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domingo, 23 de febrero de 2025

Las SA de Hitler

Desde que aparecieron en 1921 como unas secciones deportivas del Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán (NSDAP) hasta que en 1934 sufriera su descabezamiento en la dramática "Noche de los Cuchillos Largos", las SA o Secciones de Asalto tuvieron un papel fundamental en el ascenso de Adolf Hitler al poder en Alemania.

Las SA de Hitler
Desarrollaron rangos paramilitares que fueron adoptados posteriormente por las SS y sus ocupaciones eran diversas: repartían folletos y octavillas, pegaban carteles, vendían la prensa del partido, recaudaban fondos y afiliaban a simpatizantes, desfilaban por las calles al son de las bandas de música militar o auxiliaban a sus camaradas desamparados en comedores sociales o con alojamiento. Las SA regentaban los Sturmlokale, una red de bares y cervecerías que servía a su vez de sede de la organización. Pero además eran tremendamente violentos, atacaban a los judíos y reventaban los actos de los partidos contrincantes, en especial los comunistas, y les daban palizas. También se encargaban de la seguridad en sus propios actos políticos.

Las SA de HitlerSu violencia en muchas ocasiones era contestada por sus rivales en un clima violento próximo en ocasiones a la guerra civil. Tanto es así que más de 400 SA perdieron la vida en las calles. Esta situación llevó a la dirección del partido a sufragar un seguro colectivo para sus miembros.

Las SA atrajeron a millones de hombres sin rumbo en una Alemania hundida por el paro. Aun así, sus miembros pagaban de su bolsillo hasta el uniforme. Una parte notable de sus miembros tenían pasado comunista, por ese motivo se decía de las SA que eran como un filete; "pardo por fuera y rojo por dentro" debido al color de sus uniformes y a su pasado político. Pero a todos ellos le unía un elemento común: su fascinación por la violencia, de hecho su consigna favorita era "nos pegamos a lo grande".

Las SA de Hitler
Hitler con Röhm (1933)
Su trabajo, dedicado en cuerpo y alma al partido, fue muy mal "pagado". De ahí su anhelada "Segunda Revolución", que le costará la cabeza a sus dirigentes tras la toma del poder de Hitler, con su líder Ernst Röhm en primer lugar. Röhm quería que el ejército del Reich se integrara dentro de las SA, por lo que Himmler y Heydrich redactaron un informe falso, que presentaron ante Hitler, donde aseguraban que Röhm pretendía usar a sus SA contra el Führer. Detenido el 30 de junio de 1934 en el Hotel Hanselbauer en Bad Wiessee fue confinado en la prisión de Stadelheim donde dos miembros del SD (servicio de inteligencia de las SS) lo mataron a balazos.

Las SA siguieron existiendo, aunque sin apenas relevancia; la mayor parte de sus miembros pasó a las SS. Sorprendentemente, el mismísimo Himmler defendió la misma posición de reemplazar a la Wehrmacht por las SS una vez acabara la guerra.

Para saber más:
Nazis a pie de calle, de Jesús Casquete
Historia virtual del Holocausto
Spartacus educational
Vivir Diario
Mundo SGM

domingo, 16 de febrero de 2025

Lectura recomendada: La desaparición de Hitler. Mitos, falacias y fraudes

Hace tiempo que no recomendaba un libro de ensayo y creo que “La desaparición de Hitler. Mitos, falacias y fraudes” de Fernando del Castillo es una oportunidad estupenda para retomar estas sugerencias.

Alrededor de la figura de Adolf Hitler se ha escrito mucho, pero mucho, y lo que queda. Algunos libros con gran acierto y otros tantos que lo único que han hecho es fomentar aún más lo que Fernando del Castillo desmonta en este interesantísimo libro. Pero pongámonos en contexto. Cuando el fin de su imperio estaba próximo, Hitler se encerró en su búnker, se casó con su compañera Eva Braun, se quitó la vida y ordenó que su cuerpo fuera incinerado para no sufrir el trágico final de su amigo Benito Mussolini, cuando fue ajusticiado y exhibido en la plaza del Loreto en Milán. Esta es la versión de la historia que se da como oficial y que diversos testigos corroboran.

Como el cuerpo no apareció, desde el primer momento han ido circulando multitud de mitos, rumores y bulos de toda índole. Todo comenzó en 1945 y en 2025, tras ochenta años siguen vigentes. Hay historias que afirman que quien fue quemado era un doble o que no era nada de eso. Otras que huyó de Alemania a través de España hasta Argentina o Brasil y hasta que se quedó en España protegido por el dictador Francisco Franco; que escapó a Japón y que llegó a la Antártida, donde los nazis tenían una base secreta. En todos los casos disfrutó de una generosa vida librándose de ser juzgado. Estas son solo una pequeña porción de las múltiples teorías sobre el final de Hitler que “La desaparición de Hitler. Mitos, falacias y fraudes” desmonta con rigor, apoyándose en toda la documentación disponible y con las declaraciones de testigos presenciales.

Para Fernando del Castillo, tal cúmulo de especulaciones tiene un punto de partida muy interesante y poco conocido. El principal nexo es, ni más ni menos, que el dictador soviético Iósif Stalin que se empeñó en hacer ver que fueron el resto de los aliados quienes facilitaron la huida y posterior vida oculta de Hitler, aunque tuvo en sus manos informes que dejaban claro que Hitler no había huido, que se había suicidado y que había sido incinerado en el exterior del Führerbunker.

En mi opinión, “La desaparición de Hitler. Mitos, falacias y fraudes” es una lectura necesaria para comprender el mito de Hitler, sus últimos días de vida y multitud de elementos fundamentales para descifrar por qué no se admitió desde el principio la muerte del Führer. Fernando del Castillo da respuesta en su libro a multitud de incógnitas y a como algo que sucedió hace ya ocho décadas sigue fascinado y manteniéndose vivo.

 “La desaparición de Hitler. Mitos, falacias y fraudes”, está editado por Sekotia y se puede comprar en tu librería de confianza, en plataformas y en la web de la editorial.

Fernando del Castillo Durán es catedrático y doctor en Hispánicas, miembro de la asociación Historiadors de Cataluña-Antonio de Campmany y tiene publicadas las novelas “El librero de Cordes”, “Memoria de la niebla”, “El sable torcido del general” y “El organista de Montmartre”, además de múltiples artículos.

domingo, 8 de septiembre de 2024

El vagón del Armisticio

Un simple coche restaurante de los ferrocarriles franceses se convirtió en testimonio del fin de la Gran Guerra y de una venganza algo más de veinte años después. Primero fue el 11 de noviembre de 1918, y en el mismo lugar, un segundo, el 22 de junio de 1940.

El vagón del armisticio
Propiedad de la Compagnie Internationale des Wagons-Lits, el coche comedor CIWL 2419 D, fue construido en 1914 en Saint-Denis y su uso era para que los viajeros adinerados disfrutaran de selectos menús mientras viajaban de París al lujoso balneario de Deauville. Su destino cambió en agosto de 1918, cuando el mariscal Ferdinand Foch, lo convirtió en su oficina ambulante, en un momento en que el final de la guerra parecía muy cercano.

El vagón del armisticio
La idea inicial, era que la rendición alemana se firmara en Senlis, donde Foch tenía su cuartel general, pero la población había sido brutalmente atacada por los germanos antes de la primera Batalla del Marne, en 1914. Pero se temía una brutal reacción de la población que decidiera vengarse. Para evitar cualquier altercado se resolvió hacerlo en un lugar más aislado y el bosque de Compiègne fue el sitio elegido.

La delegación alemana cruzó la línea del frente la noche del 7 de noviembre de 1918 en varios automóviles escoltados por tropas francesas. Diez horas después llegaron a Compiègne. En el vagón lo esperaba el mariscal Foch junto a un alto oficial británico sin ninguna pretensión de negociación. Foch se limitó a entregarle un documento que imponía a Alemania una fuerte desmilitarización, la pérdida de territorios, el pago de grandes indemnizaciones de guerra, junto a otras concesiones. Tenían 72 horas para aceptar las condiciones.

Los germanos protestaron enérgicamente ante tan severas condiciones. No se podía considerar un armisticio. Que era una rendición incondicional. Todo fue en vano, no se cambió absolutamente nada del texto. Humillados, se vieron obligados a firmar. La rúbrica se materializó a las 5:30 del 11 de noviembre en el vagón sin la presencia de testigos, salvo los firmantes y un oficial del ejército francés. Tras la rendición, Foch ordenó que el coche oficina fuera trasladado a París para ser expuesto como triunfo sobre los alemanes

El vagón del armisticio
22 años después la situación fue muy diferente. Alemania parecía imparable y Francia había caído derrotada en pocas semanas. París cayó en manos alemanas el 14 de junio y el gobierno francés, que se encontraba en Burdeos, quiso pedir un armisticio. El presidente Paul Reinaud era contrario y renuncio a su cargo, por lo que fue sustituido por el mariscal Philippe Pétain, Hitler tenía clara la venganza por la derrota de la Primera Guerra Mundial. El vagón del armisticio de 1918 volvería al bosque de Compiègne.

Para rematar la humillación francesa, Hitler se sentó en el mismo lugar que el mariscal Foch y obligó a los franceses a hacer lo mismo en los lugares que ocuparon, más de dos décadas antes, los representantes alemanes. Tras unas palabras Hitler se retiró, y el mariscal Keitel entregó las condiciones del armisticio que determinaba, entre otras condiciones, que Alemania ocuparía dos terceras partes del país dejando el resto a un gobierno colaboracionista y que Francia debía costear los gastos del ejército de ocupación estimado en unos 400 millones de francos diarios. Evidentemente, los franceses se quejaron de unas condiciones tan duras, pero, como sucedió en 1918, los alemanes se mantuvieron inflexibles.

El vagón del armisticio
Tras la firma, Hitler ordenó destruir todo lo referente a la victoria francesa de 1918, salvo la estatua del mariscal Foch y que el vagón fuera trasladado a Berlín, como se hizo más de veinte años antes en París. Se colocó una pasarela a su alrededor para que a través de sus ventanas se viera el interior en el que se exponía el original del Tratado de Versalles.

En 1945 una delegación del ejército francés se dedicó a buscar el vagón para llevarlo de vuelta a París, pero fue en vano. Poco a poco fueron apareciendo algunas partes del vagón del armisticio que actualmente se pueden ver en el Museo del Armisticio de Compiègne. Hitler ordenó a las SS destruirlo para que no volviera a ser usado para la rendición de Alemania. Desde 1950 un coche comedor perteneciente a la misma serie y acondicionado como el original CIWL 2419 D se encuentra en el mismo lugar de Compiégne.

Para saber más:
Museo del Armisticio
National Geographic
La Razón
France24
Asuntos Ferroviarios
AP News

domingo, 11 de agosto de 2024

La bufanda de Rommel

En 1912, cuando Erwin Rommel era solo un teniente destinado en el 124.º Regimiento de Infantería en Weingarten, conoció a una joven vendedora de frutas llamada Walburga Stemmer, con quien tuvo un romance. De este romance nació al año siguiente una niña a la que llamaron Gertrud. Pero todo no era felicidad para la pareja. Rommel estaba comprometido con Lucie María Mollin, que se encontraba estudiando en Danzig. 

La bufanda de Rommel
Rommel amaba a Walburga, pero se vio obligado a romper la relación debido a la insistencia de su madre, que consideraba que una frutera no era una esposa digna de un oficial alemán. Pero a pesar de la separación forzosa, Rommel mantuvo el contacto y ayudó económicamente a Walburga y a Gertrud, a quien siempre le mostró un paternal y sincero cariño. Poco después del estallido de la Gran Guerra, Rommel arreglo la documentación de su seguro de vida para que su hija Gertrud fuera la beneficiaria, en el caso de que cayera en combate.

En 1916 Rommel contrajo matrimonio con Lucie María Mollin. El tiempo pasaba y no fue hasta 1928 cuando Lucie quedó embarazada de su primer hijo primogénito, Manfred. La noticia dejó destrozada a Walburga que siempre tuvo la esperanza de que su amado Erwin volviera con ellas. Ese mismo año falleció Walburga. Oficialmente, la muerte se debió a una neumonía; sin embargo, su nieto afirmó que se suicidó debido a gran pena que padecía. Gertrud, con tan solo quince años, perdió a su madre, pero no se quedó sola. Erwin y su esposa Lucie se hicieron cargo de ella, casi como si fuera hija de ambos. 

La bufanda de Rommel
En una ocasión su hija le regaló la famosa bufanda que ella misma tejió y es la que el Mariscal Rommel usó y que podemos ver en muchas de las imágenes en las que aparece el Zorro del Desierto. En esas fotos también se le suele ver con unas gafas para protegerse de la fina arena del desierto y tienen un curioso origen. 

En 1941, a principios de abril, Rommel llegó a El Mekili para realizar una inspección. Observó muy interesado unos enormes carros de personal apresados a los británicos, que los alemanes apodaron Mammoth. Tanto le gustó el vehículo que se quedó con uno de ellos para su uso personal en el campo de batalla. Mientras se descargaban los pertrechos capturados se fijó en un par de grandes gafas que le gustaron. Con una sonrisa dijo: Bueno. Incluso un general puede hacerse con un botín. Me llevaré estas gafas. Se las colocó sobre su gorra y desde ese momento las gafas y la bufanda tejida por Gertrud, se convirtieron en dos elementos icónicos de la imagen de Erwin Rommel, el Zorro del Desierto.

domingo, 19 de mayo de 2024

El nivel de inteligencia de los nazis en Núremberg

Durante los juicios celebrados en Núremberg, entre el 20 de noviembre de 1945 y el 1 de octubre de 1946, se realizaron miles de interrogatorios, entrevistas, testimonios e investigaciones. Entre las últimas destacan los test de inteligencia a los que fueron sometidos los principales procesados por los crímenes cometidos por el III Reich. Además de juzgar a los acusados, se necesitaba saber la causa que les movió a cometer y permitir actos tan abominables como los mostrados en los juicios. Hacía falta conocer de qué modo una sociedad aparentemente tan culta y avanzada se dejó seducir por el nazismo llegando a tal nivel de barbarie. 

Las evaluaciones fueron llevadas a cabo por el psicólogo militar norteamericano Gustave Mark Gilbert, que actuó de traductor de los encausados y el psiquiatra, también militar, Douglas Kelley. Para poder presentar sus conclusiones utilizaron el Test de Apercepción Temática (TAT), una prueba proyectiva de orientación psicodinámica, el test de Rorschach y la traducción al alemán del "Wechsler-Bellevue IQ"  o Escala Wechsler de Inteligencia para Adultos (WAIS), con el que se determina el cociente intelectual (IQ). Con estas pruebas, que pueden ser verbales o no verbales, centradas en el razonamiento abstracto o en como resolver diferentes problemas, independientemente de las habilidades de lectura y escritura.

Teniendo en cuenta que lo que se considera inteligencia normal equivaldría a un cociente que rondaría entre 90 y 110 y que con más de 130 se consideraría que es una persona de altas capacidades intelectuales, los gerifaltes nazis no cuadraban con el estereotipo del nazi ignorante y descerebrado que en muchas ocasiones se nos ha presentado. Tenían estudios, en muchos casos, universitarios y la mayor parte de ellos su cociente se encontraba por encima de los 120. 

Gustave Mark Gilbert y Hermann Göring
Esto son, los acusados y sus cocientes: Hermann Göring, 138; Karl Dönitz, 138; Hjalmar Schacht, 143; Arthur Seyss-Inquart, 141; Franz von Papen, 134; Eric Raeder, 134; Hans Frank, 130; Hans Fritsche, 130; Baldur von Schirach, 130; Joachim von Ribbentrop, 129; Wilhelm Keitel, 129; Albert Speerm, 128; Alfred Jodl, 127; Alfred Rosenberg, 127; Constantin von Neurath, 125; Walther Funk, 124; Wilhelm Frick, 124; Rudolf Hess, 120; Fritz Sauckel, 118; Ernst Kaltenbrunner, 113 y el que lo tenía más bajo Julius Streicher, con 106. El test añadía puntos a mayor edad de los participantes. Pero, en cualquier caso, los resultados no dejan de ser sorprendentes.

Para Gilbert, los nazis no se podían considerar unos psicópatas. Se educaron en una cultura que se fundamentaba en la sumisión y el respeto absoluto a una autoridad que no se cuestionaba. La moral se consideraba algo secundario. 

Douglas Kelley
Douglas Kelley, era de otra opinión. Opinaba que aunque ninguno de aquellos hombres aparentemente no presentaba alguna enfermedad mental, sí se podían apreciar ciertos rasgos psicopáticos. Sin embargo, ese trastorno tendría que deberse al entorno en el que habían ejercido su labor y que se había introducido totalmente en su mentalidad, cambiando, de este modo, su sentido de la moralidad

Estos test de inteligencia, o de personalidad, deben ser observados en el contexto y época en que se realizaron. Tras décadas, tanto la psicología como la psiquiatría han ido alcanzando considerables avances desde entonces hasta hoy. Es muy posible que ciertos comportamientos que hoy se estudian con mayor detenimiento hace más de setenta años se pasaran por alto, lo que no significa que en la actualidad carezcan de cierta validez.

Para saber más:
XL Semanal
El Confidencial
Psicólogos Córdoba
Cope
Foro SGM

domingo, 10 de marzo de 2024

La televisión durante el III Reich

Puede que resulte sorprendente pensar que la Segunda Guerra Mundial pudo haberse convertido en la primera guerra televisada, aunque ese dudoso honor acabaría recayendo en la de Vietnam dos décadas después. La verdad es que no estuvo tan lejos de suceder. La población alemana fue la primera en ver en la pequeña pantalla los noticiarios, ofreciendo la guerra prácticamente en directo. 

Vayamos a 1935, cuando se realizaron las primeras emisiones experimentales de televisión, aunque para la década de 1920 en Alemania ya hubo varias investigaciones al respecto y Manfred von Ardenne logró la primera transmisión de televisión totalmente electrónica con tubos de rayos catódicos en 1930. La tecnología germana había conseguido ponerse a la vanguardia creando los primeros televisores. Eran mucho más pequeños que los actuales, de forma más redondeada, estaban encajados en un mueble de madera de un metro y medio de altura y, en principio, no estaban destinados para el uso doméstico sino para su visionado público

Para estas emisiones se utilizaron algunas oficinas de correos de Berlín en las que se habilitaban una sala que permanecía en penumbra para aumentar la reducida luminosidad de la pantalla. Junto a ella se sentaba un técnico que, en el caso de que se produjeran interferencias o se perdiese la emisión, sintonizaba de nuevo el televisor. 

El auténtico bautismo de fuego de la televisión alemana fueron los Juegos Olímpicos de Berlín de 1936. Hitler quería impresionar al mundo exhibiendo una organización del evento perfecta y uno de los elementos de propaganda que quiso potenciar fue la televisión. Para ello, se creó la retransmisión deportiva, gracias a unas innovaciones técnicas que permitieron emitir en directo una prueba con una diferencia de poco más de 1 minuto y medio. Lo que tardaba la película con la que era filmada en quedar revelada y ser emitida a los estudios centrales que reenviaba la emisión a todos los receptores. El laboratorio móvil estaba situado en el interior de unos camiones sobre los que se fijaba la cámara. Las imágenes recogidas por ella pasaban directamente al interior del camión donde se producía el revelado rápido y a través de una antena se enviaban las imágenes. Incluso llegaron a realizarse transmisiones de partidos de fútbol pero estas se llevaban a cabo con una única cámara por lo que la calidad de la emisión era muy diferente la que podemos disfrutar actualmente. Los juegos hicieron que las oficinas de correos experimentaran un aumento de telespectadores interesados en ver a través de la pequeña pantalla a los deportistas olímpicos. 

Finalizados los juegos, el interés por la televisión decayó, y en esto tenía algo que ver la escasez de recursos con los que contaban los responsables de este nuevo medio de comunicación. Por ejemplo solo disponían de un minúsculo estudio en el edificio de radio Berlín de unos dos metros cuadrados. El presentador debía aparecer en un primer plano con los rasgos acentuados por el maquillaje para aumentar el contraste. Al principio solo daba paso a reportajes o filmaciones

El tipo de programación no despertaba mucho el interés del público por lo que se comenzó a explorar la posibilidad de emitir programas en directo en el propio estudio. Para ello, era necesario contar con más medios y los responsables televisivos consiguieron un nuevo edificio de cinco plantas al que se trasladó la Deutscher Fernseh-Rundfunk. 

A pesar de este nuevo impulso al incipiente medio de comunicación, la realidad fue que los jerarcas nazis no lo apoyaron suficientemente. Se rumoreaba que el motivo era que el Ministro de Propaganda Joseph Goebbels estaba descontento por la imagen que ofrecía de él la pequeña pantalla. Que no le hacía justicia y prefería la radio o el cine. Este escaso apoyo sirvió para que los dirigentes nazis no se inmiscuyeran demasiado en el funcionamiento de la televisión germana y permaneció bastante ajeno a la manipulación ideológica ejercida por el Ministerio de Propaganda. De todos modos, la programación solía incluir informaciones sobre el congreso anual del partido o entrevistas con dirigentes nazis de segunda fila, así como reportajes en los que se insistía en la pureza racial y el odio a los judíos.

En 1938, la Deutscher Fernseh-Rundfunk comenzó a adaptarse a los gustos del público para ello se inició la emisión de programas de variedades en directo que eran los que tenían más aceptación. A principios de 1939 la televisión ya estaba preparada para dar el gran salto a los hogares. Si hasta entonces había que desplazarse a una oficina de correos para poder verla, aunque algunos dirigentes nazis tenían un aparato en su casa, la técnica permitía ya la fabricación en serie de televisores y a un coste asumible por una familia de clase media. Fue la empresa Telefunken la que recibió el encargo de sacar al mercado 10.000 receptores de TV.  El objetivo era promocionar su venta en Navidad para comenzar así la definitiva expansión de la televisión. Pero, el 1 de septiembre se vino abajo este ambicioso proyecto. Empezó la guerra y esto supuso la interrupción provisional de las emisiones. Durante cinco semanas no hubo programación de ningún tipo. En octubre se reanudaron las emisiones pero los planes de popularización del medio quedaron suspendidos, sine die.

El esfuerzo de guerra obligó a poner todos los medios a disposición de las necesidades bélicas. Por lo tanto, la factoría Telefunken se tuvo que dedicar sus cadenas de producción a fabricar aparatos electrónicos vitales para las fuerzas armadas. Aun así la televisión siguió emitiendo, hasta finales de 1944, los habituales programas de entretenimiento, pero evitando cualquier referencia a la guerra. Finalmente el interés de las autoridades disminuyó aún más y pronto se llegó a ver la televisión como un pasatiempo que consumía unos recursos que podían ser de más utilidad en la guerra.

Para saber más:
Proyecto Idis
Archivos de Historia
La Vanguardia
WW2 Freak
Mubi
World War Two Film Inspector


domingo, 8 de octubre de 2023

El papel que jugó España en la Segunda Guerra Mundial

Seis meses después de acabar la Guerra Civil en España estalla la guerra en Europa: Hitler ha invadido Polonia. El dictador español,  Francisco Franco, había recibido ayuda de Alemania e Italia para acabar con la II República Española. España podía ser neutral como en la Gran Guerra o apoyar a sus benefactores.

El papel que jugó España en la Segunda Guerra Mundial
Al igual que en la Primera Guerra Mundial, Franco decidió que España se mantuviera neutral ya que el país se encontraba destruido y sin capacidad para entrar en la guerra. Esta postura duró hasta que el dictador italiano, Benito Mussolini, decidió entrar en la guerra en junio de 1940. España pasó de la neutralidad a la no beligerancia. La afinidad con el régimen nazi hizo que los miles de españoles republicanos exiliados y confinados en campos de concentración nazis fueran abandonados por Franco al perder la nacionalidad española y convertirse en apátridas: más de 5.500 murieron en esos campos. Durante toda la dictadura los campos de concentración y exterminio, por la censura, permanecieron ocultos para los españoles. 

A pesar del estatus de no beligerante, Franco realmente quería entrar en la guerra (aunque durante décadas el régimen sostuvo lo contrario) y esto llevó a la reunión con el líder nazi Adolf Hitler en la estación de ferrocarril de Hendaya el 23 de octubre de 1940, pero la entrevista no tuvo un buen final aunque se firmó un protocolo secreto en el que se indicaba que España acabaría entrando en la guerra, aunque dejaba en suspenso cuando se haría efectivo. 

El papel que jugó España en la Segunda Guerra Mundial
La guerra iba avanzando y el gobierno español iba cambiando de postura ante el conflicto, pero en una posición ambigua, siempre que fuera beneficiosa. Cuando parecía que el III Reich sería el vencedor de la guerra, Franco envió la División Azul para luchar en la Unión Soviética y dio cobijo a los submarinos alemanes en puertos españoles. Dejó prácticamente todo el control de la prensa a los alemanes con lo que se censuró cualquier noticia que informara de las derrotas alemanas y permitió que la Gestapo el Abwehr se movieran libremente por todo el territorio español. La capital se convirtió en un pequeño Berlín lleno de espías de ambos bandos.

Tras el comienzo de la Operación Barbarroja, cuando parecía clara la victoria germana, Franco se adhirió al Pacto Anti-Komintern. Pero cuando la guerra cambió para los alemanes en el Norte de África y Stalingrado, Franco decidió volver a cambiar su postura y política exterior cambiando, otra vez, a la neutralidad. Mientras que la primera neutralidad fue germanófila esta ultima se decantaba por los Aliados, que iban ganando. Mientras iba cambiando su posición seguía manteniendo negocios con ambos bandos comerciando con el Wolframio (Tungsteno) vital para endurecer el acero.

El papel que jugó España en la Segunda Guerra Mundial
Con la definitiva derrota de Alemania, en el verano de 1945, Franco volvió a cambiar su política y para tratar de crear blanquear su imagen ante la opinión pública internacional cambió el gobierno quitando a todos los ministros pertenecientes a Falange Española, de inspiración fascista, y puso en su lugar a miembros de la CEDA algo más apartados del fascismo pero más católico y conservador, aunque con destacados miembros germanófilos con lo que el régimen de Franco no se apartó del todo de sus amigos alemanes dando cobijo a varios criminales nazis como Otto Skorzeny o León Degrelle y colaborando en sus rutas de escape


Para saber más:
España y la Segunda Guerra Mundial Varios autores
National Geographic
Wikipedia
El Confidencial
UCM
Revista Ayer                                                                                                                  

domingo, 21 de mayo de 2023

El amor de Hitler por los perros

Adolf Hitler es un personaje tan conocido como controvertido. Un hombre que menospreciaba la vida de quienes consideraba untermenschen (subhumanos) y no dudaba en enviarlos a la muerte, pero que mostraba un profundo afecto por los perros que le acompañaron a lo largo de su vida. Esta peculiaridad fue aprovechada por la propaganda para mostrarle como una persona cariñosa del mismo modo que hicieron con las imágenes con niños.

El amor de Hitler por los perros
No se sabe a ciencia cierta si tuvo algún can en su infancia o juventud pero en la Gran Guerra, donde luchó como soldado, adoptó un perro callejero al que llamó Fuchsl (Zorrito) cuando lo encontró vagando por Ypres. Hitler, se dedicó a su cuidado en el tiempo libre de que disponía. Pero su amigo canino se perdió en una estación de ferrocarril y acusó a sus compañeros de habérselo robado.

Durante la dura vida de la posguerra Hitler tuvo un nuevo amigo perruno, Prinz (Príncipe), un pastor alemán. La situación económica del futuro Führer era tan precaria que tuvo que encontrarle un nuevo hogar. Al parecer, Prinz se escapó y dio de nuevo con su antiguo amo. Esa muestra de lealtad impresionó de tal modo a Hitler que hizo que esa raza alemana fuera su preferida. Para Hitler, la lealtad y la obediencia de los pastores alemanes encarnaba el ideal de devoción al Reich y como era una raza  “pura” por ser tan semejante con sus ancestros los lobos y, sobre todo, por ser una raza alemana los convertía en un claro ejemplo de las ideas raciales nazis.

El amor de Hitler por los perros
Después de su leal Prinz tuvo otros tres perros: un ovejero alemán llamado Muckl y dos perras pastor alemán (madre e hija) llamadas Blonda. La cuarta en llegar fue una hembra, también pastor alemán, regalada por Martin Bormann, su secretario personal. Blondi (Rubia). Llegó en 1941 siendo tan solo una cachorra. Hitler amaba a Blondi, más que a su amante Eva Braun, que según se cuenta odiaba a Blondi, a la que a la que golpeaba si tenía la ocasión. Le dejaba dormir en su cama y le gustaba mostrar a quien le visitaba los trucos que hacía la perra,  que le había enseñado Fritz Tornow, el Feldwebel que adiestraba a los perros del Führer. También adquirió otra pastor alemán que hiciera compañía a Blondi llamada Bella. Eva Braun, prefería a Negus y Stasi sus dos perros terriers escoceses.

Blondi fue su fiel compañera hasta el último momento. Hasta los últimos días en el búnker de Berlín y en donde ambos terminaron muriendo. Como posteriormente hizo consigo mismo, Hitler prefirió quitarle la vida antes de permitir que cayera en manos de los soviéticos. Le dieron a ingerir una cápsula de cianuro de las preparadas para el Führer. Sus cachorros corrieron igual suerte, fueron sacrificados a tiros por su cuidador. 

Para saber más:
National Geographic
Wikipedia
El Correo
Ciencia Histórica
ABC
Estudio de Hitler

domingo, 30 de abril de 2023

Encuentra el quinto cerdo

En tiempos de guerra es sabido que la propaganda es un arma más para combatir al enemigo y como parte de ella se basa en ridiculizarlos.
Para crear caricaturas del enemigo se usó cualquier medio que estuviera al alcance: como los cómics o las tiras cómicas de los diarios; el cine y los dibujos animados, los carteles y hasta utensilios de uso común como un simple alfiletero. Con ello se buscaba aumentar la moral de la población.

Encuentra el quinto cerdo
Un modo simpático y entretenido era el de los "Fold-Ups", en los que había que encontrar al quinto personaje. Los Fold-Ups son imágenes que se van plegando para revelar otras imágenes ocultas formadas por partes de la imagen original, como una especie de rompecabezas de papel.

Antes de la Segunda Guerra Mundial, se hicieron y vendieron rompecabezas para niños. Estos acertijos tenían varias imágenes diferentes en el frente, y cuando se plegaban de un modo determinado representaban una imagen oculta de un anciano, un líder político, un jugador de béisbol o una estrella de cine.

Encuentra el quinto cerdo
El SOE (Special Operactions Executive) distribuyó una hoja impresa que mostraba cuatro cerdos que se podía plegar para mostrar a Adolf Hitler, el quinto cerdo. Al parecer se creó para ser utilizada en los países aliados aunque también fueron lanzados, como otros tipos de panfletos, en los territorios ocupados, como Holanda, Polonia, Dinamarca o Francia. Tambien se distribuyó en Australia

Hitler no era el único "cerdo" que había que buscar. Mussolini tambien fue objeto de estos "Fold-Ups". En el caso del Duce además de cerdos se usaron chacales y toros que se convertían en "la vaca" como tambien era apodado de forma peyorativa. Algunos de estos se distribuyeron en Grecia y el Norte de África e Irak, distribuidos por la embajada británica en Bagdad que las retiró poco después.

Puedes imprimir las fotos del artículo y plegarlas para descubrir cual es el quinto cerdo.

Dos "Fold-Ups" para descargar realizados con otros animales: Fold-Up 1, Fold-Up 2

Para saber más:
Imperial War Museum
Origami Heaven
Psy Warrior 
The 36th Chamber
Cooking Ideas
Reddit