En salas de todo el país

Diego Velázquez y Martín Turnes emprenden un enigmático viaje cinematográfico a través de “El agrónomo”

El actor y el director dialogaron con EscribiendoCine acerca del drama y thriller que se presenta en la pantalla grande.

Diego Velázquez y Martín Turnes emprenden un enigmático viaje cinematográfico a través de “El agrónomo”
Diego Velázquez y Martín Turnes
Diego Velázquez y Martín Turnes
jueves 01 de agosto de 2024

Una de las películas nacionales con destacada repercusión en la edición 2024 del BAFICI fue El agrónomo, dirigida por Martín Turnes y protagonizada por Diego Velázquez. En esta ocasión, el film que transita el drama y el thriller arriba a diferentes salas del país, entre ellas, el Cine Gaumont (Rivadavia 1635, CABA).

El relato se centra en un ingeniero agrónomo (Velázquez) que se muda a la zona de mayor producción agropecuaria del país, junto a su esposa (Valeria Lois) y a su hija (Ángeles Zapata). De a poco, descubre que su progenitora y su nuevo novio rapero (Lautaro Zera) luchan contra el uso de agrotóxicos y la empresa para la que él trabaja. Y la enfermedad de una chica del lugar (Alfonsina Videla Benzo) genera que el agrónomo se enfrente a la encrucijada de decidir entre su trabajo o su familia.

“El agrónomo” se trata de una ficción que parte de una problemática verídica vinculada a las repercusiones del modelo del agronegocio en Argentina. Martín, ¿qué te motivó a llevar esta historia a la pantalla grande?

Martín Turnes: El agrónomo surge luego de tener un hijo y pensar acerca de los alimentos que estamos comiendo, de la preocupación por el uso indiscriminado de agrotóxicos y las consecuencias que esto tiene en nuestra sociedad y en nuestros cuerpos, a partir del modelo del agronegocio, de conocer historias como la de Fabián Tomasi, de leer investigaciones y publicaciones como las de Andrés Carrasco. Comenzando con una profunda investigación, sentí que desde el cine podíamos hacer un aporte significativo para visibilizar esta problemática que afecta a nuestro país y al mundo entero, con el objetivo de invitar al diálogo y a la reflexión a través del arte. Es muy gratificante ver que esto ya está ocurriendo en las diferentes funciones.

Además, es tu ópera prima de ficción, aunque antes dirigiste un largometraje documental, e incluso este film tiene tintes de dicho registro, ¿qué trasladaste de tus experiencias previas a este nuevo proyecto?

M.T: Trabajo en cine principalmente como Director de Fotografía o Cámara, y en paralelo intento generar mis proyectos como Director. Pichuco (2014) fue mi primer largometraje documental como director, que ganamos Premio Cóndor de Plata a Mejor Documental. Luego, Una noche solos (2019) integró un Historias Breves, en el que convoqué a Diego Velázquez, que terminaría siendo el protagonista de El agrónomo.

Una de las premisas con esta película fue abordar una temática que pudiera ser la de un documental, pero enmarcada en la ficción. Junto a Marcelo Pitrola, mi co-guionista, optamos por una narración realista, retratando la cotidianidad y las contradicciones de los personajes. Luego, en rodaje, desde todos los rubros cuidamos cada detalle para que todo fuese lo más verosímil posible, haciendo que el pueblo retratado pudiera ser cualquier pueblo de nuestro país. Este proceso requirió mucho trabajo, investigación y diálogo con la gente del lugar que, fuera de cámara, gracias a sus aportes logramos ajustar detalles en los diálogos de los personajes y también en recrear los espacios.

Justamente, el escenario es un protagonista más del relato, ¿qué oportunidades y qué desafíos te presentó?

M.T: Filmar en el campo no es fácil. El guion cambió mucho a lo largo de los años. En una versión anterior a la pre-producción incluía cultivos como soja, trigo y maíz, típicos de este modelo de monocultivo. Sin embargo, el rodaje en 2022 coincidió con una de las mayores sequías del país de los últimos años. Tuvimos que adaptarlo tanto en la pre como durante el rodaje, ajustando acciones y diálogos a la realidad coyuntural, con el asesoramiento de gente local. Mi intención era ser lo más preciso posible, cuidando los detalles para que el espectador familiarizado con el tema no se distancie de la historia.

Cuando se suma Fernando Romanazzo (productor) al proyecto y aparece la oportunidad de filmar en Marcos Paz (Provincia de Buenos Aires) fue espectacular, porque encontramos los espacios urbanos y del campo a una corta distancia y nos facilitaba el rodaje. Nuestro plan era utilizar locaciones reales, que al momento de hacer scouting con el jefe de locaciones, Ricardo Robledo, que vive en Marcos Paz y conoce muy bien la zona, y luego con Marilina Álvarez (Directora de Arte) y Danilo Galgano (Director de Fotografía), trabajamos en conjunto para acompañar lo que ya entregaban los espacios.

Hubo locaciones que para mí eran muy importantes, como la casa donde vive la familia, y la estancia abandonada que el agrónomo recorre, que fueron difíciles de encontrar porque el guion pedía algunas acciones o recorridos que no eran sencillos, pero cuando las encontramos fue increíble. Por otra parte, el espacio del Centro Cultural es real y la plaza donde se juntan lxs chicxs de la zona a hacer rap también. Desde mi punto de vista, ese era un paso ganado.

Diego, a lo largo de tu camino profesional, trabajaste con diversos directores/as. ¿Qué te interesa de las óperas primas que, en cierto punto, son la carta de presentación de muchos cineastas?

Diego Velázquez: En realidad, las películas y las obras de teatro siempre son medio una apuesta a algo desconocido, que te plantea alguien que muchas veces es la primera vez que ves cuando te está convocando para ese proyecto. Y ahí ves en base a lo que se pone sobre la mesa: qué es lo que hay, si eso te interesa, si hay material para trabajar, la persona, son un montón de cosas, más allá de si es ópera prima. A mí hay algo de estas películas que me encanta, y que agradezco, y es que alguien piense en vos para su proyecto con el que viene desde hace tanto tiempo. Y también me gusta cuando te encontrás con gente que ya tiene un “carrerón”. Me parece que en la convivencia de esas experiencias es donde uno más se nutre.

A lo largo de la película, vemos las contradicciones de Gastón, tu personaje, como actor social de este sistema, ¿qué preguntas te generó y qué respuestas encontraste al encararlo?

D.V: Lo que más me interesó del guion era eso, cómo el punto de vista de Gastón, que podríamos llamar el personaje menos cómodo, era con el que había que tratar de generar cierta empatía al principio, para que después te encuentres en la disyuntiva de haber acompañado a alguien con el que, quizás, no estás tan de acuerdo en lo que está haciendo. Inicia con una mudanza por un trabajo nuevo, tratando de sostener un estilo de vida con la familia, y se encuentra con un entorno que lo está señalando por cómo hace su trabajo. Me atraía que él va descubriendo todo y lo sigue haciendo, a pesar de eso. Era ver cómo hacía para acomodar ciertas verdades que se le presentaban en la cara, y para que nada de todo lo construido se derrumbara.

Pensando en los sujetos de la ficción en general, ¿qué valores encontrás cuando un personaje posee contradicciones?

D.V: ¡Todos! (risas) Sino se pone chato, 2D en vez de 3D. Cuantas más aristas haya para jugar, cuanto más incómodo sea, ¡me gusta! También uno va encontrando, o llega al rodaje con muchas ideas, y después todo lo que imaginó se desarma en el momento del filmar, porque ahí es la verdad de la milanesa. Entonces, tener todas esas contradicciones, y que cualquier cosa pueda pasar, a flor de piel, hacen que el personaje se vuelva más cercano y que el espectador acompañe durante toda la película.

Desde la dirección, ¿cómo se trabajaron las ambigüedades del protagonista?

M.T: La posición del ingeniero es crucial porque está presente en el día a día del trabajo agrícola y decide las cantidades de agrotóxicos a utilizar. Al hablar con varios agrónomos, noté que sus vidas familiares tenían dinámicas particulares. Era importante que el personaje estuviera acompañado por su familia, viviendo juntos esta experiencia transformadora.

Además, el agrónomo que elegí representar es un empleado, con un productor de campo como jefe cercano y el dueño de las tierras a distancia, de quienes recibe comentarios o reclamos. También tiene a un trabajador tercerizado que trabaja para él aplicando los productos. Esto muestra que el agrónomo no es ajeno a la responsabilidad de lo que ocurre en los campos en los que trabaja; aunque no es el único responsable, para las personas del pueblo, especialmente los jóvenes amigos de su hija, se convierte en el principal foco de atención. Todo esto es muy difícil para él de comprender, o incluso de querer comprender, dependiendo de quién lo observe.

Siguiendo con las contradicciones, fuera de la ficción, ¿a cuáles se han enfrentado en sus caminos profesionales?

D.V: Hay algo de contradicciones que se generan cuando está metido el dinero de por medio, cuando tenés que agarrar un trabajo por necesitar el dinero y no estar tan de acuerdo con ese proyecto. Para mí, eso, en algún momento, fue una contradicción grande, de intentar lo más que pudiera de no formar parte de cosas que no me gustaran, pero bueno, a la vez, ser actor en este país no es sencillo, hay que pagar el alquiler y demás. Entonces, la contradicción más grande en relación a mi profesión ha tenido que ver con hacer convivir cosas que uno hace puramente por deseo y otras que hace más por trabajo. Aunque, también, muchas veces, terminás encontrando que en ese trabajo podés sacar un montón de provecho y hallás situaciones muy ricas como actor, y quizás en el primer caso creías que iba a ser un sueño dorado y no. Ahora, quizás, estoy más relajado con eso.

M.T: Creo que, como cualquier ser humano, vivo rodeado de contradicciones, con el paso del tiempo con algunas me llevo mejor que con otras. Durante los últimos años, y sobre todo el actual, nos encontramos en la lucha por la Cultura Argentina y por el Cine Argentino en particular. Hay un sector de la sociedad que busca instalar que quienes trabajamos en ámbitos culturales, aunque el cine también es industria y fuente generadora directa e indirecta de trabajo y recursos económicos, somos responsables de la crisis que atraviesa nuestro país y que vivimos de los subsidios que da o daba el Estado. Es un hecho que hay gente que está peleando por un plato de comida, y comer es un derecho esencial, como también lo es tener un techo para vivir y la educación. Pero el acceso a la Cultura también es un derecho, y el Estado es el responsable de garantizar que se cumplan nuestros derechos. Creo que la dicotomía “cultura vs hambre” es una falacia tramposa que sólo conviene a los poderosos. El cine argentino cuenta nuestras historias, la de nuestro país y su gente; tenemos artistas y profesionales reconocidos mundialmente que las cuentan; si no hay fomento al Cine desde el Estado nos vamos a quedar sin Cine Argentino.

Sobre el actual contexto del cine argentino, ¿cuáles son sus percepciones?

M.T: Lo que está haciendo este gobierno es vergonzoso y penoso. Pienso que estábamos en un momento en el que era necesario replantear y discutir el modo de fomentar, exhibir y hacer cine y audiovisual de acuerdo a la realidad que tenemos, en exigir a las plataformas que hagan sus aportes correspondientes. Pensar en conjunto con todos los sectores involucrados en la actividad cómo mejorarla, cómo aprovechar mejor los recursos disponibles y llegar a un mayor público que vea nuestras películas. Pero de ningún modo el camino es borrar el cine de las pantallas ni dejarlo al azar del libre mercado. Creo que la libertad para hacer el cine que cuenta a nuestro país y sus historias, viene de la mano de un Estado que regule la actividad.

Comparto el rechazo al Decreto 662/24 firmado recientemente por el presidente Javier Milei, que va totalmente contra el crecimiento de la industria cinematográfica en nuestro país, contra los fondos destinados a la producción y la cuota de pantalla, que permite que películas argentinas, como El agrónomo tengan espacios de exhibición en salas de todo el país. No es arbitrario que nuestra película se estrene en CABA solamente en el Cine Gaumont, es causa de estas políticas destructivas.

D.V: Es un momento muy complicado y muy doloroso también. En lo personal, lo vivo así. Hay algo que lograron instalar que tiene que ver con que “todos los artistas somos unos vagos subsidiados”. No tienen ni idea lo que es hacer una película como El agrónomo, el nivel de trabajo que implica, es muy difícil. Lo que me duele particularmente de este momento, más allá del golpe terrible que está dando el Gobierno formalmente, es el acompañamiento ciudadano.

Todo es cine argentino, pero hay películas que van a encontrar la manera de subsistir, porque se trata de un negocio, y si el negocio rinde, va a seguir estando, es así. Hay productoras que van a encontrar las maneras de seguir haciendo sus films, asociándose a plataformas o produciendo ellas mismas. Pero hay otras películas que son las que están en riesgo. Ese cine está muerto, no se está filmando nada. Y se había avanzado un montón. Yo tuve la posibilidad de filmar en muchos lugares del país donde no se había hecho nunca. Hay que entender que la voz del cine no es la voz porteña, sino que es la de todo el país. Eso se estaba haciendo, pero con la excusa de uno o dos errores que haya cometido alguien están destruyendo una industria, dejando a un montón de gente sin trabajo, y eso lo está apoyando gran parte de la sociedad.

Considero que no todas las películas tienen que rendir económicamente, no todo tiene que ser masivo. Además, hay un montón de proyectos que no lo son, y eso no quiere decir que no los vea nadie. No a todos nos tiene que interesar lo mismo. Sin embargo, con este concepto de que lo que no produce ganancias no merece existir, con esa excusa se están derribando un montón de cosas necesarias.

Ahora hay que ver cómo hacer, no solo para pasar este tiempo en el que hay que convivir con ellos en el poder, sino, también, cómo volver a pensar el encuentro con los espectadores, cómo hacer que quienes nunca ven cine argentino lo hagan, cómo recuperar a esa gente que está pensando eso de la industria, cómo lograr que cambien esa visión.

Próximamente

El 22 de agosto, regresa a la pantalla grande Relatos salvajes (2014), la antología cinematográfica escrita y dirigida por Damián Szifron, en la que Diego integra uno de los cortometrajes. Una semana después, el 29 de agosto, debuta en salas el western Hombre muerto (2024), de Andrés Tambornino y Alejandro Gruz, coprotagonizado por Osvaldo Laport y Velázquez.

Por su parte, Turnes se encuentra trabajando en un proyecto híbrido entre documental y ficción, que ocurre en una ciudad pequeña de la Provincia de Buenos Aires, en la que un personaje va en búsqueda de algo y se encuentra con una caja de Pandora. “Estoy muy entusiasmado con este proyecto, ya que me permite seguir explorando las fronteras entre la realidad y la ficción, y abordar nuevas historias que invitan a la reflexión”, concluyó el cineasta.

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