jueves, 17 de septiembre de 2009

D. Fidel


Cuando escribí mi anterior entradilla en mi blog sobre los patios, no sabía que D. Fidel me estaba haciendo una visita virtual… pero así fue. Escribí sobre los patios en general y sobre mi patio en particular y, sin ser consciente, alguien me lo estaba indicando.
El impulsor de mi patio, con vistas al futuro, fue mi padre. Mi hermano fue el que lo diseñó y me comunicó la mejor idea. Y D. Fidel fue el que llevó a cabo la dirección de las obras en el acondicionamiento de mi patio. Fue él quien, con buen tino y acierto, hizo de mi patio un lugar asequible y vivo, diáfano y perdurable. D. Fidel hizo, de su profesión de contratista de obras, un arte, beneficiando además a un sin número de personas que, como yo, pusieron su confianza en él. Pusimos la confianza en su maestría, en su don de gente, en su honestidad, en su humildad y en su generosidad.
D. Fidel fue de esas personas que trabajó desde siempre y desde muy joven, por lo que, el trabajo; lejos de espantarlo, lo atraía y le daba vida. Amaba su construcción, por eso se llevaba planeamientos de reformas, de casas, de entradas, de azoteas, de soportales, de acondicionamientos de cuevas naturales etc…y de cientos y cientos de construcciones para su domicilio.
Y por las noches le daba mil vueltas en su cabeza sobre el proyecto planeado con la única intención de hacer mejor su trabajo para poderlo explicar y ofrecerlo a su cliente al día siguiente. Lo había hilvanado durante la noche y mejorado con su pensamiento. En una palabra; lo “craneaba”. No paraba D. Fidel. Buscaba soluciones y hacía que sus trabajadores reflexionaran en su obra para llevarla a cabo en óptimas condiciones."No existe la perfección” me decía, “pero todo lo que haya que hacer se hace”.
Era buen empresario y buena gente. En más de una ocasión sacó adelante algún que otro préstamo de algún que otro trabajador en apuros. Lo sé de fuente limpia. Lo sé de corazón. Lo sé y no fue él quien me lo contó. Y en más de una ocasión contrató a otros, a los que nadie más les daba trabajo o no los contrataban. Así de generoso era D. Fidel. Lo sé también y tampoco fue él quien me lo contó.
Hombre de palabra como a la antigua usanza, no le hacía falta un documento cuando se trataba de gente honrada. Y él, más que nadie, las conocía. Sabía en quienes confiar.Hacía que te sintieras cómoda y satisfecha, aún a pesar de las incomodidades que cualquier reforma u obra trae consigo en cualquier vivienda que se desea acondicionar. Daba ánimos a sus clientes y seguridad en que el trabajo quedaría bien hecho. Confiaba en sus trabajadores. Tenía una sonrisa generosa que siempre compartía en cualquier momento y era muy fácil que D. Fidel sacara puntualmente su filosofía de la vida. “Todo se arregla en esta vida”… “lo que hay es que buscarle la vuelta”. Así me decía D. Fidel ante mi preocupación en temas de reformas que se me atragantaban y que yo desconocía.
D. Fidel visitaba diariamente todas las ejecuciones de obras que se estaban llevando a cabo de su mano. Revisaba, corregía, retomaba y estaba en contacto permanente con sus trabajadores y con sus clientes.
Era el tipo de persona en la que tú podías confiar porque en su idea estaba primero que nada favorecer y solucionar tu problema: fueran bajantes defectuosos u caducos, goteras, grifos o una gran obra como la que realizó en mi casa. Él me dejó mi entrada embellecida, agradable y resguardada. Mi patio habitable, luminoso y aprovechado y mi casa llena de buenas obras, en la doble acepción de la palabra; obras bien rematadas y obras de gran generosidad por su parte.
Por todo ello echo de menos a D. Fidel. Sé, además, que son muchos, los que como yo, le echan de menos. Echo de menos su sonrisa y su familiaridad cariñosa. Y echo de menos al trabajador e impulsor de vida y de obras que siempre fue.
Me consta que Oscar, su hijo, ha tomado la alternativa. Me vale con que haya recibido de su padre su buen hacer. Y estoy segura de ello. Esta empresa familiar ha de continuar más que nada porque sé que empezó desde la base, pasito a pasito. Y yo, como otros tantos que lo recordamos, volveremos a solicitar sus servicios cuando lo necesitemos porque era un hombre puntual y honrado. Y eso tan sólo marca la distinción.
Pero yo sé que cuando ese rayito de sol se cuela por mi patio, llega al mismo tiempo y paralelamente D. Fidel. Como antaño, cuando de su mano dirigió las obras de mi patio y de la entrada de mi casa, para que yo ahora los disfrute gozosa y con deleite.
Gracias D. Fidel.









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martes, 8 de septiembre de 2009

¿Cómo está el patio?

No es lo mismo decir ¿Cómo está el patio?, que decir ¡Cómo está el patio!
Si bien en ambas expresiones y en lo único que se diferencian es en los signos de puntuación. Podríamos decir que, con la frase en interrogación, lo que tratamos es de sacar una conclusión o bien un cierto tipo de información. Mientras que, con la de los signos de admiración lo que pretendemos es, casi llevarnos las manos a la cabeza tras percatarnos que una situación se ha mezclado con otra y no tenemos forma de aclararla. Vamos, que hay algo confuso entre manos y una especie de mezcolanza es el denominador común a cada una de las situaciones que no hay forma de esclarecer o llegar a poner en orden.
Pero yo quiero hablar de otros patios.
Ya en las civilizaciones antiguas, los patios en las viviendas constituían un elemento importante en su arquitectura. Tenemos ejemplos como, Egipto, China, India, América Precolombina… etc., siendo, además, los patios característicos de toda la arquitectura mediterránea. También los musulmanes, en La Edad Media, se afanaron ampliando sus patios y dándoles gran importancia a los jardines, fuentes y aljibes. Algunos de esos patios estaban empedrados con cantos rodados, algún tipo de baldosa, pizarra u otro material capaz de allanar la superficie.



Hoy quiero extenderme con la claridad y la diafanidad que mi patio me otorga. Quiero hacer de mi patio una oda o un memorando a sabiendas de que, los patios son portadores de una amplitud anexa de territorio en las viviendas, cumpliendo una misión loable y grata, bella y equilibrada, diáfana y respirable, serena y penetrable…
Mi patio está en el interior de mi vivienda y al que dan las ventanas y alguna puerta de las habitaciones interiores. A pesar de que es un espacio cerrado y con paredes, y que tiene una forma rectangular; es un espacio libre, claro, por el que le entra la luz a borbotones y ejerce de espacio lleno de comunicación y unión con mi interior, mi privacidad y mi introversión. Mi patio es una prolongación de mis pulmones. Es como si mis pulmones se extendieran y traspasaran esa fina línea llenándome de oxígeno y expansión. Estos son aspectos psicológicos que no han de ir separados de los aspectos físicos y arquitectónicos o de decoración que ejerce mi patio en sí mismo.

Siendo que el patio de mi casa es particular, que en cuanto llueve se moja como los demás… se lo agradezco pura y llanamente, porque en este caso mi patio cumple una doble función en cuanto a variables climatológicas. Por un lado, tiene dos partes separadas y bien definidas con techumbre de madera y rematada por teja del tipo árabe en la parte superior, esmeradamente colocada y fijamente soportadas por pilares también de madera aguantados sobre sólidas bases de piedra molinera. Lo que me hace sentir abrigada, protegida y resguardada en tiempo invernal. Y por el otro, tiene una parte intermedia al descubierto, en dónde, en noches de luna clara se puede mirar hacia las alturas de una forma cuasi permanente y sin temor, para apreciar a mi luna lunera; majestuosa, soberana y compañera, observando, casi analizando diría yo, mis movimientos.


Por este espacio libre de techumbres y de “tapumes”, se cuela el sol desde el amanecer hasta el atardecer en que decide dar el salto por el poniente y entonces se cambia a otra alcoba de la casa dándome el toque matutino y amistoso.
Cuando el sol decide penetrar hasta mi patio no lo hace sigilosamente, más al contrario; da de lleno, tocando frontalmente y no de soslayo, en los tejados, paredes, ventanas, cristales y plantas que hay en mi patio.
He de reconocer que es un privilegio poder contar con él. Es una prolongación de la libertad, de la alegría algo retenida, tal vez, en cualquier momento, y de una exaltación a la felicidad perdurable. Me aventuraría a decir que una buena sesión de patio bien aderezada se podría equiparar, acertadamente, a una sesión de psicoterapia; con la diferencia que en la sesión de patio intervienen plantas, macetas, agua, regaderas y una manguera al uso, amén de un banco de madera de pino antiguo, tallado artesanalmente. Me ofrece un lugar de esparcimiento, dándome seguridad y además conserva mi intimidad. Todo esto, aliñado con unas buenas cholas con las que chancletear, es lo que hace que mi patio adquiera la mayoría de las veces, la altura de magnánimo llegando a querer alcanzar el cielo. Y ese trozo de cielo es tan particular, personal y franco como mi patio.
Ahora que lo pienso siempre ha estado a mi lado, nunca me ha defraudado, ha sido el escenario permanente de dichas y encuentros, de pensamientos y reflexiones. Ha estado perenne esperándome hasta altas horas de la noche en las que debo cargar mi destiladera con agua para hacerse efectiva en la talla o bernegal que la ha de recoger, filtrada, pura, clara y fresca.
Cuando decido tomar el café en mi patio sólo tengo que cruzar apenas un par de losetas y traspasar una fina línea que separa mi cocina de mi patio y...! ya estoy en sus manos y caigo rendida a sus brazos!
Mi patio no tiene un limonero como el recuerdo que tenía D. Antonio Machado de su patio. Pero tiene dos canarios emperifollados, un mimo acariciado, tiene una helecha de a metro que está empezando a desplegar sus ramas, un rosal casi recién regalado, una planta de la cera que ha despertado, un helechón a ras de suelo que me ha beneficiado, un espárrago colgado y culantrillo, tomillo y romero … plantas aromáticas y de ornamento que cuido con apego y esmero.
Mi patio no se me va de mi lado. Es fiel y es auténtico. Yo diría casi pulcro y esmerado; generoso y amante de lo vivo y lo eterno.
A mi patio le gusta recibirme cuando, en un gesto simple de manguera en mano, aprecia y sabe que lo voy a regar con un chorro de agua benefactora, transparente y cristalina que sale a modo de borboteo.
¡Me gusta regar el patio!
Me gusta descalzarme en mi patio como si de un ritual se tratara traspasando mil sensaciones a través de las plantas, ésta vez las plantas de mis pies.
A cambio, él me regala su diafanidad, su complicidad, su autenticidad y su serenidad.

…y ahora me voy a regar el patio…








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sábado, 29 de agosto de 2009

Si la piedras hablaran...


Foto Felipe


Si las piedras hablaran junto a la naturaleza...
Esas piedras del camino ¿y qué camino no tiene sus piedras?
Esas piedras amigas y compañeras,
esas piedras duras, quietas, perennes, fuertes...
aguantando años, soportando vestigios
esperando ser descubiertas.
Rescatando lugares, retocando sitios,
reformando emplazamientos, removiendo parajes,
restaurando hábitats, rehabilitando ancestros.
Salvables, auténticas y firmes piedras
transportables y transformadas,
llevadas a lugares recónditos y diversos
acondicionando aldeas, rincones y terrenos.
Necesarias y supervivientes piedras a lo largo del Camino.
Piedras que almacenan escenarios
llenos de ímpetu y voluntad,
de ilusión y proyecto,
de vida y construción.
Simples piedras del Camino en común unión con la naturaleza.

Si la piedras hablaran junto a la naturaleza...
escucharíamos su música, sus silencios, su aprendizaje y su recorrido.



Fotos de la autora y varias cedidas por Macu, Cayaya y Felipe
Música: El reloj andante (Haydn)
Dúo de Adán y Eva. La Creación. (Haydn)


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domingo, 9 de agosto de 2009

Cada palo que aguante su vela, o todos a una


Esta nueva entrada va dirigida a los componentes de la experiencia compartida en nuestra peregrinación, por eso empleo, más bien, un tono jocoso o de humor y con algún tinte de ironía, toda vez que reflejo algunas situaciones acaecidas por cada uno de nosotros a lo largo de todo el trayecto del Camino. Por ello, intentaré reflejar una somera descripción de cada uno de los componentes y que ha quedado grabada en mi retina o en mi interior, siempre basándome en mi subjetivo y particular punto de vista.

En uno de tantos días, recuerdo a la peregrina CYY llegar al lugar de descanso a media mañana y casi cercana a la hora de al mediodía. Siempre tomábamos algún tentempié para aguantar hasta el último tirón. Tengo en mi memoria su cara iluminada por lo que quería compartir de inmediato. Metió una de sus manos, hábiles y recortadas, en uno de los bolsillos de su pantalón tipo "cargo" y, como si de un gran tesoro se tratara, casi ocultándolo con la otra mano nos mostró una dorada, alargada y curada piña de millo. Su cara mostraba el mayor agradecimiento al agricultor que le ofreció aquel presente, a la vez que nos relataba toda su experiencia ante aquel particular regalo.

Su obsequio no fue sólo la piña de millo, ella bien que lo participó, sino la buena charla que sostuvieron entrambos. Certifico desde estas líneas que no fue la única que tuvo. Y de eso se trataba, de agradecer cualquier regalo, charla, sonrisa, saludo, despedida... etc. que se nos ofrecía por muy pequeño o nimio que a ojos de cualquier persona pudiera aparentar. A la peregrina CYY no se le escurrió el tiempo entre sus manos para poner "manos a la obra". Allá por el mes de marzo se puso en movimiento incitada a su vez por la peregrina FLN para propiciar y poner en marcha nuestro objetivo: llegar a Santiago a través del Camino. Su agudeza en descubrir sitios adecuados para pernoctar la completó con los relevantes datos que nos ofreció la peregrina FLN (¡ Ya... c...o !. O yo voy como un bólido y demasiado adelantada... o allá atrás sucede algo...). Datos traspasados y recogidos de MNL, un gallego de pro, y que fueron satisfactorios, dado el éxito de nuestro recorrido.
MNL nos llevó, en Santiago, a degustar una exquisita mariscada ( nécoras, bogavantes, mejillones, almejas, cigalas, berberechos... etc). Sabía MNL dónde podíamos comer el más exquisito pulpo acompañado del auténtico vino de Ribeiro. Supo introducirnos, certeramente, en los chicharrones tanto fríos como calientes.¡Suculento manjar!

El cansancio diario siempre era repuesto por un gustoso y nutritivo caldo gallego al estilo más tradicional. ¡Qué bien nos sentaba a nuestros cuerpos cuando lo tomábamos!. Y a nuestras almas cuándo sólo pensábamos en él.

Las dos primeras etapas de nuestro trayecto fueron culminadas por la peregrina SLV, mujer en apariencia frágil pero con una firmeza de espíritu y de carácter digna de emular. Su exacto sentido del humor aparecía siempre cuando compartíamos desayuno, almuerzo y cena. Nunca alteró su equilibrio en ninguna etapa y mantuvo su paso firme y personal a lo largo de todo el Camino. A la peregrina SLV le iban muy bien las coladas de tarde-noche, y su arte de respetar el espacio de cada uno de los peregrinos fue encomiable. Ella sabía perfectamente su momento de desconexión para recargar sus pilas y, conjuntamente con sus pensamientos, construyó una etapa de su particular camino.



Recuerdo una caminata al lado del peregrino RMN ( peregrino ayudante), en la que hubo una iniciación de charla-coloquio-pateo-acuerdo-desacuerdo a lo largo un pequeño tramo de una de las etapas. Terminó en mesa alargada mejor que redonda y cada uno sacó su conclusión personal e intransferible.
El peregrino RMN puso su compañía al servicio de otros algo más lentos y, tal vez, algo más rezagados, aunque no por ello menos valientes y menos dispuestos. Siempre estuvo presto y diligente para acompañar, incluso a pesar de tener que "competir" su llegada triunfal, con la de la peregrina TNC, mucha leguas aventajada en más de una ocasión. Cuando el peregrino RMN se lo propuso, lo consiguió; esto es, poner en sus pies un chorro a propulsión. Eso si, ofrecía caramelitos de miel y limón o agua a quien llegara a alcanzar.


Me viene a mi memoria el recuerdo de la peregrina FLN que junto al peregrino RMN alcanzaron la plaza del Obradoiro como era su meta; ambos apoyados en un cayado compartido. El peregrino RMN no dejó ni por un momento a la peregrina FLN y la entrada de ambos a la plaza fue triunfal ante mis ojos que, en la retaguardia, no se perdieron detalle alguno.

Me gustó sentir la risa festera de la peregrina YY. Esta pequeña gran mujer dio al trayecto una alegría capaz de traspasar a cada uno de los allí convocados (... yo iba de peregrina y me cogiste de la mano... etc.). Hubiera frío o calor, bruma o sol, YY portaba el efecto de una buena armonía con el fin de contagiarlo a todos. Sus frutos secos nos dieron la energía necesaria al inicio para emprender nuestro destino con suficiente vitalidad. Pocas veces iba la peregrina YY "cogida de la mano" con el peregrino FLP, pero bien que disfrutaron cuando ambos pudieron. Así mismo, el peregrino FLP tuvo siempre a bien potenciar un trayecto armónico, ocurrente, lleno de humor improvisado y espontáneo. Peregrino luchador a lo largo y ancho de su camino en etapas duras y no tan duras. Pero el " corazón de león" del peregrino FLP no lo abandonó a lo largo de su trayecto personal. Así lo demostró a los demás y también a sí mismo. Él sabe de su tesón y de su constancia.



La prueba de fuego tuvo que ser superada por la peregrina MC ¿Cómo iba a iniciar su andadura sin su "pequeña" maleta en dónde portaba sus queridos y preciados enseres?. A la peregrina MC no se le cayeron sus anillos desde el principio de su etapa en que tuvo que vestirse con ropas ajenas. Ella, más que nadie, supo sacar aprendizaje y provecho a la situación que le vino directa a sus manos: botas, calcetines y camiseta de la peregrina CYY, pantalones de la peregrina SLV, chubasquero de la peregrina TNC, bolsito "último modelo" a modo de morral de la peregrina SLV. Tuvo que adecuarse a las prendas cedidas y compartidas con generosidad y gentilmente, además de algunas otras no mentadas aquí, pero habidas a cuento.
La peregrina MC animó muchas veladas posteriores a la cena con el rasgueo de su guitarra que animada por el timple de la peregrina TNC dieron sendos conciertos con nocturnidad, alevosía y con permiso previo. Siempre, como no, gracias a la peregrina FLN que se encargaba de dar la entrada por DO o por FA pudiendo poner orden a nuestras entradas.



La peregrina TNC culminó alguna que otra entrada del Camino siendo la primera en llegar en alguna etapa. Y no era que se lo propusiera, sino que más bien a modo de cohete a propulsión en sus pies cogía un ritmo imparable. Para sus adentros sabía esta peregrina TNC que si lo lograba era el reto al que quería desafiar. Alguna que otra vez entró al unísono con la peregrina CYY, ambas triunfantes con foto incluída para la posteridad. La peregrina TNC caminó a través de la senda empapándose de lo que le circundaba, pero estuvo siempre en todo momento rodeada de los demás peregrinos para el intercambio indispensable de decisiones, opiniones y alegría compartidas. Sabe, en su fuero interno esta peregrina TNC, que el Camino la ha atrapado en sus recónditos espacios, la ha capturado en su sincronía con la naturaleza, en los lugares silenciosos y armónicos, expandidos y propagados por todo el trayecto. Porque en definitiva fue un peregrinar de paz y sosiego, de interiorización y reflexión. Por ello, los que son llamados a hacerlo romperán con sus rutinas y con sus esfuerzos diarios y limitados así como con la exigencia impuesta desde el exterior para adentrarse en espacios lentos, vivos, auténticos y plenos de amor a los demás, a sí mismos y a toda la naturaleza que los envuelven.


Termino este periplo algo divertido y un tanto jocoso, con una frase que me capturó y que recogí en una de las carreteras hacia Santiago y que, pudiéndose aplicar a cada pensamiento en particular, dicta así:


"Es claro que vale más concluir un camino que empezar muchos, y que darán más utilidad, por ejemplo, veinte leguas de una comunicación acabada y no ciento de muchas por acabar"
(Gaspar Melchor de Jovellanos)(1795)









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viernes, 31 de julio de 2009

Siempre es bueno llegar



Siempre es bueno llegar a casa, siempre es bueno llegar aunque sólo sea por saber que se estuvo y que se está. Siempre es bueno saber que te espera tu casa, tu cama, tu familia, tus amigos, tu perro, tu canario o una simple planta.
Siempre es bueno volver y llenar tus emociones de alientos adormecidos, tan sólo vagamente escondidos. Siempre es bueno alimentar de nuevo tus sentidos de otras sensaciones que amplíen más, las ya añadidas, las ya construídas.
Es bueno llegar a la meta. Llegar supone atravesar etapas en el Camino, pasito a paso, pie tras pie, zancada tras zancada… y a veces, salto tras salto, otras y sin más remedio, rezagada.

La meta para algunos es el final de un viaje planeado por aventura, por entretenimiento o por relax, por disfrute y gozo de la naturaleza, por un reto, por deporte o por un contacto personal; muchas veces, la fe juega un papel importante. Pero siempre habrá una meta a la que llegar, habrá un lugar al que se le ha puesto destino, un nombre y un trayecto, a priori, definido por cada uno según sus propias espectativas. Sin éste, sin el trayecto, y sin las etapas que lo conforman, no podremos llegar a ese destino.
Y llegar no es dar un salto de canguro para alcanzar el sitio anhelado, el lugar soñado. Llegar es ser consciente de toda tu fortaleza, de tus posibilidades, de tu tesón, de tu generosidad, de tu ahínco, de tu humildad, de tu sentido del humor, de tu bondad, de tus habilidades, a veces de tus debilidades...en definitiva de todo tu ser, siempre y hasta el final en construcción. Como aquellos caminos por los que caminamos en la vida que están trazados, trillados, pateados; pero nunca finalizados. Porque al final, esos caminos podrán ensancharse más, a expensas de los caminantes que los transiten; o menos, según se deje crecer hierba sobre ellos a poco que nos apartamos de la vereda. Por eso el tesón y la constancia son muy buenos compañeros de nuestro viaje, pero siempre y cuando vayan con nosotros por la senda auténtica.

Siempre es bueno llegar a sabiendas que los olores, los colores y las formas van a conformar y completar, en parte, a los que ya has recibido a plenitud en todo el trayecto. Un eucalipto tras otro, el trigo recién segado, un maizal repleto pero sin florecer, la tierra mojada en el instante de llover, el paso del río casi al atardecer, la orilla de helechos gigantes balanceándose al compás de nuestro caminar, una cuadra de vacas alineadas prestas para comer, la paja apilada en el pajar y el granjero tranquilo viéndolas pastar, el gallinero a la vera del camino que nos hizo parar...no muy lejos, el perro, adormecido, deja su tiempo pasar; él, más que nadie, sabe de encuentros y desencuentros.

Es tan bueno llegar como el mismo tiempo que pasas para desconectar. Sabiéndote viva, plena, auténtica contigo misma y con los que te rodean. Aceptando retos, planeando trayectos, previendo el tiempo, abrazando contratiempos...saboreando cada uno de los presentes añadidos diariamente. A lo lejos, cualquier campana en cualquier campanario de cualquier torre de cualquier iglesia, por simple o sencilla que fuera, alentaba nuestros pasos oteándola desde la distancia. Incitaba a traspasarla y a conocerla. Era bueno llegar hasta sus gruesos muros construídos siglos atrás para que sus piedras nos dieran el cobijo jamás pedido, si bien, presto siempre a darlo.
Por todo ello, he pensado que mi Camino ha sido una prolongación del propio camino iniciado por mi. Quizá haya sido la reafirmación de que sigo la senda adecuada, construída por mi, piedra a piedra, guijarro a guijarro. Y esta senda, adecentada en varios tramos, perfilada en otros, repitiendo muchos pasos que desconocía y sobre muchos parajes que se me iban presentando; ha sido la continuación de un largo camino emprendido hace ya también algún tiempo. Con todo, se me hacía imprescindible meditarla, apreherderla y embeberme de ella toda vez que he descubierto el Camino conscientemente y a plenitud, sabiendo llegar a cada etapa señalada y estipulada.

Todavía tengo el dulce recuerdo de aquella simple jugada de cartas, al atardecer de uno de tantos días, en la que siendo invitada a entresacar una, entre muchas otras, me tocó justo la que me haría meditar en todo mi trayecto: "Tu vida es aquello que tus pensamientos construyen". Y en ese mismo instante un Ángel, que brillaba con luz propia, se propuso recordármelo al oído, pasito a pasito, repetitivamente a través de todo mi Camino. Como si no quisiera marcharse de mi lado hasta certificar que me había aprendido bien la lección. Y yo, algo renuente al inicio, pero practicando con todo mi esfuerzo, y añadiendo a su conocimiento e información parte de mi paciencia y serenidad, le hice caso. Ahora sé que forman parte de mi auténtico y personal trayecto. Por ello, no lo dejé olvidado en un recodo del Camino, sino que, más bien lo añadí a mi mochila algo pesada, ya que su cargamento estaba lleno de entendimiento, formación y sabiduría y sobre todo mucho amor. Sólo había que descubrir su halo resplandeciente y desprendido cuando efímeramente se manifestó. Y desde el inicio fue este hallazgo lo que menos me costó y, por ende e instintivamente, lo que verdaderamente me atrapó.










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viernes, 10 de julio de 2009

Oculta estaba la luna




Oculta estaba la luna
Oculta estaba en su casa,
no siempre estuvo oculta
aunque si agazapada.



Me sorprende esta luna,
próxima a mi tejado
por un tobogán bajando,
suavemente se desliza
queriendo apretar mi mano.



Generosa la recibo
luciendo de plata un broche,
espero que la luna
acune su luz esta noche.



Cascabeles de alegría
montan con gozo la guardia,
un baile improvisado
asoma arriba en la montaña.



Con su danza particular
aparece de nuevo
allegada,
viva, auténtica y engalanada,
brillante,
alta, y espigada,
mas, nunca improvisada.



Despacio baja y se asoma,
desde su morada se alonga,
de su halo
un beso tierno me regala,
y me deja reconfortada,
¡ es cómo si me pillara!



Grácil y cercana
en aromas y fragancias,
un leve beso devuelvo
sabiendo que aparenta
indiferente y alejada.



No se prodiga esta luna
en horas, días ni en semanas,
si al encuentro
ofrece su aliento,
en la noche más cerrada,
no dejo escapar su beso,
con él,
puedo arropar mi alma.









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jueves, 2 de julio de 2009

¿Escritura Naïf ?





Alguien, habiendo leído algunas entradillas en mi blog, me comentó no hace mucho que mi expresión escrita le hacía recordar cualquiera de los cuadros que se pueden representar con estilo Naïf y me dio motivo para reflexionar acerca de esta perspectiva, por otra parte nada baladí.

En efecto, y pensándolo bien, creo que en muchos momentos de mi vida he practicado, sin saber que lo hacía, arte Naïf : sus miniaturas, sus colores, sus figuras ingenuas y directas, sus formas sin ningún tipo de doblaje… Viene a representar este estilo, concretamente en la escritura, la expresividad diáfana y clara de motivos elegidos para hacer realidad ideas y pensamientos en torno a lo que yo quería expresar. La vida diaria por un lado y también la ilusión e imaginación recreada en un porvenir.

Tendría yo algo así como 8 ó 9 años y, desde luego, era mucho más habilidosa en dibujo y pintura que en expresión escrita. Creo que fui mejor dotada por la naturaleza en lo primero, siendo esto último desarrollado más tardíamente. Pues, como decía, tendría esa edad, y me ocurrió que tuve que responder a una composición escrita ordenada por mi profesora. Mi profesora sabía que tenía que “mandar” a hacer una “redacción” sobre el mar. Pero sabiendo yo todo lo que el mar podía conformar y podía ofrecer, no comprendía, sin embargo, lo que conllevaba una “redacción”. Pero hete aquí que, a la sazón, y por nada del mundo, una alumna podía osar a pedir algún tipo de explicación ajena al mandato de la profesora. Y con esa duda y sin saber siquiera por dónde comenzar, empecé mi composición escrita.

El mar se me antojaba amplio, lleno e imposible de abarcar en todo el espacio que me ofrecía una hoja de cuartilla. Por eso, y desde el punto de vista infantil, pensé que habría que llenar la hoja todo lo más apretadita posible y con todo lo que en mi mente podía barajar de posibilidades para el mar. Rodeada de mar por todas partes, desde luego que no fue una empresa difícil dada la experiencia que tenía en cuanto a contacto directo con el mismo.

Así comencé mi “retrato Naïf” desde esta perspectiva simple, instintiva, ingenua y viva:

"En el mar hay: peces como la morena, los chicharros, las sardinas, el sargo, la fula, el pulpo, el cherne, el abadejo, la corvina, la sama, el burro, las lapas y los burgados. También hay mesas con paraguas, niños que se bañan, gente ahogada, buzos que están debajo, neumáticos, toallas en la arena, barcas pescando, estrellas de mar y caballitos danzando. Gaviotas volando y el sol en el cielo que está quemando. Hay un carrito que vende helados de fresa, vainilla y nata con cucuruchos de galleta que valen a dos pesetas. También hay en la orilla gente pescando peces, hay algas que se te enrollan en los pies cuando estás nadando y tiburones, ballenas y rayas. Hay rocas y callaos y montoncitos de sal en los charcos. Y cuando una ola grande viene te levanta y tú nadas por debajo. Y si no saltas la ola te revuelca y te lleva de nuevo a la arena…y…y… "

Así más o menos entregué mi “redacción” sobre el mar. Y mi redacción sobre el mar se limitó a dibujar una composición Naïf desde el punto de vista de una niña de 8 ó 9 años. Adornada profusamente. Decorada con aliños y adornos que mi mundo me otorgaba. Alegrada por una visión espontánea, instintiva en dónde lo real se identificaba con lo imaginado y en dónde mis sueños se hacían realidad a través de lo enumerado paso a paso. Era como si de alguna manera yo reivindicara toda mi imaginación a través de mi personal descripción verbal. Si, ahora pienso que era una simplicidad, pero franca y con una ausencia de normas por mi propio desconocimiento. Pero reflejaba una visión del mundo sincera y sin artificios. Casi diría yo, sin ningún tipo de preocupación interior y en dónde lo descrito era sólo un ambiente sereno y casi sin contaminar. Era lo que rodeaba a mi mundo y, en todo caso, lo que mi mundo podía ansiar.

Ahora, y después de reflexionar sobre la opinión de mi comentarista, puedo pensar que algo de eso puede haber en mi expresión actual. Sólo que esta vez trasladada a metáforas añadidas y perfiladas por el pincel de mi imaginación y por los colores de mi elaborada experiencia. Digo yo que uso las palabras con un sentido algo distinto del que tienen y que, a modo de juego o complicidad con el lector, guardan alguna relación descubierta o encubierta por mi creación o mi fantasía. Es un sentido figurado de mi inventiva.


Lástima que mi maestra, con muy poca capacidad psicológica y pedagógica por aquellos años, no supiera leer entrelíneas y apreciar lo que su alumna le regaló. Ella se perdió un espíritu franco, espontáneo, exento de artificios y por supuesto Naïf.













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