Crítica de "El viejo roble": El último legado de Ken Loach

El viejo roble, la más reciente y posiblemente última película de Ken Loach, es una obra que se resignifica en el actual contexto global. Ambientada en un pueblo minero en decadencia en el norte de Inglaterra, la trama examina los conflictos que surgen cuando un grupo de inmigrantes sirios se establece en la comunidad. A través de un enfoque humanista y conmovedor, Loach nos ofrece una reflexión profunda sobre la xenofobia, la solidaridad y la capacidad del ser humano para reinventarse frente a la adversidad.

En el centro de la historia está T.J. Ballantyn (interpretado por Dave Turner), el dueño del pub "El Viejo Roble," un refugio para los aldeanos que han visto sus vidas trastocadas por el declive económico. Sin embargo, el establecimiento se convierte en un espacio de esperanza cuando T.J. comienza a conectar con Yara (Ebla Mari), una joven siria apasionada por la fotografía. A través de su amistad, se va gestando un cambio en la atmósfera del pueblo, promoviendo la integración y el entendimiento.

Ken Loach, reconocido por su enfoque en las luchas sociales y su habilidad para dar voz a los marginados, vuelve a demostrar su maestría en la creación de personajes llenos de sensibilidad y profundidad emocional. Con una filmografía que abarca más de medio siglo, Loach ha explorado a lo largo de su carrera los desafíos que enfrentan las clases trabajadoras y los desposeídos, desde su icónica Kes (1969) hasta Yo, Daniel Blake (2016), que le valió la Palma de Oro en Cannes.

En El viejo roble, Loach no solo nos presenta a personajes que deben lidiar con pérdidas personales y el desarraigo, sino que también nos invita a reflexionar sobre la condición de los inmigrantes y exiliados en el mundo contemporáneo. A través de escenas cargadas de emotividad, como la proyección de las fotos de Yara en el pub, la película se convierte en una alegoría de la convivencia y la resistencia comunitaria frente a la adversidad.

La relación entre T.J. y Yara se convierte en el eje de la transformación que experimenta la comunidad, enfrentando las fuerzas destructivas de la xenofobia con gestos de solidaridad y empatía. El guion, escrito por Paul Laverty, colabora estrechamente con la visión de Loach, cerrando una trilogía sobre la gente del norte de Inglaterra que inició con Yo, Daniel Blake y Sorry We Missed You (2019).

El viejo roble es una despedida emotiva y digna de un cineasta cuyo legado en el cine social es innegable. Filmada con un estilo sobrio y sin artificios, la película transmite un mensaje de esperanza y humanismo que resulta profundamente conmovedor. Es una obra que quedará en la memoria de los espectadores como un canto de cisne de uno de los grandes directores de nuestro tiempo.