Quiero desearos a todos una feliz
Navidad (con ese portal de Belén que me traje de Génova este otoño y que presidirá todo el año mi nevera). Incluso a los que no os gustan estas fiestas. Incluso a los que como
es mi caso, estas serán unas navidades difíciles, las primeras que celebramos
sin la presencia de mi madre.
En cualquier caso, las navidades es una
buena excusa para desearnos felicidad, para desear un mundo mejor, para
celebrar que seguimos vivos y que, aunque algunas veces nos cueste verlo, hay
muchas cosas buenas en nuestras vidas.
Y tras el discurso navideño (no os
quejéis, más corto que el del Rey), mandar una felicitación muy especial a
todos los seguidores de este blog. Hace años que lo hacía de un modo mucho más
personalizado a través de twitter o Facebook, pero eso ya es imposible. Me
dejaría a muchos, a demasiados por el camino.
Gracias por estar ahí. Muchas gracias
por compartir vuestras lecturas y muchas gracias también a aquellos que conozco
gracias a los encuentros con escritores de un modo personal. Que el año que
viene sea también fructífero en encuentros y lecturas.
Si os apetece, podéis ver también mi
felicitación youtubera, con la aparición estelar de muchos de los escritores
que pasaron por este canal en el año 2018.
