La capital de Brasil cumple 147 días sin lluvias, mientras incendios forestales devastan su entorno y envuelven a la ciudad en una densa humareda. Las condiciones climáticas extremas y el avance del fuego plantean nuevos desafíos para las autoridades.
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Fotografía de archivo de una vista panorámica de la capital brasileña, Brasilia. ( )
Brasilia, la capital de Brasil, enfrenta una de las sequías más prolongadas de su historia reciente. Este martes, la ciudad completó 147 días sin lluvias, acercándose peligrosamente al récord de 163 días de sequía establecido en 1963.
El panorama es aún más sombrío, ya que el servicio meteorológico no prevé precipitaciones para las próximas semanas, lo que podría agravar aún más la situación.
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Las altas temperaturas, que alcanzaron los 33 grados centígrados, y la alarmante caída de la humedad relativa del aire al 7 %, creó un ambiente propicio para el surgimiento de incendios forestales.
Desde el pasado domingo, al menos cuatro focos de incendio fueron detectados en el Parque Nacional de Brasilia, una vasta reserva natural de 9,500 hectáreas, de las cuales aproximadamente el 30 % ya ha sido consumido por las llamas.
La sequía es un fenómeno recurrente en la región central de Brasil durante esta época del año, pero en 2024 ha alcanzado niveles alarmantes, afectando a más de la mitad del territorio brasileño, incluyendo biomas clave como la Amazonía, el Cerrado y el Pantanal.
Estas áreas, ricas en biodiversidad, están particularmente vulnerables a la propagación del fuego, lo que genera preocupación a nivel nacional e internacional.
Se sospecha que muchos de los incendios que asolan el país han sido provocados de manera intencional, lo que llevó a la ministra de Medio Ambiente, Marina Silva, a denunciar públicamente lo que ella llama “terrorismo climático”.
En una entrevista reciente, Silva reiteró la necesidad de aplicar sanciones más severas a quienes cometen delitos ambientales y pidió al Parlamento una revisión de las penas actuales.
En respuesta a la crisis, un juez de la Corte Suprema de Brasil autorizó al gobierno a ajustar su presupuesto y contratar créditos extraordinarios para combatir lo que es catalogado como una “emergencia climática”.
El presidente Luiz Inácio Lula da Silva ha iniciado discusiones sobre las medidas que se adoptarán con esta nueva flexibilidad fiscal, y se espera que se anuncien acciones adicionales para controlar los incendios y mitigar los efectos de la sequía en los próximos días.
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