.

¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre? Leyendo, conversando, manteniendo sexo, escuchando conciertos.

¿Qué le da más miedo? Perder la ilusión. Porque cuando la he perdido me he encontrado en un yermo de fuerzas gravitacionales temibles.

¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice? El dogmatismo. Creer sin pensar.

Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho? Leer, conversar, mantener relaciones sexuales, escuchar conciertos.

¿Practica algún tipo de ejercicio físico? Gimnasia. Bailo.

¿Sabe cocinar? Sí. Casi siempre como lo que me cocino. Preparo una arrabiata que disfruto enormemente.

Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría? Julio Cortázar.

¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza? Ilusión.

¿Y la más peligrosa? Extremismo.

¿Alguna vez ha querido matar a alguien? No.

¿Cuáles son sus tendencias políticas? De izquierda (populismos aparte).

Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser? Un mono o un gato. Un gatomono.

¿Cuáles son sus vicios principales? Irme de copas con amistades.

¿Y sus virtudes? Dar buena conversación a mis amistades.

Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza? Las de unas branquias. Las de mi pareja y mis hijos.

T. M.

martes, 19 de noviembre de 2024

Entrevista capotiana a Daniel V. Villamediana

En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Daniel V. Villamediana.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría? Mi propia memoria, para poder habitar en mis recuerdos: lugares y personas a a las que he conocí, pero también conocimientos, sueños y libros leídos. Siempre me han fascinado los llamados palacios de la memoria, que podías recorrer mentalmente. Una patria virtual.

¿Prefiere los animales a la gente? Muchas veces sí, por su capacidad de saber estar en el presente y su ausencia de ego. El problema es cuando los hombres se parecen a los animales. Toman entonces lo peor de ellos. De hecho, estoy trabajando en una novela sobre un perro parlante en la España del siglo XVI que es más racional que los hombres.

¿Es usted cruel? No, más bien peco de ingenuo. Mi madre no me educó en el rencor, el odio, la venganza, o en tratar de imponerme a los demás.

¿Tiene muchos amigos? No los suficientes, pero los que tengo, creo que son de por vida. Siempre he sido de tener un mejor amigo, desde que era niño, un compañero de aventuras, aunque ahora solo sean literarias o cinematográficas.

¿Qué cualidades busca en sus amigos? La generosidad, la honestidad y la inteligencia.

¿Suelen decepcionarle sus amigos? Ha sucedido pocas veces. No pido demasiado de ellos, solo que estén.

¿Es usted una persona sincera? Generalmente sí, pero al igual que el personaje de mi libro Las siete vidas de Max von Spiegel, siempre he tenido un alma de pícaro, de quien dice e inventa cosas para salir airoso de una situación extrema. Es lo que tiene haber sido mal estudiante.

¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre? Con mi familia, y también escribiendo. O viajar, para hacer todo al mismo tiempo.

¿Qué le da más miedo? Mi propia imaginación.

¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice? La maldad, la violencia, hacer daño al otro sin motivo o causa. También la ignorancia, sobre todo cuando es considerada una virtud.

Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho? Habría sido artesano, ebanista, o probablemente restaurador de muebles; quizá hubiera trabajado en un anticuario.

¿Practica algún tipo de ejercicio físico? Lo intento. Siempre he practicado distintas artes marciales. De uno u otro modo, siempre vuelvo a ellas. Golpear en el aire para conocerte mejor a ti mismo.

¿Sabe cocinar? Cocino como una madre de las de antes. Me gusta mucho cocinar en casa.

Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría? Si pienso en la vida real, mi abuelo Cuco, que cantaba como ningún otro y se parecía a Samuel Beckett. Si pienso en la ficción, el capitán Ahab, de Moby Dick, por su búsqueda absurda de lo imposible, la ballena blanca.

¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza? Tú.

¿Y la más peligrosa? Yo.

¿Alguna vez ha querido matar a alguien? No, pero dar alguna paliza, muchas veces.

¿Cuáles son sus tendencias políticas? Un anarquismo pacífico e ilustrado.

Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser? Mejor.

¿Cuáles son sus vicios principales? Perezoso, un poco irresponsable, ensimismado…

¿Y sus virtudes? Supongo que soy una persona tranquila, familiar, imaginativa y fiable.

Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza? Vería a mi mujer y mis dos hijos, no tengo duda. Y luego algo completamente absurdo, ridículo, para atormentarme después en el más allá, preguntándome: ¿por qué demonios pensé en aquello?

T. M.

domingo, 17 de noviembre de 2024

Entrevista capotiana a José Federico Barcelona

En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de José Federico Barcelona.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría? Posiblemente elegiría la Isla de Utopía, aquel viejo lugar descrito por Tomás Moro que tantos han tratado de alcanzar sin éxito.

¿Prefiere los animales a la gente? No puedo contestar con una afirmación absoluta. Hay gente a la que nunca preferiría frente a determinados animales, y animales que nunca desearía tener cerca de mí por más que estuviera rodeado de personas indeseables. Pero como la pregunta encierra varias capas, atendiendo a la más universal diría que prefiero a la gente.    

¿Es usted cruel? No, que yo sepa. Pero la crueldad, como la humanidad, la piedad, etc., son naturalezas que deben de ser juzgadas por los demás antes que por uno mismo.

¿Tiene muchos amigos? Sí... en distintos estratos o niveles de amistad. El nivel de amistad más cercano a mí no lo habitan más de 5 0 6 personas (incluida aquella con la que convivo).

¿Qué cualidades busca en sus amigos? Son parcialmente diferentes, lógicamente, según los vínculos que nos unen. Pero haya una idea general de amistad que está elaborada con materiales (ideas, sentimientos, emociones, empatías, comportamientos...) básicos de buena humanidad compartidos. No son difíciles de localizar en ejemplos de personas concretas, incluso en declaraciones universales que debieran guiarnos. Me dan igual sus gustos y capacidades deportivas, musicales, literarias, etc.

¿Suelen decepcionarle sus amigos? Ha habido algún caso, muy pocos. Pero la decepción es una emoción inteligente que ha sabido esfumarse con discreción y sin dejar profundas huellas.

¿Es usted una persona sincera? Trato de serlo siempre, procurando que mis palabras ayuden y no provoquen un mal mayor en las personas que las reciben. La sinceridad que cierra los ojos de forma incondicional e inmisericorde a los efectos dañinos que puede ocasionar, es más prepotencia y crueldad que veracidad y franqueza. Hay que saber decir para ayudar, salvo en casos muy excepcionales donde todo está permitido.    

¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre? Liberándome de las ataduras del tiempo de cualquier manera.

¿Qué le da más miedo? La dominación por el uso del miedo.

¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice? ¿Quizá se refiere a lo que está sucediendo en Oriente Próximo y lo que quienes tienen poder para evitarlo están permitiendo que suceda?

Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho? Intentarlo.

¿Practica algún tipo de ejercicio físico? Escaso. Andar.

¿Sabe cocinar? Igualmente escaso.

Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría? A mi madre de 91 años. Es inolvidable, tal vez no para el mundo, pero sí para unas cuantas personas del mundo.

¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza? Esperanza, por supuesto. Y curiosamente es la palabra que nace de las situaciones imposibles, las más terribles y lamentables. Siempre.

¿Y la más peligrosa? Sígueme, yo te llevaré/guiaré al paraíso.

¿Alguna vez ha querido matar a alguien? Sí, muchas veces. Pero siempre en la ficción, ese lugar perfecto donde está permitido.

¿Cuáles son sus tendencias políticas? De izquierdas y democráticas.

Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser? Viajero.

¿Cuáles son sus vicios principales? El exagerado estoicismo.

¿Y sus virtudes? El moderado estoicismo y una sentimentalidad racional.

Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza? Imposible. Sólo el enunciado de la pregunta me produce una profunda angustia que me deja en negro.

T. M.

viernes, 15 de noviembre de 2024

Entrevista capotiana a Leonardo Cervera

En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Leonardo Cervera.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría? Los lugares de mi infancia.

¿Prefiere los animales a la gente? Qué va, aunque tampoco hay tanta diferencia entre los humanos y algunos animales.

¿Es usted cruel? Creo que no, ni particularmente vengativo tampoco.

¿Tiene muchos amigos? No, en cualquier caso la ciencia demuestra que eso es imposible.

¿Qué cualidades busca en sus amigos? Bondad, afinidad e inteligencia.

¿Suelen decepcionarle sus amigos? No, porque ya estoy curado de espanto.

¿Es usted una persona sincera? Trato de serlo, aunque ya se sabe que decir siempre la verdad no lleva a ninguna parte.

¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre? Aprendiendo, escribiendo y jugando a videojuegos de simulación y estrategia.

¿Qué le da más miedo? La maldad.

¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice? Me escandalizan muchas cosas porque he sido educado como un católico y en un mundo en el que los valores tenían más peso que hoy en día. En estos momentos lo que más me escandaliza es la mentira de los políticos y la polarización de la sociedad.

Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho? Enseñar.

¿Practica algún tipo de ejercicio físico? Un poco de gimnasia pero no tanto como debiera.

¿Sabe cocinar? No y me avergüenzo de ello.

Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría? Roberto Perrone, el ángel de la guardia de Primo Levi en Auschwitz.

¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza? Humanidad.

¿Y la más peligrosa? Muerte.

¿Alguna vez ha querido matar a alguien? No, nunca. Mis valores cristianos y mi miedo a la cárcel se interponen firmemente contra cualquier pensamiento asesino.

¿Cuáles son sus tendencias políticas? Centro derecha o centro izquierda, va cambiando, pero siempre centro, democristiano o socialdemócrata.

Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser? Médico de familia o en otra época, sacerdote de pueblo, me gusta el servicio a los demás.

¿Cuáles son sus vicios principales? El orgullo, supongo, y la mala alimentación.

¿Y sus virtudes? Creo en la humanidad y la solidaridad como motores de cambio y lloro con las películas lacrimógenas.

Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza? La imagen de la Virgen, a la que he rezado desde niño para que ruegue por mí a la hora de mi muerte. Y la imagen de mis seres queridos.

T. M.

miércoles, 13 de noviembre de 2024

Entrevista capotiana a Rodrigo de Pablo Ortiz

En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Rodrigo de Pablo Ortiz.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría? El corazón de un alma grande. Ese es el gran viaje, ir de la mente al corazón. Limpiarlo y quedarse en él.

¿Prefiere los animales a la gente? Todos somos animales, con atributos parecidos y un antepasado común. Ambos conocemos el dolor y el placer, aunque le demos sentidos distintos. Prefiero unos u otros dependiendo del uso que el humano haga de la razón. La gente suele tener mejor conversación, pero hay animales más humanos que mucha gente, en su mejor acepción.

¿Es usted cruel? Sí, en alguna ocasión. Sobre todo, conmigo mismo. También soy compasivo, generoso, egoísta, humilde, pretencioso, amable, ingrato, responsable, temerario, justo, arbitrario… Puedo ser todo eso y más, y trato de no perderlo de vista.

¿Tiene muchos amigos? No. Y me parece un tesoro tener tantos.

¿Qué cualidades busca en sus amigos? Ninguna, al menos de forma premeditada. Cuando busco algo muy concreto, lo más normal es que no lo encuentre.

¿Suelen decepcionarle sus amigos? Nunca. Hace tiempo que practico el saludable ejercicio de no someter a nadie a mis expectativas. Es agotador.

¿Es usted una persona sincera? La sinceridad es el compromiso con la verdad, y la verdad es relativa. La subjetividad convierte la realidad en relato. Soy periodista y escribo novelas, no son la misma cosa, pero se parecen bastante. Trato de ser honesto y veraz.

¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre? Últimamente prefiero no ocuparlo. No hacer nada es hacer mucho. Ver crecer una tomatera puede resultarme más apasionante que ir al gimnasio o a un bar. Decía Jacques Prévert que nunca es tarde para no hacer nada.

¿Qué le da más miedo? El miedo. Siento no ser original. El miedo paraliza, amputa, empequeñece. La gran batalla es contra el miedo.

¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice? Algunas atrocidades. Y, sobre todo, la impunidad que muchas veces tienen quienes las ejercen. No hay más que leer los periódicos.

Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho? En general, mi vida es mucho menos creativa de lo que quisiera. Si volviera atrás, habría dedicado más tiempo a encontrar la fórmula para extirpar al trabajo lo peor del trabajo.

¿Practica algún tipo de ejercicio físico? Camino, y trato de darle un propósito, como un peregrino. Y siempre estoy queriendo volver al yoga, si es que el yoga puede considerarse un ejercicio físico.

¿Sabe cocinar? Cuando cocino, descubro que sé, siguiendo con más o menos disciplina las recetas. Pero practico poco.

Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría? A mi padre, ejemplo de muchas cosas. Para que, mientras lo lea, no se le olvide.

¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza? Asha. Así se llama la protagonista de “La orilla de los vivos”. En India significa esperanza. En árabe (aisha) o en suajili (ishi) se traduce como vida. En la tradición persa representa la verdad, aquello que fluye de forma adecuada.

¿Y la más peligrosa? No sé si las palabras son peligrosas. Quizá el peligro está en el uso o la interpretación que les damos. Hay que tener ojo con las maximalistas o las que imponen, limitan o victimizan, no porque sean un riesgo en sí, sino porque se prestan a que las sobemos y pervirtamos.

¿Alguna vez ha querido matar a alguien? No, literalmente. Pero igual que odiar a otro envenena a uno mismo, querer matar a alguien es suicidarse un poco. Si puedo, lo evito.

¿Cuáles son sus tendencias políticas? Creo en la justicia social y me espanta el capitalismo, pero eludo caer en paradigmas trasnochados. La dialéctica izquierda – derecha, salvo matices, es anacrónica. En esencia, quienes la alimentan están sujetos a las mismas lógicas de poder. Se sirven del recelo al otro para perpetuarse, pero unos y otros están vacíos de contenido. El drama es que no hemos sido capaces de armar una alternativa.

Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser? Un bebé, para no saber nada aún o haberlo desaprendido todo.

¿Cuáles son sus vicios principales? Potencialmente, cualquiera. El que más he perfeccionado es el de sabotearme, pero me estoy quitando.

¿Y sus virtudes? El reverso de cada vicio o defecto. Si aprecio algo de luz es porque reconozco la oscuridad.

Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza? Me encantaría que fuera algo poético. Una bandada de pájaros surcando el cielo. La vibración del universo. El océano saliendo de una caracola. Pero, si me estoy ahogando, dudo que mi cabeza dé para tanto. 

T. M.

lunes, 11 de noviembre de 2024

Entrevista capotiana a Santos Martínez

En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Santos Martínez.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría? El Berro. Bueno, no. Ninguno. Qué agobio.

¿Prefiere los animales a la gente? Intento no discriminar.

¿Es usted cruel? A veces, pero ahí sí discrimino.

¿Tiene muchos amigos? No.

¿Qué cualidades busca en sus amigos? Que quieran ser mis amigos. No estoy para ponerme exquisito.

¿Suelen decepcionarle sus amigos? No.

¿Es usted una persona sincera? Más o menos hasta donde permite la vida en sociedad.

¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre? Leyendo, llamando a mi novia y a mi madre, pensando en el Madrid y en cómo sería la vida sin tener que trabajar, espantando la ansiedad anticipatoria, recreando goles míos y haciendo listas: onces históricos del Madrid por décadas, cantantes favoritos, personas que deberían morir por su propio bien…

¿Qué le da más miedo? Los drones.

¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice? Soy periodista –como decía Dovlátov-, nada me escandaliza.

Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho? Ser escritor no implica llevar una vida creativa. Así que la respuesta es fácil: haría lo mismo, pero sin escribir.

¿Practica algún tipo de ejercicio físico? Salgo a correr de vez en cuando. Me gustaría jugar más al fútbol (que es lo que más me gusta en la vida), pero casi nunca se da.

¿Sabe cocinar? Solo marranear sartenes.

Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría? A Vic Godard.

¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza? Vinicius.

¿Y la más peligrosa? Lamine.

¿Alguna vez ha querido matar a alguien? Sí, con frecuencia a la misma persona.

¿Cuáles son sus tendencias políticas? Izquierda. Antifascista y anticapitalista. Más marxista que otra cosa, aunque me aterroriza la brasa que suele conllevar.

Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser? Palmero.

¿Cuáles son sus vicios principales? As.com.

¿Y sus virtudes? Soy observador.

Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza? Un gol que le metí al Bullense en alevines, la vez que vomité unos churros en Ojós, la primera vez que escuché a los Replacements, cuando mi amigo Daniel me llamó ‘el Monchi de los amigos’, cuando mi padre me dijo que llamara todas las noches a mi madre y la noche en que conocí a mi novia.

T. M.