No
solo las ardillas están tristes los lunes
Título:
Las ardillas de Central Park están trises los lunes.
Autor:
Katherine Pancol
Editorial:
La esfera de los libros
Encuadernación: Tapa blanda
Páginas:
808
PVP: 21,90 €.
Nació en Casablanca y se trasladó con su familia a París cuando tenía cinco años. Cursó estudios literarios y se doctoró en letras modernas. Trabajó de profesora de francés y latín antes de comenzar una larga trayectoria profesional como periodista en publicaciones como “Paris Match” o “Cosmopolitan”. Ha publicado más de una decena de libros y el éxito le llegó en 2006 de la mano de “Los ojos amarillos de los cocodrilos”, del que se han vendido más de un millón de ejemplares en Francia, novela por la que también recibió el premio “Maison de la Presse” en 2006 y fue galardonada como mejor autora por Gorodets Publicaciones.
Ha sido traducida a varios idiomas, entre ellos, ruso, chino, ucraniano, vietnamita o coreano.
Las dos continuaciones “El vals lento de las tortugas” y “Las ardillas de Central Park están tristes los lunes" han sido también un éxito de ventas.
Con Las
ardillas de Central Park están tristes los lunes llega
a su fin la trilogía que Katherine
Pancol ha escrito sobre la vida de Josephine y su
familia.¿He dicho fin? Si,
eso es lo que yo creía cuando comencé a leer este libro, pero acabo
de ver que la autora yase ha embarcado
en una nueva entrega de las aventuras de sus personajes.
"No
quería en absoluto continuar. Pienso que son los personajes los que
deciden, son ellos los que vuelven. El escritor no decide",
señala Pancol (Casablanca, Marruecos, 1954) en una conversación
telefónica desde su casa en París. (Publicado en Diario de Navarra)
No
quiere decir esto que la historia que hoy me ocupa no quede conclusa,
pero evidentemente con tanto protagonista, y con la vida que continúa
evolucionando, no es nada descabellado continuar con las aventuras de
semejante tropa de personajes. Unos personajes a los que Katherine
Pancol le debe su éxito literario.
No es esta trilogía lo
primero que ha escrito Katherine Pancol, que ya lleva publicados un
total de catorce libros, pero sí la que la ha permitido alcanzar la
fama y los primeros puestos en las listas de ventas.
TRES
LIBROS, TRES REFLEXIONES
Tres
son los libros que componen la trilogía, llamada trilogía
animal
LOS
OJOS AMARILLOS DE LOS COCODRILOS
No
somos tan diferentes los seres humanos de los cocodrilos que,
como los reptiles, cambian de piel en el trascurso de sus vidas. Por
eso los personajes del libro irán mudando su piel y su vida, para
poder sobrevivir.
EL
VALS LENTO DE LAS TORTUGAS
La
vida es un baile,
como un vals que puede sonar lento o rápido, que podremos bailar
solos o en compañía, que alguien nos enseñará a bailar o
aprenderemos solos a base de errores, en el que podremos perder el
paso, tropezar y caernos, en el que recibiremos pisotones, Un baile
en el que con suerte encontraremos nuestra pareja ideal para bailarlo
hasta el final, o en el que cambiaremos constantemente de pareja. Un
baile obligatorio en el que no podremos quedarnos sentado
contemplando cómo son los demás los que bailan, mientras
permanecemos ajenos sentados al borde de la pista sin participar.
LAS
ARDILLAS DE CENTRASL PARK ESTÁN TRISTES LOS LUNES
Tristes
se quedan en Central Park las ardillas los lunes al volver a su
soledad.
Pero la vida sigue con su día a día. Sigue con sus alegrías, sigue
con sus tristezas, en busca de una compañía que nos aleje de la
soledad.
ARGUMENTO
Da
igual que la acción transcurra en París, Londres o finalmente Nueva
York como ocurre en la tercera entrega, porque lo que se nos narra,
bien podría pasar en Madrid o en cualquier otra gran ciudad de
España. No voy a detallar mucho el argumento, porque si no habéis
leído las dos primeras entregas, algo que os recomiendo e
imprescindible para llegar a esta tercera, os chafaría completamente
su lectura.
Para los que como yo tenemos memoria de pez, es muy
útil a la vez que muy curioso, como entre las páginas 36 y 39 de
este libro, por boca de una vecina la autora nos hace un resumen de
lo ocurrido en las dos entregas anteriores.
He
aquí, sin destripar nada, mi
resumen:
Josephine,
una madre de casa con dos hijas, se ve de la noche a la mañana
abandonada por su esposo, que se marcha con una mujer más joven a
instalar una granja de cocodrilos en África. Ella, que en el fondo
es un ratón de biblioteca, se ve obligada a enfrenarse a la vida.
Por si no fuera su situación suficientemente complicada, su hermana
Iris la embarca en otra aventura: escribir un libro, aprovechando los
conocimientos que tiene sobre el siglo XII.
A
pesar de que su marido fue dado por muerto tras ser devorado por sus
cocodrilos, vuelve a dar señales de vida. Pese a haber triunfado
profesionalmente, Josephine sigue tan insegura como siempre. Se ve
envuelta en un caso policíaco: un asesino en serie está atacando en
el barrio al que se ha trasladado a vivir.
Josephine
se enfrenta a una grave depresión tras los acontecimientos vividos
en el segundo libro. Incapaz de agarrar la vida por los cuernos y
decidirse a vivir el amor, presa de unos remordimientos y un
sentimiento de culpabilidad que la tienen inmovilizada.
De
esta inmovilidad intenta sacarla su editor, que la invita a escribir
un nuevo libro. El problema para Josephine es encontrar una idea que
la motive a enfrentarse con la escritura de un nuevo libro, que no
deja de ser otra manera de enfrentarse a una vida que se le está
yendo de las manos, con sus hijas cada vez más grandes e
independientes.
LAS
ARDILLAS... EL LIBRO
En
cierto modo, Las ardillas de Central
Park están tristes los lunes es una vuelta al origen de
la trilogía. Porque en el principio, tramas sentimentales al margen,
el eje central del primer libro era la escritura de un libro.
Al
igual que hay películas sobre la preparación y rodaje de una
película (cine dentro del cine lo llaman), junto a la historia
central se desarrolla la confección de un libro, desde la pregunta
inicial que se hace su autora por boca de Josephine:
«¿Existe
un
libro que ofrezca recetas para escribir? Medio kilo de amor,
trescientos gramos de aventuras, seiscientos gramos de referencias
históricas, un
kilo de sudor... Déjese cocer a fuego lento, en horno caliente,
saltear, remover para que no se pegue, evítense
los grumos, déjese reposar, tres meses, seis meses, un año.» (Los
ojos amarillos de los cocodrilos, página 237)
Podremos
ver cómo se elabora el libro, desde una idea inicial que va
desarrollándose desde los conocimientos de Josephine en el siglo
XII, personajes que va tomando de los que tiene alrededor y que no
pueden dejar de influenciarle en lo que está escribiendo. Y una vez
acabado, hay que vender el libro. Pero no siempre quien escribe bien,
puede vender bien, y se nos muestra esa cara de la venta del libro en
la que más que el contenido, importa el show que se monte alrededor.
En Las
ardillas de Central Park... los
libros vuelven a estar muy presentes, salvo que en esta ocasión
Josephine no quiere remontarse al siglo XII sino narrar algo más
actual. Y es así como va a encontrar por fin, de un modo casual, una
historia que le apasiona: el amor que un joven siente por la famosa
estrella Cary Grant cuando estuvo en Francia para rodar una película.
Pero
sobre todo, está presente el espíritu de superación, de lucha, de
no dejarse abatir por los acontecimientos:
«Recuerda nuestra
conversación, el otro día, sobre el hecho de que nosotras las
mujeres, dudábamos siempre de nosotras mismas, que
pensábamos que no valíamos, que éramos incapaces de
hacer nada.Pues bien, estaba pensando que si nosotras
dudamos, si pensamos siempre que no lo vamos a conseguir,
¿cómo van a confiar en nosotros los demás.» (Las
ardillas de Central Park... Página 571)
Un curioso tìtulo. Curiosos
son los nombres que la autora ha puesto a los libros de esta
trilogía. Más aún si cabe en esta tercera entrega. Al igual que
los cocodrilos tenían una acción, aunque fuera indirecta en la
primera novela, aquí las ardillas tienen un papel relevante porque
son la obsesión de uno de los personajes: Gary. Por ello se hace a
las mismas varias referencias a las mismas durante la novela, aunque
no todas sean positivas, porque uno de los protagonistas las ve como
ratas voladoras.
El
pasaje del que está tomado el título es el siguiente:
«La
ardilla está sola durante la época más fría. La ardilla está
triste en el gran parque... Sobre todo los lunes, cuando
toda la gente del fin de semana se ha marchado. Cuando ya
no le tiran cacahuetes ni avellanas, se encoge de hombros y espera al
sábado siguiente... o a la primavera.» (Las
ardillas de Central Park... Página 214)
IMPRESIÓN
PERSONAL
Tengo
la impresión de que es en el campo de la literatura donde la autora
se siente más cómoda, donde vuelca sus vivencias. Porque ese modo
en que va preparando el esquema del libro, sus anotaciones, el cómo
toma palabras y conversaciones prestadas de uno y otro sitio, por
fueza han de ser un trasvase de su propia manera de escribir.
Y
en realidad hasta que se centra un poco en esa idea, el libro tengo
la impresión de que va vagando sin un rumbo fijo. Bien es verdad,
que este es también el
más coral de todos los libros,
porque las hijas de Josephine ya no son unas niñas y adquieren una
entidad propia, con unas historias casi tan importantes como las de
su madre, de ahí que la autora tenga que atender numerosos frentes a
la vez, por lo que en algunos momentos, sobre todo al principio, iba
un poco perdido. Al margen de que cuando más interesante se ponía
esa historia, la cortaba y saltaba en busca de otra, con lo que
tenías que esperar unas cuantas páginas hasta que volviera a tener
continuación.
Del
libro que escribe vamos a tener una idea mucho más precisa, pues lo
hace a partir de u, cuaderno que encuentra casualmente en el cubo de
la basura, por lo que esa interesante historia, también está
presente en el libro. (No descubro gran cosa contándoos esto, porque
es algo que te imaginas en cuanto rescata dicho cuaderno de la
basura)
Es
un libro ante todo optimista.
Ya se que hay mucha gente, entre la que no me incluyo, para la que
los lunes es un día terrible (y no estaba pensando en los
protagonistas de "Los lunes al sol"). Gente que como esas
ardillas, está muy triste los lunes al acabarse el escape de la
realidad que supone el fin de semana.
De
ahí la importancia de una literatura que nos invita a ser felices, a
romper los miedos que nos atan en impiden ir en busca del amor o de
nuestros proyectos personales. A romper con nuestra rutina y ser
felices los lunes también.
Todo
con la colaboración de Josephine, un carácter que no toma en cuenta
el mal y el daño que le hacen los demás:
- «Pero
¿cómo lo haces?
- ¿Cómo
hago qué?
- Para
vivir,simplemente. Quiero decir..., si
nadie le dice que es formidable, de dónde saca la energía
para...
- Es
que... estoy acostumbrtada... Siempre ha sido ásí.» (Página
142)
Al
margen de la literatura hay otro tema que inevitablemente termina
ocupando un gran espacio e importancia en el libro: el mundo
de la moda. Un mundo que he de deciros que a mi me trae sin
cuidado y del que lo desconozco todo, pero que sin embargo está tan
bien tratado y dibujado en el libro, que me ha resultado muy
interesante, no se si porque al no conocer nada del mismo me ha
resultado muy formativo, o porque Pancol es muy hábil a la hora de
captar la atención del lector, en este caso mi atención.
Si
has leído los dos libros anteriores, no
te defraudaré el remate que aquí se le da a la historia. Aunque
probablemente el remate no sea tal y haya continuación.
Te mantendrá atado a los problemas y vicisitudes de esta mujer y sus
hijas, de esta Josephine que se hace querer aún más por todos los
que hemos leído el libro.
Si
no has leído los dos anteriores, no se te ocurra empezar por éste,
porque aunque el resumen de cuatro páginas que se hace de los mismos
es útil para hacerte una idea de la historia previa, más que nada
su función es la de refrescar la memoria a aquellos como yo con
memoria de pez. Puede por tanto enterarte de la historia pero te
perderás algo fundamental para degustar el libro, y es la de
disfrutar con la evolución de sus personajes, empezando por la
propia Josephine que, pese a ser ya una mujer adulta no se queda
estancada en la vida, pasando por sus hijas que de niñas pasan por
la adolescencia hasta convertirse en mujeres.
Lectura
facilitada por la Biblioteca
Municipal de Móstoles.
VALORACIÓN: 8/10
PERSONAJES
He
dejado este capítulo para el final, casi como si de un anexo se
tratase, porque probablemente
sólo sea aconsejable su lectura para los que hayan leído los dos
libros anteriores,
porque aunque haya evitado destripar el argumento (eso que se ha dado
en llamar spoilers, una palabra que como se lo que quiere decir pero
no lo que significa, lo dejo como “destripar”), es inevitable que
de unas cuantas pistas, que no todos podéis querer leer.
A
pesar de contar con un personaje central como Josephine, que podría
ser capaz de eclipsar por su fortísima personalidad literaria a
todos los demás, es ante todo una
novela coral,
poblada de multitud de personajes, cada uno de ellos con su historia
que va creciendo conforme van transcurriendo las páginas de esta
novela.
Seguramente
ahí reside el mayor mérito de El
vals lento de las tortugas,
en ser una historia de historias, todas girando en torno a Josephine
pero al mismo tiempo con su propia autonomía. Un hecho que va
reforzándose en las sucesivas entregas hasta llegar a Las
ardillas de Central Park están tristes los lunes,
donde cada personaje y su historia alcanza una fuerza tan importante
que cada una de sus historias es una novela en sí misma.
He
aquí una parte de esos numerosos personajes que podemos encontrar, y
que continúan evolucionando desde la primera novela de la trilogía:
¡MEJOR
SOLO PARA LOS QUE HAYAN LEÍDO LOS DOS LIBROS
ANTERIORES!
Josephine:
Una mujer a la que
terminas queriendo, que poco a poco va descubriéndose a si
misma:
«Esa Josephine buena, razonable, dulce, que se había
casado de blanco, había criado a dos hijas, que trataba
de hacerlo lo mejor posible, siempre justa, siempre razonable».
(Los ojos amarillos de los cocodrilos, página 335)
Que ha de
bregar con los problemas de dos hijas acercándose a la
adolescencia. Es ese camino de crecimiento el que nos muestra el
libro:
«He comprendido que la felicidad no es una vida
pequeña sin embrollos, sin cometer errores ni moverse. La
felicidad es aceptar la lucha, el esfuerzo, la duda y avanzar,
avanzar franqueando cada obstáculo». (Los ojos amarillos de los
cocodrilos, página 349)
Con todo lo que ha conseguido superar
en su vida, con el éxito que ha conseguido, podría suponerse que
tendría que ser una mujer mucho más fuerte, más segura de sí
misma. Pero no es así, el pasado la sigue marcando, la falta de
cariño en su niñez y, sobre todo, aquella escena de su infancia en
la que cuando estaba a punto de ahogarse su madre prefirió salvar a
su hermana a ayudarla a ella.
Por eso no se precipita, prefiere
avanzar lentamente, paso a paso, como las tortugas de
las que nos habla el título:
«Para una mujer es duro vivir
sola. Hay que ser firme, enérgica, decidida y ese no es
exactamente mi caso. Yo soy más bien lenta, muy
lenta...
¿Una tortuguita?
¡Una tortuguita que
avanza a dos por hora y que se muere de miedo!
A mi me
gustan mucho las tortugas, son animales muy afectuosos, ¿sabe?
muy fieles... Que merecen realmente nuestros cuidados». (El vals
lento de las tortugas, página 418)
Pero si hay algo que
caracteriza a Josephine es la capacidad de amar que tiene, un amor
que derrama sobre todos los que se acercan a ella. Una persona a la
que todos nos gustaría tener por amiga, que antepone siempre las
necesidades de los demás a las suyas propias. Para muchos podría
ser una "tonta" por sus actitudes. Pero ¡mucho mejor iría
el mundo con muchos tontos como ella!
Una bondad que es natural
que le sale del fondo de su corazón, sin esfuerzo:
«Quizás
tienes razón y solo el amor te llena de verdad. Pero
¿cómo aprender a amar? ¿Lo sabes tú? Todo el mundo
habla de ello pero nadie sabe lo que es: Tu repites
continuamente que hay que amar, amar, ¿pero eso se aprende?
Dime.
Olvidándose de uno mismo». (El vals lento de
las tortugas, página 379)
Pero como su propia hija descubre,
sus dificultades vienen siempre del mismo lado, de que no actúa con
la cabeza, sino bajo los dictados de su corazón:
«Ese era el
problema de su madre. La emoción la enturbiaba la vista». (El
vals lento de las tortugas, página 215)
Algo
en lo que el tiempo no la hace cambiar, pues pese a ver la realidad
en los demás, pese a ser una gran consejera para todos, es incapaz
de hacer nada práctico en materia de sentimientos en su
vida:
«Hortense
y yo (Shirley) vivimos en la realidad. ¡Tu
vives en tus sueños! En tus sueños el príncipe azul te lleva
volando en sus brazos; en
la vida cotidiana está casado, jura que ya no se acerca a su mujer y
que duerme en el salón, y
te da plantón continuamente.» (Las
ardillas de Central Park... Página 509)
Pero
ante todo, para bien o para mal, es una mujer de una gran
sensibilidad.
«Cualquier cosa la hería o la hacía
feliz. Cualquier cosa la abatía o levantaba en ella una
oleada de esperanza y calor. Soy un inmenso papel
secante. Un inmenso papel secante lleno de manchas.» (Las
ardillas de Central Park... Página 579)
Hortense
Es
la hija mayor de Josephine y el contrapunto a ella. No soporta a una
madre a la que ve ñoña, tonta de tan buenaza como es, sin algo que
ella estima por encima de todo: la elegancia y el glamour. Tiene una
visión radicalmente distinta de la vida, piensa que su madre no se
da cuenta de la realidad: Hoy día sólo importa el dinero.
El
siguiente párrafo la describe perfectamente:
«¡Me niego a
ser pobre, me horrorizan los pobres, la pobreza apesta! ¡La única
cosa que importa a la gente es el dinero. Yo soy como
todos, salvo que no me avergüenza decirlo!» (Los ojos
amarillos de los cocodrilos, página 71)
Hortense es un
personaje que crece mucho en la segunda novela, tanto en personalidad
como en importancia. Es un contrapunto a su madre. Como dice en la
contraportada es una adolescente mucho más enterada que su madre. Un
contrapunto de eficacia frente al caos emocional de su madre:
«No
te preocupes, Hortense sobrevivirá. Hortense sobrevivirá
a todo, incluso podría ser su lema». (El vals lento de las
tortugas, página 215)
A pesar de su corta edad, desde muy
pequeña se ha trazado unas metas en su vida y como si fuese un
tanque, pasa por encima de cualquier dificultad que se ponga delante
de ese camino que se ha trazado hasta la meta. Ella quiere diseñar y
trabajar en el mundo de la moda, y a ello se dedica en cuerpo y
alma:
«Nadie ha conseguido desviarme ni un centímetro porque
yo he decidido que nadie lo haría. Me fijé un objetivo,
es muy sencillo ¿sabes? Cuando decides hacer algo de
verdad, lo consigues siempre. Basta con estar convencido
de ello y convencer a los demás». (El vals lento de las
tortugas, página 209)
Si
importancia tenía en el segundo libro, en Las
ardillas de Central Park... llega
a tal punto su papel, que sólo con él se hubiera podido escribir
una novela más larga que muchas de las que por ahí están a la
venta. A fin de cuentas ya no es una niña, y aunque dependa de una
pequeña asignación que le ha pasado su madre,vuela ya con rumbo
propio, allí donde su ambición de triunfar en el mundo de la moda
le lleve ya sea Londres o Nueva York.
Además
el amor entra en su vida. Y por más que quiera controlarlo y fijarlo
entre sus objetivos de batalla, eso no es siempre posible.
Zoe
Es
la hermana pequeña, poco más que un crío en el primer libro, pero
que inevitablemente crece y empieza a entrar en la difícil etapa de
la adolescencia, con todo lo que eso conlleva de descubrir nuevos
sentimientos y enfrentamientos al poder establecido, en este caso a
su madre. Un enfrentamiento que se ve reforzado por la creencia de
que su padre sigue vivo, de la negativa a enterrarlo definitivamente.
En
el último libro, evidentemente no es ya la niña pequeña del
principio, sino que tiene quince años, con lo que las hormonas están
en pleno apogeo. Las hormonas y el amor que siente por uno de sus
jóvenes vecinos.
Iris
Es
la hermana rica de Josephine, guapa y admirada. Pero su vida está
vacía y ella lo sabe. No solo está vacía, sino que está apoyada
en la mentira, en la impostura, algo que está dispuesta a repetir,
tomando la autoría de un libro que obliga a escribir a su
hermana.
Como todas las mentiras al final se descubren, Iris cae
en una tremenda depresión tras el éxito de la novela. A lo que hay
que añadir la ruptura sentimental con su marido, lo cual la deja
huérfana de afecto y, sobre todo, de protección.
Antoine
Es
el marido, siempre con grandes proyectos, pero falto de autoconfianza
para llevarlos a cabo. Su último proyecto le lleva a África, un
lugar en el que se sintió grande y feliz, para hacerse cargo de una
granja de cocodrilos, montada por un grupo chino.
El
personaje se resiste a desaparecer y, aunque todos le dábamos por
muerto, su familia comienza a recibir cartas escritas por él en las
que dice que está vivo y pronto se pondrá en contacto con ellos.
Marcel
Grobtz
Es el padrastro de Josephine, de profesión "liquidador
de empresas". Toda la fuerza que tiene en la mesa de
negociaciones, se diluye como un azucarillo en el agua ante su mujer,
una mujer que lo desprecia por su falta de clase, que solo quiso de
él su dinero y que incluso se negó a darle un hijo.
Inevitablemente
se buscará la vida fuera del hogar mientras busca las fuerzas y la
manera de empezar una nueva vida sin su mujer.
No va a tenerlo
fácil en este nuevo libro Marcel, que se ve enfrentado a la
enfermedad de su amante, con la que ha empezado una nueva vida
rompiendo con su mujer, que pese a todo se niega a divorciarse de él.
En
este tercer libro tiene un papel menos relevante, pues cobra mayor
importancia su pequeño hijo Junior, un superdotado.
VALORACIÓN: 8/10