El Internet de las Cosas o el Todo Conectado
El Internet de la Cosas no es el aire acondicionado o la nevera hablando con el microondas. No, es más, es un totum revolutum. Cualquier dispositivo que tenga una funcionalidad, del tipo que sea, podrá (o a lo mejor, deberá) tener su corazoncito de procesador para interactuar con otros dispositivos.
En 2010 Cisco evaluaba el número de dispositivos interconectados en treinta y cinco mil millones (35.000.000.000), y hacía una proyección de potenciales dispositivos a ser conectados a la red en un billón. Grandes números, si los comparamos con los 1.012.706.608 host que había a enero de 2015 conectados a la red, segun el Internet Systems Consortium. La empresa Huawei calcula que en tan solo diez años, habrá cerca de cien mil millones de aparatos conectados a la Red a lo largo y ancho del planeta. Unos dos millones de nuevos sensores desplegados cada hora.
La privacidad y la seguridad serán dos de los grandes caballos de batalla. Y nos quejamos hoy con la ubicación vía teléfono celular. Hasta las bombillas se van a chivar de donde estemos. Y si nuestra red casera es insegura, que lo es, la red de todas las cosas puede llegar a ser tan sana como un vertedero.
La falta de libertad será el tercer caballo de batalla. Llevamos años hablando sobre la alienación que produce la sociedad en el individuo. Y no vemos que nuestra libertad quedará en manos de los objetos interconectados, que con su inteligencia grupal, nos llevarán de la mano en nuestras elecciones. Quedaremos encasillados en nuestro perfil de gustos y comportamiento. Haciendo bueno el viejo dicho de la universidad de Salamanca: lo que la naturaleza no da, Salamanca no presta, no por poner un chip a un objeto tonto vamos a hacerlo listo. Y muchos tontos no hacen un listo.
La desigualdad, el cuarto caballo. Si ahora vemos una grieta entre países con y sin tecnología, con el todo conectado el resultado puede ser inimaginable. Una especie nueva y diferente del resto de la especie humana: el 'homo connectibus', con un primo lejano, el 'homo sapiens'. Y no es ciencia ficción, si a principios del siglo XX soltábamos a un europeo en la selva amazónica y lo dejábamos solo, lo más probable era que muriera. A día de hoy hay niños que piensan que la leche la dan los briks.
Dicen que la mejor manera de predecir el futuro es inventarlo. Cuando nos despertemos, las cosas interconectadas estarán ahí. Para bien o para mal, estarán ahí.
Mientras tanto, miren por la ventana que las nubes no son de datos.
Que ustedes lo disfruten.
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