Cuando el celular sonó Vanesa estaba sirviéndose el café de la noche. Pero dejó que volviese a sonar una segunda vez y de pasada tomó un cigarrillo y lo encendió mientras se dirigía al aparato que había dejado junto a unos libros.
Sabiendo que era él, absorbió un poco más de nicotina y dijo
- Hola.
La voz en el teléfono contestó
- Hola princesa, ¿cómo estás? No me llamaste en todo el día.
- Hola Esteban, estuve ocupada con una documentación que debía terminar.
- ¿Pero todo el día sin un llamado ni un mensaje? Y yo que no dejo de imaginar… el momento de volverte a ver.
- ¿Y cómo lo imaginás?
- Pienso en tus ojos azules, en tu cabello negro entre mis dedos. Pienso en besarte y en tenerte pegada a mí. En todo lo que te deseo…
Vanesa levantó una ceja mientras se decía mentalmente… quiero verte en los próximos minutos.
- Yo también te cogería (contestó prontamente).
Esa última frase lo dejó sin palabras, ya que no existía en el vocabulario de Vanesa esa expresión y dicha en ese tono.
Ella noto su silencio y no pudo disimular cierta sonrisa y continuó –¿Te cuento lo que te haría?
Al otro lado del celular, Esteban se sintió entusiasmado por la inusual charla.
-¿Y qué me harías? -preguntó.
- Mmmmm de todo -dijo sensualmente.
Los minutos que pasaron fueron subiendo la temperatura de la conversación… inventaron el lugar, los gestos, los detalles, la música, el olor y la cadencia,,,
La excitación de Esteban estaba en su plenitud.
Cuando ella le dijo
-Y te susurraría algo especial al oído.
-Dímelo –contestó él a modo de súplica.
-Te diría que ayer a la noche, te envié un mensaje y que no se si sabrás que me lo respondiste al rato, diciendo que estabas haciendo el amor… con tu “esposa”. Y que creo que esta noche no vas a tener a ninguna de las dos.
Oprimió tranquila la tecla end y esta vez apagó la colilla del cigarrillo sin tanta delicadeza, pero con una sonrisa.