¿Drogas de Internet? No, gracias
¿Por qué tenía que dar tantos datos sobre mi persona para estar en contacto con mis amigos, si ellos ya sabían de mí en persona? ¿Por qué tenía que aguantar a perfectos desconocidos que me rebatían mis razonamientos sin razones? ¿Por qué tenía que escribir a diario, sin ser eso una prueba de vida? ¿De dónde la obligación de que todas las imágenes fueran bonitas, no por la belleza, que alumbra la vida, si no para rebajarse a dar envidia (y en este país, que ya das envidia solo por existir)?
Estoy en Internet, pero volví a los orígenes, aquellos del email, solo texto puro y duro, y las páginas web, html de mis amores.
Este web, que ofrece un trabajo de recopilación del lenguaje informático podía haber estado en un blog, pero un web es más simple y para comunicarnos, en lugar de los comentarios, el email, que es mejor filtro que recorrerse diariamente las entradas y borrar a los que, en lugar de ayudar, porque no saben, se dedican a molestar.
Entran al web los que necesitan algo. Ahí está mi trabajo, pero mi existencia es mía, y no sé hasta qué punto les puede interesar mi persona, asumo que nada, más allá de la terminología informática que vienen buscando.
Las redes sociales enganchan. Y no es fácil dejar una droga cuando estás enganchado. La dopamina fluye cuando suena la llegada de un mensaje. Y cada vez necesitamos más y más. Pudo ser bonito (a mí no me gustó) en un principio, pero nunca supusimos que llegaría a enganchar. ¿O ellos sí?
Que ustedes disfruten de Internet, pero cuidado con las redes sociales.
Webmaster