Hoy escribiré de algo muy íntimo. Verán, llevaba un rato sintiéndome desbordada en mi rol de madre. Estaba embrollada, por un lado me decía a mi misma que sería paciente pero por otro lado frente a cualquier adversidad de la vida me ponía fuera de mí, incapaz de controlarme. Toqué fondo cuando me dí cuenta que mis hijos me empezaron a tener miedo y comprendí que no estaba disfrutando de ninguna forma su infancia.
En eso estaba, cuando, en pleno confinamiento, me topé con la cuenta de IG - @educarencalma - grato descubrimiento, que llenó mi cabeza de ideas y ánimos. Participé en su Congreso y fue una total sacudida. Se tambalearon creencias y paradigmas como que la maternidad es sinónimo de sacrificio por los hijos, algo muy frecuente en las madres mexicanas, pensar que la maternidad tiene que ser una abnegación absoluta primero a los hijos y después al marido. Esta creencia, además, en mi caso, viene acentuada con una educación profundamente católica - donde el amor es sacrificio.
Por eso, cuando en el congreso comentaron que lo primero es amarnos y conocernos porque la relación más importante es con nosotros mismos. Me vino a la mente, pero ¿cómo empezar a mejorar una relación conmigo? Primero conocernos, saber qué necesitamos y atrevernos a expresarlo. Para educar en calma, tengo que tener calma, parar y escucharme - ¿Qué voces tengo en mi cabeza? ¿Me animan? ¿Me hablan bonito? Esto es una señal importante para saber cuanto necesitas mejorar la relación contigo misma.
Empezar desde allí para que la maternidad se disfrute.